Guía
breve para la Meditación
Ada D.
Albrecht
En el Nombre de Dios, Nuestro Señor,
comenzamos estas palabras que nos darán las directivas capitales y más
importantes para que podamos meditar.
Recordar siempre que sin una imantación por
Dios, sin que el alma sienta esa imantación por el Padre de todas las cosas, es
muy difícil para la criatura humana, lograr éxito en dicha empresa, es decir,
el alma nuestra debe sentir esa imantación por lo Divino para que la meditación
sea exitosa.
Esa imantación por lo Divino que se
desarrolla en el alma del hombre, no es algo que nace en la generalidad de los
mortales, digamos, súbitamente, sino algo que debe ser cultivado. No olvidarnos
entonces de esa imantación por Dios tan necesaria para la meditación.
Recordemos también que meditación no es un
método, no hay una metodología especial que pueda llevarnos a la meditación
exitosamente; tampoco se logra por medio de una técnica especial. No somos un
aparato, no somos un mecanismo, no somos un auto que se ensambla en una fábrica.
HAY QUE DARLE TODA LA VIDA A LA MEDITACIÓN. Recordar que la verdadera
meditación es una acto de Amor entre Dios y el alma.
UN ALMA ENAMORADA DE DIOS MEDITA CON MAYOR
FELICIDAD Y FACILIDAD QUE UN ALMA QUE NO LOGRA ESTARLO.
La meditación, a su vez, no es budista, ni
hindú, ni cristiana, ni musulmana, la meditación, como la luz del Sol se
comparte con todos los credos y todas las religiones, pero no es una posesión
de ninguna de ellas en particular.
LA MEDITACIÓN ES UN CAMINO DE BÚSQUEDA; POR
ÉL, POR ESE CAMINO, ANHELAMOS HALLAR SERENIDAD PARA NUESTROS ESTADOS DE
CONCIENCIA, ANHELAMOS HALLAR FELICIDAD Y PAZ INTERIOR.
Tener presente que una mente mundana no logra
meditar ni se siente inclinada a hacerlo. Hay una ley milenaria que nos enseña:
a mayor apego a las cosas del mundo, apego al poder sobre la Tierra, apego a la
fortuna material, apego a la gloria, a la fama, etc., menor es nuestra
aspiración por lo espiritual y a la inversa, cuando la atracción por lo
espiritual es poderosa, tendemos a abandonar todo lazo excesivo con las cosas
mundanas y entonces el sitio que esas cosas mundanas no ocupan en la casa de
nuestra alma, la ocupa esa divina sed por lo elevado, en este caso, por la
meditación.
Tener también presente que no se logra una
buena meditación a través de ninguna técnica respiratoria, ninguna postura del
cuerpo físico en especial, sino que todo eso va a llegar de manera natural
cuando se establezca una determinada y, digamos, casi perfecta conexión entre
el acto meditativo y la conciencia (Imantación o Amor Divino).
LA
NECESIDAD DE UN MAESTRO
También recordar que es preciso la dirección
de un Maestro que nos conduzca en el arte de la meditación.
CUANDO HABLAMOS DE UN MAESTRO, POR FAVOR
ENTENDAMOS UN ALMA, CUALQUIER ALMA QUE CON TODA HUMILDAD SE ACERQUE A NOSOTROS
PARA LLEVARNOS DE LA MANO HACIA ESE HORIZONTE DE LUZ.
No queremos, al hablar de un Maestro,
significar con ello, una especie de super-santo o un super-gurú o un
super-sacerdote, porque de acuerdo a las condiciones del discípulo es el
Maestro.
Cuando hablamos de la necesidad de un
Maestro, para nosotros, será suficiente alguien que con humildad haya
peregrinado por el sendero de la meditación, antes que nosotros, y que haya
aprendido lo básico sobre este Divino Arte y deberíamos estar agradecidos a la
vida que nos da la gloria de haberlo encontrado.
LA
PREPARACIÓN ANTES
DE LA MEDITACIÓN
DE LA MEDITACIÓN
Así pues, el Maestro es necesario, y también
es necesaria la preparación de la mente antes de la meditación.
ES CONVENIENTE SIQUIERA LA LECTURA DE UN
LIBRO ESPIRITUAL POR ESPACIO DE VEINTE O TREINTA MINUTOS ANTES DE ABOCARNOS A
LA MEDITACIÓN, porque una mente que llega de su trabajo, de su oficina, de sus
menesteres y se encuentra totalmente poseída por todo cuanto vio y todo cuanto
experimentó en el mundo, raramente se halla proclive a inclinarse hacia el acto
meditativo; necesita más bien una purificación y esa purificación puede ser
conquistada por una lectura conveniente, una lectura de un libro espiritual.
A su vez, también es muy importante que
mientras lo estemos leyendo, recordemos relajarnos; hacer un ejercicio de
relajación antes de la meditación, es muy importante. Sentarnos, relajarnos,
escuchar lo que leemos en ese libro espiritual y luego comenzar con nuestras
prácticas meditativas.
FORMAS
DE MEDITACIÓN
Como el presente se trata de un libro breve,
no podemos hablar de todas las formas de meditación que existen, ni de todas
las escuelas, de manera que simplemente, en esta reseña sobre meditación vamos
a hablar de generalidades.
ALGUNAS
IDEAS DEL CRISTIANISMO
Se nos dice en "Las Moradas" o
"El Castillo Interior" de Teresa de Avila que LA PUERTA QUE ABRE ESE
CASTILLO INTERIOR DE NUESTRO ESPÍRITU, DONDE DIOS MORA EN SECRETO, ES LA
ORACIÓN.
Y dice que "la persona que reza pero sin
advertir, sin darse cuenta con quién habla y lo que pide, en realidad no hace
oración".
Oración y meditación no son muy diferentes
para el principiante, recordar entonces que para ingresar a nuestro Castillo
Interior es importante la "puerta de la oración".
También los cristianos hablan de los
"logismoi" o sea, los pensamientos, no todos, sino los pensamientos
que son dañinos para la elevación espiritual. Ellos llaman "logismoi"
a los pensamientos, impulsos, pasiones, vicios, etc., y todo ello es lo que el
hombre debe combatir a través de la sobriedad, a través de la vigilancia,
llamada "nepsis" en el vocabulario técnico de la espiritualidad
cristiana oriental.
A esa "nepsis" a veces también se
la traduce como un estado de atencionalidad, un estado de vigilancia del corazón
sobre todo cuanto acontezca en su reino para que el mismo permanezca purificado
y pueda ingresar luego al mundo de la oración, al mundo de la meditación.
Es importante recordar una vez más que la
puerta para ingresar al Castillo del alma es la oración.
SI NO TENEMOS ORACIÓN ES MUY DIFÍCIL INGRESAR
AL CASTILLO DEL ESPÍRITU.
Por eso Santa Teresa dice que cuando estamos
en esta clase de estudio no hablamos de las almas tullidas sino de las otras
que ya tienen un anhelo por ingresar a ese Castillo Interior. Nos dice que con
ella ingresan sabandijas (las pasiones) que no le permiten ver la hermosura de
ese maravilloso Castillo, pero que con el andar de las horas y de los días y de
los años, todos esos placeres del demonio –nos dice ella– van a quedar en el
mundo y el alma del hombre va a lograr tener una especie de nupcias con el
Señor de la Gran Morada, el que está en ese centro, en el Castillo Interior.
Recomendamos a todos los que lean estas
breves páginas, que adquieran "Las Moradas" de Santa Teresa. Su
lectura debe ser muy atenta y concientizada.
Otro libro que también recomendamos es
"Consejos a los ascetas" de Teófano el Recluso (Colección Ichthys).
Recomendamos también otro pequeño libro de la misma colección que se llama
"La oración Interior, antología de autores espirituales".
ACERCA
DEL "OM"
Y para seguir avanzando en la senda de la
meditación, recordamos que en occidente se ha popularizado mucho la recitación
de un monosílabo conocido con el nombre de "OM".
Ese Monosílabo "OM" es profundamente
estudiado por los hindúes. Sabemos que los Upanishads de la India son sus
Libros Sagrados y que hay más de ciento cincuenta, siendo más o menos entre
nueve y diez sus más tradicionales y ortodoxos.
De todas maneras, nosotros, vamos a hablar al
respecto aquí; transcribimos las palabras de un Gran Maestro:
"La recitación del "OM" es la
expresión de un lenguaje universal; un lenguaje que lleva dentro de sí mismo a
todos los otros. El mismo órgano vocal en la recitación del "OM" o
"PRANAVA" vibra de un modo muy especial. Cuando pronunciamos las
letras "A", por ejemplo, "B", "C", etc., trabaja
sólo una parte de nuestro sistema vocal, pero cuando recitamos el
"OM", la entera cavidad o caja sonora comienza a hacerlo. Esto puede
ser experimentado por cualquiera de nosotros y luego pueden observarse los
resultados, la totalidad de nuestra caja sonora comienza a funcionar y no
solamente una parte de ella. Además, se piensa que todos los otros lenguajes,
se hallan contenidos en el monosílabo "OM" por el hecho de que en la
recitación del "OM" vibran todas las partes del órgano vocal y por
ello, cada palabra, cada frase, debería hallarse de algún modo incluida en esa
raíz sonora que se crea cuando el "OM" es cantado, y no solamente
esto, la recitación del "OM" posee otro significado. El canto o la
expresión de cualquier nombre particular produce una vibración en nosotros.
Tenemos un sentimiento que es generado dentro nuestro por la pronunciación de
un nombre; así por ejemplo, si digo lápiz, si digo libro, si digo goma de borrar,
son nombres para ciertos objetos, y luego, cada uno de nosotros sabe que al
pronunciarlo aparecen las ideas pertinentes a aquel objeto que estamos
pronunciando. No son pues, simples palabras, sino que son vibraciones que están
comunicando a todo nuestro ser por medio de esas palabras una cierta
vibración".
"TAMBIÉN CUANDO DIGO "OM", QUE
ES UNA VIBRACIÓN UNIVERSAL, OTRA VIBRACIÓN SE PRODUCE DENTRO DE MI SER POR
MEDIO DE LA CUAL ME ACERCO A AQUELLO QUE HA HECHO POSIBLE LA GENERACIÓN DEL
MUNDO".
"Así pues, el "OM" es una
vibración omniabarcante; cuando cantamos el "OM" tratamos de crear
dentro nuestro una vibración afín con toda la vibración cósmica para que
podamos encontrarnos a tono con el Universo".
"Nosotros fluimos con la corriente del
mencionado Universo cuando recitamos el "OM" produciendo una
vibración armoniosa en nuestro sistema corporal y psicológico. EN VEZ DE
SEPARARNOS DEL MUNDO, FLUIMOS DENTRO DE SU CORRIENTE Y EN VEZ DE PENSAR
INDEPENDIENTEMENTE COMO EGOS COMENZAMOS A PENSAR UNIVERSAMENTE COMO
ESPÍRITUS".
"Del mismo modo, en vez de pensar en
relación con los objetos separados unos de los otros, pensamos en términos de
"nada en absoluto"; es decir, es un pensamiento que se piensa a sí
mismo y no lleva en su interior ningún objeto. ¿Podemos acaso imaginarnos un
pensamiento que se piense a sí mismo? Ese es el pensamiento del SER. Cuando un
pensamiento piensa en un objeto, ese es el pensamiento del ego. Repetimos:
cuando el pensamiento piensa en sí mismo, ese es el pensamiento del SER. Es la
Voluntad del SER. Y cuando recitamos el "OM" de manera correcta, con
entendimiento de su verdadero significado, no pensamos en nada en particular,
pensamos en todas las cosas en general".
"Ese es el Pensamiento de Nuestro Señor.
EN ESE MOMENTO NO PENSAMOS; ES DIOS QUIEN PIENSA A TRAVÉS DE NOSOTROS, Y
VALIÉNDOSE DE NUESTRA MENTE INDIVIDUAL".
"Como personas, dejamos de ser por
ahora. Existimos como la cosa en sí misma, o sea el SER, o la ESENCIA, o el
ALMA, o el ESPÍRITU, etc., muchos nombres para una sola Verdad: DIOS EN
NOSOTROS. Él no existe como un ego referido o conectado con otros objetos.
Nosotros como personas, existimos siempre en relación con algo: mi casa, mi
familia, mi país, mi cuerpo, mi profesión, mis amigos, etc., etc. En cambio,
Dios –el SER EN MI– existe pero no en relación a otra cosa sino a Sí Mismo.
Debemos pues, purificar los pensamientos y sentimientos, si lo que anhelamos es
ese estado de SER , que nos lleva a existir como Naturaleza Universal. Tratamos
por medio de la recitación del "OM" de fluir dentro del SER de Dios
como ríos que tratan de ingresar en el corazón del océano. Somos como
corrientes deseosas de penetrar en el mar y así como por la inclinación de las
aguas los ríos se sumergen en él, así también por el poder de la vibración del
"OM" ingresamos a la Forma Universal de Dios".
"Cuando recitamos el "OM" de
manera adecuada ingresamos al estado meditativo. No estamos emitiendo meramente
un sonido, una palabra o una frase, sino creando una vibración".
"Estamos pues, repetimos, creando una
vibración, y ¿qué clase de vibración? No una que nos agita o nos irrita o crea
un deseo por un objeto en particular en nuestra mente, sino una vibración que
sumerge todas las otras vibraciones particulares, que pone fin a todo deseo,
que extingue o apaga toda ansiedad y crea un anhelo por lo Universal".
"COMO EL FUEGO QUEMA LA PAJA, ESTE DESEO
POR LO UNIVERSAL QUEMA TODOS LOS OTROS DESEOS".
"Una recitación del "OM"
aunque sea tres veces por día hecha de modo correcta es suficiente para
destruír todos los pecados, hacer que cesen todos los deseos y lograr que uno
se halle sereno, quieto y satisfecho dentro de sí mismo".
"LA PRUEBA DE UNA CORRECTA RECITACIÓN
DEL "OM" ES QUE UNO DEVIENE MENTALMENTE SERENO, SINTIÉNDOSE
SATISFECHO CON LO QUE ES Y CON LO QUE TIENE"
"Cuando se sale del estado meditativo
con un deseo persistente, ello simplemente significará que nuestra
contemplación no ha sido correcta. El deseo por cosas materiales se hallaba
oculto dentro nuestro mientras estábamos en estado de contemplación. Aún el
canto del "OM" no fue realizado adecuadamente. El canto del
"OM" debe ir unido al pensamiento de lo Universal.
"Eso pues, es meditación. Ese
"OM" carece de pasado, de presente y de futuro y, como lo Universal,
se halla más allá del tiempo. Esa es la descripción maravillosa que tenemos
nosotros del "OM". Todo lo que se halla en el tiempo, sea pasado,
presente o futuro es "OM" y no sólo esto, sino que lo que se halla
más allá del tiempo es también "OM". "OM" tiene una doble
naturaleza, ya que es temporal y es Eterno. Simboliza toda la creación pero
también tiene una Naturaleza que la trasciende. El "OM" pues, es
Existencia, es Conciencia y es Bienaventuranza. Recordar eso cuando estamos
recitando el "OM".
"PARA CANTAR EL "OM" HEMOS DE
SEGUIR EL RITMO DE NUESTRA RESPIRACIÓN. NO DEBEMOS QUERER PROLONGARLO
DEMASIADO, NI TAMPOCO DEBEMOS HACERLO EXCESIVAMENTE CORTO".
No puede ser recitado entonces, ni de manera
muy breve ni tampoco en forma muy extensa. No debemos agitar la respiración, ni
molestar a los pulmones.
Así pues, esto que llevamos dicho es con
respecto al "OM".
TRES
ELEMENTOS FUNDAMENTALES
PARA LA MEDITACIÓN
PARA LA MEDITACIÓN
Ahora, es importante que sepamos también que
para llegar a la meditación necesitamos de tres elementos fundamentales:
Primero: El poder del DISCERNIMIENTO.
Si lo queremos decir en el viejo idioma
sánscrito del oriente, es: NITYA (Dios), ANITYA (No-Dios), VASTU (Cosas),
VIVEKAHA (Discernimiento), es decir tener VIVEKA o Discernimiento es
"diferenciar lo que es REAL (Dios) de aquello que no lo es". Debo
pues, tratar de discernir entre lo Real y lo irreal. Si yo anhelo una mayor
espiritualización, una transparencia de mi espíritu en todos mis actos, si eso
es lo que yo deseo, me acerco a lo Real que es Dios en mí, Dios en todas las
criaturas, Dios en mis semejantes.
Lo Real está más allá del tiempo. Puedo
captarlo en el tiempo, de hecho, si estoy manifiesta como criatura. La criatura
capta la realidad en el tiempo, pero eso que captamos en un instante no
pertenece al instante en que es captado; ese instante se transforma en
Eternidad. LO IRREAL ES TEMPORAL.
Por ejemplo, los deseos que agitan la mente.
Un deseo nace y la conmociona, llena de ansiedad a la mente y le quitan su paz,
es por esto que los libros de SABIDURÍA NOS DICEN QUE UNA MENTE SIN DESEOS NO
TRABAJA. LA MENTE SÓLO TRABAJA SI HAY DESEO.
Para una meditación fructífera, hemos de
permanecer calmos y sin agitar la mente.
Repetimos una y otra vez:
LA CLAVE PARA AQUIETAR LA MENTE ES NO TENER
DESEOS.
Además, hemos de entregar todo el tiempo que
podamos a los ejercicios de meditación.
Tiempo es vida, pongamos la vida en la
meditación y nos hallaremos cada día más felices y serenos.
Así pues, hemos dicho que primeramente
necesitamos DISCERNIMIENTO.
En su verdadero significado, ese PODER DE DISCERNIR
ES IDÉNTICO AL PODER DE AMAR A DIOS. CONOCIMIENTO (ESPIRITUAL) Y AMOR SON UNO
SOLO. NUNCA DEBEMOS VERLOS COMO DOS CONCEPTOS DIFERENTES.
Segundo: PERSEVERANCIA.
Ese Amor-Discernimiento fructificará, como
decimos, con perseverancia.
Tercero: SINCERIDAD.
Esa perseverancia que mencionáramos debe
hallarse pletórica de Sinceridad.
No debemos realizar nuestras prácticas de
meditación por obcecación, o violentando nuestra naturaleza. Necesitamos para
ello sinceridad, ser honestos, estar convencidos de lo que buscamos con ello y
en lo que creemos.
LA
LECTURA DE
LOS GRANDES LIBROS
LOS GRANDES LIBROS
Es cierto que en el comienzo nos sentiremos
muy débiles y no sabremos de dónde extraer las fuerzas necesarias para la
meditación.
PARA HALLAR ESA FUERZA ES SUPREMAMENTE
IMPORTANTE LA BUENA LECTURA DE LOS GRANDES LIBROS.
Aconsejamos conseguir "Las Moradas"
de Santa Teresa o "El Castillo Interior". Aconsejamos también
conseguir el Bhagavad Gita hindú; está en casi todas las librerías.
Transcribimos aquí de este último libro las
condiciones que, se dice, debe tener el aspirante a la luz, el aspirante al
DISCIPULADO ESPIRITUAL.
Recordar que hasta que no se logre una
higiene mental, y eso es lo más difícil para el ser humano, hasta que no se
logre, repetimos, una higiene mental, es muy difícil abocarse a la meditación.
SI LA MENTE SE ENCUENTRA EN UN ESTADO DE
TURBULENCIA, SI LA MENTE SE HALLA AGITADA, LA MEDITACIÓN ES DIFÍCIL.
Por lo tanto, repetimos, una buena lectura la
aquieta, una buena lectura es como algo que la extrae del mundo y la lleva a
una esfera celeste de paz, y en esa paz, sí, puede ella lograr su meditación.
PÁRRAFOS
EXTRAÍDOS DEL
BHAGAVAD GITA
BHAGAVAD GITA
Este libro se llama en nuestra lengua:
"El Canto del Señor".
Nos dice así en su Capítulo Decimosegundo
llamado "Yoga de la Devoción". Recordemos que la palabra
"Yoga" viene de la raíz "YUG" que significa "unión del
Alma con Dios".
Leerlo, si se tiene el Libro y escucharlo con
toda paz, muchas, muchísimas veces, en realidad, toda la vida.
Comenzamos:
"Quien no malquiere a ser alguno, el
amable y compasivo, libre de afecciones y egoísmo, ecuánime en la dicha y en la
pena, indulgente. Siempre gozoso, en armonía con su regulado Espíritu" (en
el Libro dice "Yo" en realidad ese "Yo" con mayúscula es
equivalente a Espíritu o en el Oriente "Atman").
Repetimos: "siempre gozoso, en armonía
con su regulado ATMAN, de voluntad resuelta, con mente y discernimiento posados
en Mí, ¡oh devoto Mío!, él es a quien Yo amo" (ese "Yo" está por
Krishna que es la encarnación de Dios en la Tierra para India. Entonces dice
así: "...él es a quien Dios ama...").
"Quien no conturba al mundo ni el mundo
le conturba" (o sea, quien no agita las cosas, quien no molesta a las
cosas), "que está libre de las inquietudes del goce, del temor y de la
cólera, él es a quien Dios ama" (en el Texto dice: "...él es a quien
Yo (Krishna) amo...").
"El que nada desea, el que sin pasión,
sereno, experimentado y puro renuncia a toda empresa, él, oh devoto mío es a
quien Dios ama"
Luego nos dice en la sloka (verso) 17:
"El que ni se apasiona, ni aborrece, ni
se aflige, ni desea y con plena devoción renuncia al bien y al mal...", o
sea, renuncia a todo lo que en el mundo se realiza y se sitúa ahora ya en el
corazón de Dios, como hacen los monjes que se alejan de la vida en el mundo. Esto
es importante comprenderlo correctamente, porque no es que renuncia al bien tal
como nosotros lo entendemos usualmente, sino que renuncia a los compromisos
dentro del mundo, y se eleva a la adoración del Sumo Bien que es Dios. Finaliza
el verso diciendo: "Él es a quien Yo amo"
"Quien inalterable se mantiene ante el
amigo y ante el enemigo, en la fama y en la ignominia, en el calor y en el
frío, en la dicha y en la pena, libre de afecciones, que por igual recibe la
alabanza y el vituperio. Silencioso, del todo satisfecho con lo que le sucede,
sin hogar propio, de mente firme y plena devoción, él es a quien Dios ama. Más
en verdad aquellos devotos llenos de fe para quienes Dios es el Supremo Objeto
y participan de esta vivificadora Sabiduría que aquí Dios te reveló, ellos son
a quienes el Señor predilectamente ama".
Recordar también el Capítulo 18 (el último),
y leerlo muy detenidamente, cuando dice a su discípulo:
"Sumerge tu pensamiento en Mí, sé Mi
devoto, sacrifica en Mi honor, póstrate ante Mí y de este modo llegaras a Mí,
te lo prometo en verdad porque te amo ".
Cuando nos dice: "Sumerge tu pensamiento
en Mí", es "...tu pensamiento y tu corazón en Mí", puesto que en
la India no se hace una marcada diferencia entre mente y corazón.
LO QUE LA MENTE PIENSA, EL CORAZÓN SIENTE, Y
LO QUE EL CORAZÓN SIENTE, PIENSA INMEDIATAMENTE LA MENTE, DE MANERA QUE ESTOS
DOS ÓRGANOS ESTÁN EN EXTRAORDINARIA UNIÓN.
Entonces pues es: "Sumerge tu
mente-corazón en Dios, sé devoto de Dios, sacrifica las pasiones de tus
sentidos en honor a Dios, póstrate ante Dios y de este modo llegarás a Dios.
Dios te lo promete en verdad, porque te Ama".
Y cuando dice: "Desiste de toda
religiosa obligación", se refiere a los meros rituales externos del que
simplemente cumple una actividad mecánica en su iglesia, o sinagoga, o pagoda,
etc., y no realiza oración espiritual alguna, ni sabe hallar en Dios su único
refugio. Por eso le dice, "...desiste de toda externa apariencia religiosa
y halla en Dios tu único refugio, no te aflijas, Dios te librará de toda
culpa".
Y luego dice:
"Nada digas de esto al hombre mundano,
ni al impío, ni al que no quiere oír la palabra de Dios, ni al que de Dios
maldice. Pero quien con sublime devoción divulgare este secreto entre Mis
devotos llegará hasta Mí sin duda alguna".
"Nadie entre los hombres podrá ofrecerme
más grato servicio, ni otro hombre alguno será tan amado por Mí sobre la
Tierra. Y el que meditare este, nuestro santo coloquio, por él me adorará por
sacrificio de Sabiduría, tal es Mi Voluntad. Y también el hombre que lleno de
fe lo escuchase tan sólo, sin escarnio, alcanzará, libre de mal, el esplendente
mundo de los justo".
Queremos también recordar lo que dicen los
cristianos:
"LO ESENCIAL CONSISTE EN PRESENTARSE
ANTE DIOS CON EL INTELECTO ENCERRADO EN EL CORAZÓN Y PERSEVERAR ASÍ NOCHE Y DÍA
HASTA EL FIN DE LA VIDA".
"SUMERGE
TU PENSAMIENTO EN MÍ,
SÉ MI DEVOTO,
SACRIFICA EN MI HONOR,
PÓSTRATE ANTE MÍ
Y DE ESTE MODO LLEGARÁS A MÍ".
SÉ MI DEVOTO,
SACRIFICA EN MI HONOR,
PÓSTRATE ANTE MÍ
Y DE ESTE MODO LLEGARÁS A MÍ".
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PALABRAS
FINALES
Resumiendo: no existe una técnica o
metodología que pueda otorgar éxito rotundo en meditación. Piense el lector:
¿cuántas escuelas y grupos de meditación se conocen? Centenares. Esas escuelas,
¿pudieron hacer santos como San Francisco el cristiano, o Tukaran hindú, o
Rahbia del Islam? Millones de hombres y mujeres meditan en todo el mundo, cada
quien en su propia escuela, sea esta china, hindú, cristiana o japonesa. Se
medita mucho, pero...se avanza poco. Vamos hacia la meditación, buscando
"una técnica". Sentarse en la posición del loto, fijar la vista en el
centro de la frente... fijar la vista en el corazón... arrodillarnos... estar
de pié... Seguir a Cristo... seguir a Budha... seguir a Krishna...
La única verdad es que, mientras el corazón
duerma para el Amor a Dios, no podrá avanzarse en el Sendero Espiritual. Un
corazón dormido, no genera Vida Celeste. El lector debe poner su mayor atención
en descubrir a Dios en todas las cosas, debe prestar su mayor atención a eso:
AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS. ENTONCES, LA MEDITACIÓN SERÁ EXITOSA. Nunca
antes. Todo libro con "técnicas" es mero balbuceo. Nos puede ayudar,
pero lo cierto es que si no nos inclinamos a Amar al Señor, el alma nuestra
seguirá perteneciendo al mundo de las cosas efímeras. Seguiremos encadenados,
pero... eso sí, con un buen libro, y esa no es la solución. La solución está en
el Amor al Señor.
·
* *
Varundar
ESCRITO EN UN LENGUAJE AMENO
Y NOVELADO
PARA FACILITAR LA
COMPRENSIÓN DEL LECTOR
Sentada ante los portales del Templo de
Bhuvaneshvar, India, la joven Gopalika, discípula bienamada del sabio Varundar,
razonaba de esta manera:
–Mi Maestro me ha enseñado todo cuanto sé con
respecto a la meditación. Mi razonamiento florece en corolas de miles de sabios
discursos. En verdad, la mente mía es el más cuidado de los jardines, pero...
en él no esplende el loto de la sabiduría, y por lo tanto, no me ha sido
posible probar los frutos de la realización espiritual.
Encadenada a sus dudas, no advirtió la joven
Gopalika la presencia de su Maestro.
–Sé de todos tus interrogantes, pues ellos
visitaron la casa de mi alma, hace mucho tiempo, así como ahora visitan la
tuya.
–¡Oh Maestro, estoy entristecida! Algo me
detiene en el camino de la meditación. Ésta me nace impura. No logro
concentrarme. Cuando creo haber conquistado la quietud, la filosa espada de mis
pensamientos corta el velo sutil de esa armonía, y así, no avanzo. Mientras mi
ser clama por residir en lo alto, mis pies no logran liberarse del lodo que los
detiene en la ciénaga de la mente siempre en turbulencia. Es como un Sol, pero
negro, que en vez de otorgarme luz interior, me aleja de ella de modo
constante.
Sonrió el Sabio Varundar, y le dijo:
–Hija querida, ven, y escucha una vez más a
tu viejo Maestro. Bien sé que durante años permaneciste atenta a mis palabras,
pero... el árbol antes de dar su primer fruto, se aferra años y años con sus
raíces a la Madre Tierra. No es en un día que él conquista la capacidad de la
perfección: lo logra a través de larga perseverancia... Así también, el alma
del discípulo, ha de aferrarse a la voz de su Maestro por incontables vidas. Es
la última gota la que colmará tu vaso, la última lección escuchada, la que te
abrirá paso hacia la Sabiduría.
Caminaba ya, delante de su discípula, pero se
detuvo brevemente, dándose vuelta para sonreírle:
–Hablaré para un grupo de jóvenes como tú en
el Templo... adelante Hija mía, intenta escuchar una vez más, las ancianas
verdades que nos enseñan las Escrituras.
...Y Gopalika escuchó una vez más a Varundar.
Antes de comenzar su discurso delante de los
jóvenes, Varundar tomó un pedazo de tiza y dibujó tres figuras sobre una madera
que servía a modo de pizarrón.
–En meditación –dijo– no es cuestión de
elegir Escuelas. Podemos habernos encontrado con la mejor de todas ellas,
podemos tener el mejor de los Maestros. Sin embargo, luego de años de práctica,
si como ejemplifica nuestro primer dibujo, no encendemos ese sagrado motor
inmóvil del Amor a Dios, el alma no se pondrá en movimiento, y no podremos
recorrer el Camino que nos separa del éxito espiritual. El "motor" de
nuestro corazón, ese divino y sutil engranaje celeste, sólo puede activarse con
el inefable combustible del Amor. Podemos practicar Hatha-Yoga, ser eruditos en
Pranayama, practicar "Sandhi", esto es, meditar todas las mañanas y
todos los atardeceres con gran concentración, podemos practicar relajación,
realizar ayunos, o todo tipo de ascetismos... y no conseguir, pese a esto,
ningún adelanto en el Camino. Leamos libros muy sabios, escuchemos la palabra
de Grandes Maestros, llenémonos de la música de los Mantras, quedemos absortos
a los pies de los Santos, o de Budha, o de Cristo, o de Krishna... Si nuestro
corazón se halla indiferente al Amor, si no se deja poseer por éste, sólo nos
iluminarán el Camino los ojos de la mente... y esos pobres ojos son en absoluto
no videntes cuando se trata de andar el Sendero hacia Dios. La bienaventuranza,
la alegría, la santa felicidad espiritual, es planta sagrada que germina en las
tierras de la conciencia enamorada de su Origen, esto es, Aquello, el Señor.
–Debemos realizar el esfuerzo necesario para
ver claro y comprender la diferencia abismal que existe entre el conocimiento
discursivo y la puesta en práctica, esto es, la vivencia de lo que ese
conocimiento nos señala. Si permanecemos en la morada de la erudición, seremos
tan sólo eso: eruditos en meditación. Podremos hablar sobre ella, pero por
dentro nos sentiremos vacíos, porque la llama espiritual, la llama del anhelo,
de la sed de Dios, no habrá podido hacer contacto con la hoguera, aun sin
lumbre, de nuestras cavilaciones, como nos dice nuestro segundo dibujo, o sea
la llama que no genera lumbre.
–Hemos de dar el lugar que le corresponde, a
ese conocimiento del que hablamos. Tenemos que entender que él está muy lejos
de abarcar la totalidad de lo que anhelamos. Extrañamente, el deseo, todavía
débil de nuestras ansias espirituales, siempre comienza en el mundo del
intelecto. Es como si la mente quisiera saber, es como si nunca se hallara
satisfecha con sus erudiciones; desea más, más y siempre más. Pero recordemos:
la mente trabaja para sí misma cuando incursiona en el mundo fenoménico
estableciendo relaciones con él, pero, cuando se aboca a cuestiones
espirituales, la mente trabaja misteriosamente para Alguien. Ella siembra, se
esfuerza, indaga, pero es solamente una campesina que con sus sacrificios,
enriquece de verdor un huerto sagrado, huerto de cuyos frutos, ella jamás podrá
alimentarse: quien lo hace es el ángel del corazón, es él quien elige de aquí y
de allá los más excelsos de todos esos manjares cultivados por la mente, para
alimentar su poder de contemplación celeste.
–Cuando el conocimiento se estanca, como agua
que no puede correr, entre las orillas del razonamiento, entonces se produce,
en el alma, depresión, tristeza, angustia. Y es que el trabajo de la mente no
habrá logrado su objetivo. El viento de la Fe, la suave brisa del Amor, no
habrán soplado sobre esas aguas estancadas, y así las mismas no habrán podido
conocer la gloria infinita de fundirse en el ilimitado océano.
–No caminamos hacia Dios apoyados en el báculo
del conocimiento. Es el sentimiento el que nos lleva de la mano hacia Él. Si no
consideramos al Señor como a nuestro Gran Amado, si no lo anhelamos, si no
enajenamos todo nuestro ser en la búsqueda de Su Sagrada Presencia, nos habrá
faltado lo principal: apego a Dios. Un niño se aferra a sus juguetes; el hombre
materialista, a su cuenta bancaria. El músico, al prodigio de sus
composiciones, la madre a sus hijos... todos los seres humanos conocemos los
innumerables rostros del apego. Sólo el Santo sabe del apego a Dios. Con el
corazón purificado, hace de su alma la sagrada morada del Señor de los Mundos.
Sólo en Él piensa, sólo a Él ve en todas las cosas. En realidad, toda su vida,
todas sus ideas, no son sino una intensísima meditación de su corazón enamorado
de Aquel. Entendamos que no es cuestión de tener una nave intelectual
majestuosa, sino de soltar las amarras del puerto de las atracciones mundanas.
No se trata de preparar una fogata inmensa conformada por maderos de brillantes
erudiciones, sino de encender esos leños tan sabiamente preparados con la llama
del Amor a Dios. No sembrar en el huerto el árbol que nos otorga el fruto de la
Vida Celeste, sino regarlo y cuidarlo con suprema paciencia para conocer eso,
sus frutos.
Pongamos mucha atención en esto que decimos,
y por nuestro bien, tratemos de comprenderlo: no podemos avanzar en el Sendero
sin la ayuda de la mente. ¡Bendita sea la mente! Pero... no podemos quedarnos
en la mente tan sólo, como dice nuestro tercer dibujo, sino avanzar hasta el
logro de esa suprema intuición que nos transforma en amadores del Señor.. En
realidad, éste es el milagro más arcano y profundo de todos los milagros: el
milagro del alma que Lo elige. Se ve, cuando se abren los ojos del corazón,
porque los ojos de la mente no ven nada; son apenas, pontones que nos
direccionan para el hallazgo de ese Bien Supremo ante cuyo fulgor empalidecen
las más doctas elucubraciones, y se visten de sombras los otros soles de las
búsquedas efímeras.
Calló el Maestro frente a los jóvenes, cuyas
almas se hallaban vestidas con la invisible túnica del respeto y el afecto por
su preceptor. El mayor de todos ellos preguntó entonces:
–Varundar, Maestro: conozco a decenas de
personas que hablan elocuentemente sobre meditación. Tengo además, parientes
muy cercanos que son eruditos en el tema. Muchos han visitado a los grandes
Maestros de la India, Birmania, Tibet y hasta China. Como dices tú, han vuelto
cargados de métodos y erudiciones. Cada quien pronuncia largos discursos sobre
la naturaleza de la meditación, pero ciertamente, esa lluvia de palabras, no
logra fertilizar los vergeles del espíritu de quienes los escuchan. Así pues,
como tú dices, es el Amor, el que nos otorga el éxito en la meditación, el que
nos convierte de enanos en gigantes, el que nos eleva y hace que nos
transformemos en titanes espirituales. Sin embargo, ¿cómo despertamos, Maestro,
débiles y pequeños como somos, a la fuerza infinita de ese Amor? No basta con
decir que él es el sumun bonum de la
vida humana: el problema es cómo conquistarlo, cómo hacerlo nuestro, cómo
acercarnos siquiera a él, cómo despertar ese Amor dentro de nosotros, criaturas
llenas de defectos y de debilidades. Lo que dices, es Verdad, pero Verdad para
los Grandes, los Perfectos, ¿y nosotros, los pequeños y los imperfectos?
¿Caminaremos entonces por el mundo sin otro lazo con lo Divino que el débil
lazo del anhelo, del sueño, de la quimera? ¿No habrá también una Senda para
nosotros? ¿Hemos de llorar constantemente nuestro fracaso? ¿Cómo despertar al
Amor de los amores, Maestro?
–Renunciando a los pequeños amores, que no
son tales, aunque así los llamemos; en realidad, deberíamos decir, renunciando
a nuestros apegos.
–¿Cómo surgen los apegos? –volvió a preguntar
el discípulo, añadiendo:
–Si somos conciencia divina, ¿por qué nos
sentimos atrapados en las redes de semejante inconciencia? Si somos luz, ¿por
qué tan ciegos para Ver?
–Eres Conciencia Divina y eres Luz, pero tú
no te identificas con Ello: te identificas con tu Ego mundano, te identificas
con lo denso y cambiante, te identificas con tu personalidad, en fin, te
sientes unido a lo que no eres, y así generas dolor e ignorancia. Hijo mío, tú,
yo, todos nosotros, día a día, alimentamos nuestra mente con los dos venenos
fatídicos del "Yo soy" y "Yo tengo"... Son como dos
abanicos infernales que soplan de continuo aventando el plumaje del ego... Si
eres Rey, te pavonearás de tus tesoros, y si mendigo, te jactarás de la limosna
que te dieron... Dirás "Yo tengo", aunque ello sea tan magro, que
haga llorar al más indigente...Vivimos dentro de una cárcel: la de la
personalidad. Todos los sabios de la Tierra, quisieron liberar al ser humano de
ella. Algunos benditos Despiertos, lograron abandonar su prisión,
constituyéndose así, en guías de todos nosotros...
Hizo una pausa el Maestro, y añadió luego:
–Ningún hombre sobre la Tierra dice con toda
la sinceridad de su corazón: "soy Esencia Divina, y tengo al Señor del
Universo en la morada de mi corazón"... En vez de ello afirmamos, "me
llamo XX", "tengo propiedades en XX", "soy comerciante...
abogado... pintor..." Ojos que miran hacia abajo, ojos que son moradas de
las sombras, difícilmente puedan describir con precisión, la gloria de una
alborada. Todo nuestro dolor y desasosiego, provienen de esos equivocados "Yo
tengo" y "Yo soy" ...En verdad, en el mundo "Yo" no
tengo nada. Tengo sólo unas gotas-años del infinito océano del Tiempo, a las
que bebo, las más de las veces, con suprema inconciencia, hasta que ya no queda
nada en el cuenco de mi vida. Voy desde la niñez a la vejez, jactándome de mis
"Yo tengo" y mis "Yo soy"...Tengo fortunas, juventud,
salud... soy presidente, soy músico, soy... Pocos son los que dicen "soy
humareda, polvo, nada, mi verdadero Ser, espera por mi sobre la tumba de mi personalidad"...Allí
se encuentra el verdadero Amor, pues cuando me abandono como sombra es que
renazco a la Luz que Soy.
Entonces, el Maestro dijo, como en un
susurro:
–Vuelvo a repetirles para que les quede bien
claro, para que lo comprendan del mejor modo posible: meditar es amar. Sólo el
que ama profundamente a Dios logra éxito en su meditación. Es claro que, como
dijera el compañero de ustedes, no es fácil este logro, pero tampoco es
imposible. Yo les diré cómo acercarse al reino sagrado donde habita el divino
Príncipe de la meditación. Es de su mano que llegamos al trono del Rey del
Universo, Nuestro Padre, al que las criaturas humanas dieron tantos nombres,
sea éste Jehová, Alah, Brahma, Osiris, Zeus, etc., etc.
–Así como para ser un concertista de vina, es
menester estudiar varias horas con profunda dedicación, durante muchos años,
así también, la meditación necesita consagración. Para lograr esta
consagración, hemos de comenzar por la contemplación del Universo, con la luz
de nuestra conciencia. ¿Por qué les hablo de la contemplación del Universo?
Porque si no se hallan atentos a la maravillosa obra de arte, que es el mundo,
no se sentirán atraídos por el Artista, no querrán conocerlo, no querrán
acercarse a Él. Gozarán de todos los bienes que les otorgue la vida de modo
mecánico e indiferente, pero no podrán admirar y reverenciar desde el fondo del
corazón, las glorias que nos ofrece esa primera Hija de Dios, que es la
Naturaleza. La admiración sincera y pura nos otorga una divina transmutación.
Está también su prima hermana que es el asombro filosófico.
–El asombro filosófico lleva al alma desde la
oscura caverna de la animalidad hasta el cielo sublime de la espiritualidad.
Cuando nos asombramos ante lo creado es porque surge dentro nuestro una sutil
invitación del corazón para que nos acerquemos al Creador. Este asombro, esta
admiración, es el primer paso hacia el Amor.
CONSEJOS
PARA UN BUENA MEDITACIÓN
LOS INNUMERABLES VESTIDOS DE
LA MENTE
–Si nos hallamos atentos a las acciones que
realizamos, sabremos que las mismas son el resultado de nuestros pensamientos.
Si ponemos en nuestra mente la idea "diversión", y la potenciamos con
nuestro deseo, buscaremos un canal por el cual evacuar esa energía-pensamiento.
–¡Pongamos Hijos míos –dijo Varundar– la idea
de Dios en nuestras mentes y no cesaremos de buscarlo con todo nuestro Ser! Es
claro que para ello, la disciplina es necesaria. Comencemos por lo siguiente:
1. Se deben visitar los lugares sagrados, ya
sean Templos o personas espirituales que nos hablen siempre del Señor. Nosotros
aquí en India somos inmensamente ricos: tenemos las casas de los Santos, los
ashrams de los Gurus, los ríos sagrados, los inefables Mahatmas o Grandes
Almas. Toda esta tierra bendita nos lleva a la contemplación.
Recordemos entonces: es necesario visitar los
lugares y las almas elevadas. Esto hace que la mente cambie sus hábitos y de
ser mundana pase lentamente a constituirse en un ente divino. Como
consecuencia, también habrá que cambiar las amistades, el estilo de ropa que se
vista, el tipo de comida que se ingiera, las actividades que se practiquen.
Todo lo que nos materializa debe ser radicalmente descartado, por ejemplo, el
excesivo apego al cuerpo, que es un mero vehículo, un instrumento de trabajo, y
nada más que esto. ¡Desdichados los seres humanos que se identifican con él!
¡Desdichados mil veces los que pierden innumerables horas en prácticas de
atletismo, en la búsqueda del alimento perfecto, de la ropa que mejor le siente
o del peinado que resalte mejor su belleza. ¡Ay, la belleza de un pobre animal,
de una pobre bestiezuela, inexorablemente nacida para caer en los brazos de la
muerte! Es menester también que de la misma manera sacralicemos la casa donde
vivimos, el cuarto que habitamos. Referente a las casas donde se reside, ellas
cuentan con dormitorios, salas de estar, etc. Tener una habitación consagrada
al Señor se considera algo obviable, no de primera necesidad. Sin embargo, es
sumamente importante poseer en nuestras viviendas un lugar que nos recuerde el
Cielo, una habitación en la cual recogernos a meditar, a leer Libros Sagrados,
a pensar en Dios. Se diría que la casi totalidad del espacio donde vivimos, se
halla ocupado por el gran tirano, esto es, el ego mundano, materialista, que
sólo sabe de comercios con el mundo sensible y nada, sobre los mundos sutiles.
Hay que invertir, hay que cambiar esa energía. Por eso les aconsejo a todos
ustedes que hagan lo posible para tener en los lugares que habiten un sitio
para Nuestro Señor.
2. Nuestro milenario y sagrado libro, el
Bhagavad Gita, –la Canción del Señor–, nos enseña desde niños, que: "toda
pena mata el Yoga en quien sobriamente come y moderadamente se recrea, en quien
con templanza cumple las acciones, en quien sin exceso duerme ni en demasía
vela". Usemos entonces, hijos míos, la moderación como báculo en nuestro
camino, moderación en todo lo que hacemos, esto es, equilibrio, armonía.
3. Aunque nuestros Maestros vedantinos en la
India –la Vedanta No-dualista– nos aconsejan que meditemos en la esencia de
Dios, en Dios-Uno, invisible, absoluto, sin imágenes, aunque así nos aconsejan
estos Maestros, lo cierto es que es muy difícil para la criatura humana,
establecer una unión con ese Absoluto invisible. Es por eso que para el noventa
por ciento de los seres humanos, se torna imprescindible la presencia de una
imagen, sea esta la de un Maestro, o un Dios como Krishna o Ganesha. Es el
mismo Dios Absoluto que toma cuerpo por amor a Sus Hijos, pues bien sabe Él lo
incapacitados que estamos y lo difícil que nos resulta contemplarlo en el vacío
de nuestro corazón.
Tengamos pues, como un familiar celeste a
nuestro Dios o Maestro preferido en una imagen. Si la contemplamos de modo
constante, el Amor despertará en nosotros. Toda nuestra mente se purificará.
Todo nuestro ser se irá tornando poco a poco la Morada del Señor. Es difícil
estar junto a la luz y no convertirse en parte de ella. Quien camina por un
jardín de rosas, lleva al partir algo de su perfume. Estar en contacto con el
Mundo Divino, con una divina imagen, también nos diviniza, a menos que la
contemplemos de modo mecánico o indiferente. En ese lugar sagrado de nuestra
casa, o en ese rincón divino del cual habláramos, tiene que reinar esa imagen
sublime. Mantengamos los inciensos –o los cirios– encendidos, para que la misma
permanezca iluminada. Limpiemos el altar diariamente. Todas estas acciones,
pese a ser muy humildes, irán desarrollando en nosotros aspiraciones elevadas.
Es también sumamente importante el poseer un libro de plegarias. Orar, orar
mucho, orar todo lo que sea posible, orar siempre, mantener a Dios de manera
constante en la mente, en todo pensamiento. Haga lo que haga, viva como viva,
esté donde esté, mi oculta compañía debe ser Dios. Repetir Su Nombre miles y
miles de veces cada día, hacer que nos posea Su recuerdo. Junto a nuestro libro
de plegaria hemos de tener también un rosario de oraciones. Nosotros aquí a ese
rosario le llamamos "Malha" o "Rudraksha" porque está hecho
con las semillas del árbol Rudra, o sea, el árbol de Shiva, que como sabemos,
es el Dios de la Liberación de la ignorancia..
4. La buena lectura. Hijos míos, cultivad la
buena lectura!. Nosotros, los hombres, tenemos en los libros, amigos
inteligentes y sutiles. Barcas sagradas que navegan en el océano
inconmensurable de letras y páginas, sus marinos, las ideas, suelen acercarnos
a verdaderos manantiales de luz para que abrevemos en ellos, y calmemos nuestra
sed infinita de Dios. Sí; la buena lectura es para el aspirante espiritual, el
camino a la suprema sabiduría interior. Algo muy extraño acontece con los libros
espirituales. La mente se impregna de ellos, pero cuando ésta los olvida, es el
espíritu quien se eleva transformado, es él quien se ha enriquecido con todo
ese alimento. Por eso les repito una vez más, atesorad los Libros Sagrados como
la más rica de las joyas.
5. A todos ustedes les aconsejo llevar una
vida disciplinada en meditación. No se medita un día sí y varios no, sino que
se debe realizar una meditación constante todos los días.
Varundar, el Maestro, quedo silencioso. Luego
de un instante agregó sonriendo:
–La meditación tiene exactamente la medida de
nuestro Amor. Medita más el que más ama, y medita mejor, el que se entrega a
hacerlo con mayor sinceridad.
Una joven llamada Kipu, que provenía del sur
de India, del distrito de Kerala, pidió permiso a Varundar para hacerle una
pregunta:
–Señor –dijo– nací a las orillas del sagrado
río Narmada, en Kerala, patria de ese Maestro de hombres que fuera Sri
Sankaracharya, fuente de inspiración para todos los Santos de India, Santos
como Ramakrishna, Ramana Maharshi, Padmapada, y filósofos como Vivekananda,
etc., El enseñaba de modo diferente a como lo haces tú, Sabio Varundar. Tú
pones todo el acento en la fuerza del Amor para la meditación. Sankaracharya
nos ha enseñado que la misma debe centrarse en la captación del Ser, en
nosotros. "Tat Tvam Asi" (tú eres Dios o Aquello), nos dicen los
Upanishads y nos recuerda Sankaracharya. "Ayam Atma Brahman" (este
espíritu es Dios). Su sabiduría nos enseña que hemos de investigarnos interiormente,
bucear dentro del océano de nuestro Ser para tomar conciencia de nuestra
naturaleza divina. Cuando incursionamos en ella, cuando la develamos,
ascendemos al plano de la gran unificación con Dios. Nos tornamos Uno con el
Señor a través del Conocimiento...
Kipu elevó sus ojos hacia lo alto y dijo a
media voz:
–El Auto-conocimiento, no el Amor, es lo que
se debe practicar en la meditación, según Sankaracharya y todos los Maestros
del No-dualismo.
Varundar la miró con infinta ternura y le
dijo:
–Kipu, Hija mía querida, el Auto-conocimiento,
es la realización más elevada del Amor. Amor y Auto-conocimiento son lo mismo.
Ambos pertenecen a la esfera sagrada de la Perfección.
–No dividas ni pongas diferencias en el
corazón de la Identidad. Sabios de hace milenios, enseñaron que no se puede
despertar al Auto-conocimiento sin la celestial Unión con el Amor. La ambrosía
del Amor, es angélico florecimiento, que proviene de lo alto, y nos faculta
para la Gran Búsqueda. El Amor nos inclina hacia Dios, Kipu. Auto-conocimiento
sin Amor es casi una búsqueda despiadada del Ser. Nos torna fríos,
indiferentes;... sin el Amor no podemos llegar a parte alguna.
–Siéntate en un rincón de tu habitación y
recita el Om con la mente fija en un punto como te enseñan los Maestros del
Tratak, esto es, el arte de la concentración mental valiéndonos de símbolos y
figuras, utilizados para elevar la voluntad y la atencionalidad.. Podrás
aprender el arte de la concentración, podrás adquirir poderes mágicos como
hacen ciertos vendedores de Sidhis o facultades sobrenaturales, como el de ver
a distancia, volar, o transmutar el plomo en oro , pero no podrás conquistar la
realización espiritual, pues tu corazón se hallará muerto y estará todavía en
los dominios del ego. El Auto-conocimiento debe estar alumbrado por la lámpara
del Amor, porque Dios, porque Brahman es eso, Amor. De ahí que insista tanto en
las clases que doy a todos ustedes en el arte de enamorarse de Dios,
enamorándose uno, queriendo, a todas Sus criaturas. Si no hay Amor por Dios, no
hay meditación, por lo menos, no existe meditación Divina...
Varundar se puso de pie y dijo a sus alumnos:
–Mañana continuaremos con nuestra lección, la
clase ha concluido.
Él sabía lo que ocurriría entre el grupo de
sus discípulos, y tal cual lo pensara, es lo que aconteció, pero el Sabio
Varundar, simplemente sonreía.
Estaban todavía descendiendo las gradas del
Templo, cuando verdaderos remolinos de estudiantes rodearon a Kipu. Les había
llamado la atención sus palabras en la clase frente a Varundar.
–¿Cómo es Kerala? ¿Con quién estudiaste allá?
¿De dónde extrajiste las ideas expuestas en el Templo? ¿Qué significa para esos
Maestros la Meditación y el autonocimiento?
–No sé si es conveniente que les hable de
todo cuanto sé, dijo Kipu. Lo que sucede es que en mi tierra se enseña la
meditación de distinta manera.
–Si nuestro Maestro Varundar permite que te
escuchemos, estamos dispuestos a hacerlo; pero no si él considera que tus
palabra pueden desorientar nuestra formación espiritual –dijo Gopalika. Y
agregó:
–Bendita el alma que busca la Sabiduría
librándose del abrazo nefasto de la curiosidad, pues ella no es siempre buena.
Depende de la voluntad que le inspire. Espero que la nuestra se halle nimbada
de lo que debiera ser la más grande aspiración del hombre filósofo: poder ver
claro... siempre y en toda circunstancia. ¡Oh Dios, la gloria de ver claro!
Los jóvenes fueron pues, a preguntar a
Varundar. Éste les dijo:
–Kipu es hija de mi amigo el Guru Dharma-Ji.
Desde su niñez, aprendió todo lo relativo a la Vedanta No-dualista. Ella ha
recorrido los caminos de la más alta espiritualidad. Por cierto que podrá
contestar a las preguntas de todos ustedes.
Su mirada estaba llena de ternura, como el
ojo único del amanecer. Todo él desbordaba Amor infinito. Era como un océano de
ambrosía.
Así pues, sus discípulos saludaron y se
fueron, ansiosos de escuchar las palabras de Kipu.
–Como dice el Sabio Varundar, el Amor a Dios
y la Meditación deben identificarse plenamente en el corazón de los hombres.
Iba a continuar cuando sus ansiosos compañeros hicieron una serie de preguntas
obligándola a concretar sus pensamientos.
–¿Qué es la meditación en el Ser? –preguntó
alguien. Y Kipu dijo:
–Todos los Sabios de la Humanidad, de todas
las culturas y de todos los tiempos, nos hablaron sobre la importancia de la
develación del Ser, ese misterioso Príncipe Celeste que mora en el recóndito
Reino del Corazón. ¿Por qué se nos ha otorgado la Gracia gigantesca de tenerlo?
¿Qué secreto insondable entraña su presencia en nosotros? ¿Quién puede llegar a
él, y por qué medios?
–En el ashram de mi padre, Dharma-Ji, nos
concentramos profundamente en él. En realidad, él es satsanga, la mejor
compañía de una criatura viviente. Sat-sanga, esto es, hallarse reunido con el
Ser, unificarse con el Ser, escogerlo a Él por sobre toda otra compañía.
Preferirlo, como los hombres comunes prefieren a la persona que les simpatiza
porque es la que prodiga toda clase de bienes en la Tierra, ya sean hijos,
confort, fortuna, placeres.
Hubo un largo silencio. La misma tarde
parecía suspirar como si la campana azul del cielo se hubiera convertido en un
inmenso oído sediento de escuchar también él las reveladoras palabras de Kipu.
–Satsanga... ¿se imaginan?... sentir tal
atracción por el Ser, tal grado de éxtasis ante el mero presentimiento de Su
existencia, que sólo Su compañía cuente, que sólo cuente Su presencia. Yo he
visto en el ashram de mi padre, meditar a los Santos durante días enteros.
Algunos de ellos, apenas si dormían o comían. El encuentro con ese Amigo íntimo
y misterioso era lo único que importaba.
–Para ello, a todos nosotros nos ayudaba
mucho la lectura de los Libros Sagrados, la constante presencia de los Santos,
en fin, todo el ambiente del ashram. La disciplina que seguíamos era la
siguiente:
–Nos levantábamos a las cuatro de la mañana,
hora benignísima de la naturaleza, hora de la armonía universal, o, como
decimos nosotros en India, hora sattvika. Sattva es una cualidad de la
Naturaleza que significa precisamente, equilibrio entre dos fuerzas opuestas:
la de la inercia, el estatismo enfermizo, que llevado a niveles psicológicos
genera holgazanería, descuido, indiferencia, y Rajas, o actividad, su opuesto,
energía que es madre de todo accionar, y también de todo apasionamiento. Estas
tres fuerzas son las que facultan el movimiento de los mundos. Sattva es
equilibrio divino. Se halla dentro de la manifestación, pero nimbada de la luz
del discernimiento. Se cree que esa energía sátwica se eleva antes del
amanecer; por ello, esos eran los horarios de nuestra meditación. Si el alma se
halla receptiva, podrá intuir la presencia de esta sagrada "Guna" o
cualidad de Naturaleza. Se nos enseñaba a permanecer silenciosos, y a
"escuchar" Su llegada, e intuir su presencia armoniosa. Cuando Sattva
se manifestaba, entonces nosotros, relajados, con la mente recogida en el
centro de la frente, que como sabemos es el asiento de la misma, esto es, de la
mente, pronunciábamos el Nombre de Dios. Para nosotros, el Nombre de Dios es
"Om".
–¿Por cuánto tiempo meditaban a la mañana?
–preguntó uno de los estudiantes.
–Lo hacíamos de cuatro a siete , de once a
doce del mediodía y de seis a nueve de la noche, esto es, un total de siete
horas –dijo Kipu.
–Es mucho, mucho tiempo –dijeron entonces
otros estudiantes. Y como las voces y las opiniones comenzaron a elevarse, Kipu
pidió a sus compañeros que hagan silencio.
–Es mucho para nosotros –dijo la joven– pero
es excesivamente poco para quien tiene el alma extasiada ante la Luz Divina. El
tiempo de la meditación varía según nuestras posibilidades. Cada quien debe
sondear las suyas. No somos iguales y nuestras tendencias e inclinaciones son
muy diferentes. A menos que se conozca profundamente a un hombre, no se le
puede ordenar que medite diariamente un determinado número de horas. Está
también el factor concentración. Actitud meditativa es una cosa, y meditación
sincera es otra. Nuestra actitud meditativa puede durar diez horas por día, y
en todo ese lapso, la meditación sincera, manifestarse por contados segundos.
Por todo esto, el tiempo, largo o corto que empleemos en la meditación, no es
demasiado importante. Como les decía –dijo Kipu retomando el hilo de sus
explicaciones– meditábamos ese número de horas algunos meses. Otros, las
prolongábamos, y otros más, las reducíamos hasta casi hacerlas desaparecer,
cambiándolas por la recitación de Mantras. Era también importante el ayuno...
lo llamábamos "Upa Vasa", o sea, "estar cerca de Dios’ o
preferir la compañía de Dios. El ser humano tiene muchísima inclinación por el
alimento material. Dar de comer a su cuerpo es ceremonia cotidiana y muy
importante. Cuando deja de hacerlo para buscar la compañía divina, la
meditación, el recogimiento, se abren los sellos de un profundo misterio: el
cuerpo deja de alimentarse de materia para que el alma coma el pan de la
espiritualidad durante veinticuatro horas. Es una transubstanciación, es un
acto alquímico, como de magia órfica: nos olvidamos por un instante de nuestros
lazos con el ser corpóreo para sutilizarnos por medio de la oración, y ascender
al banquete de la oración. La mesa celestial se halla siempre servida, mas,
¡cuán pocos son sus comensales! en esa divina mesa, los más sagrados manjares
esperan por un hombre que nunca llega. La criatura humana se diviniza
lentamente con la práctica del ayuno metódico, se purifica y va ascendiendo.
Cuando esto sucede, la concentración en el Ser del cual hablábamos al comienzo
, se produce naturalmente. Una piedra no puede volar, un pájaro sí, porque toda
su estructura lo capacita para ello. El espíritu de un hombre materialista, no
tiene la más remota idea de lo que sucede en el interior de un hombre celeste.
A propósito, en el ashram de Kerala, recuerdo que los niños llamábamos a los
Santos "los hombres azules" y a los que no lo eran les decíamos
"los hombres grises". En nuestra infantil inocencia, asociábamos a
los primeros con el color del cielo, y a los segundos, con el de la tierra.
Volviendo a la meditación en el Ser: ello significa algo muy sublime, y esto es
, hallar a Dios donde nadie lo busca ni lo ve, o sea, en nosotros mismos. A
través de los tiempos, los seres humanos se han dedicado a levantar grandes
Templos en honor a Dios. Los milenarios Templos de Luxor, en Egipto, los de
Apolo en Grecia, los de Mahabalipuram en India y esto por citar sólo algunos,
fueron elevados en honor de la Divinidad... mas... ladrillos y piedras son mero
reflejo del templo sutil que posee cada ser humano. Cuando hablamos de
concentración en el Ser, hablamos de despertar al Señor en nosotros. Por
cierto, los Templos son necesarios. Sin ellos, difícilmente recordaríamos que
Dios está en nosotros. Sin embargo, es nuestro despertar como esencia lo que
tiene verdadera importancia. Por eso la práctica de ayunos, práctica de sana
lectura y de meditación, apunta siempre al desarrollo del Ser en nosotros.
Kipu cesó de hablar. Sus compañeros
permanecieron silenciosos.
–En realidad –dijo Gopalika– no veo
diferencia entre las enseñanzas de Varundar y las del Ashram de Kerala...
Kipu dijo entonces:
–No la hay en esencia, pero... ¡imagínate! En
la Escuela de mi padre se habla del Ser; Varundar habla del Amor. Eso me
desorientó al principio, pero... cosa extraña, a medida que les hablaba a todos
ustedes, fui viendo más claro yo misma.
Por ejemplo: llamamos "experiencia
mística", a la que posee el alma de un santo, arrobado a los pies de su
Shiva, o de Vishnu, de Jesucristo, Budha, etc... A la sublime comunión de esa
alma bendita, con su dios particular, le llamamos como digo, experiencia
mística. Ahora bien: llamamos "realización metafísica", a la que
posee el hombre que llega al Ser, que devela su Ser, que lo contempla, pero...
no debemos ver a estos dos estados, como si fuesen diferentes. Para los más
ingenuos, lo son, y es porque los observan superficialmente
En realidad, nadie puede tener ninguna
experiencia mística, si no se encuentra cercano al Ser, ni nadie puede llegar a
una realización metafísica, dejando a un lado la experiencia mística, que es
idéntica a la realización, con otras vestiduras. Por eso les he dicho que a
medida que escuchaba a Varundar, podía ver claro y unificar ambas escuelas en
mi corazón.
–Mañana nos encontraremos de nuevo a los pies
de nuestro santo Maestro. Le contaremos sobre esta larga conversación.
Seguramente él nos develará nuevas maravillas para que podamos despertar al Reino
de la Visión Absoluta.
–II–
La mañana había nacido envuelta en los
sagrados mantos de la serenidad. Todo en ella era calma y dulzura. Las corolas
de las champakas se abrían a los rayos del Sol. Abejas y colibríes danzaban
armoniosamente por los invisibles senderos del espacio que envolvía como un tul
invisible la gracia de los jardines.
En las gradas del Templo, Varundar esperaba
por sus discípulos, al verlos llegar les dijo:
–Jóvenes, hoy iremos a almorzar con nuestros
hermanos del hospital de Chindi, a orillas de nuestra sagrada Madre Ganga-Ji.
Algunos de sus discípulos sintieron un
extraño pánico ingresando al corazón. Pánico. Ese macabro sentimiento no había
pedido permiso para ingresar al alma. Ni siquiera se había anunciado. Fue así,
de improviso. Había que comer con los leprosos de Chindi. Había que comer con
los leprosos. Leprosos. Y es claro, el pánico. Mientras unos permanecían
serenos, otros parecían indiferentes, ¿o acaso inconcientes? Lo cierto es que
la mayoría había sentido caer sobre las espaldas de su ego, los latigazos
infernales del temor. Es claro que no dijeron nada, pero cada quien, en la
infinita profundidad del corazón se arropaba con los harapos del miedo y el
rechazo. Todos ellos, pertenecían a la casta sacerdotal de India, de modo que
se hallaban muy lejos de imaginar siquiera que Varundar los llevaría a Chindi.
Ellos eran aspirantes a los secretos de la meditación. Varundar era un Maestro
en esas ciencias, en ese arte divino. No comprendían. ¿Por qué ir a Chindi?
¿Qué ganarían con ello? La visión de la miseria no era el camino de la
espiritualidad del hombre, (..o sí? )...¿Qué se extraería de ello? ¿No deberían
más bien aprender las ciencias del Pranayama, esto es, el arte de la
respiración perfecta, que es el ingreso a la vida perfecta en cuerpos
armoniosamente alimentados y en pos también de la perfección? ¿O bien estudiar
tratak o arte de la concentración?
Nadie preguntó absolutamente nada al Maestro
Varundar. Es claro que el silencio con el cual lo envolvieran sus estudiantes
susurraba a los oídos del sabio verdades mucho más grandes que todas las que
podían caber en extensos discursos
A las diez de la mañana llegaron a Chindi.
Unos cien pacientes internos salieron a recibirlos. Envueltos en sus vendas
blancas, muchos de ellos caminando con dificultad, eran en realidad el cuadro
de la desesperanza. Los discípulos de Varundar, a pedido de éste, habían traído
sendas canastas de alimentos.
–Deben compartir la comida con ellos –dijo.
Ordenó que se tendieran las mesas, se lavara a los enfermos y hasta que se
diera de comer a aquellos incapacitados de hacerlo por sus propios medios. A
las cuatro de la tarde, regresaron de Chindi hacia el Templo que era el lugar
de reunión de todos ellos. Caminaban agotados y una vez más silenciosos. Al llegar
tuvieron dos horas de descanso. Atardecía cuando volvieron a encontrarse, pero
el silencio continuaba. Varundar vio llegada la hora de hablar con sus
discípulos.
–Están muy silenciosos dijo. ¿Qué pasa?
Nadie habló. Nadie. Entonces alguien sollozó
y alguien más, y otro más.
Gopalika dijo:
–En estas dos horas, Maestro, la mayoría de
nosotros se ha sentido profundamente avergonzado por lo que hoy aconteciera.
Nos conmovió la visita a Chindi, es decir, nos hemos sentido desilusionados de
nosotros mismos. Hemos venido a golpear las puertas del cielo deseosos de que
se abrieran ante nuestro ruego. Hemos querido conquistar la fuente de la luz y
resulta que somos hijos de las sombras. Con toda soberbia e inconciencia
pretendimos beber el agua de los ríos sin darnos cuenta que nuestra naturaleza
posee la contextura de las piedras.
–Gopalika hablaba con voz trémula y
conteniendo apenas el sollozo.
–No nos estremece Señor, el haber sentido
pánico por nuestra visita a Chindi. Lo que realmente nos estremece y perturba
es nuestra osadía de estar aquí, estudiando contigo, requiriendo comprender el
arte de la meditación, siendo que estamos a años luz, de domeñar nuestro ego.
Quisimos conquistar el cielo, estando totalmente poseídos por la personalidad,
por este yo carnal y temeroso, vil y asustadizo que no se puede vencer con sólo
querer, o con sólo suponer que se lo vence. Es por eso Señor que permanecimos
silenciosos, es por vergüenza. Vergüenza de nosotros mismos. Dos de nuestros
compañeros no quisieron presentarse ante ti...! Tan grande fueron el bochorno y
la desilusión!.
Varundar entonces habló:
–Cuando nuestras acciones se hallan carentes
de la perfección que soñamos, la conciencia nos acusa, la Divina Conciencia,
que es la voz de ese espíritu celeste hablando en nosotros para orientarnos en
el largo camino hacia Dios. Dejen a un lado los auto-reproches, eviten que el
sentido de culpa los detenga en el Sendero. Corregir es mejor que lamentar, así
pues, no se detengan y continúen adelante. ¿En qué fracasaron? Tal vez en creer
que contaban con suficientes virtudes espirituales para abocarse al difícil
arte de la meditación. Repito, la meditación es un arte, no es una técnica, no
es un método, no es una mera disciplina, como la del labrador, el médico o el
alfarero. No es cuestión de aprender cómo efectuarla, ni basta con saber
ciertos ejercicios para su práctica. Se medita con el corazón. No se medita con
la mente.
–Mi viaje a Chindi con todos ustedes tuvo un
propósito: enfrentarlos a la filosa espada de la personalidad, que suele
destruír nuestras alas y que para nada entiende la sublime ciencia del vuelo.
Quise enfrentarlos a ella para que más adelante no les impida avanzar en el
Sendero. Ella está hecha de temor, y es mezquina; la visten las sombrías
túnicas del miedo y el egoísmo. Odia profundamente una palabra: servicio...Si!
Servicio al prójimo, dación inegoísta a quienes nos necesitan!. La práctica de
ese servicio y ese inegoísmo es la raíz del arte con el cual se origina toda
meditación. Un corazón endurecido en el nefasto campo de concentración que se
llama auto-protección, un corazón ácimo, amargo, sin dulzuras, que comienza y
finaliza en el cuidado de sí mismo, y solo de si mismo ,no puede ni remotamente
acercarse exitosamente a la meditación. Así pues, a todos ustedes les esperan
largos años de prácticas meditativas. Realícenlas de la mano del servicio,
porque la fe en Dios y el servicio a la Humanidad son las dos riberas que
enmarcan graciosamente al río divino del alma, cuyas aguas corren ansiosas de
integrarse con su Padre Dios Océano.
Hubo un profundo silencio entre los
discípulos que escuchaban agradecidos las palabras del Sabio Varundar.
–Les daré ahora –dijo Varundar– una simple
regla de meditación, para que siempre la tengan presente, la puedan llevar a la
práctica y la atesoren en su corazón. Suspendemos pues, Hijos míos el diálogo,
para que en vez de él ocupe su lugar la lectura de las frases que recibirán,
sencillas, pero gigantescas en esencia. Ellas me acompañaron durante toda la
vida, desde la niñez. Recuerdo que mis preceptores las llamaban "El
Diamante de la santidad".
Quien las realiza, es el único vencedor sobre
la tierra, el único a quien podemos llamar verdaderamente hombre perfecto.
Fue entonces hacia un rincón donde se hallaba
una mesa llena de escritos. Tomó algunos y los repartió entre sus estudiantes.
Estas paginas decían lo siguiente:
"Quien no malquiere a ser alguno, el
amable y compasivo, libre de afecciones y egoísmos, ecuánime en la dicha y en
la pena, indulgente.
Siempre gozoso, en armonía con su regulado
Ser, de voluntad resuelta, con mente y discernimiento posados en Dios, es a él,
a quien el Señor Ama.
Quien no conturba al mundo ni el mundo lo
conturba, que está libre de las inquietudes del goce, del temor y de la cólera,
es a él , a quien el Señor ama.
El que nada desea, el que sin pasión, sereno,
experimentado y puro, renuncia a toda empresa, él, ¡Oh devoto!, es a quien el
Señor, Ama!
El que ni ama ni aborrece ni se aflige ni
desea, y con plena devoción renuncia al bien y al mal, él es a quien el Señor,
Ama!
El que inalterable se mantiene ante el amigo
y el enemigo, en la fama y en la ignominia, en el calor y en el frío, en la
dicha y en la pena, libre de afecciones
Que por igual recibe la alabanza y el
vituperio, silencioso, del todo satisfecho con lo que le sucede, sin hogar
propio, de mente firme y plena devoción, él es a quien el Señor, Ama!
Mas en verdad, aquellos devotos llenos de fe,
para quienes el Señor es el Supremo Objeto, y participan de esta vivificadora
Sabiduría que aquí El reveló, ellos son, a quienes Dios predilectamente
Ama!"
Los jóvenes leyeron en silencio, estas
palabras del Bhagavad Gita. Varundar los observaba, no con los ojos físicos,
sino desde la amorosa atalaya de su corazón, pletórico de amor por toda criatura
viviente. Si; los observaba a través de los ojos de su amor!.
–Todos ustedes, les dijo, escucharon desde
niños estas enseñanzas.
Fueron ellas como brisa cálida y suave para
las alas de sus almas: aprendieron a Amar a Dios y al Sendero espiritual, por su
intermedio. Así como el musulmán oye los versos del Corán, el cristiano los de
su Evangelio , y el judío la Torah, así todos ustedes oyeron el poema del
Bhagavad Gita. Estos ocho versos que acaban de leer, pertenecen al capítulo
doce, y son cúspide y arquetipo del discipulado espiritual... Ellos reciben el
nombre de "amrita" o sea el licor de la Vida Divina, y deben
atesorarse como lo más sagrado dentro del corazón, pues nos prepara para lograr
una buena meditación. Nunca olviden que meditación es equilibrio, es armonía
entre fuerzas opuestas. Armonía es paz, es contentamiento interior, es
regocijo, y todo esto, nos otorga la lectura concientizada de los versos que
acabo de darles. Ellos son apenas ocho, pero la sabiduría que encierran, es
infinita. Por ejemplo, comienza diciendo: Quien no malquiere...
Varundar se detuvo, quedándose en silencio.
Luego de un breve instante, caminó pausadamente de un lado al otro de la
habitación, en cuyo frente se hallaba dictando la clase. Volvió de pronto a
repetir:
–Quien no malquiere... Y agregó: es todo lo
que estudiaremos de estos ocho versos. Cuando podamos ponerlos en práctica, lo
demás nos será dado naturalmente. Buscamos la perfección, navegando en barcos
de ensueños románticos, y evitamos la realidad como a un fuego quemante. Por
ejemplo: asistimos complacidos a ver una obra teatral, un film, que nos habla
sobre la vida de un santo...pero nos sentimos incapaces de hacer lo que ese
santo hacía. Vivimos quimeras, habitamos el reino de la fantasía. Somos
fuertes, soñando: muy débiles, construyendo. Por eso, vamos a construir a
partir de estas enseñanzas: quien no malquiere, quien tiene el corazón pleno de
compasión para con los demás, quien comprende, quien perdona: ese puede llegar
velozmente a la meta...Y agregó:
Con respecto al tema de la meditación,
observen: se ha puesto de moda. Todos hablan de sus ventajas, de la mente
serena que se puede obtener practicándola, de los bienes que ella otorga salud
corporal, buen ánimo, alejamiento de los estados de tensión... Somos como aves
de rapiña: deseamos conquistar, poseer, y ello, realizando el menor esfuerzo
para lograrlo, cuando en verdad, lo que precisamos es el noble espiritu del
campesino, que trabaja la tierra pacientemente para que en ella se eleve la
posibilidad del futuro fruto. Carecemos de constancia, de
discernimiento...Anhelamos la cosecha, y repudiamos el esfuerzo... ¿Dónde
podemos llegar con ello? Solo al fracaso, a la desilusion... Por eso es que les
digo que si no sabemos cómo y por qué meditar, hacemos de la meditación una
simple quimera, una fantasía, una mentira... Varundar volvió a repetir:
–Una mentira, que puede hacer mucho daño,
que, de hecho, lo está haciendo a alguien en este preciso instante en que estoy
hablando para ustedes, porque no hay nada mas triste en el camino espiritual,
que la decepción...
Gopalika se puso de pié. Quiso hablar, pero
optó luego por no hacerlo, sentándose nuevamente. Toda su alma esperaba una
aclaración a esas palabras. Varundar leía en el corazón de su discípula, como
el experto jardinero en la corola de una champaka. Sólo lamentó interiormente
que Gopalika no esperara a escuchar lo que él tenía que decir. Continuó
entonces:
–Una terrible mentira, porque la casa que no
posee buenos cimientos, es presa de cualquier vendaval, sí, cualquier tormenta
la destruye. Entiendan que no pueden lograr ningún éxito espiritual en
meditación, solo con anhelarlo, y cuando esto no se logra, nos posee la
desilusión, el alma se torna triste, como si hubiera sido engañada en su buena
fe...Los cimientos para una buena meditación nos dieron los sagrados Upanishads
hace miles de años ;es preciso poseer Viveka, esto es, discernimiento, y
Vairagya o sea desapego, desprendimiento. Ambos son hijos del Amor. Cuando me
aferro a mi fortuna, mi cuerpo", mis posesiones, estoy eligiendo lo
transitorio, lo irreal, estoy eligiendo la forma, y dando la espalda a la
esencia, estoy, en síntesis, aferrándome a mi verdugo, el ego humano, y
abandonando lo Real, el espíritu divino que habita en mí. No puedo conquistar Amor,
para depositarlo a los pies de este último, y así, solo rindo adoración al
Idolo Apego. Al hacerlo, nazco a mi verdadera muerte. No hay otra. Esa es la
muerte real, o sea el divorcio de Dios. Se habla de reflexión espiritual, para
el logro de Viveka, mas yo les aseguro que la reflexión espiritual no puede
florecer sino en un alma enamorada del Señor, y esto, porque no buscamos Viveka
tan solo para conquistar la liberación de la ignorancia. ¿Qué es ignorar?
Ignorar hijos míos... ignorar es ser incapaz de amar... Eso, es ignorar...
Cuando amo, de modo natural, nazco a Vairagya, nazco al bendito desapego. Tanto
amo a tantos, que ya no queda lugar para amarme a mi... Entonces, desaparezco,
me anulo como ego, y nazco a mi verdadera naturaleza...Como ven, luego de este
largo camino de ideas, regresamos nuevamente a la primera, esto es, "quien
no malquiere", y regresamos a ella, porque cuando estuvieron en Chindi,
ese sentimiento purísimo de no malquerer absolutamente a nadie, estuvo alejado
de sus corazones, y si él estuvo alejado, también la verdadera meditación
estuvo alejada. No es cuestión de cerrar los ojos a fin de meditar mejor: hay
que cerrarle los ojos, los oídos, los labios al ego mortal, ese que siempre nos
habla y catequiza... y despeña...
Quien no malquiere" logra la más
perfecta meditación. Su mente ya no tiene interferencias. Todo su ser se halla
habitado por la paz. Quien no malquiere" logra la concentración más plena
en el Ser-Dios, logra ser un constante canto de alegría. Deja de ser un náufrago
en el mundo, deja de estar perdido, como abandonado, constantemente herido y
mortificado por los murmullos incesantes de su mente-mundo. Quien no
malquiere" es porque quiere bien a todos, es porque su corazón amoroso
logró saltar las vallas del temor, del rencor, de la iracundia. Este buen
querer, lo diviniza, lo sublima, lo hace vivir en el reino de la felicidad. Ya
no juega a luchar contra sombras creadas por sus miedos; vive de la Luz, se
torna él, ella misma, luz.
Se preguntarán ustedes cómo lograr este no
malquerer, no quejarse... Abandonando la absurda creencia de que debemos
apoyarnos en nuestra propia voluntad... Nos podremos apoyar en nuestra propia
voluntad... "si Dios quiere"... Por eso el Bhagavad Gita nos enseña
que "ninguna criatura humana puede nacer a la luz, si no renuncia a la
voluntad intencionada". El creer que tenemos una voluntad independiente de
la voluntad de Nuestro Señor, nos llena de soberbia, de orgullo, nos alimenta
el ego mortal... y por ende, nos aleja de Nosotros como seres espirituales.¿
Pueden existir acaso, dos voluntades en el universo? ¿Puede existir la humana
voluntad y la voluntad de Dios? Una sola existe, y es la de Nuestro Señor. El
"libre albedrío" es una fabricación del ego mundano; el quiere
"hacer lo que se le viene en ganas", quiere ser –como dice– libre,
tener facultad para moverse, pensar, accionar por su propia cuenta... Lo cierto
es que, puede hacer todo esto, y de hecho lo hace, pero dentro de la Voluntad
Divina. Es Ella quien se lo permite, quien controla a sus criaturas, y también
quien le sustrae a su debido tiempo la facultad de creerse
independiente...Cuanto más débil sea el ego mundano y más poderosa la presencia
del Ser en nosotros, más fácil nos será la comprensión de esta enseñanza.
Lean además el verso número 27 del Capitulo
III del Bhagavad Gita, pues él nos enseña que "todas las acciones son
ejecutadas únicamente por las cualidades de naturaleza, esto es Rajas, Tamas y
Satwa. El ego mundano, alucinado por el egoísmo, piensa diciendo ‘Yo soy el
actor’"...
En realidad –continuó Varundar– nuestra
libertad es aparente, mientras permanezcamos en los dominios del ego mundano.
Alcanzamos la verdadera libertad al conquistar el Ser. No antes.
El Maestro Jesús, enseñaba que "no se
torna gris un solo cabello de nuestras cabezas, sino por voluntad del
Señor"...
–Así pues, hijos míos, debemos tomar el
camino de la meditación en el Ser; al hacerlo, debemos aligerar nuestras
tendencias mundanas. El ego no debe crecer, no debe absorbernos, no debe
hechizarnos con sus múltiples velos nacidos para escondernos la luz...
El viejo maestro, tomó asiento ante sus
discípulos. Ya para finalizar, dijo:
–Sed buenos, hijos míos...buenos de corazón.
Laváos interiormente en las aguas de la compasión constante, del perdón
constante, y vereis cómo, la meditación, con la gloria de sus frutos celestes,
frutos de paz, de serenidad, de contentamiento, caerán en la palma de vuestras
manos, al hallarse acariciadas las ramas del árbol de vuestras vidas, por el
viento sagrado del Amor...
Observó a sus alumnos. Preguntó si alguien
deseaba hacerle alguna pregunta sobre el tema que tocaba a su fin.. Como los
jóvenes permanecían en silencio, Gopalika decidió hablar en nombre de todos
ellos.
–Sólo para agradecerte, sabio Varundar, por
tus enseñanzas –dijo– y pedir tus bendiciones, para que podamos continuar en el
Sendero...
–No mis bendiciones, sino las del Señor, dijo
Varundar, al tiempo que se preparaba para marcharse. Y agregó todavía; El
siempre nos bendice a todos... El secreto está en aguardar sinceramente por
esas, Sus bendiciones, con el corazón abierto a su Divina Gracia...
FIN VARUNDAR
OM SHRI GANESHAIA NAMAHA!!!
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