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miércoles, 23 de marzo de 2011

CITAS -- MEDITACION -- Cada paso es vida





Thich Nhat Hanh

“El Buda es a veces llamado ‘El que es soberano de sí mismo.’ Los eventos nos arrastran y nos perdemos. El meditar caminando nos ayuda a recuperar nuestra soberanía, nuestra libertad como ser humano. Caminamos con elegancia y dignidad, como un emperador, como un león. Cada paso es vida.” Thich Nhat Hanh (The Long Road Turns to Joy)

“Estamos juntos.
Tenemos la oportunidad
de vernos profundamente.
Pero si no estamos
totalmente presentes,
todo será como un sueño.”

“Los que practican el vivir con atención, inevitablemente van a producir una transformación en ellos mismos y en su forma de vida. Vivirán en forma más sencilla, tendrán más tiempo para gozar de sí mismos, de sus amigos y de su ambiente natural, de ofrecer alegría a otros y de aliviar el sufrimiento ajeno.”

“Si quieres un jardín, debes agacharte y tocar la tierra. La jardinería es una práctica, no una idea.”

“ya llegué
ya estoy en casa
mi destino está en cada paso
con paz y libertad”

“Siendo roca, siendo gas, siendo niebla, siendo Mente,
Siendo los mesones que viajan entre las galaxias a la velocidad de la luz,
haz venido aquí, mi amado…
te has manifestado como árboles, como pasto, como mariposas, como seres unicelulares, como crisantemos,
pero los ojos con que me miraste esta mañana me dicen que nunca has muerto.”
(El viejo mendigo)
El Dalai Lama
“El cuerpo es como una pared, la consciencia o mente es como una pintura”

“El tema central de las Cuatro Verdades Nobles es el de causalidad [natural] en lo que se refiere a la felicidad y al sufrimiento”
Shantideva
“No existe nada fuera de la práctica
de los inspirados por el Buda;
Cuando se aprende a vivir en esa forma,
no hay nada sin valor.”

“Como un sueño,
Lo que gozo
Será un recuerdo;
El pasado no se vuelve a visitar.”

“Cuando los cuervos encuentran una serpiente moribunda,
Se comportan como si fueran águilas.
Si me veo como víctima,
Sufro por fracasos insignificantes.”

“Aún cuando hago cosas en beneficio de los demás
No surge ningún sentimiento de asombro o altivez.
Es como alimentarme a mí mismo;
No espero nada a cambio.”
Joanna Macy
(World as Lover, World as Self)

“El propio mundo tiene un papel que jugar en nuestra liberación. Sus meros placeres, dolores y riesgos nos pueden despertar–librarnos de las ataduras del ego y guiarnos a casa en nuestra vasta y verdadera naturaleza. Para algunos de nosotros, el amor por el mundo es tan apasionado, que no podemos pedirle que espere hasta que estemos iluminados.”

“Soy un flujo de materia, energía e información, que atraviesa y a su vez es transformado por mis propias experiencias e intenciones.”

“La gente no va a encontrar la fuerza de la verdad o la autoridad interior escuchando a los expertos sino a ellos mismos, ya que cada uno es un experto, a su manera, sobre lo que es vivir en un planeta en peligro.”

“En vez de eliminar el ruido para extraer el mensaje, el meditador apaga el mensaje para ocuparse del ruido.”
Otros
“Nuestro estado de separación es una falsa ilusión;
somos partes interconectadas del todo –
somos un estanque con movimiento y memoria.
Nuestra realidad es mayor que tu y yo,
y que todas las embarcaciones que surcan estas aguas,
y que todas las aguas que navegan.”
Erwin Laszlo

“Un ser humano es parte de un todo, al que llamamos ‘universo’, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Se siente a sí mismo, a sus pensamientos y sus sentimientos, como algo separado del resto –una especie de ilusión óptica de su consciencia. Esta falsa ilusión es un tipo de prisión, que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto hacia las pocas personas que están cercanas. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión ensanchando nuestro círculo de compasión hasta estrechar todas las criaturas vivientes y a la totalidad de la naturaleza en su belleza. Nadie puede lograr esto completamente, pero el intentar tal logro es en sí parte de la liberación, y la base de una seguridad interna.” A. Einstein 

“Si te he causado daño o dolor, con o sin intención, te pido que me perdones, y si tu me has causado daño o dolor, con o sin intención, yo te perdono.” despedida de U Pandita

No es que nuestras vidas estén siempre en cambio; nuestras vidas están hechas de cambio.” Sharon Salzberg

“La mente no es más que el aspecto interno de la conectividad de los sistemas dentro de la matriz.” Erwin Laszlo (Introduction to Systems Philosophy, 1973) 

“Un monje le preguntó a Yun Men, ‘¿Cuáles son las enseñanzas de toda una vida?’ Yun Men le dijo, ‘Una afirmación apropiada’.” (Blue Cliff Record)

“El emperador Wudi de Liang le preguntó al gran maestro Bodhidharma, ‘¿Cuál es el significado más elevado de las verdades sagradas?’ Bodhidharma dijo, ‘Vacío, sin santidad’. El emperador dijo, ‘¿Quién está enfrente mío?’ Bodhidharma respondió ‘¿No sé?’.” (Blue Cliff Record)

“Un día un viejo estaba dando vueltas al monasterio Reting. Geshe Drom le dijo: ‘Señor, me alegra verte dando vueltas, pero ¿no preferirías estar practicando del dharma?’.
Pensándolo bien, el viejo consideró mejor encubrirse leyendo unas escrituras budistas. Mientras leía en el patio del templo, Geshe Drom le dijo: ‘Estoy feliz de verte leer el dharma, pero ¿no preferirías practicarlo?’.
Ante esto, el viejo consideró que la mejor forma de encubrirse era meditar con una intención única. Puso a un lado sus lecturas y se sentó en un cojín, con los ojos entornados. Geshe Drom le dijo: ‘Qué bueno que medites, pero ¿no preferirías estar practicando el dharma?’.
Sin más escapatorias, el viejo preguntó: ‘Geshe-la, por favor, ¿cómo debería practicar el dharma?’.
‘Cuando practicas’, contestó Drom, ‘no hay distinción entre el dharma y tu propia mente’.”
Tsun ba je gom (Consejos Varios para los Maestros Kadampa)

“No recibimos sabiduría, debemos descubrirla nosotros mismos, luego de una jornada en la selva, que nadie puede hacer por nosotros, de la que nadie nos puede librar, porque nuestra sabiduría es el punto de vista desde el cual por fin miramos el mundo.” Marcel Proust

“El propósito de calmar la mente en budismo no es llegar a estar absorto, sino hacerla capaz de estar presente consigo misma durante un tiempo suficiente para lograr una compenetración en su propia naturaleza y funcionamiento.” F. Varela (Emboidded Mind)

“El discípulo Hui-K’e le pidió a Bodhidharma, ‘Por favor, ayúdame a calmar mi mente’. Bodhidharma le dijo, ‘Tráeme tu mente, para que pueda calmarla.’ Luego de un tiempo, Hui-K’e dijo, ‘Pero, no puedo encontrar a mi mente’. ‘Ya está’, dijo Bodhidharma, ‘ya he calmado tu mente’. Charles Luck (Chan & Zen Teaching)

“La vacuidad nonata ha soltado los extremos del existir y no—existir. Es, por lo tanto, el mismo centro y el camino medio. La vacuidad es el camino que recorre la persona centrada.” Tsongkhapa

“El camino del Buda es conocerte;
Conocerte es olvidarte;
Olvidarte es estar abierto a todas las cosas.”
Dogen (Genjo Koan)

“Luego sabemos que, sin despertar, aún un Buda es un ser que siente, y que incluso un ser que siente, si se despierta en el instante de un pensamiento, es un Buda.” Hui Neng

“Talento para hablar diferente, más que argumentar bien, es el instrumento clave para el cambio cultural.” Richard Rorty

Citas del Buda





Citas del Buda

“Y descubrí una verdad profunda, tan difícil de percibir, difícil de entender, tranquilizante y sublime, la que no se adquiere por puro razonamiento, y es sólo visible al sabio.”

“[cuando un discípulo ve correctamente la naturaleza del surgimiento causal, nunca se le ocurrirá] regresar corriendo al pasado, pensando ‘¿He vivido en tiempos pasados? ¿O no? ¿Qué era antes? ¿Cómo era entonces? O libre de ser qué, ¿qué llegué a ser?’ Ni tampoco [le va a pasar] que vaya corriendo hacia los tiempos por venir pensando: ‘¿Renaceré en el futuro? ¿O no? ¿Qué seré en el futuro? …’ O que se quede perplejo consigo mismo en el tiempo presente, pensando ‘¿Realmente soy? ¿O realmente no soy? ¿Qué soy en realidad? ¿Cómo soy es que soy realmente? La persona que es yo, ¿de dónde vino, adónde irá?’ ¿Por qué nunca surge esto? Porque el discípulo, hermanos, ha visto muy bien por medio de la comprensión correcta cómo realmente son tanto este acontecer causal como cómo han causalmente ocurrido las cosas.”

“Este cuerpo (kaya), hermanos, no es ni tuyo propio ni es el de otros. Debe ser considerado como consecuencia de las acciones pasadas, de los planes, de las voliciones, de los sentimientos.”

“El pensamiento se manifiesta en la palabra
La palabra se manifiesta en un hecho
El hecho se desarrolla en un hábito
El hábito se solidifica en el carácter
Del carácter nace el destino
De manera que observa con cuidado tus pensamientos
y permíteles nacer del amor
que nace del respeto a todos los seres”

“Y además, un monje sabe que cuando está yendo, ‘Estoy yendo’. Sabe que cuando está parado, ‘Estoy parado’. Sabe que cuando está sentado, ‘Estoy sentado’. Sabe que cuando está acostado, ‘Estoy acostado’.”

“La confusión condiciona la actividad, la que condiciona la consciencia, la que condiciona la personalidad encarnada, la que condiciona la experiencia sensorial, la que condiciona el impacto, el que condiciona el estado de ánimo, el que condiciona el anhelo, el que condiciona el aferrarse, el que condiciona el llegar a ser, el que condiciona el nacimiento, el que condiciona el envejecer y la muerte.”

 “Pero si no existe otro mundo y si las acciones bien y mal hechas no fructifican y maduran, entonces aquí en esta vida yo estaré libre de hostilidad, angustia y ansiedad, y viviré feliz.
Éste es el segundo bienestar adquirido …”

“Del mismo modo que el amanecer es el precursor de la salida del sol, la verdadera amistad es la precursora del surgimiento del noble camino óctuple.”

“Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos se origina en nuestros pensamientos.
Con nuestros pensamientos, hacemos el mundo.”

“Del mismo modo que examinarías el oro, quemando, cortando y frotando, también los monjes y estudiosos deberían examinar mis palabras. Sólo así deberían ser aceptadas; y no simplemente por respeto a mí.” (atribuido al Buda)

“No creas en nada, simplemente porque te lo han dicho o porque es tradicional. No le creas a tu maestro simplemente por respeto. Pero si de alguna forma, por medio de un examen, encuentras que es uno que lleva al bienestar y felicidad de todas las criaturas, entonces sigue ese camino como la luna  sigue el camino de las estrellas.”

“No estén satisfechos con rumores o con la tradición o con erudición legendaria o con lo que ha bajado en las escrituras o con conjeturas o con inferencias lógicas o con pesar evidencia o con gustar un punto de vista luego de ponderarlo o con la habilidad de otro o con el pensamiento ‘El monje es mi maestro’. Cuando sepan internamente: ‘Estas cosas son íntegras, sin culpa, alabadas por el sabio y al ser adoptadas y aplicadas llevan al bienestar y felicidad’, entonces deberían practicarlas y morar en ellas …”  (Kalama Sutha)

“Mientras mi visión no fuera totalmente clara … respecto de las cuatro verdades que ennoblecen, no pretendí haber llegado a un despertar auténtico…”

“Supón, Malunkyaputta, que un hombre fuera herido por una flecha embebida en veneno, y que sus amigos y compañeros trajeran a un médico para curarlo. El hombre diría: ‘No voy a permitir que el médico me quite la flecha hasta que sepa el nombre y clan del hombre que me hirió; si utilizó un arco o una ballesta; si la flecha tenía punta de pezuña o era curva o tenía púas’.
Nada de esto sabría el hombre y mientras tanto, moriría. También así, Malunkyaputta, si alguien dijera: no voy a llevar una vida noble bajo el Buda hasta que el Buda me declare si el mundo es o no eterno, finito o infinito; si el alma es lo mismo o diferente del cuerpo; si uno que ha logrado el despertar continua o no existiendo luego de la muerte’, eso seguiría sin ser declarado por el Buda y mientras tanto esa persona moriría.”

“No hay condiciones permanentes;
No hay condiciones confiables;
Nada es sí mismo.”

El Tratado de Paz

El Tratado de Paz

Con el fin de vivir juntos y felices durante mucho tiempo, con el fin de que podamos desarrollar y profundizar continuamente nuestro amor y nuestra comprensión, nosotros, los abajo firmantes, prometemos observar y practicar lo siguiente:

Yo, el que está enojado, estoy de acuerdo en:
Evitar decir o hacer cualquier cosa que pueda provocar más daño o que recrudezca el enojo.
No reprimir el enojo.
Hacer la práctica de respirar con atención y tomar refugio en la isla de mí mismo.
Con toda serenidad y en el plazo de veinticuatro horas, comunicar a la persona que me ha hecho enojar y sufrir, ya sea verbalmente o presentando una Nota de Paz, que estoy enojado.
Pedirle que nos veamos a finales de la semana (p. ej., el viernes por la noche) para discutir este problema más a fondo, ya sea verbalmente o por medio de una nota.
No decir: “No estoy enojado. No importa. No estoy sufriendo. No hay por qué enojarse, al menos esto no es suficiente para hacerme enojar”.
Hacer la práctica de respirar con atención y observar mi vida cotidiana profundamente –mientras estoy sentado, acostado, de pie o caminando– para ver:
De qué forma, a veces, he manifestado mi falta de tacto.
Cómo he herido a la otra persona por la energía de mis propios hábitos.
Que la vigorosa semilla del enojo en mí es la causa fundamental de mi enojo.
Que el sufrimiento de la otra persona, que riega la semilla de mi enojo, es la causa secundaria.
Que la otra persona sólo desea aliviar su sufrimiento.
Que mientras la otra persona sufra, yo no podré ser feliz.
Pedirle perdón inmediatamente, sin esperar el viernes por la noche para hacerlo, tan pronto me haya dado cuenta de mi falta de tacto y atención.
Aplazar la cita del viernes si no me siento lo suficientemente sereno para encontrarme con la otra persona.

Yo, la persona que he hecho enojar a la otra, estoy de acuerdo en:
Respetar los sentimientos de la otra persona, no ridiculizarla y darle tiempo suficiente para que se serene.
No presionarla para discutir el problema de inmediato.
Confirmar su petición para vernos, ya sea verbalmente o por medio de una nota, y hacerle saber que estaré allí.
Hacer la práctica de respirar con atención y tomar refugio en la isla de mí mismo para ver:
Que tengo semillas de crueldad y de enojo, y también la costumbre de hacer infeliz a la otra persona.
Que me había equivocado al pensar que haciendo sufrir a la otra persona aliviaría mi propio sufrimiento.
Que al hacer sufrir a la otra persona, provoco mi propio sufrimiento.
Pedirle perdón tan pronto me haya dado cuenta de mi falta de tacto y atención, sin intentar justificarme y sin esperar hasta el viernes por la noche para hacerlo.

Prometemos, poniendo a Buda por testigo y bajo la presencia atenta de la Sangha, seguir estos Artículos y llevarlos a la práctica de todo corazón. Invocamos a las Tres Joyas para que nos protejan y nos otorguen claridad y confianza.
Firmado, el día ___ de __________del año ______ en ______________________________________

Glosario





Glosario

C: coreano; J: japonés; P: pali; S: sánscrito; T: tibetano; L: literalmente.

Amitabha (S) (J: Amida) Uno de los buddhas principales de la escuela Mayahana.

anatman, anatta (S: an = sin, atta = alma, espíritu) “ayoidad” (sic) Negación de la existencia de un ser substancial, eterno e inmutable; concepto básico de la filosofía budista.

Arhat (S) L: honorable. Santo budista que ha ganado la liberación final a través de lograr el nirvana y que por lo tanto ya no está sujeto a la frustración y sufrimiento del samsara. Aunque es el estado característico del buddha, se ha convertido en el ideal hinayana de santidad, en contraste con el ideal mahayana del bodhisattva.

Avalokitesvara (S; J: Kannon; T: Chen Resig; C: Kwan Um) Bodhisattva de la compasión.

Bodhisattva (S) (P: Bodhisatta) Bodhi: Iluminación o sabiduría; Sattva: esencia. Ideal mahayana de santidad. Alguien que ha desarrollado una mente despierta (bodhicitta) y compasión imparcial por todos; que dedica su vida a perfeccionar la budeidad para beneficio de los demás. Los ideales del bodhisattva incluyen los seis paramitas para el desarrollo personal y los cuatro medios dirigidos al desarrollo ajeno. Los seis paramitas son: generosidad, moralidad, paciencia, esfuerzo entusiasta, concentración y sabiduría. Los cuatro medios son: dar lo que se necesita con urgencia, usar siempre la palabra amable, dar consejos éticos a los demás y mostrar estos principios a través del ejemplo propio.

Dharma (S) (P: Dhamma) Derivado de “sostener”. (T: chos = “cambio” o “transformación”) Las enseñanzas del Buddha: la “verdad” o el “camino” y su práctica. Una de las “tres joyas” (junto con el Buddha y la Sangha). 

dharma (S) En minúscula: cualquier fenómeno existente.

Interdependencia (S: pratityasamutpada) Normalmente mencionada como el principio central de la filosofía budista, mantiene que lo que es real necesariamente existe en dependencia de otro. La interdependencia está ligada a la vacuidad, ya que todas las cosas son causalmente interdependientes si y sólo si todas las cosas están necesariamente vacías de toda esencia independiente o naturaleza intrínseca. Frecuentemente se citan tres formas progresivamente más sutiles de interdependencia: (1) interdependencia causal, por la cual todo objeto (como por ejemplo un árbol) es necesariamente el producto de causas y condiciones (tales como semilla, suelo, luz solar, etc.); (2) interdependencia de parte/todo, por la cual cualquier objeto (como por ejemplo, un automóvil) necesariamente depende de una colección de partes o características (ruedas, ejes, motor, etc.); y (3) interdependencia cognitiva, o recíproca, por la cual se puede decir que todo objeto existe en la medida que una consciencia lo identifica como “x” en oposición a “no–x”.

Manjushri (Mañjusri) Bodhisattva del conocimiento y la sabiduría; encarnación de la comprensión de todos los buddhas. Tradicionalmente se lo representa con la espada de la sabiduría en la mano derecha mientars que en la izquierda sostiene el tallo de una flor de loto en la que se apoya el Sutra de la Perfección de la Sabiduría.

Nirvana (S) (P: Nibbana) L: “que trascendió el dolor y la tristeza”. Iluminación, liberación total e incondicional del sufrimiento y de sus causas subyacentes, que sólo puede ser lograda cuando ha cesado el proceso de todas las angustias emocionales y mentales. A veces se conoce a nirvana como nirodha, cesación verdadera, o moksa, liberación. Es un estado en el que uno está vacío del yo y lleno de “todidad” al mismo tiempo. La felicidad última que es toda inclusiva y sin embargo vacía de un yo diferenciado.

No–yo (anatman). Comprensión del Buddha de que la existencia condicionada y no iluminada se basa en la creencia incorrecta de la existencia de un “yo” permanente y duradero. La comprensión de la ausencia de tal yo abre la puerta de la liberación del sufrimiento de una existencia condicionada. Hay diferencias en las diversas escuelas budistas sobre esta enseñanza.

Padmasambhava. Maestro de meditación de la India que fue instrumental en establecer al budismo en Tibet en siglo octavo. Es más conocido por el doblegar los espíritus y demonios de ese país por medio de sus tremendos poderes mágicos y por propagar las enseñanzas del Vajrayana.

Paramitas (S) perfecciones.

Prajña (S) Sabiduría o compenetración; “percepción discriminante de la esencia, distinciones y características particulares o generales de cualquier objeto dentro del dominio de la percepción, a cuya conclusión desaparecen todas las dudas”. No es conocimiento en estado pasivo ni tampoco almacenado, sino un proceso cognitivo activo.

Paticca samuppada (P: paticca = “sobre de”, uppada = surgimiento, sam = “conjunto”) Origen interrelacionado, co-surgimiento dependiente.

Samsara (S) (T: srid par 'khor lo) Manera irreal de existencia en la que las acciones son motivadas por concepciones perturbadoras (klesha) basadas en la ignorancia (avidhya). Se caracteriza por la ansiedad, la frustración y el sufrimiento.

Shakyamuni (Sakyamuni; 563‑483 a.n.e.) L: “El Poderoso del Clan de los Shakya”. El histórico Buddha Gautama.

Skandhas o Cinco Agregados. Clasificación de los fenómenos físicos o mentales en: forma, sentimientos, percepciones, formaciones mentales y consciencia. A veces conocidos por “constituyentes psicofísicos”, forman la base del sentimiento de “yo” y de identidad personal de un individuo.

Sutra (S) (P: sutta) Enseñanzas del Buddha Shakyamuni preservadas en sánscrito y otros idiomas.

Tara (Tara) Una de las deidades femeninas más importantes de la iconografía budista mahayana, usualmente representada en color verde, representa la energía perfecta y la actividad de todos los buddhas. De acuerdo a la leyenda, Tara juró mantener su forma femenina durante todo su camino espiritual y, ya que hay tan pocos buddhas femeninos, lograr la iluminación perfecta en esa misma forma.

Vacuidad (S: sunyata; T: stong pa nyid) Postura filosófica budista de que todas las cosas (dharma) están vacías de una esencia o existencia permanente e inherente. Aunque en última instancia las cosas están vacías de una existencia absoluta, se puede decir que existen convencionalmente, en dependencia de causas y condiciones. La vacuidad no es un estado ontológico, ya que ella misma carece de un existencia inherente. Nagarjuna fue el primero en desarrollar esta doctrina a su máxima expresión, en su famoso texto Mulamadhyamaka.

Tres Lecciones sobre la Compasión



Tres Lecciones sobre la Compasión



Pensaba que sabía lo que era la compasión –es un concepto familiar, común a todas las religiones. Pero en ese primer verano que estuve con los tibetanos, se me reveló en dimensiones nuevas para mí.

En ese entonces yo no era estudiante de budismo, cuando vivía en la India con mi marido y mis hijos, y cuando en enero de 1965 conocí a los refugiados tibetanos en las estribaciones del Himalaya. Ni tampoco era, pensaba, interés en el Dharma lo que me llevó de regreso a ellos el verano siguiente –hacia ese grupo andrajoso de monjes y lamas y laicos que, con su líder Khamtul Rimpoché, habían salido de Kham, en Tibet Occidental. Simplemente quería estar cerca de ellos. Sentía una especie de felicidad alocada en su compañía, e imaginaba que podía ser de alguna utilidad.

A pesar de sus coloridas y conmovedoras ceremonias, estaban en una situación difícil. Presa de enfermedades desconocidas en Tibet, vivían con ingresos mínimos, abarrotados en casuchas alquiladas, en la estación de la colina de Dalhousie. Sin sustento ni tierra propios, temían ser separados unos de otros y ser embarcados por las autoridades del gobierno Hindú hacia los diferentes proyectos de trabajo, brigadas viales, campamentos, escuelas, orfanatorios y otras instituciones que se estaban instalando para los miles de refugiados de la represión china en Tibet. De manera que, junto con un voluntario estadounidense del Cuerpo de Paz, trabajé para ayudarles a desarrollar una base económica que les permitiera permanecer juntos como una comunidad. Cuando mis hijos terminaban la escuela en Delhi, nos mudábamos por el verano a Dalhousie.

Nuestra meta era ayudar a los refugiados a usar su rica herencia artística para producir artesanía para la venta, y a establecer un esquema de mercado cooperativo. Durante ese proceso se generaron amistades que cambiarían mi vida.

Tenía bien claro que los rimpochés, o venerables lamas encarnados de la comunidad, eran grandes maestros del budismo tibetano, pero no pedí enseñanzas. Dadas las condiciones que enfrentaban y las exigencias sobre su atención y salud, eso me parecía presuntuoso. Quería aliviar sus cargas, no sumarme a ellas. Las preciosas horas que teníamos libres para estar juntos las destinábamos a hacer planes para la comunidad, postular para las raciones del gobierno, o escogiendo lanas, tintes, y diseños para la producción de alfombras. De todos modos, el caminar entre la casa de campo que alquilábamos con mis cuatro niños, desde la carretera del círculo superior de Dalhousie, y la comunidad khampa, una milla más abajo, no dejaba tiempo para leer escrituras o para aprender meditación. Pero las enseñanzas vinieron de cualquier manera. Llegaron en formas simples e inesperadas. Tengo, en particular, vívidos tres recuerdos.

Un día, después de pasar la mañana con los niños, iba bajando la montaña para reencontrarme con mis amigos khampa. De pasada, había acompañado a mi hijo mayor, de once años de edad, a una clase de Dharma para occidentales en una escuela de jóvenes lamas tibetanos. Una monja que hablaba inglés estaba a cargo de la enseñanza y dijo: “Son tantos los seres sensibles, y tantos sus nacimientos a lo largo del tiempo, que cada uno en algún momento fue tu madre”. Ella explicó luego una práctica para desarrollar la compasión: consistía en considerar a cada persona como tu madre en alguna vida anterior.

Jugué con esa idea mientras bajaba la montaña, siguiendo un camino estrecho, sinuoso entre cedros y rododendros. El astronómico número de vidas que las palabras de la monja evocaron aturdía mi mente –y sin embargo la intención de esta práctica curiosa, con toda su fantasía descabellada, era conmovedora. Qué lástima, pensé, que ésta no fuera una práctica que pudiera utilizar, ya que la reencarnación no existía en mi sistema de creencias. Luego hice una pausa en el camino mientras se acercaba la figura de un culí.

Los culís, o cargadores, eran una figura familiar en los caminos de Dalhousie, y los más excesivamente cargados eran los que subían trabajosamente la montaña con troncos gigantescos en sus espaldas. Eran montañeses de casta baja cuyas formas dobladas y flacas parecían enanas junto a sus cargas, de varios metros de longitud. Me había acostumbrado a mirarlos, y me había acostumbrado también al sentido de consternación que provocaban en mí. Normalmente apartaba la mirada con desagrado, y pasaba de largo mascullando internamente juicios sobre el tipo de sistema social y económico que explotaba en esa forma a  su propia gente.

Esta tarde me quedé completamente inmóvil. Observé la delgada y zigzagueante figura subir lentamente hacia mí, llevando su carga –que parecía el tronco de un cedro– alrededor de una curva. Retrocediendo un poco para apoyar la parte posterior del tronco contra el banco, para aliviar el peso, el culí hizo una pausa para recobrar el aliento. Le dije suavemente “Namasté”, y di un paso vacilante hacia él.

Quería ver su cara. Pero él estaba todavía atado bajo el tronco, y hubiera tenido que ponerme en cuclillas bajo suyo para contemplar sus facciones –que ahora desesperadamente anhelaba ver. ¿Qué cara tenía ahora esta amada que mucho tiempo atrás fue mi madre? Mi corazón temblaba de felicidad y aflicción. Quería tocar su mejilla tan morena, que apenas vislumbraba, y encontrarme con esos ojos dirigidos al suelo. Quería desamarrar y reacomodar las correas para compartir su carga montaña arriba. Sea por respeto o por vergüenza, no lo hice. Simplemente me quedé a dos metros de distancia y bebí cada rasgo de esa forma: la barbilla grisácea, el turbante harapiento, las manos nudosas asiendo la parte delantera del tronco que le rebasaba por enfrente.

Los acostumbrados comentarios de mi sociólogo interno se evaporaron. Lo que aparecía ahora ante mí no era una clase oprimida o la acusación a un sistema económico, sino un ser distinto, irreemplazable, e incomparablemente precioso. Mi madre. Mi hijo. Mil preguntas urgentes aparecieron en mi mente. ¿Adónde iba él? ¿Cuándo llegaría a casa? ¿Habría allí seres queridos para saludarlo y una buena comida para comer? ¿Lo esperaría un descanso, y canciones, y abrazos?

Cuando el culí levantó al tronco del banco y empezó a balancear su peso para reanudar la marcha cuesta arriba, proseguí mi camino montaña abajo. No había hecho nada para cambiar su vida, o para revelar el descubrimiento de nuestra relación. Pero la falda de la montaña en Dalhousie brillaba con una luz diferente; partes de mi mente habían sido reacomodadas, mi corazón había sido abierto. Qué extraño, pensé, que no necesité creer en la reencarnación para que eso ocurriera.

El segundo incidente ocurrió al poco tiempo, en una tarde similar de verano en Dalhousie. Era una de las muchas horas del té con Khamtul Rimpoché, la cabeza de la comunidad de refugiados de Kham, donde junto con dos tulkus menores o lamas encarnados hacíamos planes para su centro de producción artesanal. Como de costumbre, Khamtul Rimpoché tenía un lienzo estirado a su lado en el cual, con su acostumbrada, amable ecuanimidad, pintaba mientras bebíamos nuestro té y charlábamos. Su cara enorme, redonda, exudaba una confianza serena en que nuestras deliberaciones iban a tener buen fruto, tal como las formas del Buda en su lienzo tomaban forma bajo el fino pincel en sus manos.

Yo, como de costumbre, estaba atrapada en la urgencia de desarrollar nuestros planes para la cooperativa artesanal y las múltiples solicitudes de subsidio. No podía saber entonces que este esfuerzo resultaría finalmente en el asentamiento monástico de Tashi Jong, donde unos años más tarde, en tierras adquiridas en el Valle Kangra en las estribaciones del Himalaya, una comunidad de 400 monjes y laicos khampa sentaría sus raíces en el exilio.

En esta tarde particular una mosca cayó en mi té. Eso era, por supuesto, algo sin importancia. Después de un año en la India me consideraba imperturbable por insectos; por hormigas en la azucarera, arañas en la alacena, e incluso alacranes en mis zapatos por la mañana. Sin embargo, al levantar mi taza, he debido haber revelado, por mi expresión facial o un pequeño sonido, la presencia de la mosca. Choegyal Rimpoché, el tulku de dieciocho años de edad que ya se estaba convirtiendo en mi amigo de toda la vida, se inclinó hacia adelante con simpatía y preocupación. “¿Qué pasa?” “Oh, nada”, dije “no es más que una mosca en mi té” Me reí un poco para comunicar mi aceptación y compostura. No quería que pensara que unos simples insectos fueran un problema para mí; después de todo, era una India-wallah experimentada, relativamente libre de fobias occidentales y apegos a la salubridad moderna.

Choegyal canturreó suavemente, aparentemente en conmiseración con mi apuro, “Oh, oh, una mosca en el té”. “No hay problema”, reiteré, sonriendo en forma reconfortante. Pero él siguió mostrando una gran preocupación en mi taza. Se levantó de su silla, se inclinó e introdujo su dedo en mi té. Con mucho cuidado sacó la mosca ofensora y salió del cuarto. Se reanudó la conversación en la mesa. Estaba ansiosa por conseguir el acuerdo de Khamtul Rimpoché con los planes para asegurarnos de lana de gran altitud que él deseaba para la producción de alfombras.

Cuando Choeyal Rimpoché regresó a la casa de campo, estaba radiante. “Va a estar bien”, me dijo en voz baja. Me explicó cómo había colocado a la mosca en la hoja de una rama de un arbusto cerca de la puerta, donde sus alas se podrían secar. Y la mosca estaba todavía viva, porque había comenzado a desplegar sus alas, y seguramente podríamos esperar que alzara vuelo pronto …

Eso es lo que recuerdo de esa tarde –no los acuerdos a que llegamos o los planes que hicimos, sino el informe de Choegyal de que la mosca viviría. Y recuerdo, también, la risa en mi corazón. No podría, con toda justicia, compartir todas las dimensiones de la compasión de Choegyal, pero el placer en su cara revelaba cuánto me estaba perdiendo al no extender mi preocupación personal hacia todos los seres, incluyendo las moscas. Pero al mismo tiempo, la noción de que tal cosa fuera posible me dio un deleite sin límite.

Mi tercera lección ese verano también ocurrió de un modo casual, de paso. Para ayudar a los tibetanos, quería contar su historia al mundo, una historia que yo justamente comenzaba a descubrir. Tenía fotos impresionantes de los tibetanos en el exilio, de sus caras y artesanías, y los majestuosos bailes de los lamas de su linaje. Concebí un artículo ilustrado para una publicación popular, como el National Geographic; pero para atrapar la simpatía de los occidentales y lograr su apoyo, ese artículo, creía, debería incluir los horrores de los cuales estos refugiados habían escapado. Historias de inhumanidad abrumadora y sobre torturas por parte de la ocupación china me habían llegado sólo en forma periférica, en arrebatos, por parte de laicos y de otros occidentales. Los rimpochés eran renuentes a describir o abordar estas historias.

Presenté mi argumento a Choegyal Rimpoché, el más accesible y confiado de los tulkus. Él había sido un chico maduro de trece años de edad cuando los chinos invadieron su monasterio, y tenía sus propios recuerdos para contar de lo que le habían hecho a sus monjes y lamas. Yo sospechaba de una curiosidad malsana en mi ansia de oír los cuentos espantosos –una curiosidad malsana desarrollada en mi infancia por el periodismo amarillista de los suplementos dominicales de Nueva York, y por las películas de horror sobre antiguas torturas chinas; sin embargo, sabía que tales historias llamarían la atención de lectores occidentales y atraerían apoyo a la causa tibetana.

Sólo cuando pude convencer a Choegyal que el compartir estos recuerdos con el público occidental ayudaría a la lucha de los refugiados tibetanos, él comenzó a revelar algunos de los detalles de lo que había visto y sufrido de mano de los chinos, antes de su huida del Tibet. Las historias salieron en pedazos durante conversaciones, cuando hacíamos una pausa fuera del nuevo centro artesanal de producción o caminábamos hacia el monasterio provisional. Sólo entonces divulgó algunos de los detalles de lo que había ocurrido. Muchos de estos detalles, las formas de intimidación, coerción y la tortura utilizada, han llegado a ser en estas fechas, más de un cuarto de siglo más tarde, del dominio público. La información ahora disponible a través de agencias como Amnistía Internacional y el Consejo Internacional de Juristas, no pueden tener la inmediatez conmovedora  de las palabras de Choegyal, pero dan una idea de su sustancia.

Sin embargo, la lección que aprendí, y que se quedará por siempre conmigo, no es sobre la capacidad humana para la crueldad. Estábamos parados con Choegyal bajo un árbol de rododendro, la luz del sol titilando en su cara a través de las hojas y de las flores del color de su hábito. Justamente acababa de decirme lo que quizás era su recuerdo más doloroso –lo que los militares chinos habían hecho a sus monjes en el gran salón de oración, mientras sus maestros lo escondían en la falda de una montaña cercana al monasterio. Me quedé sin aliento sobrecogida y respiré fuerte para contener la tristeza y el enojo que surgieron en mí. Luego me detuve por la mirada que me dirigió, con ojos brillantes de lágrimas no derramadas.

“Pobres chinos”, murmuró.

Con un estremecimiento de reconocimiento, me di cuenta de que las lágrimas en sus ojos no eran por sí mismo o por sus monjes o por el que fue una vez su gran monasterio de Dugu en la tierra de Kham en Tibet Occidental. Esas lágrimas eran por los propios destructores.

“Pobres chinos”, dijo, “generan tan mal karma para sí mismos”.

No puedo emular el alcance de esa compasión, pero la he visto. La he reconocido. Ahora se que está dentro de nuestra capacidad humana. Y eso cambia para mí la cara de la vida.

Las Cinco Contemplaciones


El Buda nos invita a estar atentos cuando comemos, a estar en contacto con la Sangha y la comida.
Las Cinco Contemplaciones


Esta comida es el regalo de todo el universo –la Tierra, el cielo y mucho trabajo duro.
Que comamos con atención plena de manera de ser dignos de recibirla.
Que transformemos nuestros estados mentales poco hábiles
y aprendamos a comer con moderación.
Que sólo tomemos alimentos que nos nutren y previenen enfermedades.
Aceptamos esta comida para llevar a cabo el camino del entendimiento y el amor.

Las Tres Joyas






Las Tres Joyas


Buda es el maestro que muestra el camino,
el perfectamente despierto,
bellamente sentado, en paz y sonriendo,
la fuente viva de entendimiento y compasión.

Dharma es el sendero claro
que nos guía fuera de la ignorancia
regresándonos
a una vida despierta.

Sangha es la hermosa comunidad
que practica el gozo,
logrando la liberación,
trayendo paz y alegría a la vida.


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Tomo refugio en el Buda, el que me muestra el camino en esta vida.
Tomo refugio en el Dharma, el camino de entendimiento y amor.
Tomo refugio en la Sangha, la comunidad que vive en armonía  y atención.


Morando en el refugio del Buda, veo claramente el sendero de luz y belleza en el mundo.
Morando en el refugio del Dharma, aprendo a abrir muchas puertas en el sendero de la transformación.
Morando en el refugio de la Sangha, soy apoyado por su luz brillante que mantiene a mi práctica libre de obstáculos.


Tomando refugio en el Buda interior, aspiro a ayudar a todo el mundo a reconocer su propia naturaleza despierta y percibir su mente de amor.
Tomando refugio en el Dharma interior, aspiro a ayudar a todo el mundo a comprender la vía de la práctica y caminar juntos en el sendero de la liberación.
Tomando refugio en la Sangha interior, aspiro a ayudar a todo el mundo a construir cuatro veces más comunidades y alentar la transformación de todos los seres.


Thich Nhat Hanh

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