lunes, 20 de abril de 2009

VALMIKI -- EL MUNDO ESTA EN LA MENTE -- YOGA - VÓSISHTHA

VALMIKI
EL MUNDO ESTA EN LA MENTE
YOGA - VÓSISHTHA
EXTRACTOS DE LAS INSTRUCCIONES DEL SABIO VASISHTHA
A SU DISCÍPULO EL PRÍNCIPE RAMA
Y
LA «HISTORIA DE LA REINA CHUDALA»




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INTRODUCCION
La obra titulada Yoga-Våsishtha, conocida también como Maharamayana, comprende
treinta y dos mil versos atribuidos al sabio Valmiki, el primer poeta que se expresó
en la lengua sánscrita tal como aún hoy la conocemos. En verdad, Valmiki podrá
siempre reclamar para sí el hecho de ser el más grande de los poetas sánscritos, y el
Yoga-Våsishtha está penetrado de una poesía de la más alta inspiración.
Swami Vidyaranya, ilustre estrella en el firmamento de la filosofía oriental, cita más
de un centenar de versos del Yoga-Våsishtha en su célebre obra Jivan-Mukti-Viveka,
redactada mucho antes de que naciera Shakespeare.
El Yoga-Våsishtha ha sido el libro preferido de yoguis y ermitaños en sus retiros del
Himalaya, así como el de reyes y hombres de estado de la India. Comparten la opinión
de que quien lo estudia con atención y vive sus enseñanzas se alza por encima de las
limitaciones de la materia y, experimentando una inmutable beatitud en su propio ser,
hace partícipe a su prójimo de su propia exaltación espiritual por medio de la bondad y
de la verdadera filantropía.
Las enseñanzas yóguicas tradicionales, tal como son entendidas y practicadas por
las más altas autoridades de la ciencia espiritual de Oriente, se encuentran resumidas
en los extractos que hemos seleccionado para confeccionar este volumen.
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YOGA VÓSISHTHA
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PRIMERA CONVERSACIÓN
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Cuando el santo y sabio Våsishtha, con hábito amarillo y levemente inclinado, hizo
su entrada, a las seis de la mañana, en la asamblea real, el soberano y sus ministros se
levantaron y, todos en pie, exclamaron: ¡Om Namo Narayanaya1, Mahatma!2
El santo Rishi3 les bendijo y, ocupando el asiento más elevado, empezó a hablar dirigiéndose
al príncipe Rama:
«Cualquiera que sea la compañía con la que pueda encontrarse cuando cumple con
los deberes de la vida, el hombre sabio controla los movimientos de su mente. No debe
ser absorbido por las preocupaciones del mundo ni ocuparse de pensamientos relativos a
las cosas de esta vida. A la mente no se la debe dejar errar por el extenso ámbito de los
placeres exteriores ni apegarse a los objetos y a las acciones de los sentidos.
Deja que descanse únicamente en la buddhi4 sin que guste delicia alguna si no es la
delicia propia. El hombre sabio permanece concentrado por completo en sí mismo y su
tranquilidad de espíritu es comparable a la firmeza de una cima del Himalaya, inmutable
en todo tiempo y en toda estación. Un estado de mente así alcanza la madurez con el
tiempo y se adquiere con una constante práctica del Yoga5 y con el servicio al Maestro.
1 Om Namo Narayanaya: Om. Salutaciones a Dios, Señor de todas las cosas.
2 Mahatma: «Aquel que está dotado de una gran alma.»
3 Rishi: Sabio que ha realizado a Dios; alma perfecta; aquel que ha alcanzado el conocimiento de su
propia divinidad y la identidad de la mente con Dios.
4 Buddhi: Facultad de discriminación o razón intuitiva. Se trata del aspecto superior de la inteligencia
por oposición a la mente inferior (manas).
5 Yoga: Aquí significa una vía (que tiene como meta el conocimiento o la iluminación) que consiste
en ser discípulo bajo la autoridad de un Maestro tradicional. Los cuatro aspectos de esta vía yóguica son:
I. Estudio de su doctrina espiritual con examen de conciencia y auto-control.
II. Práctica de la meditación según el método tradicional recibido.
III. Servicio al Maestro espiritual.
IV. Vida conforme con los preceptos religiosos (dharma) guiada conscientemente hacia la honestidad,
la virtud, la bondad y la humildad, siempre teniendo cuidado en no perjudicar a ninguna
criatura viva.

Entonces el yogui se libera tanto del sufrimiento como del miedo y supera las ilusiones
y aflicciones del mundo; no teme perder ese estado. Quien ha llegado a ese objetivo,
aparta con risa y desprecio la turbulenta esfera de la tierra, como alguien que, desde una
cúspide, observa sonriente los objetos situados debajo de él.
Oh Rama, los maestros del Yoga Adhyatma6 afirman que uno de los medios más fáciles
para alcanzar ese estado es la suprema devoción a Dios, así como el Yoga.
Tú, oh Rama, has conocido la verdad —al saber que Dios gobierna el mundo— y
has entendido la Naturaleza divina en la totalidad de su triple estado7. Como no ves en
el océano sino una única y vasta sustancia, el agua, tampoco en el imperio del universo
distingues otra cosa que el Señor universal.
Así como la percepción de una flor se acompaña de la percepción de su perfume,
asimismo el conocimiento de Atman8 es inseparable del conocimiento de la mente. Como
en un espejo no se ve más que una parte de los cielos que lo cubren todo, así el omnipresente
Atman no puede percibirse más que en parte en el espejo de la mente.
El Espíritu supremo, no limitado por el tiempo ni el espacio, se da a Sí mismo, por
su propia voluntad y en virtud de Su omnipotencia, las formas limitadas del tiempo y el
espacio. Sabe, que el mundo no tiene nada de sustancial, aunque pudiera parecerlo: no
es más que vacío, sólo una apariencia creada por las imágenes y fantasías de la mente.
Sabe que el mundo es un teatro de sortilegios procedente de la magia de maya9.
Todo este mundo es Brahman10. ¿Qué hay fuera de Él? ¿De dónde podría venir eso?
¿Dónde hallaría lugar? El mundo es creación del error e ídolo de los insensatos. Aparta
6 Yoga Adhyatma: Literalmente, «el Yoga que se refiere al Sí mismo». Su base metafísica es no dualista
(a-dwaita) y su más grande representante y comentador fue Shri Shankaracharya.
7 Triple estado: Se dice que la naturaleza (Prakriti) está compuesta en su totalidad por tres cualidades
fundamentales (gunas), que son sattva (luz, armonía), rajas (pasión, actividad) y tamas (oscuridad, inercia).
8 Atman: El verdadero Sí mismo; el Espíritu inmortal e inmutable del hombre.
9 Maya: El poder creador y autocondicionante del Señor omnisciente y omnipresente; el medio irreal
por el que el Espíritu supremo (Brahman) Se manifiesta. No posee ninguna existencia independiente de
Dios, y por ello no puede considerarse ni como absolutamente existente, ni como no-existente. Se trata
del Poder divino que permite a la realidad espiritual aparecer como mundo fenoménico.
10 Brahman: Lo Absoluto, designado así porque no hay nada en el universo, pasado, presente o futuro,
que esté en relación con Él. La palabra significa «Majestad». Brahman es lo Eterno, lo nocondicionado
y la suprema Realidad, sin segundo (advaita), sin atributos, sin acción e imposible de acercarse
a Él mediante palabra o pensamiento. El Avadhut Gita dice: «Brahman no es ni el Conocedor ni lo
Conocido; las Escrituras (Vedas) no pueden demostrarlo: las palabras no pueden describir esta Consciencia
absoluta; ante su Majestad, la mente está perdida. ¿Cómo podría yo describirte a este Eterno?»

de él todo deseo falaz y todo pensamiento, oh Rama, oh hijo bien amado, y recuerda a tu
siempre luminoso Atman.»
Rama reflexionó sobre las palabras de su santo instructor.
«¿Qué significa esta peregrinación que hacemos por el mundo», pensó, «y por qué
todos estos seres humanos y animales se ven forzados a hacer su entrada y salida en el
escenario de este teatro evanescente que es la vida? ¿Cuál es la naturaleza de nuestra
mente y cómo debe gobernarse? ¿Qué es esta maya del universo? ¿Cuál es su origen y
cómo podemos eludirla? ¿Cómo encadena a la mente11 y qué ventaja o desventaja hay
en desembarazarse de esta ilusión? ¿Qué dice el Muni12 de los métodos destinados a
domeñar los apetitos del espíritu y de los resultados que con ellos se obtienen? ¿Qué
dice de la tranquilidad del espíritu?
Nuestros corazones y nuestras mentes son quienes tienden a desplegar el mundo fenoménico
ante nosotros y, de esta existencia irreal, hacemos una realidad. Todas esas
cosas están entrelazadas entre ellas en nuestras mentes y se difuminan cuando nuestros
apetitos mentales disminuyen. La débil luz de la razón se ve eclipsada por las sombrías
nubes de las pasiones y codicias. ¿Cómo puedo, pues, distinguir lo justo de lo falso?
Por una parte, la mente nos conduce al conocimiento espiritual y, por otra, nos desvía
hacia la mundanalidad. ¿Cuándo se calmarán por completo mis ansiedades? ¿Cuándo
finalizarán mis inquietudes? ¿Cuándo poseerá mi mente su santidad? ¿Cuándo detendrá
su vuelo mi capricho para concentrarse en la Verdad interior? ¿Cuándo mi mente
se absorberá en el Espíritu supremo como se apacigua una ola agitada en el seno de un
mar en calma? ¿Cuándo la luz de la razón disipará esta sombría nube de ignorancia que
envuelve a mi Esencia divina con el velo de esta forma lamentable?
Tengo que reflexionar sobre las enseñanzas del bienaventurado Sabio y después sobre
la conducta que debe seguir quien aspira a la liberación13. Quiero practicar la virtud,
quiero participar en Sat-Sangs14 con una intención pura y servir a mi Instructor. Debo
tener oídos sordos para todo lo que no es divino; debo vivir en la plegaria y en la práctica
de la meditación.»
11 Atma (jiva): La consciencia individualizada o condicionada.
12 Muni: Vidente.
13 Liberación (moksha) de la esclavitud de la existencia mortal junto con todos sus sufrimientos y limitaciones
mediante la adquisición del conocimiento espiritual. Es la destrucción de la ignorancia
(avidya), que proporciona al yogui la liberación del ciclo recurrente del nacimiento y de la muerte, así
como la realización del verdadero conocimiento de Sí mismo.
14 Sat-Sang: Asamblea tradicional de yoguis presidida por un Maestro tradicional en la que se enseña
y medita la verdad espiritual.
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SEGUNDA CONVERSACIÓN
Cuando la música anunció la llegada de un nuevo amanecer, Rama, junto a su padre
el rey y sus hermanos, volvió a la asamblea.
El bienaventurado Våsishtha dijo:
«Oh Rama-ji, sabe que este mundo es una continua ilusión alimentada por hombres
de naturaleza apasionada o indolente1: ellos son quienes mantienen este edificio irreal,
de la misma manera que los pilares apuntalan una construcción.
El hombre inteligente debe observar los fenómenos del mundo y, discerniendo en
ellos lo real de lo irreal, aferrarse sólo a la realidad.
La mente es quien crea el mundo y lo despliega en su propia imaginación. El mejor
medio de preservar a la mente de la ilusión es, ante todo, conocer los elementos de esta
sabiduría sagrada; después, la práctica del humor estable y, por último, el trato con los
hombres buenos, que conduce al espíritu hacia la pureza.
La mente penetrada de santidad y de humildad debe recurrir a maestros de Yoga que
cuenten con nuestra bendición y que estén versados en filosofía. Gracias a sus enseñanzas,
la mente llega a percibir, por sus propias meditaciones, la presencia de Dios en sí
misma; y ve al universo desplegarse ante ella como los claros rayos de la luna.
El Espíritu divino es imperecedero y, cuando se ha dado a conocer a la mente humana,
deja de subsistir hasta el último ápice de error.
Oh hombres, desconociendo al Espíritu divino, Brahman, no hacéis más que someter
vuestras almas al sufrimiento; y, en cambio, conociendo a Brahman, alcanzáis la felicidad
eterna y la serenidad.
Oh Rama-ji, sabe que el Espíritu se ve tan poco mancillado por su vestido externo
como el cielo por las nubes de polvo. Por extensos que sean, todos los fenómenos del
1 Naturaleza apasionada o indolente: La mente y el cuerpo físico, como el resto de la creación, participan
de las tres cualidades constitutivas de la Naturaleza (prakriti). Así, la naturaleza de la «personalidad
» de todo ser humano está determinada por el predominio de estas tres cualidades (gunas): pureza y
bondad (sattva), pasión-combate (rajas) o pereza e ignorancia (tamas).

mundo que percibimos a nuestro alrededor no son sino las olas del océano ilimitado del
Espíritu divino.
Meditando sobre el Espíritu supremo2 dentro de ti y contemplándolo a la luz de tu
pura buddhi, te sumergirás en la gloria de Brahman.
Sé tolerante, calmo y de humor estable; mantente ponderado, reservado en palabras
y dulce en tu mente, y sé como una joya preciosa que brilla con su luz interior. Te verás,
así, liberado del tráfago febril de esta vida mundanal.
Libérate del hábito de tus deseos y limpia de tus ojos el afeite de la afección ilusoria.
Deja a tu mente satisfecha reposar en tu Atman y liberarse de las obsesivas inquietudes
de este mundo.
Conociendo la irrealidad del mundo, ningún hombre con sabiduría se deja engañar
por sus siempre cambiantes decorados.
El maestro espiritual es quien, con la justeza de su argumentación, despierta a la
mente indolente y dormida y quien, a continuación, instila en ella la palabra de verdad.
Primero sirviendo con diligencia a los buenos y compasivos gurus3 y después gracias
al razonamiento, los hombres de intención pura alcanzan la luz de la Verdad percibida
como resplandor divino en su mente. Llegan a ser como yo soy, oh Rama-ji.»
Preguntó Rama:
«Dime, oh Sabio de mente elevada, ¿cómo puede la creación proceder del supremo
Brahman, de quien has dicho que está inmóvil en el vacío?»
Respondió Våsishtha:
«Oh príncipe, la naturaleza de Brahman es de tal modo que todo poder procede incesantemente
de Él: por eso se dice que todo poder reside en Él. En Él están la entidad y la
no-entidad; en Él también están la unidad, la dualidad y la pluralidad, así como el principio
y el fin de todas las cosas.»
Dijo Rama:
«Venerado Señor, tus palabras son muy oscuras y no logro comprender lo que dices.
Todo lo que está producido por algo es invariablemente de la misma naturaleza que su
productor: la luz es producida por la luz, el trigo por el trigo y el hombre nace del hombre.
Luego, lo creado por el Espíritu inmutable debe ser también invariable y de naturaleza
espiritual. Por otra parte, el Espíritu inteligente de Dios es puro e inmaculado,
mientras que la creación es impura y hecha de materia grosera.»
2 El Espíritu supremo: Señalemos que Atman, el principio eterno o Sí mismo del hombre, y Brahman,
el Ser puro, lo Absolutamente Incondicionado, son en realidad uno e idénticos: la mente individualizada
(uva) imagina erróneamente, bajo los efectos de la ignorancia (avidya), que hay una diferencia entre ambos.
3 Guru: Instructor tradicional o maestro de Yoga.

Al escuchar estas palabras, dijo el gran Sabio:
«Rama-ji, Brahman es todo pureza y no hay impureza alguna en Él: las olas que se
mueven en la superficie pueden ser fétidas, pero no contaminan a las aguas profundas.»
Replicó Rama:
«Señor, Brahman está exento de sufrimiento, mientras que el mundo está lleno de él.
Por eso no puedo comprenderte cuando dices que éste es una producción de aquél.»
Ante estas palabras, el gran Sabio Våsishtha guardó silencio. Hizo para sí mismo la
siguiente reflexión:
No es culpa del hombre instruido dudar de una cosa mientras no le haya sido explicada
de manera satisfactoria, como es el caso del príncipe Rama. Pero el hombre instruido
a medias no es apto para recibir una enseñanza espiritual, ya que su visión del
mundo visible, circunscrita a los objetos inmediatos, demuestra la causa de su perdición.
Quien llega a contemplar la luz trascendente y vislumbra con claridad las verdades
espirituales, no siente el deseo de placeres sensoriales; con el tiempo, llega a la conclusión
de que Brahman es todo en todo.
El discípulo debe primero estar preparado y purificado por la meditación, la piedad y
la práctica del Yoga, así como por el ejercicio cotidiano de la calma y el autocontrol, y
entonces se irá iniciando lentamente en la convicción de Kham Brahman4.
Dijo entonces Våsishtha:
«Te diré, oh Rama, al final de estas conversaciones, si el desecho de los cuerpos groseros
puede o no atribuirse a Brahman. Por el momento, sabe que Brahman es omnipotente,
que penetra todo y que Él es todo Él mismo, de la misma manera que los magos,
mediante prácticas diversas, producen a la vista de la gente numerosas cosas que son
irreales apariencias.
Todo lo que se produce, con cualquier forma, en cualquier tiempo o en cualquier lugar,
no es sino una variación de la Unica Realidad que existe por Sí misma. En consecuencia,
oh Rama, deberías maravillarte de cada cambio acaecido en el tiempo y en el
espacio, que está lleno del Espíritu de Dios e ilustra el aspecto ilimitado del Infinito.
La mente de aquél que en todo ve a Dios y permanece firme de carácter ya no tiene
razón de fluctuar según las variaciones de la naturaleza o las vicisitudes de la fortuna. El
Señor manifiesta los poderes que residen en Él, como el mar manifiesta las olas sin salir
de sí mismo.
4 Kham Brahman: «Todo es Dios» (porque toda diferencia, toda creación, es sólo fenoménica y no
real).

La mente que es testigo de las verdades espirituales y se establece en una perfecta
ecuanimidad sin ser afectada por los accidentes exteriores, llega a columbrar que la luz
de la Verdad reside en ella.
Cuando hay una lámpara, también hay luz; y el sol radiante trae consigo el día; donde
hay una flor también hay perfume; así, allá donde está el Espíritu vivo, allá está el
conocimiento del mundo.
El mundo que aparece a su alrededor es como la luz de Atman. Las almas de los
hombres están dotadas de este conocimiento desde que nacen. Después, a medida que
crecen, se despliegan en el curso del tiempo en forma de este amplio bosque del mundo.
Sabe, oh Rama-ji, que aunque al hablar de ello se diga corrientemente: ‘Todo está
creado por, o todo viene de Dios’, en realidad, en el sentido espiritual no es así. Ningún
cambio, ninguna separación, ni ninguna relación de espacio o de tiempo tiene que ver
con el Supremo, que es inmutable, infinito y eterno; ni aparición o desaparición alguna
Le conciernen.
La mente, por el hecho de haber nacido de Él, dispone tanto del poder como de la
inteligencia de Su intelecto y, si se aplica con ardor, alcanza la meta que se ha propuesto.
Decir que la llama de un fuego es producto de otra llama es una sofistería y una
aserción así no contiene la verdad. No se trata de un producto, sino de la misma cosa.
Pretender que uno es el productor del otro es igualmente falso, dado que el Brahman
único no puede, siendo infinito, producir otra cosa que Él mismo.
Brahman es el intelecto (buddhi). Brahman es la mente (manas). Es la inteligencia
(chit). El universo entero es Brahman y, sin embargo, Él está más allá de todo eso. En
realidad, el mundo es una no-entidad, ya que todo es únicamente Brahman.
Nada puede probarse como absolutamente cierto más allá de la existencia de Brahman,
y la santa Shruti5 declara: «En verdad, todo es Brahman.»
Me extenderé por completo sobre este tema, oh Rama, en mis últimas conversaciones;
tu mente debe progresar más antes de que puedas comprenderlo.
Como un arma es esquivada por otra y una forma de impureza puede ser borrada por
otra6, como un veneno se elimina con otro, así la abolición del conocimiento erróneo
por un conocimiento superior trae la alegría a la mente.
5 Shruti: Literalmente, «lo que ha sido revelado». Los Vedas y las demás Escrituras que son autoridad,
donde se contienen las Verdades espiritualmente reveladas a los videntes de tiempos antiguos, se
conocen en conjunto con el término Shruti.
6 Una forma de impureza puede ser borrada por otra: Quizá se trate de una alusión a la nuez kataka,
ejemplo citado por el gran filósofo Shri Shankaracharya. Cuando se sacude una de sus semillas dentro de
La existencia del mundo depende en verdad de la existencia del supremo Brahman;
sábelo y no te preguntes cómo o de dónde ha llegado la existencia.
Domina tus deseos, oh Rama, y practica la renuncia y el desapego. Sirve a todos los
seres vivos; escucha las enseñanzas y sé simple de espíritu.
No te parezcas a aquellos que, presos en la centuplicada trampa de los vanos deseos
y sometiéndose a las múltiples formas de sus ansias, pasan de un cuerpo a otro, de encarnación
en encarnación, como los pájaros vuelan de un árbol para volver a posarse en
otro.
Intenta deshacerte de todo deseo terrenal, oh Rama, y consagra tu corazón al santo
Yoga.»
una jarra de agua, adquiere el poder de precipitar hacia el fondo todas las partículas de lodo y polvo, devolviendo
así al agua su claridad.
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TERCERA CONVERSACIÓN
Continuó el Bienaventurado Våsishtha:
«Todas las cosas debes considerarlas a la luz de los Shastras1 y penetrar en su verdadero
significado; también sacarás provecho de las enseñanzas de tu Maestro meditándolas
en tu mente y con el constante empeño en desdeñar lo visible hasta que llegues a
conocer al Uno invisible.
Puedes llegar a ese estado de santidad mediante la quietud, el conocimiento de los
Shastras y de su doctrina, escuchando las homilías de los maestros espirituales, así como
adquiriendo la convicción de que eres capaz de lograrlo.»
Dijo Rama:
«Santo instructor, tú eres el sol del día del Conocimiento espiritual; eres un fuego
resplandeciente en la noche de mis dudas; eres la luna que refresca el calor de mi ignorancia.
Sé suficientemente bueno como para explicarme quién tiene mayor mérito, el
devoto que vive en sociedad o aquel que se retira en soledad.»
Respondió Våsishtha:
«Ambas almas son felices mientras gocen de la calma en sí mismas.
Quien ve las cualidades y propiedades de las cosas como algo distinto del Espíritu,
goza de una paz serena dentro de él que se llama samadhi2.
El hombre de mente esclarecida que es activo en el mundo y el sabio iluminado que
permanece en su retiro son semejantes en su serenidad espiritual e indudablemente han
conseguido el estado de beatitud.
En la actividad o inactividad de la mente reside la única causa de la agitación o la
tranquilidad de los hombres. Apremiantes deseos invaden a la mente de la vanidad que
1 Shastras: Las Escrituras hindúes.
2 Samadhi: Estado mental que acompaña a la iluminación espiritual y que se adquiere tras una larga
práctica de la meditación y del Yoga, así como con la liberación del propio intelecto de todas sus asociaciones
groseras e impurezas,
corresponde a su naturaleza, y esa es la causa de todas sus desdichas: esfuérzate, por
tanto, en atenuar en todo momento tus inclinaciones mundanas.
Cuando la mente está en paz porque se ha liberado de temores, aflicciones y deseos
y se establece en el reposo, ese estado se llama samadhi.
La casa de los jefes de familia que han dominado bien su mente y han abolido su
sentido del egoísmo, es tan buena como la soledad de la selva, el frescor de las grutas o
la paz de los bosques, oh Rama-ji.
Los hombres de mente apaciguada observan los más espléndidos monumentos urbanos
con la misma mirada impasible con que contemplan los árboles de un bosque.
Quien, en su Espíritu más interior, ve el mundo en Dios, es en verdad el Señor de la
humanidad.
El mundo no es, sino paz para los yoguis de mente controlada; es la Mente divina lo
que manifiesta en forma de ego, y lo mismo ocurre en el mundo,
Aquel que ha llegado a la paz exterior e interior gracias a la práctica del Yoga y de la
virtud, así como por el servicio a su Instructor, y considera al mundo como algo inseparable
de Dios, ese goza del samadhi en todas partes; pero aquel que siente diferencias y
separa su ego de los demás3, se ve incesantemente tambaleado por las olas arremolinadas
del mar.
A aquel que cumple con su deber mediante los órganos de acción mientras guarda su
mente en la meditación interior y no es afectado por la alegría o la aflicción, se le llama
yogui impasible.
A aquel que contempla en calma el transcurso del mundo tal como se desarrolla o se
presenta ante él y permanece sonriente pese a sus vicisitudes, se le llama yogui impasible.
Aquel que ha llegado a un desapego espiritual y a una serenidad tales, realiza la perfección
suprema y le resulta indiferente ser exteriormente elevado o rebajado, vivir o
morir.
Le da igual vivir entre lujos en su casa que retirado de la sociedad y guardando silencio;
para él, todo eso es lo mismo.
3 3 Separa su ego: Significa que la concepción separativa y falsa de un «yo» y de un «tú» debe quedar
extirpada de la consciencia de un yogui. Otro Maestro ha definido claramente esta enseñanza esencial en
los siguientes términos: «Esta doctrina de la total unidad interior tiene como efecto en el yogui que la
realiza, suprimir por completo toda acción y pensamiento inmorales. El ladrón roba a otro hombre porque
cree que él es él y el robado, otro —que hay dos personas—, ¡pero nunca se ha oído decir que una mano
derecha haya robado a una izquierda! Si en una comunidad los hombres comprendieran que forman una
unidad unos con otros, no sólo no se robarían mutuamente, sino que los sufrimientos de uno concernirían
a todos los demás; las alegrías de unos serían la felicidad de todos.»
El conocimiento de la extinción de toda existencia en Dios es el único remedio capaz
de curar el error que consiste en creerse una entidad dualista separada; es el único medio
de lograr la paz de la mente.
Así como el desvanecimiento de la ilusión que confundía una cuerda con una serpiente4
proporciona paz y alegría, la destrucción del egoísmo en Atman trae paz y calma
a la mente.
Ningún deseo agita a la mente así apaciguada, como ninguna semilla germina dentro
de una piedra, y los anhelos que a veces puedan manifestarse son como las olas del
océano, que emergen y se sumergen en el mismo elemento.
Todo está en la mente, y la totalidad de este universo, sin división ni dualidad alguna,
se encuentra en ella: es una con el Dios supremo.
Cuando se libera de su habitual inconstancia y de su acaloramiento febril, reencuentra
su antigua serenidad, como la ola, al romper, retorna al estado de agua en calma del
que salió.
Guiadas por su avidez, las almas pequeñas viven entre ocupaciones que las colman
de preocupación, como un hervidero de insectos en el fango, y su avaricia les lleva a
codiciar sólo cosas exteriores y a olvidar al Atman supremo en su interior.
Oh Rama-ji, cuando consigas contemplar la grandeza de tu Atman a la luz del santo
Yoga enseñado por el ilustre Manu5, descubrirás que eres más grande que el cielo y el
océano juntos.
Sabe, oh príncipe bien amado, que, como el sol, que tras ocultarse a nuestros ojos no
deja de enviar su luz al otro hemisferio, tu intelecto continuará alumbrando incluso después
de haber transcurrido su curso en esta vida.
Libera al elefante —tu mente— de las cadenas del egoísmo y de las trabas de la avaricia.
»
Cuando el bienaventurado Sabio Våsishtha hubo concluido su discurso a la Asamblea
imperial, se inclinó respetuosamente en homenaje a los Yoguis y Brahmacharis6.
4 Confundir una serpiente con una cuerda: Se trata del muy conocido símil que utilizan los vedantinos
para ilustrar la relación que existe entre Brahman y el mundo fenoménico. El universo existe fenoménicamente
en Brahman, a Quien tiene como soporte, pero carece de existencia independiente, como es el
caso de la ilusión que cree ver una serpiente en un rincón sombrío de la habitación y que cuando se mira
más de cerca se revela como un trozo de cuerda.
5 Manu: Primer rey y célebre legislador de la antigua India.
6 Brahmachari (fem.: brahmacharini): Discípulo aceptado que, como estudiante de Yoga, observa la
disciplina yóguica y el voto de continencia mientras sirve a un Instructor tradicional (guru).

El Emperador y sus hijos le ofrecieron flores, agua y presentes. Los devas7 hicieron llover
flores celestiales y todos exclamaron:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
7 Deva: Ser celestial. Literalmente, «aquel que brilla» (fem: devi).
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CUARTA CONVERSACIÓN
Dijo Rama:
«Señor, ¿cómo podemos detener la rueda de la ilusión1 que, con su rápida rotación,
constantemente muele cada parte de nuestro cuerpo?»
Dijo Våsishtha:
«Sabe, Rama, que el mundo, con su curso circular, es la gran rueda; y el corazón
humano su cubo o su eje, el cual, debido a su continua rotación, produce toda esta ilusión
dentro de su circunferencia. Si con tu valiente esfuerzo eres capaz de parar ese movimiento
de tu corazón, detendrás al mismo tiempo la rotación de la órbita de la ilusión.
La mente que descuida este consejo se expone a una miseria sin fin, mientras que si
siempre lo mantiene presente en su espíritu, evitará todas las dificultades de este mundo.
El mundo está en la mente como el aire está contenido en un recipiente, y eres el
continuo prisionero de ese mundo mental imaginario que es el tuyo como una mosca
encerrada en la cavidad del recipiente; no lograrás la liberación si no es escapando de
ese encarcelamiento, como la mosca sale volando al aire libre.
El medio de desembarazarte de esa ilusión de la mente es fijar tu atención en el momento
presente y evitar que tus pensamientos se dirijan hacia hechos pasados o futuros.
La mente está oscurecida mientras la niebla de sus deseos y caprichos la envuelva, como
el cielo está cubierto mientras ante él se acumulan las nubes.
Cuando en la mente se produce una actividad, se ve inevitablemente acompañada de
un cortejo de deseos, así como del sentido del placer y del sufrimiento; sentimientos y
pasiones forman su escolta, como merodean los cuervos cerca de un volcán extinguido.
Las almas de los sabios no carecen de actividad, pero, como conocen la vanidad de
las cosas terrenas, de lo que sí carecen es de esos sentimientos que atrapan.
Han adquirido el conocimiento de la irrealidad y de la inexistencia de los objetos y
hechos terrenos, y ello gracias al conocimiento de la naturaleza de las cosas y al estudio
de las enseñanzas del Yoga Adhyatma que se imparten en los Sat-Sangs y en otros luga-
1 Rueda de la ilusión: El ciclo recurrente del nacimiento y de la muerte.
res, y gracias también a su asiduidad con el Maestro, a su práctica de la meditación y a
su vida libre de egoísmo.
Deja de lado todo lo que sea tangible o que puedas lograr con tu acción personal;
permanece impasible e indiferente ante todo lo que sea del mundo, remitiéndote únicamente
a tu consciencia de lo Infinito. Piensa de ti mismo que duermes cuando estás despierto;
piensa de ti mismo que eres todo y uno con el Espíritu supremo.
Reverenciamos a aquellos yoguis que han conocido la naturaleza del Sí mismo y han
alcanzado el estado espiritual.
A la vista de Atman, las luces de los cuerpos celestes se extinguen como velas y el
resplandor del sol no es más que un débil reflejo de la Luz de las luces.
Quien conoce la verdad de Dios, ocupa un rango superior dentro de la humanidad
por su autosacrificio y por la grandeza de su mente; y lo ha conseguido gracias a la
práctica del Yoga.
Quienes ignoran la verdad, son más viles que los asnos y demás criaturas bestiales
que viven sobre la faz de la tierra; son inferiores a los más bajos insectos escondidos en
agujeros subterráneos. Con ellos no se puede contar; es preferible mantenerse alejado.
El hombre no espiritual da tumbos por esta tierra y se deja consumir por sus preocupaciones
como es devorado un cadáver por las llamas de su pira funeraria; pero el yogui
es consciente de su inmortalidad.
No esperes a podar con el hacha afilada de la razón el grueso tronco del árbol envenenado
de la avaricia que se yergue como una montaña en la cavidad de tu corazón;
corta la rama de las esperanzas y apresúrate a desbrozar las hojas del deseo.
Rama, ¡escucha lo que tu señor dice a los futuros yoguis! Ahuyenta a la mente voraz
que, como un cuervo, anida en tu corazón; le gusta frecuentar los lugares hediondos,
como planean los cuervos sobre los campos reservados a ritos funerarios y las cornejas
eligen su vivienda allí donde reina la suciedad y se ceban comiendo la carne que se pudre
en los huesos. La mente voraz utiliza sus labios, como la corneja su pico, sólo para
atacar a los demás.
Sabe que la avaricia es una serpiente venenosa que, con su mortal aliento, mata a
quienes le obedecen. Esa serpiente es la causa de la ruina de la humanidad.
Puesto que el Todo único está en la mente, no hay lugar para el lamento de haber
perdido lo que sea.
Aquel de intención pura, que se ha consagrado a Dios y que tiene como única compañía
a quienes difunden a su alrededor el conocimiento del Yoga, es tan bello como el
cisne blanco entre los graciosos pájaros de un lago de ondas plateadas.
Las almas que, en esta vida, ponen su confianza en objetos mundanos, no pueden
saborear verdadera felicidad. Los deseos y pensamientos de la mente determinan su nacimiento en una próxima encarnación. De ahí que el recién nacido se vea obsequiado
con gran cantidad de sueño porque cree que está muerto y reposa en la noche de su
muerte.
La búsqueda de la bondad y de la grandeza hace de un hombre que sea grande o
bueno, de la misma manera que quien quisiera ser un Indra2, cuando duerme sueña con
su propio señorío.
Una búsqueda sin reservas de la Verdad, extinguirá inmediatamente tus deseos, y la
extinción de tus deseos reestablecerá la paz en tu mente.
El objetivo de la sabiduría es el conocimiento de que en el mundo no hay nada real.
Los verdaderos yoguis, que colocan su progreso espiritual por encima de toda otra
ganancia, que respetan tanto a la Verdad como al Instructor, que viven para la Verdad
divina, tienen el poder de someter a sus órdenes su propio destino; pueden cambiar en
bien todos los males y volver perpetua su prosperidad.
Quien en sí mismo percibe la omnipotencia del Espíritu infinito y hace de él su residencia,
tiene la justa percepción. Quien ve a su mente como un hilo en el cual todas las
cosas están ensartadas como las cuentas de un collar, tiene la justa comprensión.
Quien considera que lo que se llaman «los tres mundos»3 no son más que los fragmentos
de su propio Sí mismo envolviéndole como las olas del mar, tiene razón.
Quien observa el frágil mundo con conmiseración y experimenta hacia la tierra la
misma compasión que experimentaría si se tratara de su hermana pequeña, es sabio.»
Al llegar la hora de las oraciones de la noche, el bienaventurado Sabio terminó su
discurso; toda la asamblea se levantó y derramó flores sobre el trono de Vyasa4 exclamando:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
2 Indra: El gobernador de las deidades inferiores.
3 Los tres mundos: Los mundos de los estados de vigilia, sueño y sueño profundo.
4 Vyasa: Ilustre Sabio que compiló la epopeya clásica Mahabharata y dio a la literatura védica su
forma actual. El «trono de Vyasa» es el asiento de honor tradicionalmente reservado al Instructor.
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QUINTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«El egoísmo es la raíz de las formas de sufrimiento más extendidas por los bosques
de este mundo, cuyos árboles producen las envenenadas flores de los deseos. Por lo
tanto, oh Rama, esfuérzate con diligencia en hacer desaparecer de tu corazón el sentido
del egoísmo y busca la felicidad comprobando en cada momento la nada de tu pequeño
tú1.
El error del egoísmo es comparable con una nube oscura: esconde en sus tinieblas el
brillante disco de la luna de la verdad y oculta de nuestra vista sus rayos luminosos. La
errónea impresión de realidad del mundo no puede borrarse sin el conocimiento de su
irrealidad, conocimiento que procede de los Shastras y de los labios vivos de un Instructor2.
Aquel que predica la irrealidad del mundo y la realidad de Brahman es tomado en
broma por el ignorante, que le mira como a un loco. El sabio y el ignorante no pueden
ponerse de acuerdo sobre este tema, como no pueden entenderse los borrachos con la
gente sobria.
El hombre inteligente, que cree que el Espíritu supremo y siempre sereno de Brahman
penetra el universo, no puede ser desviado de su sólida convicción.
Los ignorantes desconocen la noción de Espíritu: creen que la Materia es la causa y
el efecto de su propia producción. Pero el hombre dotado de sabiduría discierne al Espíritu
dominando en todas las formas de creación de la misma manera que ve la sustancia,
es decir, el oro, en todos los adornos hechos de este metal.
1 Pequeño tú: El ego empírico. Véase nota 3 de la III conversación.
2 Los labios vivos de un Instructor: La tradición oriental mantiene que nadie puede lograr la realización
sólo con el estudio de libros, con ceremonias rituales o con prácticas de orden ético; es necesario un
Maestro vivo (guru).
Sólo hay un Ser realmente existente; es en Sí mismo Verdad y Consciencia; su naturaleza
es paz y pura Inteligencia. Es inmaculado, omnipresente, en constante quietud,
sin altibajos.
Siendo quietud y calma perfecta; no ve nada en la existencia; y sus creaciones subsisten
en ese reposo como partículas de Su propio esplendor.
De la misma manera que se ve brillar a las estrellas en la oscuridad de la noche y
emerger a las olas en la superficie de las aguas, así todos estos fenómenos se manifiestan
en Su realidad.
Todo lo que este Ser quiera ser, en el acto se autoconcibe siéndolo; sólo esta Inteligencia
es la verdadera Realidad, y todas las demás son reales sólo en la medida en que
se las ve salir de Ella y volver a Ella.
También nosotros hemos surgido de esa Voluntad divina: así, en ninguno de nosotros
hay realidad ni irrealidad.
Esa Inteligencia despierta se llama mundo fenoménico y dormida y en calma lo que
denominamos salvación, liberación o extinción del sufrimiento.
Ahora escucha, oh Rama, y te enseñaré a conocer esa Verdad divina.
El hombre de mente elevada observa el mundo como observaría una brizna de paja y
rechaza sus preocupaciones como se despoja una serpiente de su piel.
Aquel cuya mente es iluminada por la maravillosa luz de la verdad del santo Yoga
Adhyatma, se encuentra siempre bajo la protección de las leyes espirituales al igual que
el Huevo del mundo3 está siempre protegido por Brahma.
Acércate al Instructor, oh Rama, con fe y veneración, y escucha todos los días la
Verdad sagrada que sale de sus labios, sirviéndole con todas tus fuerzas. Por él recibirás
un día la Verdad divina y serás libre.
Quienes son conocidos por sus virtudes, tienen el poder de gobernar su destino, de
cambiar sus males en bien y de volver duradera su prosperidad. Quienes están insatisfechos
con su presente estado y desean progresar, así como aquellos que tienen sed de
conocimiento y buscan la Verdad, estos son llamados con toda la razón seres humanos;
todos los demás no son más que brutos.
El renovado deseo de gozar de lo que se ha gozado y de volver a ver lo que ya se ha
visto, no es el medio de desembarazarse del mundo, sino la causa de numerosos nacimientos
debidos a esos mismos placeres.
3 El Huevo del mundo: En la descripción de la Creación que hacen los Upanishads, al Universo, en su
forma primera y como alma cósmica (Hiranyagarbha), se le llama Huevo de Brahma, el Creador según la
tradición hindú.
Que repercuta en el mundo la grandeza de tus virtudes, tu renuncia, la excelencia de
tu conducta, tu servicio desinteresado a los hombres y tu consagración a Dios en la persona
del Instructor, porque de aquellos cuyas buenas acciones resplandecen como la luz
de la luna se dice que están verdaderamente vivos, mientras que los demás, quienes no
alcanzan un renombre semejante, están muertos aunque vivan.
Los frutos de la realización maduran siguiendo con paciencia los mandamientos de
los Shastras, repitiendo, sin prisa por alcanzar el éxito, los mantras4 recibidos en las
iniciaciones y perfeccionándose a través de una larga práctica.
¿Para qué pueden servir la riqueza, la belleza, la fama o el poder sin un conocimiento
de la Verdad? Conságrate al saber, por tanto, y considera a la riqueza como un
desecho sin valor.
Elévate y acepta el remedio capaz de preservarte de la vejez y de la muerte: el conocer
que toda riqueza y toda prosperidad, todo placer y todo goce son perjudiciales si no
están consagrados al bien de los demás; si no, su único efecto es hastiar y debilitar
nuestro organismo.
Ahora, Rama-ji, he aquí la Verdad suprema. Bienaventurados quienes la escuchan y
por tres veces benditos quienes, de su realización, hacen el único objetivo de su vida.
Brahman es el intelecto.
Brahman es la mente.
Brahman es la inteligencia.
Es sustancia. Es solidez.
Es el principio de todas las cosas.
El universo entero es Brahman.
Y, sin embargo, Él trasciende infinitamente todo esto.
En realidad, el mundo es nada, porque todo es únicamente Brahman.
Al margen del hecho de la existencia de Brahman, no hay nada que pueda comprobarse
como absolutamente cierto, y la verdad escrituraria declara: «Verdaderamente,
todo es Brahman. »
Guárdate del grandioso espectáculo de este mundo, que tan sustancial es para la vista
y tan absurdo para la experiencia; es la guarida de los dragones del deseo lanzando la
venenosa espuma de sus pasiones.
Intenta abandonar tus deseos y evitarás todas las dificultades; deja de pensar en algo
y tu antojo por ello desaparecerá por sí solo. Incluso pisar una flor se acompaña de un
4 Mantra: Breve oración mística dada por un Guru tradicional a un discípulo admitido tras una iniciación
yóguica. Cuando se la repite correctamente, proporciona la consciencia espiritual.
esfuerzo, pero ningún esfuerzo es necesario para destruir tu deseo, porque desaparecerá
por sí mismo si no piensas en él.
Para coger una flor tienes que abrir la mano, pero para destruir tus frágiles y engañosos
deseos no tienes que hacer nada.
Apartando tus pensamientos de los objetos y fijándolos en Brahman, serás capaz de
realizar lo que para los demás es imposible.
La entera preocupación de nuestras vidas es desear y hacer, y a continuación, desear
de nuevo; sin embargo, cuando se ha extirpado de la mente toda su propensión inquieta,
queda liberada de toda ansiedad.
Abandona tu loca confianza en los fenómenos visibles, deja todo eso y permanece
enraizado en la consciencia ‘Soy el Infinito’.
Antes de haber borrado de la mente la idea de que hay cosas deseables y otras que
no lo son, es difícil encontrar la paz y la gracia de la serenidad, como le es difícil al claro
de luna traspasar un cielo encapotado.
Nuestros deseos y nuestras aversiones son dos monos que viven en el árbol de nuestro
corazón; mientras lo sacudan y lo zarandeen con sus brincos y sobresaltos, no puede
haber reposo.»
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SEXTA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Venerable Señor, tú conoces los misterios de todas las cosas. Una gran duda se encrespa
en mi corazón como una ola en el mar. ¿Cómo puede, Señor, adherirse la impureza
a la mente, que está ubicada en la pureza eterna del Espíritu infinito, Brahman, no
limitado por el tiempo ni el espacio?
Además, si no hay —ni ha habido ni habrá jamás— otra cosa que la Entidad espiritual,
¿cómo y de dónde ha podido aparecer en Él semejante impureza?»
Contestó Våsishtha:
«¡Bien dicho, bien amado Príncipe!
Observo que tu comprensión se acerca a la vía de la liberación y recoge el perfume
de las flores que se abren en el jardín del paraíso. Sin embargo, aún no es el momento
apropiado para ti de hacer esa pregunta. La podrás hacer cuando yo llegue a la conclusión
del tema.
Es preferible examinar la mente con cuidado, percatándose de la naturaleza de sus
actos y operaciones, que contribuyen a provocar los renovados nacimientos de los humanos.
La mente se deleita con pensamientos sobre los objetos deseados; entonces,
asimilando la naturaleza de éstos, asume la misma forma de lo que le proporciona su
placer.
Ya que el cuerpo está sometido a la mente, se moldea en la forma de ésta, exactamente
igual que el viento se embalsama con el perfume de los macizos de flores sobre
los que sopla.
Los sentidos interiores, una vez estimulados, animan a los órganos exteriores de los
sentidos según sus modalidades. Sea cual fuere la naturaleza que por sus disposiciones
adopte la mente, queda reflejada en la forma de sus dos actividades: la voluntad y la
acción.
Los Sabios del sagrado Yoga Adhayatma reconocen que la mente, en su esencia, es
Brahman, y recomiendan la paz y el dominio de sí mismo como únicos medios de alcanzar
la liberación.
Discípulo bien amado (Rama tocó los pies del bienaventurado Sabio como signo de
grandísima veneración), sabe que la mente es la fuente de todas las reglas y métodos
como el mar es el origen de toda perla escondida en su seno.
Así, los discípulos amados de su guru que deseen gozar de la dicha sin mezcla de su
espíritu deben habituar a su mente a permanecer en ese estado de felicidad.
La mente que se ha escapado de la esfera del mundo fenoménico está en adelante libre
de todo placer y de todo sufrimiento, como el pajarillo que sale volando por los aires
tras romper el huevo y dejar el suelo terrestre.
Oh inocente Rama, no mantengas inclinación alguna hacia el mundo fenoménico. Es
ilusión sin realidad, se halla repleto de temores y tendencias malas y se despliega para
seducir a la mente distraída.
Los sabios han llamado escenario mágico (maya) a nuestra consciencia del mundo,
designándola como aparición de ignorancia, simple idea y causa y efecto de nuestras
acciones.
Sabe que es la mente embaucadora quien desarrolla al mundo visible ante ti; desempáñala,
pues.
La meditación concentrada del yogui contemplativo y consagrado al santo Yoga es
lo que atenúa las impresiones de fuera y, al disociar a la mente de todas las cosas exteriores,
la mantiene en la estabilidad y la paz. Entonces la mente no presta atención a sus
reflexiones interiores o exteriores; queda insensible tanto al placer como al sufrimiento
y experimenta en sí misma el deleite de la unidad.
La mente sometida a incesantes deseos se parece al claro firmamento oscurecido por
nubes; una mente así, oh Rama, sufre como un murciélago cegado por la luz del día,
hasta que desprendiéndose de sus falsas invenciones alcanza el conocimiento del verdadero
Dios y la dicha sin fin.
Al igual que al liberarse del imaginario temor de un tigre en la selva se reencuentra
el reposo interior, así, profundizando en tu búsqueda, descubrirás que no existe cautividad
en el mundo: las nociones ‘ése es el mundo’ y ‘éste soy yo’ no son más que errores
de la mente.
Los caprichos nos asaltan y después se alejan, tomando formas diversas, de la misma
manera que nuestras mujeres desempeñan el papel de esposas durante nuestra juventud
y el de enfermeras en nuestra vejez.
Quien tenga una mente inclinada a saborear los placeres de la carne debería empezar
por reprimir esas propensiones como se arrancan de la tierra las plantas venenosas.
El hombre noble y sabio que quiera vencer a sus adversarios deberá, en primer lugar,
esforzarse en someter a los enemigos interiores de su propio corazón y de su propia
mente, así como su cuerpo y sus miembros.
Los hombres más afortunados son quienes tienen la valentía de dominar su mente en
lugar de someterse a ella.
Yo reverencio a esos hombres puros y santos que han amaestrado a la grande y perversa
serpiente de su mente enrollada en el fondo de su corazón; ellos son quienes reposan
en la paz interior y en la serenidad de su espíritu.
Los reyes de la tierra, con sus capitales materiales, no son tan felices como los señores
de las ciudades de su propio cuerpo y los maestros de su propia mente.
El hombre está a merced de las dificultades de este mundo lúgubre y oscuro como
un pájaro caído en las aguas del mar. Por tanto, oh Rama, como si fueras un búfalo, saca
con tu propio esfuerzo a tu mente fuera del charco ilusorio del mundo.
El hombre con una mente no inquietada por la sucesión de alegrías y penas mundanas
ni por las vicisitudes de la enfermedad y de la muerte ya no es un ser humano, es
como un yaksha1.
Ni el mundo es tuyo ni tú eres de este mundo; no confundas lo falso con lo cierto.
Nunca alimentes en tu mente la idea falaz de que serás dueño de grandes bienes y de
cosas agradables, porque tú, como esas cosas, existes para el deleite del Creador supremo
y Dueño de todo.
A menos de que el bien de todos no se convierta en tu propio bien, oh Rama, no harás
más que añadir trabas a tus pies. Incluso el bien de tu Imperio es ilusión si es exclusivo
y está separado del bien de todos los seres.
Adora al Siempre-Misericordioso, al infinito Amor, como si se tratase de tu propia
mente, y permanece en la paz dando paz a todos.»
1 Yaksha: Criatura perteneciente a una categoría de seres celestiales.
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SÉPTIMA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Dime ahora, Señor, cómo puede conseguir la liberación un ignorante o un perezoso,
un débil que nunca haya frecuentado a yoguis ni haya recibido ninguna instrucción
espiritual.»
Respondió Våsishtha:
«Oh Rama, el ignorante que nunca ha alcanzado ninguno de los grados del Yoga es
arrastrado por la corriente de la reencarnación a través de centenares de nacimientos,
hasta que en un nacimiento u otro tenga ocasión de adquirir la luz espiritual. Puede ocurrir
también que, con el trato de santos, llegue a sentirse insatisfecho del mundo y que
eso le conduzca a un grado de Yoga.
Oh Rama-ji, ¡destruye la sensualidad! Ese es el primer grado. ¿Por qué utilizar muchas
palabras cuando se puede expresar con pocas?
El deseo es nuestra principal esclavitud, y su ausencia nuestra completa liberación.
Quien posee un sentido tenaz del egoísmo jamás se libera de los sufrimientos de la vida;
es la negación de ese sentimiento lo que proporciona la liberación.
Quienes están atados a los placeres piensan que la beatitud del nirvana1 no es nada;
prefieren la mundanalidad a la felicidad definitiva que otros han realizado, y quien así se
comporta es declarado hombre activo y enérgico.
Semejante hombre mundano se parece a una tortuga, que recogiendo la cabeza bajo
su caparazón, la saca a veces para beber el agua salada del mar donde habita; permanece
en la misma condición hasta que logra, tras muchos nacimientos, una vida mejor,
orientada hacia su salvación.
Pero quien reflexiona sobre la nada del mundo y sobre la mísera posición que en ella
ocupa no permite que la corriente de las actividades que día tras día ha ejercido le
arrastre ahora.
1 Nirvana: Inmortalidad consciente. Identificación del espíritu individual con el Espíritu infinito y supremo;
libertad eterna; perfección espiritual.
Cuando un hombre empieza a pensar de qué manera podría sustraerse de las pasiones
y atravesar el tumultuoso océano del mundo es como si recuperara sus sentidos.
Quien desprecia las fatuas distracciones y las mediocres actividades de los hombres,
quien se entrega a actos meritorios en vez de insistir en los defectos e imperfecciones
ajenos, quien compromete su mente en actividades útiles sin causar perjuicio a nadie y
se muestra indiferente ante todo placer y gozo corporal, quien mantiene conversaciones
amistosas y compasivas y pronuncia las palabras oportunas en el lugar adecuado, de un
hombre así se dice que se halla en el primer estadio del Yoga. Para él es un deber buscar
la sociedad de los buenos y moldear en ella pensamientos, palabras y actos.
Se hace con libros sobre la filosofía divina y los estudia con diligencia; medita su
contenido y retiene las doctrinas que tienen el poder de salvarle del mundo depravado.
Llega entonces al segundo grado del Yoga, llamado estadio de la búsqueda.
Escucha de los labios de los pandits tradicionales la explicación de los Shrutis y de
los Smritis2, las reglas de buena conducta y los métodos de meditación y de práctica del
Yoga.
Se despoja de su porte exterior de orgullo y de vanidad, así como de su envidia y de
su avaricia, como se despoja una serpiente de su antigua piel. Habiendo purificado así
su mente, se dedica con devoción al servicio de los instructores espirituales y de los
santos que le descubren los misterios de la filosofía del Yoga. Accede entonces al tercer
estadio.
Aprende a que su mente se establezca en la perseverancia conforme a las enseñanzas
del Yoga, y consagra su tiempo a conversaciones sobre temas espirituales y a buenas
acciones hacia los demás.
El hombre dotado de sabiduría que ha llegado hasta este tercer estadio permanece en
un estado de consciencia independiente tanto de la objetividad como de la subjetividad.
Se ha liberado3 del sentimiento de ser, bien el sujeto o bien el objeto de sus actos.
Sabe que toda unión acaba en desunión y toda ganancia terrenal en pérdida; gracias a
esa convicción y a la práctica continua de la meditación y de la virtud llega con certeza
a conocer a Dios dentro de sí con la claridad con que se ve un fruto en la palma de la
mano.
El conocimiento del Autor supremo de la Creación le penetra de la segura convicción
de no ser ‘yo’, sino Dios, quien hace todo en el mundo.
2 2 Smritis: Literalmente: «lo rememorado». Enseñanza tradicional transmitida por las anteriores generaciones,
por oposición a Shruti, «lo revelado», las Escrituras reveladas.
3 Liberado: El yogui no se ve a sí mismo como autor de actos ni como susceptible de ser afectado por
ellos.
Habiendo renunciado a su sentido de individualidad4, un hombre así ya no está apegado
a nada en el mundo.
El contento es un agradable perfume en la mente y los actos virtuosos son tan bellos
como pétalos de rosa. La flor del discernimiento interior se abre como un capullo de
loto bajo los efectos de los rayos del sol de la razón y produce un fruto de santidad en el
jardín del tercer estadio de la práctica del Yoga.
El cumplimiento, incluso parcial, de estos grados del Yoga Adhyatma es suficiente
para anular el mal karma5 del pasado.
A estos tres estadios, oh Rama-ji, se les llama en conjunto estado despierto, porque
el yogui conserva en él la percepción de las diferencias entre las cosas.
Un yogui así merece veneración; únicamente realiza acciones justas; él cumple con
constancia sus deberes sociales.
Quien ha consagrado su mente al Yoga con un celo total e inquebrantable y ve todas
las cosas en una misma luz se considera que ha alcanzado el cuarto estadio del Yoga.
Cuando el error de la dualidad se ha desvanecido y el conocimiento de la unidad interior
brilla con resplandor soberano, el yogui se encuentra en ese cuarto estadio, y observa
al mundo como una visión de su sueño.
El quinto estadio es un grado de inmensa felicidad, que no es otra que la felicidad de
la visión de Dios en todas partes, oh Rama-ji. El yogui se alza por encima de eso y, descendiendo
a través de su mente a las regiones inferiores —¡un gran sacrificio sin duda!—
sirve en los demás a su propio Sí mismo.
El sexto es el estadio de la liberación en vida, oh Rama-ji, en el que ambas, unidad y
dualidad, desaparecen. Quien lo alcanza se sumerge en el éxtasis divino dentro y fuera
de sí y se halla en posesión de poderes superiores; sin embargo, parece humilde a primera
vista.
El séptimo estadio es imposible de describir con palabras y supera los límites de la
tierra y del cielo. De él se dice que es parecido al estado de Shiva6 y Brahma.»
4 Sentido de individualidad: Sentido de la acción, sentimiento de ser «activo». Egoidad.
5 Karma: Cúmulo de los efectos de las acciones pasadas (incluidas las acciones realizadas en reencarnaciones
precedentes) que fructifica como destino presente y futuro de la mente individual. Ley de causalidad
considerada respecto al comportamiento humano.
6 Shiva: Tercer aspecto de la trinidad hindú, Brahma, Vishnu y Shiva, que, respectivamente, presiden
la creación, la conservación y la disolución del universo. A Shiva se le llama también Señor de los Yoguis.

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OCTAVA CONVERSACIÓN
Dijo el príncipe Rama:
«Señor, tus palabras suscitan en mi mente una duda semejante a una nube otoñal, y
te ruego que la disipes.
Dime, Señor, tú que posees perfectamente el conocimiento espiritual, ¿por qué a los
cuerpos de los liberados en vida no se les ve subir a los cielos?»
Respondió el bienaventurado Våsishtha:
«Debes saber, oh Rama, que el poder de subir a los cielos y volar por los aires pertenece
de forma natural a todas las criaturas voladoras, como los insectos y los pájaros.
Los diversos movimientos que uno ve producirse en las diferentes direcciones se
acuerdan con las tendencias naturales de los cuerpos y no son deseados por el yogui
liberado.
Volar por los aires no representa nada deseable para el yogui liberado en vida. Personas
no espirituales, no liberadas e ignorantes pueden adquirir fácilmente el poder de
volar mediante procedimientos físicos artificiales, como mantras y otras prácticas del
Yoga inferior1.
Volar no es la ocupación del yogui espiritual, que no se interesa más que por el conocimiento
del Espíritu; se contenta con su conocimiento espiritual y con la unión con
lo Supremo sin mezclarse con las prácticas de los ignorantes y falsos Hatha-Yoguis2.
Sabe que toda tendencia terrenal está engendrada por la ceguera espiritual. ¿Sería,
pues, un verdadero yogui aquel que se sumergiera en esa ignorancia grosera?
1 Yoga inferior: Ciertas prácticas pueden suscitar poderes psíquicos, como saben quienes practican el
Yoga inferior, pero el verdadero yogui se abstiene de ello, ya que se trata de obstáculos que impiden progresar
en la vía del Yoga.
2 Hatha-Yoguis: El Hatha-Yoga es una forma inferior de Yoga que se refiere principalmente al cuerpo
y que tiene por objeto el apaciguamiento de las pasiones mediante austeridades físicas y ejercicios. El
Hatha-Yoga, que puede tener efectos peligrosos si no se practica bajo una vigilancia apropiada y que, en
sí, no conduce a la meta de la propia realización, no constituye una parte del Yoga superior llamado Adhyatma
Yoga.

¡Quien siga semejante carrera, con el bienestar temporal como meta, debe de estar
ciego respecto a su futuro bienestar!
Mediante mantras y otros métodos es posible, tanto para el sabio como para el ignorante,
adquirir el poder de volar por los aires; pero el verdadero yogui se mantiene a
distancia de esas cosas y no las desea; encuentra el contento en sí mismo y el descanso
en Brahman.
Permanece impasible en todo tiempo de la misma manera que el océano no se ve en
ningún modo afectado por los muchos ríos que desembocan en él, y prosigue su adoración
y su meditación sobre el Espíritu divino que reside en su propia mente.»
El príncipe Rama se prosternó a los pies de su Maestro, y el bienaventurado
Våsishtha le bendijo besándole la cabeza, y continuó:
«Sabe, oh noble Príncipe, que el ser poseído por la mente es la causa de las desdichas,
y que extinguirla en Dios es la fuente de la felicidad.
La mente asaltada por vanos deseos, a causa de los objetos perecederos, está sujeta a
repetidos nacimientos, que son fuente de aflicciones sin fin; mientras que aquella que es
penetrada por cualidades caritativas desea el mayor bien para todos los seres y se ha
liberado de las angustias de los renovados nacimientos en este mundo de dolor.
El cuerpo es semejante a un árbol revestido por las plantas trepadoras de sus acciones;
en cuanto a la avaricia, es como una enorme serpiente que se enrolla alrededor de
su tronco, mientras que nuestras pasiones y deseos son los pájaros que en él anidan.
El mundo no es sino una creación de nuestra imaginación, como los niños imaginan
que un duende se oculta en la oscuridad. Nuestro conocimiento de los objetos es tan
engañoso como la apariencia del movimiento de una montaña para el pasajero de un
barco. Todas las apariencias son manifestación del error o de la ignorancia, y se disipan
al adquirir el justo conocimiento.
Oh Rama, discípulo bien amado, deja las cosas materiales y busca el Uno universal,
fundamento de toda existencia. Aprende a conocer esa Unidad como totalidad de todos
los seres y como Uno único digno de adoración.
Piensa que todos los cuerpos pertenecen a la Unica Esencia común y goza de la
completa beatitud dándote cuenta de que tú eres ella, que abarca todo el espacio.
Aquel en quien se disuelve toda existencia finita permanece en Sí mismo sin cambio;
quien Lo conozca en su propio Sí mismo no puede sufrir dolor, sino gozar de la
completa beatitud en Él.
Todas las cosas creadas se perciben en el espejo de Su inteligencia como las sombras
de los árboles de la ribera de un río se reflejan en las limpias aguas que transcurren a sus
pies.
Es más brillante que la cosa más brillante, más oscuro que la más oscura; Él es la base
de toda sustancia y sobrepasa por todas partes la extensión del espacio.
Príncipe bien amado, con ardor esfuérzate en residir en ese supremo estado de felicidad,
el más alto que el hombre puede desear. Por tanto, oh Rama-ji, sé profundamente
sabio, aunque sincero y dulce en tu conversación. Observa todas las cosas en la única e
inmutable luz de Atman; que en tu mente no entre ni el temor a la esclavitud ni la impaciencia
por la liberación. Vive en la verdad, en la meditación, y escucha con reverencia
las enseñanzas sagradas que salen de mis labios o de cualquier otra fuente.
Es necesario escuchar los Shastras y comentarlos, oh Rama, porque inculcan los
textos sagrados con dulzura e infunden en la mente el delicioso bálsamo del verdadero
conocimiento.
De la misma manera que podemos percibir los rayos del sol que bañan los muros de
una casa gracias a nuestros órganos visuales, así la luz del conocimiento espiritual penetra
en la mente de los hombres, cuando escuchan los Shastras, gracias a sus oídos.
Es la enseñanza que mejor nos ofrece el conocimiento de la Verdad y es el verdadero
conocimiento el que nos proporciona la serenidad que nos permite dormir en el olvido
del despierto y tumultuoso mundo.»
El príncipe Rama se inclinó ante el Sabio iluminado y dijo:
«Oh Señor bienaventurado, me eres más querido que mi propia vida; tu presencia y
tu palabra han hecho brotar de este lugar dulces gotas de alegría y santidad; ¡en verdad,
la compañía de los virtuosos es la felicidad suprema del hombre!»
El rey, la reina y los ministros se levantaron en señal de veneración, tocaron los pies
del bienaventurado Sabio, le ofrecieron flores, agua y presentes y él, bendiciéndoles, les
dijo:
«¡Om Tat Sat!3 ¡Shanti!4 ¡Shanti! ¡Shanti!»
3 Om Tat Sat: Triple designación de Brahma.
4 Shanti: Paz.
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NOVENA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«En una región del norte, entre las cumbres del Himalaya, hay una cima llamada
Kailasha.
Allí es donde Shiva, la gran Divinidad, pasea observando las cascadas que brotan de
las cavernas de la montaña y vuelven a ser tragadas por ellas.
Allí una vez vivió una raza de hombres que tenían a Surghu como jefe. Era poderoso,
hospitalario y reflexivo.
Los sabios acostumbran a viajar, aliviando sufrimientos y reduciendo la ignorancia,
y así ocurrió que, un día, el sabio Mandavya visitó a ese pueblo.
Surghu dio la bienvenida al sabio y dijo: ‘Me siento tan sumamente gozoso de recibir
esta visita como la tierra cuando llega la primavera. El pensamiento de las recompensas
y castigos que he distribuido entre mis súbditos atormenta sin cesar mi corazón.
Dígnate, pues, bienaventurado sabio, aliviarme de este dolor y permite al sol de la paz y
la serenidad iluminar la oscuridad de mi mente.’
Mandavya respondió: ‘Oh príncipe, con el esfuerzo y con la confianza en las propias
fuerzas es como las dudas de la mente se funden, como la nieve bajo los rayos del sol.
El autoconocimiento, oh príncipe, es también esencial.
Pregúntate en tu mente: ¿Quién soy yo? ¿Qué es esta vida nuestra y qué es esa
muerte que nos acecha? Seguramente estas preguntas te conducirán al discernimiento.
Cuando, reflexionando sobre la condición de tu mente, llegues a conocer tu verdadera
naturaleza, permanecerás imperturbable tanto ante la alegría como ante la pena, y
serás firme como una roca.
A los desapasionados se les honra como a los más afortunados de los hombres, y
quien conoce esta verdad conserva el contento interior y es un sabio.
Las grandes almas evitan preocuparse de las cosas exteriores para poder contemplar
la pura luz del Espíritu supremo en su propio interior. Hasta que no te hayas liberado de
los desvelos por tus fruslerías particulares no podrás tener ninguna visión del Espíritu
universal. Sólo tras la desaparición de todo interés por el mundo el Espíritu trascendente
se da a conocer.
Deshazte de todo sentimiento hacia las cosas particulares y tendrás un conocimiento
de lo que es universal; empezarás a comprender al Atman que lo engloba todo.
Sólo a condición de empeñarte en conocer al supremo Espíritu de todo corazón y
con toda la mente y de sacrificar en esa búsqueda cualquier otro objeto o intención se
convierte en posible conocer ese Espíritu en Su plenitud. Todos los objetos visibles que
parecen ligados por el hilo de las causas y de los efectos son creación de la mente, que
los mantiene unidos como el cordón sujeta las perlas de un collar. Aquello que permanece
tras la disolución de la mente y de sus cuerpos creados en sólo Atman, que es el
Dios supremo, Aquel que es más exaltado que todo.’
El jefe Surghu ofreció regalos, frutos y flores al sabio, que partió hacia otras regiones
para seguir su misión.
Entonces Surghu, siguiendo la enseñanza del sabio, meditó asiduamente durante tres
años en el silencio de su mente y se percató de su divinidad.
Dijo: ‘Mi Atman está dotado de toda belleza y es la luz que ilumina todo objeto.
¡Veo! ¡Veo! Mi Atman carece de forma y, sin embargo, es capaz de tomar toda forma y
manifestación.
La causa de la felicidad y miseria humanas consiste en una falsa representación de la
facultad de entender. Este mundo es un escenario instalado por la mente, que juega a
protagonista mientras Atman asiste silencioso como espectador de la obra.
Contemplo esta maravillosa esfera del intelecto que ahora brilla sobre mí con todo
su esplendor, y yo te saludo, oh luz santa, a quien veo ante mí resplandecer.’
El jefe Surghu reinó cien años en ese estado de iluminación, tras lo cual, por impulso
propio, abandonó la habitación de su frágil cuerpo.
Esa mente inteligente, liberada de la servidumbre de la reencarnación, se convirtió
en uno con el Espíritu inmaculado y fue absorbida en el supremo único, al igual que el
aire contenido en un recipiente se une con el firmamento que lo engloba todo cuando el
recipiente se rompe.»
El bienaventurado Våsishtha continuó:
«Estas son algunas de las enseñanzas de ese noble príncipe, oh Rama-ji, que te
ofrezco para el bien de la humanidad:
‘Qué es samadhi? La insensibilidad de la mente al tumulto del orgullo y el rencor es
conocida por el sabio con el término samadhi; cuando la mente es inquebrantable como
una roca, resistiendo con firmeza al viento rugiente de las pasiones, está en samadhi.
Soy puro, iluminado y plenamente consciente en todo momento. Mi mente está tranquila
y mi corazón descansa en cualquier circunstancia.
Nada podría perturbar el dulce reposo de mi mente, anclada en una comunión ininterrumpida
con el Santo Espíritu, Brahman.
Nada hay en el mundo que podamos considerar como anterior a nosotros, porque todo
lo que brilla y reluce aquí abajo en realidad no es nada y está desprovisto de valor
intrínseco.
Como aquí no hay nada que pueda desear, tampoco hay nada que me repela, porque
la ausencia de una cosa también implica la ausencia de su contrario.
El sabio silencioso que conoce todo, que es santo, tranquilo y sereno dentro de sí,
jamás es molestado por una mente rebelde.
Con la seguridad que proporciona el servicio al magnánimo Maestro, la mente dotada
de sabiduría recibe el saber y medita para salvarse del océano de este mundo exactamente
igual que un viajero obtiene de un barquero el batel que le permitirá atravesar un
río.
Este es el verdadero camino que conduce a la mente a la pureza y que te volverá capaz
de desenredarte de las trampas de tu mente, liberando a tu corazón de las redes del
egoísmo.»
.
DÉCIMA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Este mundo está hecho de realidad y de irrealidad, y lleva el sello del Todopoderoso;
está constituido de unidad y de dualidad y, sin embargo, está libre de ambas.
El intelecto caído que se asimila a sí mismo al cuerpo se encuentra realmente confinado
en él; pero cuando sabe que es idéntico al puro Atman se libera de su confinamiento.
Brahman es todo en todos; es perfecta paz, sin segundo, sin equivalencia ni comparación.
Como Infinito, Se extiende mediante Su propio poder y despliega Su intelecto en
tres direcciones diferentes: creación, preservación y disolución.
Una vez dominada la mente, y que sus sentidos y órganos se hallan concentrados en
Atman, aparece ante ella una luz deslumbrante que borra el mundo irreal, como desaparecen
las tinieblas de la noche ante la luz del sol.
El mundo imaginario se retira de la vista y cae como una hoja muerta, y jiva queda
como una semilla marchita, sin poder de crecimiento ni reproducción.
El intelecto, desprendido de la nube de ilusión que cubría a la mente engañada, brilla
con el resplandor de un claro cielo de otoño.
Ahora te he hablado, oh Rama-ji, de la sumisión y rebajamiento de la mente, primera
etapa con vistas a su santificación por el Yoga; a continuación te hablaré de la segunda
etapa, que es la edificación y fortalecimiento del intelecto.
Continúa con paciencia, valentía y celo incansables tus meditaciones y tu autoexamen
y adora a Dios en el santo Yoga. Recuerda que, si una mente es mezquina, codiciosa
o se cree superior a otras, no podrá ver a Dios.
Con la inquebrantable perseverancia en esta vía, el peregrino realiza un largo camino
hacia un estado que supera todas mis posibilidades de descripción, pero del cual el santo
adepto puede tener experiencia a lo largo de su trayecto. En ese estado yóguico todo es
paz y bondad. La sílaba OM1 es el símbolo de la totalidad.
Aprende ahora el método de adorar a Dios, oh discípulo bien amado. En la adoración,
en todas sus formas, debes dejar de pensar en tu cuerpo y separar a tu mente de tu
personalidad. Es necesario que tu mente se aplique asiduamente, bajo la dirección de tu
Maestro, en pensar en el espíritu puro e inmaterial, que desde dentro es testigo de los
hechos y gestos de tu cuerpo.
La verdadera adoración consiste sólo en meditar interiormente sin ninguna forma
exterior; obliga, pues, a tu mente a la adoración del Espíritu universal meditando dentro
de ti.
Él es la forma del intelecto, la fuente de toda luz, ¡y tan resplandeciente como millones
de soles! Es la luz interior de la mente. Su cabeza y Sus hombros sobrepasan al cielo
de los cielos; Sus pies de loto descienden más abajo que el más profundo abismo del
espacio.
Los mundos que evolucionan unos sobre otros no ocupan más que un rincón de su
inmenso seno. Su resplandor supera los límites del vacío ilimitado. Hacia arriba, hacia
abajo, en los cuatro puntos cardinales y hacia todas las direcciones del espacio Se extiende
sin jamás disminuir y siempre sin fin.
Contiene en Sí mismo la esfera de este mundo, así como todos los demás mundos
con sus montañas y todo lo que se halla en ellos; y el Tiempo irresistible, que sin cesar
les precipita hacia adelante, es el guardián en el umbral de Su eternidad.
Se encuentra en el centro de todas las cosas, de las que constituye Su único dispensador
de fuerza y de energía ¡Tat Twam Asi!2 ¡Eso eres tú!
¡Adóralo dentro de ti! Para ello no exige que uno sea un iluminado ni que se le queme
incienso.
Con la continua conversación sobre este tema sagrado y reanudando constantemente
su búsqueda cuando se interrumpe se llega a ser plenamente consciente del Sí mismo.
La ofrenda de un corazón purificado y liberado tanto del deseo como de la aversión
Le resulta más agradable que joyas preciosas y que las más perfumadas flores.
1 Om (o Aum) es la Palabra de Poder que no pertenece a ningún lenguaje particular pero que, en todo
Oriente, donde está considerada como el más alto nombre de Dios, se utiliza exclusivamente como un
símbolo del Supremo.
2 Tat Twam Asi («Eso eres tú»): Tat (Eso) significa la Realidad trascendente (Brahman). Twam (tú)
significa el jiva o alma individualizada y condicionada. Asi (eres) expresa la eterna identidad de ambos,
jiva y Brahman. Se trata de una de las cuatro grandes sentencias en las que se encuentra cristalizada la
verdad espiritual de los Vedas.

La mejor meditación es la que se acompaña de la ofrenda de sí mismo al Señor o al
santo Yoga.
Quien adora al Señor así durante una hora completa obtendrá la recompensa de
cumplir el sacrificio de Raja3, y el practicar esta forma de adoración a media noche corresponderá
al mérito de realizar un millón de sacrificios.
Cuando los benéficos rayos de la misericordia iluminen la mente del yogui compasivo
y la dulce influencia de la simpatía alcance su corazón, entonces él será el más agradable
y el más apropiado para servir, mediante meditaciones yóguicas, al Señor que
reside en su interior.
Cuando un hombre ha controlado las turbulentas pasiones de su mente gracias a la
rectitud de su juicio y ha extendido sobre su corazón y su mente el suave manto de la
compasión y del contento apaciguante, entonces debe adorar a la divina serenidad dentro
de sí.
Se debe meditar en Atman y servir al Maestro tanto en la alegría como en la pena.
Nunca lamentes lo perdido y utiliza lo que posees; adora al Espíritu supremo, en tu
mente y en tu alma con una constancia sin desfallecimiento.
Por el bien de todos los seres vivos y por la salvación del universo, mantén tu constancia
incluso entre las actividades inicuas de los hombres y permanece fiel a tu voto de
estar santamente consagrado en todo tiempo a Brahman y al guru.
Deja de pensar en ti mismo como tal o cual persona; evita todo lo trivial y, sabiendo
que todo es el Uno universal, quédate firme en tu voto de adoración al Espíritu supremo,
Brahman.
Situado en un mundo de sufrimiento, el hombre no debería prestar ninguna atención
al espectáculo de las más o menos graves calamidades que se presentan ante su vista.
No se trata más que de tintes y tonalidades fugitivos que colorean la vacía bóveda del
cielo y que pronto se desvanecen en la nada.
Cualquiera que sea el sacrificio ofrecido para servir al Señor, sabe que la ecuanimidad
de la mente es la mejor ofrenda y la más eficaz. La ecuanimidad es de un agradable
sabor y posee el poder sobrenatural de transformar todo en ambrosía.
La ecuanimidad dilata el corazón y regocija a la mente como inunda la luz del sol la
bóveda celeste, y se la considera la devoción más elevada.
3 Sacrificio del Raja: En la antigüedad se cumplía el Raja-suya con ocasión de la coronación y unción
ritual de un rey, con el acompañamiento de cánticos solemnes, generosas donaciones a los santos brahmanes
y limosnas a los pobres.
Confiando en el razonamiento correcto combinado con el hábito de la calma, los
hombres llegan a ser capaces de atravesar los oscuros y peligrosos torrentes de este
mundo.
El hombre virtuoso, tranquilo y sereno, benévolo hacia todos los seres vivos, experimenta
la benéfica influencia de la Verdad suprema que se manifiesta en su alma.
Quien tiene una mente tan serena como el claro de luna, sea en vísperas de una fiesta
o de una batalla, o incluso en el momento de la muerte, ése, en verdad, es un santo.
Quien con la mirada satisfecha infunde sobre todas las cosas a su alrededor el esplendor
de su benevolencia, ése es llamado santo.
Quien no tolera en su mente las tribulaciones de esta vida por graves y persistentes
que sean y no se ve a sí mismo dentro del marco de su cuerpo, ése es conocido por ser
un santo.
Oh príncipe virtuoso, quienquiera que acoja con fe y piedad estas palabras que digo,
con certeza crecerá día tras día en el conocimiento de Dios.
Todo sufrimiento cesa para quien medita en su interior estas enseñanzas espirituales.
»
Cuando se puso el sol, difundiendo su oro sobre el horizonte, y los lotos del lago cerraron
sus pétalos, el bienaventurado sabio Våsishtha terminó su discurso. El emperador
y la familia real tocaron los pies del sabio y lo colmaron de regalos, de plata, oro y piedras
preciosas; los devas hicieron llover flores celestiales sobre los asistentes exclamando:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
.
DECIMOPRIMERA CONVERSACIÓN
Dijo Rama:
«De todas las prácticas de las que has hablado, oh compasivo Señor, dime cuál es la
más esencial para conducirnos al supremo Brahman.»
Contestó Våsishtha:
«Gracias a tu valor viril puedes renunciar a tu deseo de objetos temporales y consagrar
tus esfuerzos a la búsqueda del primero y mejor de los objetivos, y si permaneces
en una meditación profunda y exclusiva sobre el Ser supremo, ciertamente verás a la
Luz divina brillar en ti y ante ti.
No es posible reconocer instantáneamente al Espíritu conocible a menos de que Lo
guardes continuamente en tu consciencia. Si te empeñas en renunciar a tus aspiraciones
terrenales, te verás liberado de la enfermedad y del peligro. Mientras no domines a tu
mente, no podrás deshacerte de tus deseos, y sin reprimir tus deseos no podrás amansar
a tu mente turbulenta.
Por tanto, el conocimiento de la Verdad, la sumisión de la mente y la renuncia a los
deseos conducen en conjunto a la beatitud espiritual, que no es posible alcanzar practicando
una de estas virtudes sin las otras.
A menos de que se llegue a ser un adepto en la práctica de las tres, es imposible conseguir
el estado de perfección divina únicamente por la devoción, aunque sea durante
todo un siglo.
Persiste en practicarlas durante toda tu vida, te halles tranquilo o en movimiento, hables
o escuches.
Los ignorantes que intentan someter a su mente con la práctica del Hatha-Yoga o
mediante tensiones corporales se parecen a insensatos que quisieran disipar la oscuridad
con tinta negra en vez de utilizar una lámpara encendida.
Quédate tranquilo y sereno, poniendo tu fe en tu Consciencia interior. Sabe que el
conocimiento es poder y que el conocedor es el ser más poderoso de la tierra; sé, pues,
sabio en todos los aspectos.
El hombre que ha adquirido un conocimiento perfecto de Dios está colmado de un
entusiasmo inagotable; se ha liberado desde esta vida y reina soberano en el imperio de
su mente. No presta atención a nada agradable o amargo, sino que encuentra su deleite
en sus propios pensamientos.
Sabiendo que el mundo está hecho de Consciencia, la mente del sabio está arrebatada
por el pensamiento de su universalidad, y se desplaza libremente viendo el cosmos
como si fuera un espacio de su propia Consciencia.
Sabe que tu Sí mismo —tu Consciencia— es todo en todos, oh Príncipe sagaz, y rechaza
como falsa toda apariencia que pudiera hacerte pensar de forma distinta: como
todo se encuentra contenido en ti mismo, nada existe que puedas reivindicar ni repudiar.
Es el abandono espiritual de las ataduras lo que se llama liberación; es el rechazo de
los apegos terrenales lo que nos dispensa de nacer de nuevo; es la libertad respecto a los
pensamientos mundanos lo que nos emancipa en esta vida.
Quien cumple con los deberes hereditarios que la vida le ha impuesto y los satisface
con una mente libre de todo interés y de toda expectación, ése verdaderamente tiene la
felicidad consigo.
Vive para la corriente cristalina y cantarina de tu búsqueda de la Verdad y a la luz de
tu comprensión y podrás fundirte en el estado puro e incorruptible de Atman.
Oh Rama, todo lo que existe sobre la faz de la tierra, en las nubes o en los cielos
puedes obtenerlo renunciando tanto a tus fervientes deseos como a tus aversiones.
Cualquier cosa por la que un hombre se esfuerce, manteniendo su mente firme al
margen de sus simpatías o antipatías, gracias a ese esfuerzo lo conseguirá.»
Cuando el santo instructor Våsishtha hubo terminado su discurso ante la asamblea
real, todos se levantaron en señal de respeto, y el emperador, la reina y los ministros
tocaron los pies del santo guru, ofreciéndole presentes y exclamando a continuación:
«¡Jai! ¡Jai! ¡Jai!»
.
DECIMOSEGUNDA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Escucha ahora lo que voy a decirte sobre el mejor remedio contra la enfermedad
del corazón: todos tienen en sí mismos el poder de conseguirlo, no hace daño y se toma
como un jarabe de agradable sabor.
Recurriendo a tu propia consciencia y rechazando resueltamente todos los objetos de
deseo es como lograrás sojuzgar a tu mente refractaria. Quien permanece sosegado y
renuncia a los objetos de su deseo es en verdad el conquistador de su mente.
A la mente se la debe tratar con vigilancia mediante una lógica fría, los preceptos de
los Shastras y la compañía de hombres desapasionados.
Como no resulta difícil, cuando un niño juega, hacer que se vuelva hacia uno y otro
lado, tampoco lo es apartar a la mente a voluntad de un objeto a otro.
Utiliza tu mente para actos de bondad realizados a la luz de tu comprensión y a tu
mente ocúpala en meditar en Dios a la luz de tu espíritu.
La renuncia a un objeto sumamente deseable está en el poder de quien se resigna a la
voluntad divina. Quien puede aceptar tanto lo agradable como lo desagradable puede
dominar a su mente con la misma facilidad con que un gigante vence a un niño.
Brahman, en perfecto reposo y penetrando todo, no puede ser conocido más que
cuando los deseos de la mente son suprimidos mediante el arma de la indiferencia ante
las cosas del mundo.
En primer lugar, únete a tus pensamientos intelectuales o abstractos y, a continuación,
a tus aspiraciones espirituales. Siendo entonces el dueño de tu mente, contempla la
naturaleza de Brahman.
Por tu aplicación y tu intención imperturbables, oh Rama, podrás corregir los errores
de tu mente. La tranquilidad de espíritu favorece la ausencia de ansiedad, y el hombre
que ha sido capaz de dominar a su mente se ríe del dominio del mundo.
Nadie nace ni muere en ningún momento; es la mente quien imagina su nacimiento y
su muerte, así como su migración por otros cuerpos y otros mundos.
La siempre fluctuante facultad de movimiento implantada en la mente es de la misma
naturaleza que la fuerza generadora de energía de la mente divina, causa del movimiento
e impulsión de los mundos.
Sólo la mente puede sojuzgar a la mente: ¿quién podría someter a un rey si no es
también rey?
Reprime tus deseos de goces terrenales y abandona tu sentido de la dualidad, y después
desembarázate de las impresiones de entidad y de no-entidad, feliz con el conocimiento
de la unidad.
Sé sabio, oh Rama, y no pienses de la misma manera que el ignorante. Reflexiona
bien sobre lo que te digo. No hay una segunda luna en el cielo, y si a pesar de todo lo
parece, es debido a una ilusión óptica. No existe en ningún lugar nada real ni irreal fuera
de la esencia una y verdadera de Dios.
No hay ninguna realidad existente o inexistente en ninguna cosa; todo es creación de
tu sí mismo quimérico. No atribuyas, por tanto, ninguna forma ni te hagas representación
alguna del Espíritu eterno, ilimitado y puro de Dios.
Puesto que el mundo es una apariencia mágica e irreal, ¿qué confianza se le puede
otorgar y qué significan placer y sufrimiento? Sabe que este mundo es una ideafantasma
que aparece para embaucar a nuestras almas.
A veces parece recto y a veces curvo; tan pronto es largo como corto; tan pronto se
mueve como se queda de nuevo inmóvil, y nada en él cesa de cambiar, aunque dé la
impresión de estable.
Los hombres piensan mucho en su propio éxito y en muchos otros asuntos mundanos;
pero no hay progreso en este mundo declinante que se parece a un plato apetecible
aderezado de forma seductora, pero cuyo interior estuviera lleno de hiel.
Es como una lámpara apagada cuya llama se ha perdido, huida no se sabe dónde.
Inasible como una bruma, intenta cogerlo: ¡eso probará que no es nada!
Conoce a Dios, oh Rama, y sirve a quienes te hablan de Él. Sólo Él es real. Sábelo
ahora ¡o tras un millón de reencarnaciones!
Capta cuán provechosa es la práctica del Sat-Sang, así como la proximidad de un
Maestro, y conoce a Dios.
Este mundo no es nada más que una red surgida de nuestra imaginación, como los
gnomos imaginados por los niños en la oscuridad.
Todas las apariencias son expresiones del error o de la ignorancia y desaparecen en
el alba del verdadero Conocimiento.
El sabio llama perfección de conocimiento a la certeza interior de que el mundo es
ilusorio; y del mismo modo, un conocimiento de todas las cosas vistas es una ilusión de
la mente. Por eso es necesario empeñarse en borrar esas impresiones de tu consciencia,
sabiendo que la persistencia en esos errores es la causa de tu esclavitud en el mundo.
Cuando la mente desapegada no piensa en nada y permanece en sí misma en una
quietud serena dominada por su consciencia interior, adquiere entonces la sabiduría, sin
estar ya sujeta ni al tumulto del mundo ni a la fatalidad de futuros nacimientos.
Realiza los más perseverantes esfuerzos para expulsar de tu mente las imágenes del
mundo y atraviesa el peligroso océano de la aflicción, que es el mundo, en la segura
embarcación de tus virtudes.
Cuando por el poder de la imaginación la mente consciente concibe la idea de una
forma cualquiera, ésta se convierte en la semilla de su reproducción o de su nacimiento
en la forma que se ha visualizado.
Así, la mente se auto-reproduce1 y, extraviada por su elección, se convierte en su
propia víctima; entonces pierde la consciencia de su libertad sometiéndose a la esclavitud
de la vida. Cualquiera que sea la forma a la que su inclinación le ate, la revestirá, y
mientras dure su afecto no podrá deshacerse de ella, como tampoco podrá retomar a su
pureza original a menos de que se libre de las pasiones impuras.
Y te digo, oh Rama, que si no puedes prescindir de amar una forma, entonces ama la
forma de un Avatar de Dios, porque uno se convierte en aquello que ama y a lo que sirve
con sinceridad.
Hasta que no conozcas la Verdad no podrás encontrar la paz de la mente, y mientras
no poseas la quietud mental, estás excluido del conocimiento de la Verdad.
Mientras no elimines los deseos terrenales no alcanzarás la luz de la Verdad. El
control de la mente y el abandono de los deseos constituyen conjuntamente el acceso a
la beatitud espiritual, que no se puede lograr si se realizan por separado.
Conságrate a tus meditaciones y al bien de todos los seres vivos.
Un verdadero yogui Adhyatma no está triste ni melancólico durante sus peregrinaciones
por el mundo, ni se encuentra más satisfecho y alegre cuando se halla en reposo.
Es feliz de cumplir con su deber con un corazón ligero, como un porteador que continúa
ágil a pesar de su carga.
Aunque su cuerpo se rompa bajo las ruedas, empalado entre cadáveres o exiliado en
un desierto, le atraviese una lanza o sea molido a garrotazos, quien cree en el verdadero
Dios permanece inquebrantable.
1 Se autorreproduce: El Bhagavad-Gita enseña: «Un hombre existe según su fe; como es su fe, así es
él.» Por eso es de máxima importancia para el futuro bien de la mente que las propias acciones se conformen
a la rectitud (dharma).
Vive en función de la corriente cristalina de tu búsqueda y encontrarás el descanso
en el estado sin mancha de la pura Consciencia; entonces, consiguiendo gracias a la luz
de la comprensión el conocimiento y la visión de Brahman, dejarás de estar atado a las
cadenas de futuros nacimientos en esta tierra.»
.
DECIMOTERCERA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Suplicaba un día al bienaventurado sabio Bhushundi que nos dijera cómo lograba él
escapar de las manos de la Muerte mientras que todas las demás criaturas del mundo
están condenadas a ser trituradas por las mandíbulas que todo lo devoran.
Contestó Bhushundi:
‘Tú, Señor, que todo lo conoces, ¿aún quieres que te diga lo que sabes perfectamente?
Una pregunta así, viniendo de su Maestro, enardece a tu servidor para hablar, cuando
de otra manera hubiera guardado silencio.
La muerte no destruirá al hombre que no lleve consigo las joyas de sus deseos corruptores,
como un ladrón no matará a un viajero que no adorne su cuello con una cadena
de oro precioso.
La muerte no hará su presa de quien no esté corrompido por el veneno de la cólera y
de la animosidad, de aquel cuyo corazón no alimente al dragón de la avaricia y cuya
mente no esté corroída por la úlcera de la inquietud.
La muerte no mata a aquel cuyo cuerpo no está abrasado por la ardiente pasión del
apego, que, como un incendio, consume el grano almacenado del buen sentido.
La muerte no se acerca al hombre que pone su confianza en el Espíritu sin mancha y
purificador de Dios y cuya mente reposa en el seno de la mente suprema.
Así, la mente que descansa junto a su Creador en un inalterable estado de serenidad
no puede ser alcanzada por los males y sufrimientos del mundo.
Quien tiene la mente absorbida en la santa meditación no da nada ni nada recibe de
los demás; jamás intenta rechazar lo que tiene ni conseguir lo que no tiene.
Aquel cuya mente ha encontrado el reposo en la santa meditación ya no tiene motivo
por el que arrepentirse.
Eleva tu mente por encima de la multiplicidad de las posesiones terrenales y establécela
en la unidad del Espíritu.
Dispón tu corazón con vistas a esa felicidad suprema que tan deseable es al principio
como al final.
Fija a tu mente en Brahman, que está más allá de nuestra comprensión, luz santa,
origen y fuente de todas las cosas en quien reside toda dicha y de donde viene la ambrosía
que alimenta a nuestras almas.
Nada hay tan bello ni duradero en las esferas superiores e inferiores que nos envuelven
como la paz imperturbable de una mente concentrada en Dios.
No es bueno inquietar a la mente con preocupaciones referentes a las diversas ramas
del saber, y no es de ningún provecho esclavizarla en el servicio a otro cuando aún se
desconoce uno mismo y se ignora cuál es el verdadero bien propio.
La mera longevidad no es buena, si se está afligido por las enfermedades y pesadumbres
de la vida.
Puesto que todo es inconstante, inútil y enojoso para los hombres, el sabio ve que no
hay otra cosa que la Realidad Una, imperecedera, situada más allá de todo error y que,
aunque presente en todas partes, trasciende el conocimiento de todas las cosas.
Atman es esa Esencia y la meditación sobre él es el único medio de anular toda penalidad
y todo padecimiento. Sólo Ella destruye la visión errónea del mundo.
La contemplación divina despunta en la atmósfera límpida de una mente purificada y
se abre paso extendiéndose como la luz del sol; disipa la oscuridad del dolor y del sufrimiento,
así como la errónea idea de la dualidad.
La meditación divina en la forma de So-Hum1 o de Shivo-Hum2 no acompañada de
ningún deseo ni preocupación egoísta, penetra como los rayos de la luna a través de la
noche de la ignorancia.
Sólo hay un lejano parecido entre esa luz espiritual y la luz intelectual de los filósofos.
Yo estoy siempre en paz mientras mi pensamiento sigue el ritmo de mi respiración,
y no me muevo de esta disposición aunque tiemble el monte Meru bajo mis pies.
Desde el gran Diluvio, la tierra ha resurgido y se ha vuelto a hundir repetidas veces y
yo he sido testigo de la sumersión y emersión de los continentes sin que se viese afectada
mi paz nacida de la realización de Dios.
Observo cómo mi inspiración y espiración discurren, y contemplo la suprema excelencia
de Brahman, por quien permanezco satisfecho en mí y gozo de mi larga vida sin
dolor ni enfermedad.
Nunca apruebo ni desapruebo ningún acto realizado por mí o por otros, y ese desvinculamiento
de toda preocupación me ha conducido a este feliz estado de longevidad
despreocupada.
1 So-Hurn: «Yo soy Él».
2 Shivo-Hum: «Yo soy la Felicidad», «Yo soy Shiva».
He liberado a mi mente, oh gran Muni, de sus defectos de inconstancia e inútil curiosidad,
y la he establecido en Brahman por encima de toda aflicción y de toda inquietud;
ha llegado a ser prudente, tranquila, serena y así es como he logrado esta larga vida.
No temo ni a la muerte ni a la enfermedad ni a la vejez y no me regocijo con la idea
de ganar un imperio; este desapego es la causa de mi longevidad física.
A nadie considero, oh gran Sabio, amigo ni enemigo, y esta ecuanimidad es la causa
de mi larga vida.
Observo toda existencia como la reflexión de Brahman, existente por Sí mismo, que
es todo en todo, y conozco el Sí mismo como Eso, So-Hum, y ahí está la causa de mi
larga vida, oh gran Rishi.
Jamás considero que este cuerpo físico sea mi Atman, y mi larga vida se la debo a
ese supremo conocimiento.
Hasta tal punto soy dueño de mi mente, que nunca la dejo mezclarse en los asuntos
del mundo, como tampoco dejo que esos asuntos alcancen mi corazón, y eso es lo que
me ha valido el beneficio de esta longevidad inagotable.
Soy feliz con la ventura ajena, intento que desaparezca el sufrimiento en todos los
seres, y este sentimiento de simpatía universal respecto a la suerte de mis hermanos me
ha mantenido vivo y juvenil a través de los tiempos.
En la adversidad, me quedo imperturbable como una roca y en la prosperidad, soy
benévolo para con todos. Ni la pobreza ni la opulencia me afectan, y esa firmeza de
mente es la causa de mi inextinguible longevidad.
Tengo la firme convicción de ser esa Inteligencia que se manifiesta en el universo,
que reside arriba, en los cielos, y abajo, en los bosques; y esa convicción me ha hecho
Dueño de la vida y de la muerte.
Así es, oh bienaventurado Sabio, como resido en el cáliz de los tres mundos, como
una abeja habita en el corazón de una flor de loto, y soy conocido en todo el mundo como
el Sabio inmortal llamado Bhushundi.’
Le respondí:
‘Oh venerable Señor, me has dirigido un discurso maravilloso. A lo largo de mis peregrinaciones
a través del mundo he sido testigo de la grandeza y de la dignidad de dioses
y sabios, pero no había visto a Sabio tan santo como tú. ¡Yo te saludo, oh conocedor
de Brahman!’»
.
DECIMOCUARTA CONVERSACIÓN
Continuó el bienaventurado Våsishtha:
«Oye ahora los métodos a los que debe recurrir el yogui para librarse de las cargas e
inquietudes del mundo.
Mientras el germen de la discriminación echa brotes en la mente (al principio, como
resultado de una actitud de desprecio respecto al mundo), los mejores de los hombres
buscan la amplia sombra del gran árbol de la sabiduría, al igual que el viajero fatigado y
agobiado por el sol detiene su marcha a la sombra refrescante del bosque.
El hombre dotado de sabiduría evita al ignorante. Tanto por su comportamiento correcto
y cortés como por su rostro amable, se parece a la luna serena con sus rayos de
ambrosía. Actúa con sabiduría y prudencia, es educado y solícito en sus maneras; es
rápido en servir y complacer a los demás, y su conducta es pura.
Como las límpidas aguas del Ganges, el río celeste, la compañía de hombres santos y
sabios contribuye a limpiar y purificar las almas de los pecadores.
En la mente del santo crece, como el árbol de llantén en la selva, una comprensión
penetrante que la enseñanza de los Shastras favorece.
El hombre dotado de sabiduría sigue la conducta de los santos y los preceptos de los
Shastras, imitando a aquéllos y practicando éstos.
El adepto que, día tras día, disminuye sus apetitos y sus placeres, se parece a la luna
creciente, que cotidianamente aumenta su resplandor; ilumina a su familia al igual que
la luna difunde su claridad sobre los astros que la rodean.
Entonces, para su mayor y más duradero bien, va a la búsqueda de la compañía de
los santos, y llega a ser equilibrado y robusto, como recupera la salud un enfermo gracias
a la abstinencia y a los cuidados de los médicos.
Desde ese momento, penetra con mayor profundidad, gracias a la elevación de su
mente, en el sentido de los Shastras, como se sumerge un gran elefante en un lago de
limpias, aguas.
Para los hombres virtuosos es algo natural ayudar a sus prójimos en peligro o angustiados
y conducirles hacia la seguridad y la ventura, como el sol dirige a las gentes hacia
la luz.
Toda riqueza no es más que desgracia acrecentada y la prosperidad es augurio de
adversidad; todos los placeres no son más que falsas apariencias y todo bien terreno se
convierte en su contrario.
En este mundo pasajero de muerte y sufrimiento no hay más que un elixir que pueda
garantizar al hombre salud y vida perpetuas, y es el contento.
La primavera está llena de encanto, como los jardines del Paraíso, pero todos esos
gozos se encuentran en el contento, que es capaz de proporcionar cualquier delicia.
Quien posee el contento en donde quiera que esté, bien, sea en soledad, lejos de su
patria, en una selva o en el mar, en los lejanos desiertos o en un jardín, se encuentra perfectamente
en su casa en todo lugar.
No se enamora de ningún ambiente, pero se mantiene con seguridad en toda situación,
bien sea en compañía de amigos en un bello jardín o en medio de una asamblea de
sabios discutiendo doctamente.
Allá donde vaya o allá donde se quede, siempre mantiene la calma y la ponderación,
silencioso y señor de sí mismo. Aunque se halle bien informado, siempre está en búsqueda
de conocimiento e incesantemente en pos de la Verdad.
Así, el sabio bienaventurado está habituado a sentarse en el suelo en meditación y,
por su constante práctica, es absorbido en el Uno supremo, en un estado de beatitud
trascendente.
Ese estado supremo consiste en ignorar los objetos sensibles y en permanecer consciente
de la presencia del Espíritu omnisciente que llena por completo el espacio.
El sabio que ha percibido la gloria de Dios, se establece en una región de luz; y, como
una lámpara encendida, disipa las tinieblas interiores, así como todos sus temores,
animosidades y apegos exteriores.
Yo me inclino ante ese sabio semejante al sol y que está más allá, en todas las direcciones,
de la oscuridad; que se ha alzado por encima de todo lo creado, y cuya gloria
nunca más podrá sufrir merma.»
Dijo Våsishtha:
«Oh Rama, oh sabio príncipe, gracias a tu penetrante intelecto has conocido, en teoría,
la verdad espiritual y nada te queda ya por aprender; pero tu mente, aunque sea naturalmente
pura, todavía debe pasar por un pequeño cambio para que puedas realizar la
Verdad en la práctica.
El intelecto de Shuka Deva, hijo del bienaventurado sabio Vyasa, había conocido, en
teoría, la verdad por su ilustre padre, si bien la realización le fue concedida mediante la
proximidad del Maestro. Tu caso es semejante al de Shuka Deva.»
Dijo Rama:
«Oh Señor, ¿cómo puede ser que el hijo de Vyasa, que había conocido la Verdad,
permaneciese fuera de la beatitud hasta que se la enseñara su Maestro? Sé suficientemente
bueno para explicármelo.»
Contestó Våsishtha:
«Oh príncipe, el bienaventurado Vyasa, cuyas luces y saber carecen de límites, se
halla ahora sentado en la asamblea de tu padre, el rey, y su hijo Shuka Deva también
está ahí.
Éste, durante su adolescencia, reflexionaba profundamente y conocía la Verdad
esencial gracias a la discriminación y a la práctica incesante de la meditación; sin embargo,
su corazón no estaba en paz y desconocía el sabor del néctar de la serenidad. La
razón de esa ausencia de paz era que Shuka Deva no llegaba a vislumbrar que sólo el Sí
mismo es la más alta Verdad.
Tras numerosos sufrimientos, su corazón se volvió totalmente indiferente a los placeres
del mundo.
Shuka Deva, con el corazón purificado, se instaló en la soledad del monte Meru y
preguntó al sabio Vyasa con gran respeto: ‘Oh Señor, sé suficientemente bueno para
decirme cuándo y dónde nació este mundo ilusorio que engaña a todos los hombres; y
también cómo y cuándo finalizará.’
Al escuchar estas palabras, el gran sabio, que veía la Verdad, expuso por entero a su
hijo la doctrina sobre el origen y la desaparición del mundo de la ilusión.
Tras las palabras de su padre, Shuka Deva se dijo: ‘El Sabio no me ha dicho nada
nuevo; ¡toda esa doctrina la conocía ya!’ No otorgó una consideración suficientemente
respetuosa a las enseñanzas de su padre.
El venerable Vyasa, versado en todos los saberes del mundo, dijo a su hijo que ya
nada podía añadir a lo ya enseñado y le aconsejó que se dirigiera a la corte del rey-sabio
Janaka para aprender más de él.
Abandonó Shuka Deva la pacífica atmósfera del monte Meru y se fue a la capital del
rey Janaka, donde solicitó de la guardia de palacio una audiencia con el soberano.
La guardia se llegó junto al sabio monarca y le anunció que Shuka Deva, hijo del
gran Vyasa, se encontraba en la puerta.
El rey pensó que si a Shuka Deva le hacía demasiado fáciles las enseñanzas, quizá
no las apreciara en su justo valor, pues es frecuente que los hombres no hagan suficiente
caso de lo que consiguen sin sacrificio. Ordenó, pues, a la guardia: ‘¡Dejadlo que espere!’
Durante siete días no envió respuesta alguna a Shuka Deva, puesto que estimaba
esencial probar la fuerza de su aspiración al conocimiento, así como su disciplina moral
y su indiferencia respecto a las seducciones del mundo.
Al cabo de esos siete días, el rey autorizó a Shuka Deva a entrar en el patio exterior
del palacio, aunque, aparte de eso, no prestó ninguna atención a su presencia. Sin embargo,
Shuka Deva permanecía imperturbable e impasible ante la falta de consideración
que se le testimoniaba, a él, hijo de un sabio venerable y famoso en el mundo entero.
Finalmente, el rey hizo entrar a Shuka Deva en sus estancias privadas, donde se encontró
rodeado de todo lo que el lujo de un rey puede ofrecer. Numerosas tentaciones se
pusieron al alcance del joven brahman.
Las privaciones de catorce días seguidas del lujo del palacio real en absoluto impresionaron
a la mente de Shuka Deva, como tampoco el desencadenamiento de una tempestad
mueve las poderosas cumbres del Himalaya.
Tan indiferente hacia la falta de respeto y las adversidades como hacia la seducción
de las delicias del palacio, Shuka Deva esperaba, tal como se le había dicho.
Terminada la prueba, se le permitió presentarse ante el rey. Dotado como estaba de
discriminación y autocontrol, se mostró respetuoso, alegre e indiferente al sentimiento
del placer.
El rey se inclinó y, testimoniando un gran respeto al joven brahman, le dirigió la
palabra en estos términos:
‘Ahora que has cumplido con todos tus deberes en el mundo, ¿qué más deseas, Señor?’
Shuka Deva colocó a los pies del rey los modestos presentes que le había llevado y,
respetuosamente, repitió la pregunta que ya había realizado a su padre. Ante su gran
sorpresa, recibió del soberano la misma respuesta que le había dado el santo Vyasa.
Al escuchar la Verdad, Shuka Deva se dio cuenta de que sus propias reflexiones le
habían conducido a las mismas conclusiones y de que la enseñanza de su padre era la
misma que la de las Escrituras del Vedanta.
‘Esta ilusión de la existencia del mundo, que crea el sentido de la servidumbre y del
sufrimiento, es un producto de la imaginación-deseo, y se derrumba al desaparecer ésta.
El Sí mismo, engañado por la ignorancia, imagina la diversidad de las apariencias. Esta
es la convicción de aquellos que conocen la Verdad.’
‘Sin embargo, Señor, yo deseo la paz; ten la bondad de instalarme en una paz inmutable
y libera a mi mente de las dudas respecto a la Verdad del Vedanta.’
‘¿Qué más podría enseñarte, oh Muni? Nada es real en el universo excepto el siempre
sereno Atman. Por Su propio pensamiento queda sujeto y por Su propio pensamiento
se libera.
Además, tú has dominado al sentido del placer y has adquirido el ojo de la discriminación.
¿Qué más deseas? Me siento orgulloso de tenerte hoy como huésped, a ti, hijo
del gran Mahatma Vyasa.
Puesto que los placeres exteriores no te atraen y no caes en la ciénaga del apego,
eres libre; ¡Tú eres Eso, oh Shuka!’
Al oír estas palabras pronunciadas por el rey, el Muni Shuka Deva experimentó un
relámpago de iluminación interior y vio a su Sí mismo liberado de lo que puede ser
visto y concebido. Libre de dolor, de temor, de agitación y de actividad, y enraizado en
la eterna Paz.
Caminando como un verdadero deva, Señor de todas las cosas, sumergido en la beatitud
de su propia naturaleza, Shuka Deva volvió al monte Meru y, permaneciendo en
samadhi durante mil años, encontró la paz al verse liberado de su cuerpo, al igual que se
apaga una lámpara por falta de aceite.
Así Shuka Deva, personificación de la pureza, puso punto final a su autoidentificación
con la impureza de lo perceptible y a la causa de esa identificación: la ignorancia.
Encontrándose despojado tanto de virtud como de vicio, completamente libre de la
identificación del Sí mismo con el cuerpo, agotado su karma, se hizo eternamente uno
con el Sí mismo, como retorna una gota de agua al mar.»
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DECIMÓQUINTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Escucha mi consejo, Rama, y esfuérzate con tus actos, tu dicha y tu liberalidad en
ser modelo de gran hombre; cuenta con tu inquebrantable poder de resistencia para
afrontar todas tus cuitas y temores.»
Preguntó Rama:
«Dime, venerable Señor, ¿qué acción es la que confiere mayor grandeza a quien la
realiza? Dime en qué consiste la dicha suprema y también cuál es la gran liberalidad que
me aconsejas.»
Respondió Våsishtha:
«Hace ya mucho tiempo que el dios Shiva, aquel que lleva sobre su frente la luna
creciente, explicó estas tres virtudes al príncipe de los Bhringis, por ellas liberado de
toda enfermedad y toda inquietud.
Dijo Bhringi a Shiva:
‘Señor, me encuentro abrumado de dolor viendo las olas desencadenadas en este
mundo de oscuros abismos en el que desde hace tanto tiempo nos debatimos sin encontrar
el puerto en calma y seguro de la Verdad. Dime, Señor, ¿cuáles son esa verdad
cierta y esa seguridad interior en las que podemos poner nuestra confianza, capaces de
procurarnos apaciguamiento y descanso en esta residencia arruinada que es el mundo?’
El Señor Shiva contestó:
‘Pon siempre tu confianza en una paciencia imperturbable, y no te preocupes ni temas
por ninguna otra cosa; esfuérzate en alcanzar la perfecta renuncia a toda pasión y a
toda actividad.
Actúa con la mayor grandeza quien realiza las acciones tal como se presentan ante
él, le proporcionen o no alegría sin temer ni desear su efecto.
Cumple bien con su función quien realiza sus deberes sin complicación ni aprensión
y mantiene una actitud reservada y la pureza de su corazón, sin verse manchado por el
egoísmo o la envidia.
Cumple bien con su función quien no se ve afectado por nadie ni por nada y, ante
cualquier objeto, se limita a ser únicamente testigo.
Actúa con la mayor grandeza quien considera su propia nacimiento, su vida y su
muerte, así como su elevación o su rebajamiento, en una misma luz y ante ninguna circunstancia
pierde su ecuanimidad.
El más feliz es aquel que permanece como espectador desvinculado e indiferente al
observar la conducta y el comportamiento de la humanidad y mira sin elegir nada para
sí.
El hombre más contento es aquel que soporta las vicisitudes de la fortuna con constante
aguante, como oculta el mar las olas tumultuosas en sus profundidades insondables.
Experimenta los mayores placeres aquel para quien sal y azúcar son semejantes y no
se ve afectado por las circunstancias, ya sean felices o adversas.
Es el mejor de los renunciantes aquel que ha abandonado toda preocupación sobre su
vida y su muerte, sobre su placer o su dolor y, resueltamente, ha desterrado de su mente
sus méritos y sus imperfecciones.
Ha ofrecido el más grande sacrificio quien ha sacrificado su propia mente y sus esfuerzos
en el altar de la abnegación.
Medita siempre sobre el Espíritu eterno e inmaculado que no tiene principio ni fin.
Fijando tu pensamiento así, tú mismo llegarás a ser inmaculado y serás absorbido por el
siempre idéntico Brahman, donde todo es paz y serenidad.
Aprende a conocer a Brahman único e inmortal como alma y principio de las diversas
manifestaciones que de Él emanan. Su inmensidad se despliega a través de la totalidad
de la existencia, al igual que el cielo infinito abarca y manifiesta todas las cosas
dentro de sí mismo.
Para ninguna cosa es posible, se trate de una existencia positiva o potencial, subsistir
al margen o independientemente de la Esencia universal. ¡Guarda esta firme convicción
en tu mente y te verás libre de todo temor en el mundo!
Oh muy virtuoso Rama, estáte siempre atento a tu mente en tu interior y cumple tus
actos exteriores con tu cuerpo y tus miembros. Abandonando tu sentido del egoísmo y
de la personalidad y viéndote por ello libre de toda preocupación y dolor, alcanzarás la
suprema felicidad.»
Dijo Rama a Våsishtha:
«¡Oh muy santo Sabio, conocedor de todo! ¿Qué sucede a la esencia de la mente
después de que el egoísmo de un hombre ha desaparecido de ésta y ambos, egoísmo y
mente, se han disuelto en la nada?»
Contestó el bienaventurado Rishi:
«La pureza de la mente aparece con toda su evidencia en la expresión radiante y serena
del hombre que ha disuelto el egoísmo y los defectos que lo acompañan en una
mente mortificada.
Todas las trabas que suponen nuestras pasiones y afectos, se quiebran y caen. Cuando
se rompen las ataduras de nuestros deseos, nuestro resentimiento se atenúa y nuestra
ignorancia se va disipando progresivamente; nuestra codicia disminuye y nuestra ansia
levanta el vuelo alejándose; nuestros miembros se relajan y nuestra desazón se torna en
sosiego.
Entonces, nuestras preocupaciones ya no pueden apenarnos ni la alegría enajenarnos:
en todas partes nos sentimos en calma y la paz reina en nuestros corazones.
A veces, la alegría y el dolor pueden marcar la expresión del gnani1, como una nube
ennegrece el cielo, pero no podrán ya oscurecer su mente, que permanece clara como un
día eterno.
Su humor es estable y tranquilo, sin ofender ni oponerse a nadie; entonces, amado y
honrado por todos, se queda apartado, cumpliendo su tarea con asiduidad y gustando en
cada instante la dulce tranquilidad de su mente.
Réprobo es el hombre que se ahoga en su propia ignorancia y que no va a la búsqueda
de la salvación de su mente, asequible mediante la luz de la razón y que le preserva
de todas las dificultades del mundo.
Quien quiera obtener la tan deseada felicidad dominando las oleadas de las desafortunadas
encarnaciones en el vasto océano de este mundo, debe siempre preguntarse:
‘¿Qué será de mí después de esto? ¿Qué significan las breves satisfacciones experimentadas
aquí? ¿Qué es este mundo? ¿Hacia dónde va todo esto?’
Necesita seguir a un Maestro tradicional, caso de ser suficientemente afortunado para
encontrar uno.
Descubre la corriente de las aguas profundas de tu consciencia y zambúllete en ella.
Rechaza todas las cosas exteriores como uno se resguarda en las casas de los ardientes y
perjudiciales rayos solares.
El océano de la ignorancia rodea el mundo y se desborda sobre él al igual que las
aguas saladas cercan y bañan a una isla; y las distinciones que hacemos al decir ‘yo’ y
‘mío’ son las olas de ese mar de nuestro error.
Las emociones de la mente, así como sus diversos sentimientos y pasiones, son las
oleadas multiformes de ese mar de ignorancia; el egoísmo y el amor propio forman la
vorágine en la que el hombre testarudo espontáneamente se precipita.
1 Gnani: Aquel que conoce a Dios; hombre iluminado.
Sus apegos y animosidades son los tiburones que con sus fauces se apoderan de él y
finalmente le arrastran a las profundidades.
Ve y zambúllete en el sereno mar de la soledad espiritual y lava tu mente en el néctar
de la meditación ambrosiaca. Sumérgete en la profundidad de la Unidad y aléjate de
las olas saladas de la dualidad y de las aguas salobres de la diversidad.
Reconócete como esa mente única de la que se sabe que está presente en todo el
mundo; ¿y qué existe, al margen de Eso, que puedas lamentar o deplorar?
Adora al Señor Dios, Creador de los mundos, siempre generoso y otorgador de toda
cosa.
La adoración a Dios anula todos nuestros pecados y deshace los nudos y trampas del
mundo.
Habiendo vencido a las tinieblas de la ignorancia gracias a la pureza de tu naturaleza,
puedes proseguir la vía del Yoga Adhyatma bendecido por el adicto servicio a un
Maestro.
Mis palabras, oh Rama-ji, son las palabras del propio Brahma y nadie las oye si no
es por su sattvika-karma2 de numerosas encarnaciones anteriores.»
Al terminar el discurso, toda la asamblea se inclinó profundamente ante el santo
Instructor, Våsishtha, diciendo:
«¡Jai a ti! ¡Jai a ti, oh Sabio inmortal!»
2 Sattvika-karma: El mérito adquirido por las buenas acciones.
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DECIMOSEXTA CONVERSACIÓN
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Oh Rama, de nuevo voy a explicarte la esencia de esta sabiduría, que te conducirá a
la realización del Sí mismo. Realización para la que no podrás tener disposiciones favorables
sin una práctica constante. La ignorancia, que se halla sólidamente instalada,
puesto que se prolonga desde numerosas encarnaciones atrás, dispone de un poderoso
punto de apoyo; se manifiesta tanto en los objetos exteriores como en las experiencias
subjetivas. Sólo cuando la mente y los sentidos dejan de actuar, se experimenta la verdadera
paz.
La ignorancia tiene dos aspectos, uno superior y otro inferior.
El conocimiento nace de la ignorancia y la anula1. La ignorancia subjetiva que hace
que surjan las vrittis2 es superior; la ignorancia que busca su satisfacción en el mundo
objetivo constituye el aspecto inferior. ¡Destruye la ignorancia, oh Rama!
La práctica y la perseverancia conducen al éxito. Todo bien que nos caiga en suerte
es fruto del árbol de una práctica mantenida por largo tiempo. La ignorancia es resultado
de un pensamiento erróneo durante numerosas encarnaciones, y eso es lo que la hace
parecer poderosa, pero si actúas pacientemente con vistas a la realización del Sí mismo,
la ignorancia terminará3.
1 El conocimiento nace de la ignorancia y la anula: Un hombre sueña que está en la selva perseguido
por un tigre, lo cual le causa un gran pavor; pero, acordándose de que lleva un revólver, dispara, mata al
tigre y se despierta. El sueño era una proyección ilusoria de su mente, así como el revólver; pero el revólver
ilusorio le ha librado del tigre ilusorio. Así, del conocimiento se dice que nace de la ignorancia pero
también que la anula.
Cuando un hombre ha despertado espiritualmente del mundo ilusorio de la ignorancia, está totalmente
liberado de todo temor y realiza la identidad de su Sí mismo con Brahman.
2 Vrittis: Término técnico del Vedanta que designa una modificación de la mente. Un ejemplo de tal
modificación (vritti) es el pensamiento: «Yo soy Brahman», que, con el tiempo, destruye las raíces de la
ignorancia y produce el conocimiento del Sí mismo.
3 La ignorancia terminará: La serpiente imaginada al ver lo que en realidad era un cabo de cuerda,
nunca nació de un huevo y, por tanto, no tuvo comienzo en el tiempo, pero tiene un final cuando se dis
El corazón es semejante a un árbol atenazado por las plantas trepadoras de la ignorancia.
Corta esas lianas con la espada del conocimiento, oh Rama, y cumple con tus
deberes normales de la vida. Esa es la vía que lleva a la felicidad.
Sigue el ejemplo del rey Janaka, que tras haber conocido todo lo que se puede conocer,
vivía en sociedad. Permanece firmemente establecido en el conocimiento del Sí
mismo, en esa convicción profundamente enraizada de la Verdad, a semejanza de los
videntes de los tiempos antiguos que, aun discerniendo las pasiones interiores de los
demás, estaban libres de ellas.»
Dijo Rama:
«Oh Maestro, sé suficientemente bueno para decirme a qué convicción debo aferrarme
para elevarme por encima de alegrías y penas.»
Contestó Våsishtha:
«Escucha, oh Rama, esta sabiduría, que es la convicción de quien conoce la Verdad.
El conjunto del vasto mundo que percibes es el inmaculado Brahman que goza de su
propia gloria. Así como son agua las olas que surgen del océano, también todos los objetos
que ves son Brahman. El amigo es Brahman y el enemigo también Lo es. Se halla
eternamente establecido en su propia existencia. Oh Rama, quienes tienen esta convicción
están libres de amor y de aversión y tienen felicidad. Sabe, oh Rama, que la presencia
es Brahman y que la ausencia también Lo es. Nada está fuera de Brahman y
quienes lo saben ya no tienen apego ni antipatía.
Brahman conoce a Brahman y está establecido en su propio Sí mismo. Oh Rama,
Brahman es ‘Yo soy’; es el Sí mismo interior. La muerte es Brahman; el cuerpo es
Brahman. Brahman muere y Brahman mata. Del mismo modo que se ve a la serpiente
en la cuerda, se ven también en Brahman alegría y dolor. Lo que las olas son al agua, el
mundo es a Brahman. Los verdaderos videntes lo perciben; pero los demás, que no han
conocido todavía la Verdad, ven de modo diferente. Quien conoce, ve a Dios en todas
partes; el ignorante ve el mundo en toda su diversidad y sufre como sufre un niño que
imagina que su sombra es un fantasma.
Al ignorante, el mundo le aparece lleno de sufrimiento, pero para el sabio no es sino
Brahman.
En la montaña, el eco que se escucha es la propia voz, y en un sueño nos vemos a
punto de ser decapitados, aunque de hecho no hay nada de tal; así es el mundo, oh Rama.
cierne la realidad de la cuerda. Así es como la ignorancia llega a su fin cuando es conocida la Realidad y
alcanzada la realización del Sí mismo.
Brahman es el substrato de todo poder y todo lo que Él imagina es visto efectivamente.
Quien ha alcanzado el perfecto conocimiento ve el mundo tal cual es; ya no tiene
edad y es su propia luz.
Oh Rama, quien medita en el hecho de que ‘yo soy Brahman’ se convierte en Brahman.
Brahman está libre de todo pensamiento, imaginación o emoción. Es siempre puro,
inmutable y sereno. La realización llega a quien conoce la Verdad:
‘Yo soy Brahman; no tengo ni sufrimiento ni alegría; no aspiro ni renuncio a nada;
soy azul, amarillo, blanco; estoy en la hierba, en las hojas, en los árboles y en las flores;
soy las colinas, los ríos, los valles y las cumbres; soy la esencia de todo. Cuando toda
imaginación y todo sentimiento han desaparecido, entonces soy la Realidad trascendente.
El inmutable, aquel que no tiene nombre, ni forma, es lo que soy; el Sí mismo-
Testigo; soy la base de toda experiencia; soy la luz que hace posible la experiencia.
Soy el hombre enamorado de una muchacha y que compara su belleza a la luna; la
consciencia que ilumina la alegría en el corazón de un enamorado, es lo que soy. Soy el
sabor de los dátiles. La ganancia y la pérdida son lo mismo para mí. Así como el hilo
que engarza las perlas queda oculto, yo soy la Realidad oculta en todos los seres.
Adoro a Atman, que es la esencia de los seres vivos, la dulzura de la luna y el esplendor
del sol.
¡Oh Rama!, esta es la convicción de aquel que conoce la Verdad.»
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DECIMOSÉPTIMA CONVERSACIÓN
El bienaventurado Våsishtha concluyó en estos términos:
«Ahora, Rama-ji, reflexiona, como el rey Janaka, en el Espíritu supremo que reside
en tu corazón y aprende de los sabios cómo hay que meditar.
Mientras mantengas los órganos de tus sentidos distantes de sus objetos, el Espíritu
divino te concederá la gracia de su presencia en lo más profundo de tu mente. La visión
del supremo Espíritu hará desaparecer de tu mente sus múltiples prejuicios y expulsará a
todo sufrimiento y Él derramará generosamente sus favores ante tus ojos.
Ni los actos de piedad, ni las riquezas, ni los amigos pueden ser de alguna utilidad a
los hombres para librarse de los sufrimientos de la vida; sólo sus propios esfuerzos serán
eficaces para la iluminación de sus almas.
Quienes cuentan con la fe en sus dioses y dependen de ellos para realizar sus deseos
presentes y futuros, tienen la comprensión falseada y no pueden heredar la inmortalidad.
La consciencia que incita a decir ‘soy yo’ es parecida a la oscuridad de la noche y se
disipa con la aurora solar del verdadero conocimiento. No pienses en la entidad ni en la
no entidad de ti o de los demás. Protege la tranquilidad de tu mente ignorando todo pensamiento
relativo a la existencia positiva o negativa y haz desaparecer el sentido de la
distinción entre causa y efecto.
Además, favorecer una inclinación por ciertas cosas que serían buenas y una repugnancia
por otras que serían malas es una enfermedad de la mente que suscita la ansiedad.
No te apegues a lo que consideres bueno y no rechaces lo que te parezca detestable;
deshazte de esos sentimientos antagonistas y sé de humor equilibrado concentrándote en
el Uno, ante quien todas las cosas son equivalentes e igualmente buenas.
Sabe que tu mente es semejante a un hilo que atraviesa y soporta todas las cosas de
la existencia como si fueran las perlas de un collar.
Hay tres causas que contribuyen a acercarte a la iluminación espiritual: en primer
lugar, el hecho de no creer en la existencia de la dualidad; en segundo lugar, el destello
de las luces intelectuales que has recibido por la gracia de Dios, y en tercer lugar, la
amplia extensión del conocimiento que debes a mi enseñanza.
Oh Rama, medita todos los días de la manera siguiente:
‘Con la forma de Indra, yo reino sobre el mundo y, como monje, soy el superior del
monasterio colocado bajo mi autoridad. A la vez soy masculino y femenino; a la vez
muchacho y muchacha; soy muy viejo en lo que se refiere a mi mente y joven en lo que
concierne al cuerpo, que renace y se renueva sin cesar. Para su placer, mi Atman ha desplegado
el mundo, como un niño confecciona juguetes para divertirse.
Soy el perfume de las flores y el colorido de sus pétalos; soy la forma de todas las
formas y la percepción de todo lo perceptible.
De todas las cosas del mundo, móviles o inmóviles, yo soy el más profundo corazón
y, sin embargo, estoy siempre libre de sus deseos.
Así como el elemento esencial de la humedad está difundido por la naturaleza en las
diversas formas que puede tomar el agua, así se halla mi Espíritu esparcido por toda la
vegetación.
Como consciencia, penetro en el más íntimo corazón de todas las cosas y, por mi
propia voluntad, surjo fuera en forma de sensaciones.
Sin buscarlo ni solicitarlo, he restablecido mi imperio sin límites en todos los mundos
sin necesidad de someterlo.
Oh vasto e inmenso Espíritu de Dios, me prosterno ante Ti, que eres mi Sí mismo, y
me encuentro perdido en Ti como en el océano del diluvio universal.
El templo de Brahman que es este bajo mundo, es demasiado pequeño y demasiado
estrecho para mí, ¡como el ojo de una aguja es demasiado pequeño para que pueda pasar
un elefante!
Yo, que soy el Espíritu no nacido e increado, reino triunfalmente en el mundo efímero.
»
Dijo entonces el príncipe Rama:
«¡Ay!, el desconocimiento del Espíritu conduce a los hombres a servir al cuerpo grosero;
así, nuestros ignorantes hermanos colman sus cuerpos de cuidados, pero sin que de
ello resulte ningún bien duradero.
El Señor es inmanente a todas las cosas, como el perfume está en las flores y la fluidez
en el agua. Ahora que el santo Instructor, satisfecho del sacrificio de mi ego, me ha
mostrado el camino de la realización del Sí mismo, he alcanzado el estado de salvación.
Ahora, gracias a la caída del demonio de la ignorancia y a la desaparición del gnomo
de mi egoísmo, me he desembarazado de la multitud de mis pasiones febriles.
El halcón de mi ignorancia ha echado a volar de la jaula de mi cuerpo, no sé en qué
dirección, al romper la cuerda de los deseos que ataba sus patas.
Estoy asombrado por la idea de lo que he sido durante todo este tiempo, mientras
estuve sujeto por mi egoísmo a las cadenas de mi personalidad.
Semejante a un fuego apagado, mi mente ha encontrado el reposo y se ha liberado de
las preocupaciones del mundo.
Ahora estoy libre de mis afectos y pasiones, así como de las seducciones del mundo
y de la necesidad que de él tenía.
Gracias a la desaparición de mi oscuridad interior y a la visión del gran Dios, el único,
en mí y en todas las cosas, he atravesado el océano infranqueable de los peligros y
dificultades, y he vencido los intolerables males de la transmigración.»
¡Om! ¡Om! ¡Om!
.
HISTORIA DE LA REINA CHUDALA
-
CAPÍTULO I
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
Oh Rama, hace mucho, mucho tiempo, en la edad llamada Dwapara, vivía un rey
virtuoso y bueno que se esforzaba en no dañar a ningún ser vivo y era amado por todos
sus súbditos. Se llamaba Shikhidhwaja y su reino se extendía por toda la región que hoy
es Malwa, en India. Un día de primavera, cuando los bosques se encontraban en toda su
belleza, salió a cazar. En aquel entornó magnífico, el pensamiento de una esposa atravesó
su mente.
Sus ministros concertaron un matrimonio con la hija de otro rey. Instruida y virtuosa,
se trataba de una gran yoguini. Su nombre era Chudala. Era una esposa perfecta y de
una extrema belleza.
El rey y la reina vivían tan felices como Vishnu y Lakshmi, compartiendo su amor.
Como va penetrando poco a poco el agua por un agujerillo en el casco de un gran navío,
así envejeció la pareja real. A consecuencia de su gran caridad y de su consagración a
Dios, la reina empezó a ser consciente de la irrealidad del mundo, e hizo partícipe de sus
sentimientos al rey.
Pensaron: ‘El mundo es irreal y la sed de placer nunca quedará aplacada de modo
permanente. La juventud y el poder son pasajeros como el fulgor de un relámpago.
Nuestra juventud ha huido como el agua entre las manos. El sufrimiento es el compañero
inseparable de la mente. Sigue a nuestras alegrías y placeres como un gato corre tras
un trozo de carne. La muerte reivindica al cuerpo como si fuera un mango maduro que
cae del árbol. Sea lo que fuere lo que pensamos, no podemos conservar siempre nuestra
juventud y nuestro cuerpo. Debemos hacer algo para poner término a la enfermedad que
es la dependencia del mundo. Nada, fuera del conocimiento de Brahman, podrá aportar
permanente satisfacción.’
Tras reflexionar de esta manera, el rey y la reina se llegaron cerca de Mahatmas que
habían realizado a Brahman, atravesado el río de la manifestación del mundo, y que
personificaban la verdad y la sabiduría. Depositaron respetuosamente sus presentes a los
pies de un Rishi y comenzaron a servirle. Este les habló de Atman y le escucharon con
suma atención y reverencia. Le oyeron decir que Atman es siempre puro, infinito y absolutamente
bienaventurado y que conocerle es vencer los sufrimientos para siempre.
La reina, con la mente purificada por su buen karma, captó la verdad y se preguntó:
‘¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es su origen?’ Pronto llegó a la conclusión siguiente:
‘Yo no puedo ser el cuerpo, porque es inerte mientras que yo soy consciente. El
cuerpo se mueve por el poder de los sentidos. Tampoco soy los sentidos, puesto que no
son conscientes de sí mismos. La mente, que pone en movimiento los sentidos, no es
consciente de sí misma, ni la facultad de discriminación. Luego, dada la consciencia que
tengo de mí misma, debo de ser diferente de ellos.
El ego no es mi Sí mismo, ya que es la luz de la mente lo que le ilumina. La mente
carece de consciencia permanente, mientras que yo, como Atman, soy la Consciencia
misma. Mi Sí mismo es la Verdad; es un sol en estado de aurora eterna. ¡Qué maravilloso
es mi Sí mismo! Es absoluta Felicidad. He encontrado mi verdadero estado, indestructible
e infinito.
Como el cielo en Otoño, puro y sin nubes, tampoco yo tengo mancha y estoy liberada
de la fiebre de los afectos aversiones para siempre jamás. Carezco de deseos y ya no
conozco las fluctuaciones de la percepción. Estoy liberada de ‘yo’ y ‘tú’. Siendo libre de
toda identificación con la mente, soy sin segundo y en permanente sosiego. En mí no
hay ninguna posibilidad de cambio.
Los grandes yoguis han denominado Brahman al principio eterno. Ese Sí mismo se
manifiesta como mente y como mundo y, sin embargo, no hay ningún cambio en su
naturaleza primera. Del mismo modo que las rocas, piedras y cantos de una montaña no
son sino la montaña misma, así el mundo perceptible no es sino Atman. Una ciudad
fantasma no tiene existencia propia, como tampoco el mundo. El yogui realizado vive
en la unidad mientras que el ignorante se halla en la dualidad.
Un niño moldea formas con arcilla y les llama elefante, vaca, caballo, rey, aunque no
son otra cosa que arcilla. La ignorancia proporciona numerosos colores a la Realidad
incolora, Atman. Ahora conozco claramente la Consciencia fundamental.’
Chudala se dio cuenta de que su Sí mismo era indestructible por el fuego, impenetrable,
sin partes, perpetuamente puro. Y dijo: ‘Soy sin nacimiento y tampoco hay
muerte en mí. El mundo se manifiesta en virtud de la Consciencia; los devas son todos
Atman, y todas las cosas móviles e inmóviles, también. Así como las olas, las burbujas y
la espuma no son diferentes del mar, nada hay que sea diferente de Atman. Nada de todo
ello tiene existencia propia, que sólo Atman posee. La «egoidad» nunca, en ningún
tiempo, ha asomado en mí. Habiéndome percatado de esta Verdad, quiero recorrer libremente
el mundo llevando la luz a los demás.’»
Continuó Våsishtha:
«Oh Rama-ji, en adelante Chudala estuvo liberada de la sed de placeres y terminaron
para ella sufrimientos y temor. Sabía que nada podía añadirse a su conocimiento. Gozaba
de un samadhi eterno y permanecía en la beatitud sin fin. No hay palabras que puedan
describir la felicidad de la reina.
En ese estado radiante de paz, la vio el rey; y un maravilloso asombro se apoderó de
él. Dijo: ‘Amada mía, veo que has retornado a la juventud, y, a mi parecer, has tenido la
experiencia de la dicha celestial. Quizá algún deva te ha dado de beber un néctar que te
ha vuelto inmortal, o un gran yogui te ha concedido sus bendiciones. Tu mente rebosa
de la esencia de la sabiduría y te hallas en posesión de algo más grande que el imperio
de los tres mundos. Has encontrado la paz, y ya no veo en ti ni deseo ni pasión.’
Contestó Chudala: ‘Oh soberano, he alcanzado este bendito estado, más allá de lo
perecedero y de lo perceptible, en el que definitivamente está ausente la dualidad. Extraigo
placer de la ausencia de placeres que la realización del Sí mismo me ha procurado.
Al alzarme por encima de los placeres reales, habito en la felicidad del Sí mismo,
libre de afectos y aversiones. Ahora sé con certeza, oh rey, que todo lo que se percibe o
se concibe no es más que sueño e irrealidad; y el estado de normalidad que he descubierto
está más allá del alcance de los sentidos y de la mente, y no sufre la corrupción
del ego; es el substrato de todo, el Sí mismo de todo, la esencia de todo. Tal es el néctar
que he bebido, que me ha dado el sentido de la inmortalidad y me ha librado para siempre
del temor.»
Dijo Våsishtha:
«Oh Rama-ji, el rey no entendió el significado de lo que la reina le había dicho y
empezó a reírse de esa extraña sabiduría, tomándola a broma.
Dijo: ‘Amada mía, tus palabras no tienen sentido y no acepto tu punto de vista. Llamas
irreal a lo perceptible y real a lo imperceptible. Nadie podría admitir tu afirmación,
ya que se halla vacía de sentido. No puede ser tomado en serio alguien que profese tan
singular sabiduría. Dices ser dichosa por haber renunciado a los placeres reales. ¿No son
esas palabras las de alguien que ha perdido la razón? ¿Qué placer puede haber más allá
del ámbito de los sentidos? La riqueza, la juventud, las diversiones, la alegría, la salud,
la compañía de los jóvenes: todo ello es placer. Tengo la impresión de que te has vuelto
necia mientras te crees sabia. Dices que eres Brahman. ¿Quién creerá semejante absurdo?
Esas disparatadas ideas no convienen a una reina y aún menos esa actitud extravagante.’
Tras estas palabras, el rey se levantó y salió de la habitación. Puesto que era mediodía,
se fue a tomar su baño.
La reina Chudala se asombró del comportamiento del rey y lamentó que él no hubiese
alcanzado la iluminación. Ya no le volvió a hablar más de la sabiduría divina y vivió
en palacio como hasta entonces había vivido.»
.
CAPITULO II
«La reina Chudala era experta tanto en poderes yóguicos como en lo que se refiere a
la realización del Sí mismo. Subió a la esfera intermediaria y vio a los grandes seres que
viven en ella, los devas, las ninfas y otras criaturas celestes. Después, bajó y volvió al
palacio, a la cámara donde dormía el rey. Este no se percató de la presencia de la reina.
Se levantó al alba y, tras sus abluciones, pasó a su oratorio, donde rezó y meditó.
La reina empezó a enseñar al rey de modo gradual e indirecto. Pidió a los pandits
que le explicasen que el mundo no es más que un sueño y una larga enfermedad cuyo
único remedio es la realización del Sí mismo. Pese a sus esfuerzos y los de los pandits,
el rey no fue iluminado y continuó sin verdadera felicidad.»
Dijo Rama:
«Oh santo Maestro, la reina era una gran yoguini y también había realizado a Dios;
los pandits eran sabios y piadosos; no comprendo, pues, por qué el rey continuó en la
ignorancia a pesar de sus enseñanzas. El rey no era un obtuso y, aunque fue colocado
ante el ejemplo de una reina que había realizado a Dios, no logró esa realización.»
Contestó Våsishtha:
«De la misma manera que un hilo no puede atravesar una perla no perforada, así las
enseñanzas de la reina carecían de influencia en el corazón del rey. Oh Rama-ji, si el
discípulo no medita ni reflexiona por sí mismo poniendo en práctica la enseñanza con
celo y perseverancia, las palabras de Brahma en persona caerían en los oídos de un sordo.
La razón de ello es que Atman se conoce a Sí mismo y no es objeto de la razón ni de
los sentidos.»
Dijo Rama:
«Oh Señor, si Atman se conoce a Sí mismo sin estar influido por ningún agente externo,
¿cuál es, pues, la utilidad del guru, de los Sat-sangs o del Yoga?»
Våsishtha respondió con esta explicación:
«Oh Rama-ji, el guru y las Escrituras enseñan el camino e indican el método. Señalan
al discípulo: ‘Tu verdadero Sí mismo es Atman’, pero no pueden transmitirle su realización
de Dios. Es cuestión del discípulo hacer el resto. El guru no podrá nunca pensar
ni realizar la práctica en lugar del discípulo. A una persona con vista se le puede mostrar
la luna levantándose, pero si es miope no la verá. Así, el guru y las Escrituras comunican
la Verdad espiritual al discípulo, pero éste debe practicar la reflexión y la meditación
para realizar lo que ellos le han enseñado.
Oh Rama-ji, Atman no es objeto de los sentidos ni de la mente. Si me dices: ‘También
tú me enseñas por medio de los sentidos. ¿Por qué lo haces, si sabes que Atman no
es objeto de los sentidos?’; la respuesta a esa objeción será: ‘Rama-ji, olvida los sentidos
y la mente; vuelve a su causa y conocerás a Atman.’ Te lo ilustraré así: Había una
ciudad donde vivía un mercader. Era rico pero avaro. No compartía sus bienes con los
menesterosos ni era generoso con brahmanes y yoguis. Deseaba acumular siempre más.
Finalmente, deseó poseer la joya llamada Chintamani, de incalculable valor.
Avistó un montón de basuras y, pensando que allí encontraría la joya, escudriñó en
él durante todo un día. Cayendo la noche, se encontró con una concha. Pensando que
debía haber más cosas, volvió todos los días para rebuscar. Encontró una segunda concha
y después una tercera. Tras largos años de búsquedas encontró la joya Chintamani.
Oh Rama-ji, las enseñanzas del guru —Tat Twam Asi y Aham Brahmasmi1 son parecidas
a esas conchas. Del mismo modo que su descubrimiento condujo al de Chintamani,
las enseñanzas del guru conducen a la realización de Dios.»
Dijo Våsishtha:
«Oh Rama-ji, dejando a la reina Chudala, el rey se dirigió al templo para hacer en él
acto de adoración. Las palabras de sabiduría que había escuchado de la reina empezaban
a hacer efecto y en su corazón penetraron ideas sobre desapego de las pasiones y renuncia.
Pensaba: ‘Tantos años de mi vida que he pasado gustando de los placeres y, sin embargo,
no estoy satisfecho; siempre al placer le ha seguido el sufrimiento. Ahora veo
que el mundo y sus alegrías son ilusorios.’
El rey distribuyó en limosnas oro, tierras, vacas, casas y muchas otras cosas. Hizo
regalos a los brahmanes y dio grandes sumas a los pobres.
La reina pidió a los sacerdotes de la familia que enseñaran al rey la doctrina sobre la
irrealidad del mundo y que le indicaran que la realización del Sí mismo es la única
fuente de felicidad y el único medio de poner término al ciclo del nacimiento y de la
muerte.
Cuando el rey escuchó esa verdad de labios de los brahmanes, se preguntó cómo podría
librarse de los sufrimientos. Decidió ir en peregrinación a los santos lugares. Se
bañó en los ríos sagrados, haciendo caridad a brahmanes y necesitados, y encontró a
numerosos rishis y otros seres perfectos.
1 Aham Brahmasmi: Yo soy Brahman, la Realidad trascendente.
Volvió de la peregrinación y, entrando en la habitación de la reina, le dirigió estas
palabras: “Oh querida Chudala, he decidido ir a la selva y allí hacer penitencia. Todos
los placeres del mundo me parecen sufrimiento bajo una u otra forma, y el reino me
parece algo fútil, sin más valor que un desierto.’
Contestó la reina: ‘Oh rey, no ha llegado el momento para ti de hacerte ermitaño; todavía
eres joven y deberías aprovechar los placeres de la realeza. Como las flores primaverales
pierden su belleza en el invierno, así, cuando envejezcamos, nos retiraremos
a la selva y allí seremos felices. Cuando nuestros cabellos sean grises como grises flores
de los bosques, entonces habrá llegado para nosotros el tiempo de vivir en la selva como
ermitaños.’
El rey no se percató de la sabiduría que las palabras de la reina entrañaban y continuó
radicado en el desapego de las pasiones. Sus peregrinaciones y limosnas habían
purificado su corazón y le habían gratificado con el sentimiento de la irrealidad del
mundo. Sin embargo, así como el nenúfar no alcanza su plena belleza hasta el claro de
luna, tampoco el rey podía encontrar contento y paz sin tener el conocimiento de la
Verdad.
Dijo: ‘Oh reina, déjame renunciar a la realeza y retirarme en la selva. Quizá te preguntes
quién me servirá cuando esté lejos de mis palacios y de mis servidores. Yo te
aseguro, oh reina, que la tierra me servirá, la vista de los altos árboles me hará compañía,
los cervatillos y los pájaros serán mis hijos, la atmósfera sosegada de los bosques
silenciosos me mantendrá al resguardo, las flores serán mis ornamentos.’
El rey abandonó el palacio antes del alba, y la reina, acompañada de sus damas de
honor, le siguió. Todos pasaron la noche en la espesura de la selva. El rey se despertó a
media noche y, al encontrar a la reina y a sus seguidoras profundamente dormidas, se
levantó, las dejó y, solo, se puso en camino. En una ocasión, se volvió en dirección a su
capital y dijo: ‘¡Adiós, oh riquezas y placeres reales! ¡Adiós, amigos y compañeros!’
Apresurando el paso, anduvo a través de la frondosa selva oyendo rugir a los leones
y silbar a las serpientes. Al salir el sol, se bañó en el agua fresca y estimulante de un
torrente de montaña y cumplió con su oración matinal. Recogió algunos frutos maduros
y los comió. Temiendo ser descubierto por sus súbditos, apresuró su paso atravesando
valles, trepando por laderas y vadeando rápidos ríos. Habiendo viajado así durante doce
días, Shikhidhwaja llegó al pie del monte Mandarachal.
Escogió un lugar donde habitar y se construyó una choza con ayuda de hojas y ramajes.
Recolectaba frutos y flores para colocarlos ante el altar de su modesta morada.
Todos los días se levantaba antes que el sol y, después de sus abluciones, repetía su
mantra con una fe y una concentración perfectas hasta el mediodía. Entonces, tras su
segundo baño, adoraba a Dios, ofreciéndole frutos y flores. Tomaba una comida sencilla
de frutos salvajes y bayas en la tercera parte del día, y poco después recomenzaba su
mantra. Por la noche dirigía sus plegarias a Dios y, una vez puesto el sol, volvía a decir
su mantra, que repetía hasta media noche.»
.
CAPITULO III
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Oh Rama-ji, ya has oído cómo era la vida cotidiana del rey; oye ahora lo que le
ocurrió a la reina.
Cuando comprobó que el rey la había dejado en el transcurso de las últimas horas de
la noche, se apenó por ello y dijo a sus servidoras: ‘El rey se ha introducido en la selva
repleta de peligros. ¡Qué gran tristeza haber sido abandonadas por nuestro soberano y
señor!’
La reina recurrió a sus poderes yóguicos y subió por los aires. Vislumbró al rey, que
caminaba a través de la tupida selva y reflexionó sobre lo que su karma le reservaba en
el futuro. Descubrió que su propio karma le aseguraba volver a ver al rey, pero que aún
no se encontraba maduro para recibir la Verdad divina y que sería bueno para él tener la
experiencia de la vida en la selva.
Volvió al palacio y en su habitación durmió un sueño perfectamente apaciguador. A
la mañana siguiente comunicó al primer ministro que el rey se había ausentado por
asuntos personales y que su retorno no era previsible antes de cierto tiempo. Le dio las
instrucciones necesarias para dirigir la administración.
Ella gobernó el reino con sagaz visión durante ocho años, y aumentó la paz y la felicidad
de sus súbditos. Como un jardinero envuelve de cuidado y cariño un jardín de
lotos, así se ocupaba la reina del bien de su pueblo.
Mientras tanto, el rey consagraba su tiempo a la meditación, al estudio de los textos
sagrados y a la repetición de su mantra. Su cuerpo se debilitó, pero se fortaleció su espíritu.
Finalmente, la reina supo que el rey ya era apto para recibir la Verdad espiritual
superior una vez purificado su corazón y vencidos su vanidad, su ambición y su egoísmo.
Ascendió a las esferas superiores y recorrió los jardines de Indra, admirando la belleza
de las flores celestiales y escuchando el trino de las aves de variopinto plumaje.
Atravesó entonces la barrera de nubes, los relámpagos y las nieblas. Sobrevoló las
altas montañas luchando contra las tempestades y observando en tierra todas las chozas
de ermitaños construidas en agrestes pendientes y entre arroyos cantarines. Cuando llegó al monte Mandarachal, bajó a tierra y, sentada en una roca cristalina, entró en samadhi.
Vio al rey, que vivía en una aislada caverna meditando y siguiendo las prácticas
del yoga, pero sin lograr nunca la realización del Sí mismo, sin verdadera iluminación ni
paz.
Ella deseaba con vehemencia conducirle al conocimiento de la Verdad, pero supo
que no sería oportuno enseñarle si mantenía la forma que tenía entonces: la consideraría
como esposa y correría el peligro de que no la escuchara con suficiente atención. Por lo
cual tomó la forma de un Brahmachari. Como una ola abandona una forma para adoptar
otra, así se convirtió la reina en un joven Brahmachari, y empezó a andar un palmo por
encima del suelo. Y así, como un Brahmachari, con un cuenco de agua en una mano y
un rosario de cuentas de rudraksha en la otra, la expresión serena, la frente recubierta de
ceniza y el cordón sagrado en forma de aspa, apareció ante el rey.
Al verlo, éste se levantó, se inclinó ante él, le ofreció flores y frutos y le rogó que se
sentara a la sombra de un árbol. Dijo: “Realmente es un día feliz el que me permite acogerte
en mi humilde casa. Dime, oh hijo de deva, ¿cuál es el motivo de tu venida aquí?’
Contestó el Brahmachari: ‘Oh rey, efectúo una larga peregrinación, durante la cual
he visto ya bellos ríos, colinas, flores y hermosos árboles en abundancia, aunque todavía
no había visto a nadie tan repleto de un sentimiento tan puro como el tuyo. Has realizado
grandes penitencias y grandes ejercicios espirituales y has conquistado a tu yo inferior.
Te reverencio. Pero dime, oh rey, ¿has hecho alguna cosa para tu realización del Sí
mismo?’
El rey cogió una guirnalda de flores guardada para el culto a su deva, la colocó alrededor
del cuello del Brahmachari y le veneró.
Dijo: ‘No es frecuente encontrar a un santo como tú, oh Brahmachari. Y sé que la
hospitalidad sinceramente ofrecida a un huésped inesperado vale más que la adoración a
un deva. Oh Brahmachari, qué agradable es la forma de tu cuerpo; su gracia y su belleza
me recuerdan mucho a mi esposa, muy parecida a ti, aunque tú eres un Brahmachari
consagrado al Yoga, y no voy a decirte que te pareces a la reina. Dime, santo Brahmachari,
¿de quién eres hijo, por qué razón me has visitado y cuál es tu destino?’
Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, en otro tiempo el divino sabio Narada visitó el valle
de Sumeru, que es el país de la permanente primavera. En él se hallan flores, plantas de
delicadas hojas, arroyos de dulce murmullo y graciosos pájaros. Muchos brahmanes que
allí practican la meditación habitan en cabañas. Narada, el divino sabio, era feliz de ver
ese lugar regado por el sagrado Ganges y sólo accesible a los santos. Se sentó, entró en
samadhi y permaneció en ese bienaventurado estado. Cuando descendió de las alturas
del samadhi, oyó el tintineo de las joyas que una mujer llevaba. Eso le asombró mucho,
y miró a su alrededor buscando el origen de ese sonido. Llegó a la ribera del Ganges, de
aguas risueñas, y siguiendo su curso, semejante a plata fundida, avistó a Urvashi, la ninfa
celestial, bañándose en el río con sus santas acompañantes. Su mirada cayó sobre sus
formas desnudas; pendió su discriminación y su mente se oscureció por la idea de placer.’
Dijo el rey: ‘Oh Brahmachari, Narada es un gran sabio; ¿cómo ha podido ser posible
que la mente de un hombre como él se haya enturbiado a la vista de ninfas desnudas?’
Contestó el Brahmachari: ‘Oh rey, mientras el cuerpo sigue con vida, funciona según
su naturaleza, tanto en el caso del ignorante como en el del sabio; sin embargo, la diferencia
reside en el hecho de que el sabio no se regocija cuando las sensaciones de placer
surgen en su cuerpo ni le alcanza el dolor cuando el sufrimiento invade su mente, mientras
que el ignorante es un péndulo oscilante entre la sonrisa y las lágrimas. El ignorante
se parece a un trozo de tela blanca que se puede teñir fácilmente con cualquier color,
mientras que el sabio es como una lámina de cera resistente al color y en la que no puede
penetrar ni una gota de placer ni sufrimiento. La antahkarana1 del sabio no es alcanzada
por ninguno de ambos. El ignorante ve por aquí placer, y por allá dolor; pero el
sabio todo lo ve como reflejo del gran Atman subyacente, y por esa razón no se ve
afectado pon ello.
Oh rey, el deseo es la madre de todo movimiento. La agitación original en la Inteligencia
absoluta se convirtió en el mundo. Oh rey, cuando la consciencia condicionada
(jiva) permanece en la kundalini2 y se identifica con los sentidos y las emociones, sufre
y goza según los reflejos que en ella se crean. Pero cuando, gracias al poder del conocimiento,
se percata de que está separada de ellos, entonces ve que es en sí misma Felicidad
absoluta. Cuando comprende que “no hay ninguna acción en mí y yo no soy el
cuerpo”, entonces llega a ser impasible y bienaventurada. Como queda sin hojas ni ramas
un árbol quemado, así, cuando la mente se libera de la ignorancia de los deseos
pasionales ya no es sino felicidad.’
Dijo el rey: ‘Oh bendito Brahmachari-ji, tus palabras contienen tanta sabiduría y me
traen tanta paz que nunca me cansaré de oírlas. ¿Puedes ser ahora suficientemente bueno
para decirme cuál fue tu nacimiento?’
Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, Narada me dio nacimiento de modo milagroso. No
soy nacido de mujer, sino que el divino sabio me creó por el poder de un santo mantra.
Tras mi nacimiento, Narada me confió a su padre, que me prodigó su afecto y me ben-
1 Antahkarana: La psique u órgano interior del hombre.
2 Kundalini: La energía cósmica vital contenida en el cuerpo humano está simbolizada por una serpiente
enroscada que duerme en la base de la médula espinal, desde donde puede ser elevada gracias a
prácticas yóguicas para que active los centros psíquicos del cuerpo.
dijo pronunciando estas palabras: “Oh niño, ¡que tú puedas conocer a Brahman!”. Narada,
el divino sabio, es mi padre, y mi nombre es Kumbha.’
Dijo el rey: ‘Oh Deva, pareces perfectamente sabio; tus palabras revelan tu elevado
estado.’»
.
CAPITULO IV
«Dijo el Brahmachari: ‘Oh rey, he contestado a tu pregunta; ahora dime, ¿quién eres
y qué haces aquí?’
Respondió el rey: ‘Gracias a un excelente karma que incluye limosnas a los doctos
brahmanes y a los pobres, sacrificios y actos de adoración al Señor, es como se tiene la
suerte de encontrar a un sabio como tú.’
Kumbha le interrumpió con estas palabras: ‘Oh rey, ¡basta ya, basta ya de elogios!
Te ruego que me hables de ti.’
Dijo el rey: ‘Me llamo Shikhidhwaja. He renunciado a mi reino porque he comprobado
que en él abundaban los sufrimientos y las imperfecciones, causas de nacimiento y
muerte. Ahora me encuentro en esta selva envuelto por la belleza de la naturaleza. Tú
sabes todo sobre mí, de eso estoy seguro; sin embargo, ya que me lo has preguntado, te
lo voy a decir. Rezo y medito tres veces al día y repito mi mantra con fe. Pero no he
conseguido paz interior duradera. He realizado numerosas peregrinaciones y, sin embargo,
no conozco la paz. Te pido que arrojes luz sobre mí, de manera que obtenga la
paz que nunca cesa.’
Dijo el Brahmachari: ‘Has abandonado tu reino y ahora vives en esta cabaña practicando
austeridades. Antes hablabas del reino como de tu reino, y ahora dices de la cabaña
que es tuya. ¿En qué difiere la posesión? Eres como el gusano de la mente que vive
en el lodo, desplazándose de una hoja fangosa a otra; tras abandonar un objeto has adquirido
otro.
Desconoces por qué has renunciado al mundo. Antes estabas rodeado de lujo en tu
palacio y ahora estás rodeado de flores, de pieles de animales y de un rosario. Eso no te
proporciona una verdadera paz. Despiértate a tu verdadero Sí mismo y entonces la obtendrás.
Un día pregunté a mi padre Narada-ji: “Te ruego que me digas si el conocimiento
es superior a la acción.” Contestó: “El conocimiento lleva a la felicidad perfecta,
aunque los ritos son buenos para los ignorantes. Si un hombre no cumple con los actos
rituales, como cultos, limosnas y servicio a los brahmanes, se arriesga a cometer pecados y a exponerse a peores encarnaciones. La acción no conduce a la paz; sólo el conocimiento
lleva a ella.”
Oh rey, me pregunto por qué has caído en este estanque de ignorancia. Antes vivías
en un palacio y hoy en una cabaña; el resultado es el mismo. Un cambio de decorado no
implica mérito espiritual. Aún eres un ignorante. Mientras un hombre crea ser el autor
de acciones, está en la ignorancia. Libérate de todo lo que es deseo y acción y despiértate
a tu verdadera naturaleza. No desear es ser libre. Esperar algo constituye una servidumbre.
Meditar en Atman —“Yo soy Brahman”— sin ningún otro deseo y estar firmemente
establecido en la Consciencia absoluta, ése es el único objeto del verdadero
conocimiento; únicamente eso merece ser conocido. Oh rey, necesitas conocer tu propio
Sí mismo. ¡En qué remolino de ignorancia has caído! Sin conocimiento del Sí mismo no
puede haber paz ni en este mundo ni en el que vendrá. Como se yergue inmóvil un árbol
cuando no hay viento, así la mente está en paz cuando nada anhela.’
Exclamó el rey: ‘Oh Brahmachari, tú eres mi padre, tú eres mi guru, ¡has abierto mis
ojos a una gran verdad! Puedo ver que los deseos han sido la causa de mis sufrimientos.
Me siento como el tronco de un árbol seco. Oh Guru Bhagwan, te ruego que me digas
cómo se logra la paz.’
Contestó el Brahmachari:
‘Tras renunciar al mundo, deberías haber participado en un Sat-sang de Brahmanes
doctos y piadosos y haberles preguntado: “¿Qué es la servidumbre? ¿Qué es la liberación?
¿Quién soy yo? ¿Qué es el mundo? ¿Cómo ha empezado y cómo terminará?” Al
no haber participado en Sat-sangs y no haber tratado a santos Brahmanes, has llegado a
ser como un tronco de árbol. Te aconsejo que vayas a Sat-sangs y que no pienses más
en dichas pasadas ni en esperanzas futuras. Así lo escuché de mi padre.’
Dijo el rey: ‘Oh Rishi, yo te reconozco como mi guru. Ten la bondad de disponer
Sat-sangs para mí y de enseñarme el camino que lleva a la liberación final, que es perfección.’
Contestó el Brahmachari: ‘Yo te enseñaré, oh rey, pero las enseñanzas no fructificarán
si no te concentras en ellas y si no las retienes en lo más profundo de tu corazón. Un
cuervo encaramado en el techo oye la verdad expresada en un Sat-sang, pero continúa
siendo un cuervo. Escucha la Verdad y asimílala. Deja que tu corazón y tu mente adquieran
el color de la Verdad que oyes.’
Dijo Shikhidhwaja: ‘Señor, obedeceré tus órdenes. Como he seguido las exhortaciones
de las Escrituras, así seguiré tus santos mandamientos.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, debes saber bien y sin reserva mental que las enseñanzas que
te doy son para tu mayor beneficio. Del mismo modo que todo lo que un padre sagaz
dice a su hijo contribuye al bien de éste, sabe que la enseñanza que te voy a dar está
destinada a ser tu provecho. Ten una fe sólida en esta Verdad antigua y sagrada que te
procurará el triunfo más alto: la liberación.
Escucha con fe y concentración; escucha con inteligencia y recogimiento.’»
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CAPITULO V
Continuó el Brahmachari ‘Oh rey, ¿a que has renunciado? El reino no era tuyo; tampoco
eran tuyos las mujeres ni los palacios. Además, el hecho de haber renunciado a
ellos para nada ha cambiado su naturaleza. Hoy son exactamente iguales que cuando tú
los dejaste. Otro tanto puede decirse de los elefantes, de los caballos y de los jardines a
los que se supone has renunciado. Oh rey, tú no has renunciado en absoluto. Deshazte
de todo lo tuyo y eso será entonces una verdadera renuncia.’
Al escuchar estas palabras del sabio, el rey susurró para sus adentros: ‘Esta selva es
mía, estas flores y estos libros son míos; voy a renunciar a ellos.’
Dijo al bienaventurado Rishi: ‘Señor, renuncio a esta selva, a estas flores y a estos
libros que son míos. ¿No será esto una renuncia total?’
Respondió Kumbha: ‘Oh rey, esta selva y estas flores existían mucho antes que tú y
no son tuyas. Abandona lo que te pertenece y serás dichoso.’
Ante estas palabras, el rey dijo: ‘Sabio bienaventurado, esta cabaña, este cuenco de
agua, este rosario sí son míos, y para que mi renuncia sea total, me desharé de ellos.’
Replicó Kumbha: ‘Oh rey, la cabaña perteneció al barro y a la madera con los que
está hecha, y lo mismo ocurre con las demás cosas. ¿Con qué derecho vas a abandonar
lo que no te pertenece?’
El rey ofreció renunciar a sus mantas y utensilios, pero el Brahmachari le indicó que
tampoco esos objetos le pertenecían.
Se levantó el rey, recogió un poco de leña seca y con ella hizo una hoguera, a la que
arrojó su bastón diciendo: ‘Adiós, querido compañero, mucho tiempo has estado conmigo
y te agradezco tu compañía.’ Después, despidiéndose del mismo modo, lanzó a las
llamas su piel de gamo y su rosario.
Comenzó a soplar el viento con violencia y el rey, callado y desapegado de todo, miraba
cómo esos objetos se reducían a cenizas en el silencio del bosque.
Cuando vio que todas sus pertenencias ya no eran más que cenizas, pensó que iba a
ser feliz, puesto que en adelante ya era libre de la propiedad, del apego y de la aversión.
Dijo: ‘En la raíz del mal se encuentra el sentido de lo propio, pero ahora ya no hay nada
de lo que pueda decir que es mío; he logrado la felicidad y la verdad; ya soy perfecto; he
alcanzado la victoria.’
Dirigiéndose a Kumbha, el Brahmachari, le dijo: ‘Oh hijo de deva, ahora el espacio
es mi vestido, la tierra es mi lecho, la brisa me acaricia y las nubes me bañan. ¿No es
total mi renuncia?’
‘No, todavía no —contestó el Brahmachari—. ¡Despójate de lo que te pertenece!’
Preguntó el rey: ‘¿Mi renuncia no es total? No, desde luego, veo mi cuerpo, que me
pertenece, y voy a lanzarme desde lo alto de aquella roca.’ Se puso a correr entonces
para poner en práctica sus palabras. Pero el Brahmachari se lo impidió diciendo: ‘Oh
rey, el cuerpo es resultado de un buenísimo karma. ¡No lo pierdas! Además, el cuerpo
no incurre en ninguna culpa. Cuando las flores y los frutos caen de un árbol azotado por
un vendaval, nadie reprocha al árbol haberlos perdido. Oh rey, renuncia al ego que gobierna
al cuerpo. Como el viento agita a las olas del mar, así el ego es quien pone en
movimiento al cuerpo.’
‘Sabio bienaventurado, esclaréceme más ese misterio; es un tema sobre el que nunca
había oído nada en la enseñanza del Hatha-Yoga.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, bhuta y prana1 están en el origen del cuerpo; ¡renuncia a
ellos! Una serpiente sin veneno es inofensiva. Todo lo que puede verse en el mundo
objetivo es materialización de la mente. La mente es el principio de la diversidad. Atman
es la Esencia, que no es ni una ni múltiple. La causa fundamental de la confusión y
del sufrimiento es la mente. Renuncia a ella, oh rey, y serás verdaderamente rey. Para
nada importa el despojo de las cosas materiales. Lo que nace y se reencarna es la mente.
Mientras Atman no se desvincule de ella, continuarán los sufrimientos en una u otra
forma. Esa es la única vía que lleva a la inmortalidad. Del mismo modo que un campo
es la base que permite germinar a las plantas y semillas, así la mente es la causa del nacimiento
y de la muerte. Si el campo se incendia, queda destruida la causa de la germinación;
renuncia, pues, a la mente, oh rey, y te verás liberado de nacimientos y muertes.
Sé libre como el espacio que todo lo contiene y, sin embargo, carece de apego. El espacio
es una lección de renuncia.
Oh rey, los objetos a los que hay que renunciar están determinados por la mente. La
impasibilidad, el dharma2 y el poder, los tres, son sus creaciones. Ella crea el pecado y
1 Bhuta y prana: Los elementos materiales que componen enteramente el mundo físico se llaman
bhuta; la fuerza vital, manifiesta en todo ser vivo, se llama prana, que literalmente significa «vidarespiración
».
2 Dharma: Rectitud.
la virtud y se compromete con uno o con otra. Cuando tras haber renunciado a ella se
retira en Atman, entonces la renuncia es verdadera.
Los mendigos no reciben favores, oh rey. La mente es un mendigo, porque crea los
deseos y después va a la búsqueda de satisfacerlos.
Cuando haces compañía a la mente, ves el mundo entero en ti mismo. Como el cordón
del rosario sostiene las cuentas, así tu Atman es el soporte de todo. Luego quien
realiza la renuncia mediante el Conocimiento alcanza la felicidad. Sabe, oh rey, que
maya y ego son diferentes denominaciones para designar a la mente.
Con el abandono de las posesiones materiales no podrás dominarla; ese dominio se
halla por encima de los deseos. En su compañía no puede haber paz o felicidad. Atman
es beatitud por su propia naturaleza, y realizar a Atman es ser bienaventurado.
Es esencial conocer a Atman para desembarazarse de todos los deseos. Puesto que tu
naturaleza es la morada de la felicidad eterna, ¿qué más puedes anhelar? El espacio es el
sostén de todos los mundos, incluso el de los devas. Si se atribuyera al espacio el deseo
de un sostén, ello sería el colmo de la ignorancia. Así, pues, también tú, oh rey, debes
abandonar los deseos. Cuando hayas renunciado a todos, estarás establecido en la paz
del estado sin deseos.
Sabe que tu Atman es el sostén de todo. El pasado, el presente e incluso el porvenir
tienen en ti su sostén. Como están contenidas en el mar las olas, así está en Atman todo
contenido. Lo que provoca el sufrimiento es la conexión de Atman con la mente. ¿Cómo
Atman, que es Consciencia, y, que es impasible, podría estar amigablemente unido con
la mente? Ahí está el nudo de lo consciente con lo inconsciente, y al hecho de desatarlo
se le llama Conocimiento. Como un árbol está contenido en una minúscula simiente, así
el mundo está contenido en la mente. Si la simiente arde, el árbol que se halla en ella
queda también destruido; si la mente queda destruida por la ausencia de deseos, el mundo
de la ignorancia deja de existir.’»
.
CAPÍTULO VI
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Oh Rama-ji, cuando Kumbha, el Brahmachari, señaló que la verdadera renuncia era
la renuncia de la mente, contestó el rey: ‘Oh bienaventurado, ahora comprendo que la
mente es un mono que salta entre las ramas del árbol del mundo. Dime, te lo ruego, cómo
se la puede domar.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, domar a la mente es fácil, pero no lo logra más que aquel
que conoce la Verdad.’
‘¿Cómo entonces, oh bienaventurado? Me parece algo tan difícil como le sería a un
niño atrapar un gran pez.’
Contestó Kumbha: ‘Oh rey, primero conoce la naturaleza de la mente. Está hecha de
deseos, de impresiones pasadas y de recuerdos. Despréndete de los deseos y sabe que
los recuerdos agradables son irreales; la mente entonces cederá.’
Animado, dijo el rey: ‘Señor, la mente es una flor y el mundo es su perfume. El
cuerpo es una brizna de paja y la mente es el viento que la transporta. Enséñame más, te
lo ruego.’
Continuó Kumbha: ‘La Consciencia es un campo siempre puro y sin mancha. El ego
es la semilla que en él se siembra; también se le llama mente, y es irreal. El movimiento
contenido en el ego adquiere forma de cuerpo y de sentidos. En esa forma se manifiesta
un sentimiento de certidumbre que es la razón. Es el sentimiento que hace decir: “yo
soy”; jiva es ese ego limitado. Es la semilla del árbol del mundo; las alegrías y las penas
son sus frutos dulces y amargos. Destruyendo al ego —“yo soy”— se cortan las raíces
del árbol del mundo.’
El rey fue muy dichoso al conocer ese gran secreto y, deseoso de saber más, dijo:
‘Bienavenurado Brahmachari, veo que tanto el mundo subjetivo como el objetivo tienen
sus raíces en el diminuto ego. Su extensión es el tiempo-espacio. Como se agita un mar
en calma y con el viento produce olas, así Atman siempre en plena paz es enturbiado por
la manifestación del falso ego. Destruirlo significa destruir el proceso de manifestación
del mundo. ¿No es un conocimiento maravilloso? ¡Qué ignorante era al recurrir al Yoga
físico! He oído hablar de la enseñanza sobre el fuego y el combustible. ¿Serías suficientemente
bueno para instruirme sobre ello? Si el reino fuera aún mío, te lo entregaría,
oh Señor.’
Kumbha respondió con estas palabras: ‘Oh rey, debes saber esto: “¿quién soy yo?,
¿qué es el mundo?”. Esta es la búsqueda de la Verdad que es de fuego. Quema en él al
falso “yo”. Una vez cumplido eso, el yo permanecerá en “Atman”. Ahora dime, oh rey,
lo que te he enseñado.’
Contestó el rey: ‘Bienaventurado Rishi, esto sé: no soy ni la tierra, ni las colinas, ni
el espacio, ni el tiempo. El cuerpo hecho de sangre, de piel y de huesos tampoco soy. No
soy la mente ni la razón. No soy el ego. Sin embargo, santo maestro, desconozco cuándo
y cómo esta egoidad me ha marcado con su huella. No soy capaz de desprender mi Atman
de ella; tan tenaz es.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, únicamente abandona ese ego limitado. De nada sirve interrogarse
sobre por qué y cómo. Renunciando a él permanecerás pura consciencia.’
Dijo el rey: ‘Oh bendito instructor, sé que en lo que a mi naturaleza se refiere, soy
Atman, y que mi Atman es el Atman de todo; sé que soy Beatitud y que todo está iluminado
por mí. Pero no sé cómo me ha hollado el ego con su mancha. En la práctica, todavía
soy incapaz de suprimirlo. También sé que la simiente del mundo es mi mente y que
la mente tiene su origen en el ego. Gracias a tu benéfica enseñanza sé que mi verdadera
naturaleza es Atman y que estoy libre del sentido de “yo” y “tú”. Pero aún no estoy definitivamente
libre del ego. A veces creo que lo estoy, pero a continuación me invade de
nuevo; siento que soy Shikhidhwaja y que soy del mundo. Te ruego que me enseñes
cómo reducirlo a la nada.’
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, no hay efecto sin causa. Si alguna vez ves un efecto sin causa,
sabrás que se trata de una ilusión, de algo irreal. El universo entero, desde Ishwara1
al más íntimo trocito de madera, es creación del pensamiento y, por tanto, ilusión. Te
puedo asegurar por mi propia experiencia espiritual que el mundo no es otra cosa que un
fuego fatuo o plata en el nácar. El cuerpo aparece en Atman como una serpiente en una
cuerda: no es sino pura ilusión. Un sueño es sólo ilusión, y el universo igual. Cuando
esa ilusión se separe de ti, ya no verás más que a Atman. Oh rey, lo que es verdad en el
caso del cuerpo también lo es en el de Ishwara; uno y otro son creaciones de la ilusión.’
Habló el rey reflexionando: ‘¡Veo, veo, oh gran Rishi! El universo entero es una ilusión.
En este momento me despierto y veo que todo en realidad es Atman. Todo lo que
se percibe es irreal; sólo Atman es real. Esa es mi convicción. La causa de Ishwara es
Brahman, indestructible y real. Ella es mi Atman.’
1 Ishwara: El Señor en su aspecto de Creador del Universo.
Dijo Kumbha: ‘Oh rey, la causa y el efecto existen en la dualidad y son irreales; todo
objeto condicionado en tiempo, espacio y causalidad debe ser irreal y transitorio; toda
mutabilidad es irrealidad. Oh rey, Atman es sin segundo; no es ni uno ni más de uno; ni
sujeto ni objeto; su naturaleza es inmutabilidad; ésa es la realidad subyacente al tiempo
y al espacio. Atman no es ni el uno ni el otro; es Consciencia absoluta.
Como una masa de nieve se derrite al calor del sol, así, oh rey, tu ignorancia se derrite
frente a este conocimiento. Tú mismo verificarás la experiencia mediante la cual he
comprobado que todo es Atman. Ante todo, permanece firmemente enraizado en tu naturaleza,
átmica y observa que todo, desde Ishwara a un gusanillo, es Atman. Todo lo
perceptible es Atman.’
Dijo el rey: ‘Oh santo Rishi, gracias a tu bondad ahora estoy despierto y sé que soy
sin mancha. Yo me inclino respetuosamente ante mi propio Sí mismo. Dime, oh santo
Rishi, ¿por qué dices que Ishwara está desprovisto de causa? Atman, que es infinito, no
manifestado, indestructible y sin segundo, es la causa de Ishwara.’
Contestó Kumbha: ‘Oh rey, dices que Atman es infinito. Lo infinito no puede estar
condicionado por el tiempo y el espacio. La ausencia de dualidad en Atman le hace incapaz
de ser causa. Una causa existe tanto antes como después del efecto, como es el
caso de la arcilla en relación con la jarra. Pero en Atman no hay principio ni fin. Además,
una causa debe modificarse o cambiarse para producir un efecto. Atman, al ser
todo y absoluto, no está vinculado a la posibilidad de cambio y modificación. Atman es
indestructible e inmutable. Jamás ha decaído de su naturaleza. Al no haber en Atman
ninguna dualidad, tampoco hay sujeto ni objeto. Ni hay acción alguna en él. Es eternamente
puro, como el cielo azul o el espacio, oh rey, y ésa es tu propia naturaleza.’
Al escuchar el rey esta gran verdad, dijo: ‘¡Es prodigioso, es maravilloso! Veo que
mi Atman es sin segundo, que no es causa ni efecto. Es el conocimiento absoluto. A la
vez me he liberado del conocimiento y de la ignorancia. ¡Soy nirvana! ¡Yo me brindo
homenaje!’»
Dijo Våsishtha:
«Después de haber oído las sabias palabras de Kumbha Muni, el rey Shikhidhwaja
entró en nirvana y permaneció en samadhi durante una hora y media, como una llama a
la que la brisa no roza.
Kumbha le devolvió a la consciencia corporal y le dijo: ‘¿Qué más te da el estado de
éxtasis o de consciencia normal? Tu eres Atman absoluto Una joya no manifiesta su
belleza si se la cierra en un estuche y sólo aparece su brillo cuando se la saca; de la
misma manera, tú has salido del estuche de la ignorancia y el resplandor de tu realización
irradia su luz. Ahora vives en paz y en libertad; ninguna mancha te alcanzará.’»
.
CAPITULO VII
Dijo el bienaventurado Våsishtha:
«Oh Rama-ji, tras escuchar esas palabras de gran sabiduría, el rey fue penetrado de
paz.
Dijo: ‘Oh gran Brahmachari, todavía tengo una pregunta que hacer: Atman es Conocimiento
absoluto y eternamente puro. ¿Cómo surge en él la tríada conocedorconocimiento-
conocido?’
Sonrió Kumbha y dijo: ‘Oh rey, todo objeto móvil e inmóvil, exterior e interior, aparece
únicamente mientras dura el mundo. Después queda sólo Atman; ya no hay entonces
luz ni oscuridad. Atman no es real ni irreal; es siempre luminoso. Como se muestra
en sus rayos el brillo de una joya, así se manifiesta en el mundo la luz de Atman; pero
las formas son ilusión.
Sabe bien, oh rey, que ni “yo” ni “tú” existen en Atman, que es paz eterna. Es conocimiento
absoluto y Beatitud absoluta.
Vive anclado en Atman, que es menor que lo más minúsculo y mayor que lo más
inmenso. El espacio está contenido en Él. El universo está en Él como una brizna de
paja en un vasto campo. Cuando Atman se exterioriza, el universo aparece como una
materialización parcial de Su luz. El viento tiene la cualidad del movimiento, pero también
la de la inmovilidad. Cuando se mueve se le oye, pero, si no, pasa inadvertido. De
igual manera, cuando Atman se manifiesta, se percibe el universo como manifestación
Suya; pero, cuando retira Su creación, deja de ser experimentable. Atman es Existencia
absoluta, y el universo se halla en la existencia. Cuando se ve al universo correctamente,
no es sino Atman y beatitud; pero, si se lo ve incorrectamente, aparece como mundo
lleno de sufrimientos. Aquel cuya mente tiene la cognición del mundo, sufre; pero, para
aquel cuya mente tiene la cognición de Atman, el mundo es un jardín de felicidad.
Atman significa el Sí mismo, y aquel que ve el mundo como su propio Sí mismo está
libre de sufrimiento. Oh rey, el mundo sólo existe en tu pensamiento y en tu sentimiento,
y experimentas alegría o pena según tu propia mente, proyectada como mundo. Para
quien no alimenta pensamiento ni sentimiento envenenados, el veneno no existe,
mientras que para quien tiene envenenados pensamientos, incluso el néctar se convierte en
veneno.
Quien conoce sabe que el mundo no es más que una expresión de su pensamiento y
de su sentimiento, y no experimenta sufrimiento; pero el ignorante no cesa de sufrir,
incluso en el desahogo y en el lujo.
Conoce este gran secreto, oh rey: alma y sentimiento son sólo denominaciones para
designar a Atman. Así como al espacio también se le llama el vacío, así a Atman se le
llama alma, inteligencia o ego. Los brazaletes, anillos y collares no son sino oro; de
igual manera todo es Atman.
Las percepciones y sentimientos son los rayos de Atman. La mente ha creado al
mundo en Atman. El inicio es Atman, el medio es Atman y el final es Atman. Lo que
parece distinto de Atman no es más que pura ilusión.
Sabe, oh rey, que el tiempo-espacio es una ilusión y sé bienaventurado. El tiempoespacio
se percibe a través de los sentidos y de la mente; pero, cuando se percibe sin
tales modificaciones, es Atman.
Oh rey, ve a Brahman, ve la Perfección y serás Brahman, serás la Perfección. Como
el espacio existe en su propia naturaleza —el Vacío—, así todo existe en Brahman.
El mundo es la manifestación del principio de la mente. El principio de la mente es
Brahma, el Creador. Cuando Él mira hacia el exterior, crea el mundo y lo percibe;
cuando se vuelve hacia el interior, ve a Atman y se disuelve en su causa.
Oh rey vive, piensa, ve, siente a Atman y tendrás felicidad y paz eternas.’»
Dijo Våsishtha:
«Habiendo ofrecido el rey su cabaña a Kumbha para que pudiera quedarse con él, el
Muni habló durante tres horas sobre la verdad según la cual Atman está libre de acciones
y atributos. Declinaba el sol hacia occidente cuando se levantaron y se dirigieron hacia
un estanque cercano, donde abundaban nenúfares y lotos. Ambos hicieron sus abluciones,
efectuaron las ocho oraciones del atardecer y recitaron el Gayatri1. Penetraron después
en un bello bosque de árboles iluminados por los rayos del sol crepuscular. Caminaron
a de lugares sagrados, de magníficas arboledas y landas, asentadas sus almas en la
armonía, sin encontrar ninguno de los dos agradable ni desagradable la presencia de su
compañero.
La idea de Kumbha Muni al llevar al rey por diversos parajes consistía en ver si alguno
de ellos le produciría alegría o dolor en su alma. Anduvieron juntos a través de
bosquecillos y vaguadas, a través de los jardines de los devas y de selvas frecuentadas
por leones, lobos y otras fieras y reptiles peligrosos. Llegaron a una gran caverna en una
1 Gayatri: La gran oración sacada del Rig-Veda y conocida con la presión de «Madre de los Vedas».
montaña y allí se detuvieron para meditar. El rey y su esposa (siempre con apariencia de
Kumbha Muni) llegaron a convertirse en íntimos amigos. Se bañaban en las mismas
fuentes, pronunciaban al unísono el mismo Gayatri y adoraban a la misma encarnación
del Señor. Incluso sin tener el deseo de servirse uno del otro, se colmaban mutuamente
de atenciones. A veces se revestían con ropajes de devas y deambulaban a la manera de
los habitantes del cielo; otras veces dormían sobre hojas de bananos o sobre lechos de
flores; a menudo también sobre duras piedras, sin regocijarse ni sufrir, establecidos como
estaban en la contemplación de Atman y creando luz con sus almas.
La reina dijo a su esposo: ‘Oh rey, ahora voy al cielo. Brahma produjo la creación el
primer día del mes de Chaittra y, con esa ocasión, los devas celebran una fiesta en la que
también participa el sabio Narada. Pero hoy mismo estaré de regreso y hasta ese momento
debes permanecer en profunda meditación. En todo caso, si retornas a la consciencia
sensorial, concéntrate en este manojo de flores que he recogido para ti.’
Y con alegría le ofreció las flores que en el cielo ofrece la esposa al esposo.
Se alzó la reina hasta los cielos y el rey le siguió con la mirada, como mira un pavo
hacia una nube. Cuando estuvo a punto de desaparecer en el azul celeste, como un relámpago
entre nubes, tomó una guirnalda de flores que rodeaba su cuello y se la lanzó al
rey.
Como reina Chudala, entró en sus habitaciones del palacio real y celebró un consejo
de gobierno. Escuchó los informes de los ministros sobre los asuntos de la nación y les
dio sus instrucciones. Concedió también una audiencia al principal representante de su
pueblo y, comprobando con satisfacción que la situación del Estado era buena, volvió a
ser el Brahmachari Kumbha, y atravesando las nubes apareció ante el rey.
La reina, feliz de ver que el rey era finalmente un hombre que había realizado a
Dios, sólidamente enraizado en el conocimiento de lo Absoluto tras haber franqueado el
mar de la ilusión y de los fenómenos, se le reveló como Chudala y le explicó cómo se le
había aparecido con los rasgos de Kumbha para enseñarle.
El rey entró en samadhi, y en su experiencia intuitiva verificó lo que la reina le había
declarado. Dijo entonces: ‘Oh Devi, oh incomparable Yoguini, oh Mahamani2, oh Gurú
mío, ¿cómo podría testimoniarte mi gratitud? ¡Qué gran esfuerzo has hecho para enseñarme!
Me has conducido más allá del océano del ser y del devenir. Cuando un hombre
tiene como compañera a una mujer pura, sabia y sacrificada, no tarda mucho en realizar
a Dios. Bien lo sé.’
La reina contestó que ella no había realizado nada extraordinario. Sólo había cumplido
con su deber liberándole de los grilletes de la ignorancia que él mismo había for-
2 Mahamani: «Gran Madre».
jado. Y le preguntó si veía alguna diferencia entre la vida de un soberano y la de un ermitaño.
Contestó el rey: ‘Gracias a ti, santo Guru, conozco a Atman, y para mí es lo mismo
vivir en la selva como ermitaño que en un palacio como rey.’
Cayó a los pies de la reina y los humedeció con sus lágrimas de reconocimiento.
Dijo: ‘Como el espacio, soy sin atributos, puro como la nieve del Himalaya. Soy todo.
Incluso lo que llamaba mente o maya no es otra cosa que mi Atman. Soy Paz absoluta.’
Entonces, como le preguntase la reina qué deseaba hacer de ahora en adelante, respondió:
‘No tengo ningún deseo, ni nada que ganar ni que perder. Te obedeceré a ti, que
eres mi Guru; desde este momento, mi vida está a tu servicio.’ La reina le llamó Vishnu
y le felicitó.
A la mañana siguiente meditaron y recitaron juntos el Gayatri por el bien del mundo.
La reina, como guru, le propuso volver a su reino, puesto que, a los ojos de un verdadero
yogui, una selva y un reino son equivalentes.
El rey siguió su consejo y ocupó de nuevo el trono. Reinó con sabiduría, su gobierno
fue perfecto y, con Chudala, permaneció a la cabeza del Estado durante mil años. Durante
ese tiempo no hubo guerra, ni hambre, ni epidemia y el número de conocedores de
Brahman creció en el imperio.»
Dijo Våsishtha:
«Oh Rama-ji, cuando se hubo agotado su prarabdha karma3, Shikhidhwaja y Chudala
abandonaron ambos su forma corporal y, definitivamente, se reintegraron en Brahman.
¡Que ése sea también tu destino!»
OM
3 Prarabdha karma: La parte del karma anterior destinada a fructificar en la presente encarnación.