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martes, 6 de mayo de 2008

PARA APRENDER... CULTURA JAPONESA -- BREVE "MITOLOGIA JAPONESA"

PARA APRENDER... CULTURA JAPONESA -- BREVE "MITOLOGIA JAPONESA"


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EL NACIMIENTO DEL JAPON
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En el principio, tras la formación del cielo y de la Tierra, tres dioses se crearon a sí mismos y se escondieron
en el cielo. Entre este y la Tierra apareció algo con aspecto de un brote de junco, y de él nacieron dos dioses,
que también se escondieron. Otros siete dioses nacieron de la misma manera, y los últimos se llamaron Izanagi e Izanami.
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IZANAGI E IZANAMI
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Fueron encargados por los demás dioses de formar las islas japonesas. Estos hundieron una jabalina adornada
con piedras preciosas en el mar inferior, la agitaron y al sacarla, las gotas que de ella resbalaban formaron la
isla de Onokoro. Descendiendo de los cielos, Izanagi e Izanami resolvieron construir allí su hogar, así que
clavaron la jabalina en el suelo para formar el Pilar Celestial.
Descubrieron que sus cuerpos estaban formados de manera diferente, por lo que Izanagi preguntó a su esposa
Izanami si sería de su agrado concebir más tierra para que de ella nacieran más islas. Como ella accedió,
ambos inventaron un matrimonio ritual; cada uno tenía que rodear el Pilar Celestial andando en direcciones
opuestas. Cuando se encontraron, Izanami exclamó: "¡Que encantador! ¡He encontrado un hombre
atractivo!", y a continuación hicieron el amor.
En lugar de parir una isla, Izanami dio a luz a un malforme niño-sanguijuela al que lanzaron al mar sobre un
bote hecho de juncos. Después se dirigieron a los dioses para pedir consejo, y estos les explicaron que el error
estaba en el ritual del matrimonio, ya que ella no debía de haber hablado primero la encontrarse alrededor del
Pilar, pues no es propio de la mujer iniciar la conversación. Así pues, ambos repitieron el ritual, pero esta vez
Izanagi habló primero, y todo salió según sus deseos.
Con el tiempo, Izanagi concibió todas las islas que forman el Japón, creando, además, dioses para embellecer
las islas, y después hicieron dioses del viento, de los árboles, de los ríos y de las montañas, con lo que su obra
quedó completa. El último dios nacido de Izanami fue el dios del fuego, cuyo alumbramiento produjo tan
graves quemaduras en los genitales de la diosa que murió. Y todavía, mientras moría, nacieron más dioses a
partir de su vómito, su orina y sus excrementos. Izanagi estaba tan furioso que le cortó la cabeza al dios del
fuego, pero las gotas de sangre que cayeron a la Tierra dieron vida a nuevas deidades.
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EL MAS ALLA
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Tras la muerte de Izanami, Izanagi quiso seguirla en su viaje a Yomi, la región de los muertos, pero ya era
demasiado tarde. Cuando llegó allí, Izanami ya había comido en Yomi, lo que hacía imposible su vuelta al
mundo de los vivos. La diosa pidió a su esposo que esperase pacientemente mientras ella discutía con los
demás dioses si era o no posible su retorno al mundo, pero Izanagi no fue capaz; Impa ciente, rompió una
punta de la peineta que llevaba, la prendió fuego, para que le sirviese de antorcha y después entró en la sala.
Lo que vió allí fue espantoso: los gusanos se retorcían ruidosamente en el cuerpo putrefacto de Izanami.
Izanagi quedó aterrado al contemplar la visión del cuerpo de Izanami, por lo que dio media vuelta y salió
huyendo de allí. Encolerizada por la desobediencia de su marido, Izanami envió tras él a las brujas de Yomi y
a los fantasmas del lugar, pero Izanagi pudo despistarlos haciendo uso de sus trucos mágicos. Cuando por fin
llegó a la frontera que separa el mundo de los muertos del de los vivos, Izanagi lanzó a sus perseguidores tres
melocotones que allí encontró, retirándose las brujas y fantasmas a toda prisa.
Finalmente, fue la propia Izanami quien salió en persecución de Izanagi. Este colocó una gigantesca roca en
el paso que unía Yomi con el mundo de los vivos, de modo que Izanami y él se vieron uno a cada lado del
enorme obstáculo. Izanami dijo entonces: "Oh, mi amado marido, si así actuas haré que mueran cada dia mil
de los vasallos de tu reino", a lo que Izanagi contestó "Oh, mi amada esposa, si tales cosas haces yo daré
nacimiento cada día a mil quinientos". Finalmente llegaron a un acuerdo, mediante el cual la cifra de
nacimientos y fallecimientos se mantienen en la misma proporción. Ella le dijo que debía aceptar su muerte y
él prometió no volver a visitarla. Entonces ambos declararon el fín de su matrimonio. Esta separación
significó el comienzo de la muerte para todos los seres.
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LA CREACION DE LOS DIOSES MAYORES
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Izanagi se sometió entonces a un proceso de purificación para librarse de la suciedad que pudiera haber
contaminado su cuerpo durante el descenso al mundo inferior. Llegó a la llanura junto a la desembocadura del
río y se libró de sus ropas y de todo cuanto llevaba. Y allí donde dejaba caer una prenda o un objeto, del suelo
salía una deidad. Y nuevos dioses se iban creando a medidad que Izanagi entraba en el agua para limpiar su
cuerpo. Finalmente, cuando lavó su cara fueron creados los dioses más importantes del panteón japonés; Al
secar su ojo izquierdo apareció Amaterasu, la diosa Sol; de su ojo izquierdo nació la diosa Luna, Tsuki-yomi;
El dios de la tormenta, Susano, fue engendrado de su nariz.
Izanagi decidió entonces dividir el mundo entre sus hijos. Encargó a Amaterasu el gobierno del cielo, a
Tsuki-yomi el de la noche ya Susano el cuidado de los mares. Pero este último dijo que prefería ir al mundo
inferior con su madre, así que Izanagi lo desterró y después se retiró del mundo para vivir en el alto cielo.
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EL ENGAÑO DE SUSANO
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Antes de ser desterrado a Yomi, Susano quiso despedirse de Amaterasu, pero en realidad quería traicionarla
ya que estaba celoso de la belleza y preeminencia de su hermana. Amaterasu, recelosa de la actitud de su
hermano, se armó con un arco y flechas antes de acudir a la cita, pero Susano se mostró realmente encantador
y acabó cautivando a la diosa con la sugerencia de engendrar hijos juntos como prueba de buena fe.
Amaterasu accedió, pero antes exigió que le entregase su espada, que inmediatamente quebró con su boca en
tres pedazos, mientras de su aliento salían tres diosas. Susano pidió a Amaterasu cinco collares, los cuales
masticó para engendrar otros tantos dioses.
Al momento se entabló una discusión entre ambos por la custodia de los hijos, pues Amaterasu los reclamaba
como suyos al haber sido formados de sus propias joyas. Su hermano, sin embargo, creyó haber engañado a
la diosa y lo celebró rompiendo las paredes que contenían los campos de arroz, bloqueando los canales de
irrigación y defecando en el templo donde había de celebrarse el festival de la cosecha. Su desconcertante
comportamiento es el germen de la enemistad que nació entre los dos dioses. Susano, a pesar de haber sido
desterrado, se quedó merodeando por la Tierra y el cielo.
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LA DESAPARICION DEL SOL
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Un día, mientras Amaterasu se encontraba tejiendo ropas para los dioses, Susano arrojó un caballo desollado
que atravesó el tejado de la sala en la que la diosa y sus ayudantes trabajaban. Una de ellas se asustó de tal
modo que se pinchó con la aguja y murió. Y tan atemorizada quedó la propia diosa que después de aquello se
escondió en una cueva y bloqueó la entrada con una enorme piedra. Sin la diosa Sol, el mundo quedó sumido
en la oscuridad y el caos.
Una asamblea de ochocientas deidades se reunió para hallar la manera de sacar a Amaterasu de la cueva.
Decidieron que la única manera de lograrlo sería excitando su curiosidad, así que decoraron un árbol con
ofrendas y joyas, encendieron fuego y danzaron al ritmo de los tambores, y alabaron la belleza de otra diosa,
para provocar sus celos. Colocaron un espejo mágico a la entrada de la cueva, llevaron gallos al lugar para
que cantaran y persuadieron a la diosa de la aurora, Amo No Uzume, para que bailara. En un momento de
abandono, la diosa empezó a quitarse las ropas, para solaz del resto de los dioses, que la llamaron "terrible hembra del cielo".
Como esperaban, Amaterasu se asomó a la entrada de la cueva para averiguar qué estaba sucediendo. Los
dioses respondieron que estaban celebrando una fiesta porque habían encontrado a su sucesora y que esta era
incluso mejor que la propia Amaterasu. Sin pensarlo, la diosa salió de la cueva y vió su reflejo en el espejo
mágico. En ese momento, el dios Tajikawa la agarró, obligándola a salir de su escondite y bloqueando la
entrada para impedir que volviera a desapareer. La vida volvió a la naturaleza y desde aquel momento el
mundo ha conocido el ciclo normal del día y la noche. El espejo fue confiado al mítico primer Emperador de
Japón, descendiente directo de la diosa, como prueba de su divino poder.
Los ochocientos dioses castigaron a Susano cortando su barba y bigote, arrancándole las uñas de las manos y
los pies, y arrojándole del cielo. Fue entonces cuando el dios comenzó su vida errante y vagabunda por la
Tierra.
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CONCLUSION
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Los mitos de la creación de Japón hacen referencia directa a un buen número de deidades y tienen su origen
en antiguas religiones folclóricas de la región. Por muy importantes que sean, los dioses del Sol, la Luna y las
estrellas no están solos en los cielos. A ellos se une un enorme número de espíritus menores de ancestrales
raíces, los kami, los budas y bodhisattvas, todos ellos conviviendo pacíficamente.


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Criaturas míticas
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Abumi-kuchi
Aburakago
Abura-sumashi
Akaname
Aka-shita
Akuma
Ama-no-jaku
Ama-no-zako
Ame-furi-kozō
Ame-onna
Amikiri
Ao-andon
Ao-bōzu
Ao-nyōbō
Ao-sagi-bi
Ashimagari
Atsuyu
Ayakashi
Azuki-arai
Azumi ( manga )
Backbeard
Bake-kujira
Bakku
Basan
Betobeto-san
Burikutonu
Byakko
Daidara-bocchi
Datsue-ba
Dokuro
Doro-ta-bō
Dosojin
Dragón japonés
Fukei
Futa-kuchi-onna
Gaki
Gazu Hyakki Yakō (bestiario de Toriyama Sekien)
Genbu
Goryo
Gyūki
Hachidairyo
Hachimata
Hagaji
Hainu
Haku-taku
Hanyo
Hari-onago
Hisa-me
Hitodama
Hitotsume-kozou
Hoji
Hotoke
Hototogisu
Hōkō
Houou
Ika-Zuchi-no-Kami
Ikiryo
Ikusa
Inugami
Ippon-datara
Isonade
Itsamu-Na
Itsumaden
Ittan-momen
Jikininki
Jishin-usho
Jishin-uwo
Jorō-gumo
Jubokko
Jyobokko
Jyorougumo
Jyuuryu
Kaichi
Kahaku
Kamaitachi
Kaminari
Kappa
Kasa-obake
Kashabo
Kashima-reiko
Kerakera-onna
Kiji
Kijo
Kirin
Kitsune
Kitsune-Tsuki
Kiyo
Kodama
Konaki-Jiji
Kokakuchou
Kuchisake-onna
Makami
Maket-sugo
Merfolk
Mizuchi
Moryo
Mujina (ver Nopperabou)
Nando-baba
Nekomata
Senri
Neko-musume
Ningyo
Nukekubi
Nurikabe
Nopperabou
Nozuchi
Nue
Nure-onna
O-Goncho
Ohaguro-Bettari
Oni
Onryo
Orochi
Otoroshi
Otohime
Raicho
Raiju
Rokurokubi
Ryu
Fukuryu
Hairyu
Hanryu
Karyu
Riryu
Suiryu
Ryu-uba
Ryujin
Samebito
Seiryu
Shachihoko
Shiryo
Shikigami
Shikioji
Shikome
Shinigami
Shisa
Son
Soukou
Sudama
Sunakake-baba
Suzaku
Takuhi
Tanuki
Tansu-baba
Tengu
O Tengu
Karasu Tengu
Koppa Tengu
Kurama Tengu
Sojobo
Tenjyouname
Tennin
Tenshi
Tokebi
Tokutaro-san
Totetsu
Tsuchigumo
Tsukumogami
Umibouzu
Ushi-Oni
Uwibami
Yadoukai
Yama-Jin
Yama-Musume
Yama-uba
Yami-oni
Aka-Oni
Aoi-Oni
Yama-Oni
Yatagarasu
Yato-no-kami
Yofune-Nushi
Yosei
Yuki-onna
Yurei
Zashiki Warashi‎
Zennyo

Deidades y Folclore
Deidad del sol
Folclore japonés
Kintaro - 'Niño de Oro' de Japón
Magatama
Momotarô - 'Niño de Durazno' de Japón
O-fuda
Onmyodo
Ryujin - Rey Dragón, Dios del Mari
Shinto - Sintoismo
Ssu_Ling - Los cuatro guardianes.
Urashima_Taro - Cuento de Hadas Japonés
Yamato Takeru
Algunos dioses japoneses :

COSMOGONIA CHINA -- EL ORIGEN DEL MUNDO



El origen del mundo
Cosmogonia China



China, una sociedad en debate interno
Desde el punto de vista geográfico, China tiene una extensión que casi equivale a toda Europa, y dado su vasto territorio podemos entender su variedad climática, ya que en China encontramos casi todos los tipos de climas (templado, subtropical, tropical y ecuatorial). Esa gran extensión también nos ayuda a entender su gran variedad étnica; en China conviven hasta 56 etnias diferentes (manchúes, zhuang, tibetanos...), siendo la más numerosa la han que supone el 92% de la población.
China es un país en proceso de cambio y éste es el rasgo principal de su sociedad, de su economía y de su política. Aparece ante nuestros ojos como una anomalía, ya que tras la caída del comunismo, y frente al resto de países que mantienen este régimen político en Oriente (Vietnam o Corea del Norte), China está cada vez más integrada en la comunidad internacional. El éxito de las reformas económicas, que ha permitido evitar el malestar social y la crisis, nos ayuda a comprender las diferencias.
Pero en este país gigante, con 1.200 millones de habitantes, la sociedad está inmersa en un debate interno, entre el mantenimiento de la propia identidad y la necesaria modernización. La historia de China como nación puede remontarse hasta el siglo XVI a. C., momento en el que se fundó la dinastía Chang. Desde entonces y hasta la proclamación de la República Popular China por Mao Zedong el 1 de octubre de 1949, se sucedieron una serie interminable de reinos y dinastías que han marcado profundamente las tradiciones y las costumbres chinas, caracterizadas, hasta entonces, por su inmovilismo. Tras la revolución comunista y bajo el sistema de la República Popular de Mao, se iniciaron una serie de profundas reformas económicas, administrativas, sociales, etc... que han terminado con el viejo orden. Tras la era moísta, China entra en una fase caracterizada por la moderación, pero en la cual las reformas continúan. En menos de un siglo se han resquebrajado tradiciones milenarias. Así, los chinos viven un debate interno entre tradición y modernización, entre el inmovilismo y el cambio, entre Oriente y Occidente, entre el comunismo y el capitalismo...
En el presente Cuaderno Didáctico nos acercaremos a la tradición de esta sociedad milenaria con un interés antropológico y desde el punto de vista de sus creencias y en concreto, desde su concepción cosmogónica.



La religión china y los mitos
La religión China es politeísta y sincrética, y, a pesar de que dominan el Taoísmo y el Budismo, la sociedad de este ingente país nunca ha rechazado la incorporación de otras religiones indígenas o foráneas (el Cristianismo, por ejemplo). A pesar de que aparentemente cada religión defiende una doctrina diferente, algunas de ellas no pueden diferenciarse estrictamente. La sociedad y la religión chinas han sido capaces de cohesionar creencias que en principio pudieran ser opuestas, lo cual revela su carácter sincrético. En este Cuaderno Didáctico dedicamos un apartado a cada una de las principales religiones del mundo y por lo tanto, en este estudio dedicado a China, no vamos a profundizar más en las doctrinas de cada religión.
No disponemos de ningún mito de creación y ordenación del mundo en sentido estricto, pero sí podemos reconstruir algún mito referente a dioses y seres creadores: P'an-Ku (también conocido como Pan-gu), Niu-kua... Además, contamos en la tradición china con relatos y leyendas de reyes, emperadores o héroes mitológicos en los que aparece alguna referencia al proceso de formación y organización del mundo tal y como lo conocemos; por ejemplo la historia de Yu «el Grande» o la leyenda de Huang-ti. La ilimitada imaginación de los hombres distorsionaba los acontecimientos y así surgieron estos mitos que con el tiempo se transformaron en leyendas.



El mito del enorme huevo cósmico
Hemos hallado distintas versiones del mismo mito, pero todas ellas coinciden básicamente en la presentación de una misma idea: encontramos un mito, que como muchos otros, nos lleva a la forma de caos preexistente, a un Universo original sin definir (el huevo cósmico), donde reside un ser superior (P'an-Ku), de cuya acción y sacrificio procede nuestro Universo (ordenó el mundo y al romperse el huevo, P'an-Ku murió). La primera mención de esta legenda, la encontramos en el libro de Xu Zheng en el Periodo de los Tres Reinos (220-265 d. C.).
En la cultura china este mito está muy arraigado, incluso hay una frase hecha a partir del mismo: «Desde que P'an-Ku creó el cielo y la tierra», para significar desde hace mucho tiempo. En una de las variantes del mito encontradas, se nos relata que al principio, los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo negro, que llevaba ren su interior a P'an-Ku. Tras 18.000 años P'an-Ku se despertó de un largo sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el huevo. La luz, la parte clara, ascendió y formó los cielos, la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra. P'an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra. La tierra y el cielo empezaron a crecer a razón de diez pies al día, y P'an-Ku creció con ellos. Después de otros 18.000 años el cielo era más grande y la tierra más gruesa; P'an-Ku permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a estar unidos. El relato sigue contando cómo Pan-Ku falleció y distintas partes de su organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo. Su aliento se transformó en el viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas y de su sangre se formó el agua. Sus venas se convirtieron en caminos de larga extensión y sus músculos en fértiles campos. Las interminables estrellas del cielo aparecieron de su pelo y su barba, y las flores y árboles se formaron a partir de su piel y del fino vello de su cuerpo. Su médula se transformó en jade y en perlas. Su sudor fluyó como la generosa lluvia y el dulce rocío que alimenta a todas las cosas vivas de la tierra.
En otras versiones del mito de P'an-Ku, sus lágrimas fluyeron para convertirse en ríos y el resplandor de sus ojos se transformó en el trueno y el relámpago. Según esta interpretación, cuando P'an-Ku estaba contento brillaba el sol, pero cuando estaba enfadado negras nubes cubrían el cielo.
También la aparición del ser humano, se explica en este mito de P'an-Ku, ya que según algunos relatos, las pulgas y los piojos que P'an-Ku tenía en su cuerpo, se convirtieron en los antecesores de la humanidad.
En otras interpretaciones P'an-Ku es descrito como el gigante chino que nació como un enanito dentro del primitivo huevo cósmico. La parte superior del huevo formó los cielos (Yang) y la parte inferior formó la Tierra. P'an Ku creció diez pies por día y empujó la cáscara del huevo un poco más y un poco más. Entonces, transcurridos 13.000 años (en vez de los 18.000 de las versiones anteriores) P'an-Ku estalló. Sus ojos se convirtieron en el sol y la luna (en esta parte sí coincide con otros relatos); su cabeza se transformó en las cuatro montañas sagradas (en otras versiones son cinco); su sangre dio lugar a los mares y los ríos; de su pelo se formaron los campos y los árboles; su aliento se transformó en el viento, su sudor en la lluvia y su voz en el trueno. Las pulgas que vivían en su cuerpo eran los antecesores de los seres humanos.
Encontramos una variante de este mito que nos relata que P'an-Ku se formó a partir de los cinco elementos, y que él creó la tierra y el cielo con el cincel y el martillo. La tradición taoísta suele representar a P'an-Ku como un ser primitivo velludo que lleva un gran martillo con el cual rompe la roca primigenia.
Algunos estudiosos consideran que su origen está en el sur de China o en el sureste asiático y hay zonas del sur de China donde el culto a P'an-Ku todavía pervive, levantándose multitud de templos y pabellones en su honor. Entre esos pueblos, donde la leyenda de P'an-Ku está muy extendida, P'an-Ku es representado como un ser con cuerpo de hombre y cabeza de perro y se le conoce con el nombre de rey Pan. En una de esas leyendas, se cuenta que P'an-Ku se casó con una princesa como recompensa por traer la cabeza de l rey Fang al rey Gao Xin, quien había prometido la mano de su hija a quien le trajese la cabeza de su enemigo, y fue P'an-Ku quien realizó tal empresa. Pero la princesa no quería ser vista con aquel ser, con cuerpo de hombre y cabeza de perro, y se mudaron a las lejanas montañas del sur de China. Allí pudieron vivir felices y tuvieron tres niños y una niña.
Como se señala anteriormente, los relatos coinciden en múltiples detalles, pero también contienen datos diferentes, sin embrago en todos ellos apreciamos que es P'an-Ku el creador del Universo y que nuestro mundo existe gracias a su sacrificio. El huevo cósmico donde se formó P'an-Ku es un claro ejemplo de la idea de caos primitivo (el «enorme huevo negro», mencionado en la primera versión expuesta de este mito). En el mito de creación de P'an-Ku también encontramos la idea de la formación de la tierra y el cielo a partir de la separación de la materia original y primitiva. Por otro lado, esta leyenda china recuerda al mito nórdico del gigante Ymir, ya que en ambos casos, la tierra, el cielo y otros elementos de la naturaleza (la lluvia, los árboles...) Surgen como restos corporales de esos seres primitivos.



La diosa Niu-kua arregla el cielo
En la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas más antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo Xu Shen como «la encargada de la reproducción de todos los seres vivos», por lo cual, muy posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios relatos que nos hablan de esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien creó al ser humano
Según relata una de estas legendas la tierra era muy bonita, en ella crecían las flores, los árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras criaturas. Pero, a pesar de ello Niu-kua se sentía soledad. Ella descendió y cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua y la moldeó hasta formar una figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura cobraba vida, hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de mujeres. Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y dejó de sentir soledad. Sin embargo, no es este el aspecto que más nos interesa de la diosa Niu-kua.
En algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano a domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi fueron pintados como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre ellos, en un mural de la Dinastía Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de Shadong).
Otro relato, más relacionado con el tema de este Cuaderno Didáctico, nos cuenta cómo Niu-kua arregló el cielo. Según esta leyenda, dos deidades estaban en guerra: Gong-Gong, dios del agua, y Zhu-Rong, el dios del fuego. Estos dioses, ferozmente enfrentados, lucharon por todas partes del cielo y de la tierra, causando en todo lugar desorden y destrozos. El dios del fuego ganó, y, encolerizado, el dios del agua, golpeó la cabeza de Zhu-Rong contra la montaña Buzhou (una cumbre mítica). La montaña se derrumbó y así el gran pilar que sostenía al cielo y lo sujetaba, cayó. Como consecuencia de aquello, la mitad del cielo se desplomó, dejando un enorme agujero negro. De repente, llegó un gran caos, la tierra se agrietó, los bosques ardieron en llamas, las serpientes y otros criaturas feroces atacaban a los humanos. Muchas personas ardieron, otros se ahogaron, y muchos más fueron devorados por las bestias. Fue un desastre sin precedentes. La diosa Niu-Kua, afectada por lo que le estaba sucediendo a la humanidad y por su sufrimiento y dolor, decidió arreglar el desastre y enmendar el cielo, terminando así con aquella catástrofe. Para ello, mezcló varios tipos de piedras de colores y con la mezcla resultante reparó el cielo. Entonces, mató a una tortuga gigante y utilizó sus cuatro enormes patas para sostener el trozo de cielo caído. Además, cogió un dragón y lo mató, con la finalidad de espantar al resto de las malas bestias. Finalmente, recogió y quemó una gran cantidad de juncos; con sus cenizas paró la inundación desbordada para que la gente pudiera vivir de nuevo feliz.
En otras versiones, se hace referencia a Niu-kua como hermana de Fu-hi y se les describe como seres superiores con forma de dragón, generalmente unidos por sus colas. Según explica una de esas legendas, se produjo un diluvio y éste provocó un gran desastre (es necesario señalar que la idea del diluvio también está presente en otras culturas, recordemos el «Poema de Gilgamesh» o el «Antiguo Testamento»). Niu-kua reparó el cielo con piedras de cinco colores y cortó las patas de una gran tortuga para levantar cuatro columnas en los cuatro polos. Después mató al dragón negro (Kong-kong) para salvar al mundo y acumuló gran cantidad de cenizas para detener las aguas.
El único elemento dejado de aquel desastre, según cuenta la legenda, fue que el cielo quedó inclinado hacia el noroeste y la tierra hacia el sureste, y esto explica que, desde entonces, el sol, la luna y todas las estrellas vayan hacia el oeste y los ríos fluyan hacia el sureste. En este caso, el mito de la diosa Niu-kua, se utiliza para explicar un fenómeno natural, igual que el mito egipcio del dios escarabajo Khepri explica el surgimiento del sol cada mañana, su avance por el cielo durante el día y su puesta al anochecer. Recordemos que el hombre en la antigüedad no podía conocer bien algunos fenómenos de la naturaleza y recurría a los mitos para poder explicarlos.



El Emperador Huang-ti
Los chinos frecuentemente se describen a sí mismos como los descendientes de Huang-ti (también encontrado como Huang Di), el «Emperador Amarillo», un personaje mitad ficticio, mitad real, al cual se le atribuye la fundación de la nación china hacia el 4000 a. C., aproximadamente. Historias extravagantes han surgido en torno a su persona y una colección de legendas escrita en el Periodo de los Estados Combatientes (475-221 a. C.) nos da cuenta de ello. Huang-ti vivió en un maravilloso palacio en las Montañas Kunlun en el oeste, con un celeste guardián en la puerta que tenía la cara de un hombre, el cuerpo de un tigre y nueve colas. Las Montañas Kunlun estaban llenas de pájaros y animales raros y exóticas flores y plantas, y Huang-ti tenía una mascota, un pájaro que le ayudaba a cuidar su ropa y efectos personales.
A Huang-ti se le atribuye la invención del carreta, el bote y el carro que apuntaba al sur, un carro que tenía un mecanismo guía que hacía que siempre indicase al sur sin importar hacia donde fuese el carro. En otras fuentes también se le atribuye la creación de la humanidad o invención de la escritura o el compás. A Huang-ti también se le atribuye el descubrimiento de las leyes de la astronomía y el diseño del primer calendario utilizado por los chinos. Aparentemente, el estímulo de las iniciativas de personas con talento fue una cosa muy apreciada en aquella época y las menciones sobre Huang-ti, nos indican que éste era uno de los aspectos importantes de este emperador. El «Emperador Amarillo» se ha convertido en el símbolo de la cultura china y representante de sus talentos. También la mujer de Huang-ti, Lei Zu, realizó su propia contribución a la humanidad, ya que enseñó a la gente la recogida del gusano de seda y la instalación de talleres para la fabricación de telas de seda. Una teoría reciente señala que Huang-ti pudo ser el líder real de una confederación tribal de la cultura neolítica de Yangshao.
Uno de los relatos más conocidos sobre Huang-ti, nos narra cómo este personaje encargó a Tch'ong-li romper la comunicación entre la tierra y el cielo, a fin de que cesaran los descensos de los dioses. Según esta leyenda, en una época primordial, anterior al mundo tal y como lo conocemos, el cielo y la tierra estaban muy próximos entre sí. Así, los dioses podían descender a la tierra y los seres humanos llegar al cielo, escalando una montaña, o bien subiendo a un árbol o utilizando una liana larguísima. Los dioses descendían a la tierra para oprimir a los hombres; los espíritus también podían bajar a la tierra, con lo cual las posesiones eran frecuentes. En esta leyenda, Huang-ti es en parte responsable en esa separación entre el cielo y la tierra, con lo cual se convierte en héroe, ya que libera al hombre de esas opresiones y desórdenes. Además, al ordenar a Tch'ong-li la separación del cielo y la tierra, participa en la organización del mundo tal y como lo conocemos en la actualidad.
Pero, esta idea de un mundo anterior, primitivo era descrito en otras variantes de este mito como un paraíso deseable, que a lo largo de los tiempos se ha querido restaurar. Ese paraíso desaparece como consecuencia de algún desastre, que se desconoce y que provocó que el cielo se separase brutalmente de la tierra. Pudiera ser que a causa de ese desastre, se cortasen las cuerdas, o los árboles fuesen destrozados, o bien desapareciese la montaña que permitía el contacto del cielo y la tierra. Sin embargo, algunas personas privilegiadas (chamanes, sabios, reyes...) pudieron mantener el contacto con el cielo, mediante técnicas de concentración, el éxtasis o por cualidades especiales.
En otras versiones, Huang-ti se formó a partir de la fusión de las energías que marcaron el inicio del mundo.
La idea fundamental es que este mito forma parte de la cosmogonía china, porque nos explica la separación entre el cielo y la tierra, siendo una fase más en el proceso de formación y ordenación de nuestro mundo.



El Emperador Yu y el control de las aguas
Dentro de la mitología china la labor de expulsar de la tierra a los elementos del mal (serpientes y otros seres mitológicos), también se considera parte de una cosmogonía. Así, podemos seguir la huella de la creación y ordenación del mundo a partir de algunas de las historias conocidas sobre el Emperador Yu «el Grande».
Según cuenta la leyenda, el mundo, en tiempos del Emperador Yu, todavía no tenía el aspecto actual. Según nos relata Mencio (discípulo de Confucio que vivió entre el 371 y el 289 a. C.), Yu «cavó la tierra e hizo fluir (las aguas) hacia los mares, expulsó las serpientes y los dragones y los confinó en las marismas». Yu es el encargado de expulsar a las fuerzas del mal y él es el héroe que organiza la sociedad, tal y como la conocemos.


Benito Jerónimo Feijoo en su obra Teatro Crítico Universal, Tomo VIII, Discurso XII dedica al Emperador Yu un breve apunte que es el que sigue:
El Emperador Yu, que sucedió a Chum, arribó al Trono, saliendo del mismo término, y siguiendo el mismo camino. Hallábanse en aquel tiempo muchos territorios bajos inundados de agua, por lo que aquella Región perdía mucho terreno. Yu halló el secreto de abrir diversos canales para derribar aquellas aguas al Mar, y después para fertilizar con ellas otras tierras. Sobre esto escribió varios Libros de instrucciones útiles de Agricultura. Estos méritos, juntos a otras buenas partidas, movieron a Chum, para elegirle por sucesor. Basta ya de honra de la Agricultura: vamos al provecho.
Volvemos aquí a encontrarnos con el conflicto presente en buena parte de los mitos. Hay una parte de la leyenda con base histórica y otra parte ficticia. Al Emperador Yu se le atribuye una labor que puede partir de algún hecho real, pero en ese acto están involucrados personajes y situaciones fantásticas. Así, según el relato chino, Yu estuvo trece años controlando las aguas y en su obra empleó al dragón alado, animal sagrado en la mitología china, para el dragado. Con el fin de abrir un camino en una montaña escabrosa, Yu se transformó en un oso y logró culminar el gran trabajo que un hombre común no hubiese podido realizar. Por su destacada labor, Yu obtuvo el respeto de los habitantes, que lo bautizaron como «Yu, el Grande» y lo veneraron como dios de la comunidad. Su historia rompió los límites de su tribu y fue conocido en otros lugares.
En otra fuentes, Yu aparece como una divinidad hermafrodita que hizo de la Tierra un lugar habitable para el ser humano. Según esta versión, esta deidad creó los caminos a través de las montañas, abriendo pasos con su fuerza tras adoptar la forma de oso. Yu, bajo la forma de serpiente, desvió las aguas del Río Amarillo hacia el abismo.
Podemos aseverar que en general, los mitos o leyendas de la antigüedad china reflejan en cierto grado la lucha del hombre en la naturaleza y, ocasionalmente, se les atribuye a los personajes una fuerza sobrenatural.



El mito de Yi y los diez soles
El mito de Yi es otro ejemplo de un ser humano que por sus hazañas y facultades, acaba convirtiéndose en un héroe admirado en la cultura china.
Según la tradición china, Yi era un hombre muy conocido en su tiempo por su destreza en el manejo del arco. En época de Yi aparecieron en el cielo diez soles cuyos rayos fueron letales para muchas plantas y a consecuencia de ello, se perdieron muchos campos. Además, temibles bestias pisoteaban ferozmente lo que encontraban a su paso. Estos monstruos causaban infinitos destrozos y daños al pueblo. Para solucionar aquel desastre, Yi cogió su arco y disparó nueve flechas con las que derribó nueve soles. Después se enfrentó a todos los monstruos y los derrotó. Por estas valientes obras, Yi fue respetado como un dios.
Otras versiones de este mito cuentan que existieron diez soles y cada uno de ellos se turnaban para aparecer en el cielo: uno en cada uno de los diez días de la semana. Al cabo de los años, los diez soles decidieron a parecer en el firmamento al mismo tiempo. Ello provocó un calor insoportable, tanto que la vida en la Tierra sería imposible. Di Jun, el padre de los diez soles, envió a un arquero con un arco y flechas mágicas para asustar a los soles y que volviesen a la normalidad. A pesar de la voluntad de Di Jun, Yi disparó nueve flechas, dejando en el cielo solamente a un sol, que es el que nosotros vemos actualmente. Al ver como sus hijos habían muerto, Di Jun se enfadó tanto con Yi que lo expulsó de los cielos y Yi desde entonces vivió en la tierra como un mortal más.

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