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viernes, 30 de marzo de 2012

EL BUSCADOR , ES LO BUSCADO

ZEN YASUY
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EL BUSCADOR ES LO BUSCADO.
Puntos clave de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj.
Ramesh Balsekar.
-
Prólogo.
No era mi intención escribir un libro sobre la enseñanza de Sri Nisargadatta Maharaj. El material que en
este libro aparece brotó de modo espontáneo, como si fuese dictado, en un frenesí que sobrecargó mi ser
con una fuerza compulsiva a la que no era posible más que asentir. No había alternativa, tenía que escribir,
reducir al nivel verbal la comprensión abstracta de las palabras del Maestro. Fue, en realidad, más una
tarea de escuchar que de escribir palabras y frases en apariencia formadas sobre el papel ante mí.
Una vez escrito el primer pasaje, ahora capítulo de este libro, me di cuenta de que mis pensamientos
volaban aventajando la escritura. Y lo que escribí quedó en una carpeta, guardado, sin volver siquiera a ser
leído. No supuse entonces que hubiese más que escribir al respecto, y mucho menos cincuenta y tantos
pasajes. A cada momento aparecía esta sensación de compulsión a escribir sobre un tema particular del
que pudo haberse ocupado Maharaj, y en todos los casos el artículo fue guardado en la carpeta sin más
revisión o, cuando menos, relectura.
Cuando había reunido cerca de quince artículos, un amigo mío, Keki Bunshah, de Hong Kong, ferviente
compañero devoto, llamó casualmente a mi casa. Mientras discutíamos acerca de cierto asunto, se me
ocurrió mencionar que justo el día anterior había escrito algunas notas sobre el mismo tema. A Keki,
siempre tan perspicaz, naturalmente no podía escapársele lo que ya había dicho e insistió en que le
permitiera leer el artículo. Y después, desde luego, tuvo que leer también los otros. Fue así como decidió
mecanografiarlos, con una copia para él, claro está.
En ese momento me vi en un verdadero apuro, pues no había mencionado nada a Maharaj acerca de estos
escritos intuitivos. En realidad no había dicho nada a nadie sobre el asunto, ni siquiera a mi amigo y colega
Saumitra Mullarpattan, quien había estado traduciendo las charlas de Maharaj mucho antes de que el
Maestro me pidiera a mí también que fuera su intérprete. Cuando le hablé a Mullarpattan sobre los escritos
intuitivos y de mi conflicto, el número de artículos había crecido a cerca de 25. La inspiración para escribir
parecía venir a intervalos irregulares, solía escribir de prisa y en forma compulsiva cinco o seis pasajes
cada vez y, luego, nada durante unos días.
Una mañana, después de la sesión habitual, Mullarpattan y yo llevábamos a Maharaj a dar un paseo en el
automóvil cuando, sin previo aviso, Mullarpattan sacó a colación los artículos. El estaba, al igual que yo,
conciente de que Maharaj recomendaba en general a sus devotos no escribir ni dar pláticas acerca de sus
enseñanzas, presumiblemente por dos razones:
a) el que escriba puede no haber entendido el tema con la profundidad requerida, haberlo entendido sólo de
modo superficial, o puede en verdad no haberlo entendido en lo más mínimo, y
b) puede sentirse tentado a erigirse en seudogurú y provocar un gran daño a todos.
Así pues, Mullarpattan se refirió a ello con mucho tacto, exponiendo de manera muy clara el hecho de que
todo lo escrito era esencialmente espontáneo y no resultado de haberme sentado deliberadamente a
escribir sobre cuestiones específicas, y que la velocidad misma con la que las palabras habían ido saliendo
a raudales sobre el papel, demostraba que el escrito no había sido planeado.
Yo me hallaba sentado en el asiento delantero del auto y Maharaj y Mullarpattan iban en la parte de atrás.
Mientras Mullarpattan decía todo esto, no hubo ninguna clase de reacción oral por parte de Maharaj, ¡ni un
solo sonido!, de modo que, con gran inquietud, me volví para mirar y pude ver a Maharaj por completo
relajado, reclinado en el asiento con los ojos cerrados y la más beatífica sonrisa en los labios. El mensaje
era claro; él ya sabía de estos artículos; tenía que saberlo. Lo que es más, se sentía complacido.
Cuando Mullarpattan concluyó, Maharaj se incorporó y dijo: "Deja que los artículos continúen, tantos como
puedan surgir por sí mismos. La espontaneidad es lo esencial. No insistas ni te resistas". En ese momento
Mullarpattan sugirió que se publicaran los artículos, y yo intervine diciendo que podrían publicarse bajo un
seudónimo, pues era conciente de que yo no era más que un instrumento para su escritura.
Maharaj estuvo de acuerdo enseguida en que debían publicarse, pero insistió en que se mencionara
claramente el nombre del autor, "pese a que -añadió- sé que ambos están concientes de que todo escrito
se origina en la conciencia, de que hay escritos mas no autores".
Fue un enorme alivio para miel que, a partir de entonces, Maharaj no sólo supiera todo acerca de los
escritos, sino que se sintiera complacido con ellos y los hubiera bendecido.
Contenido del libro.
1. Las exposiciones de la enseñanza de Maharaj que componen este libro no son reproducción de las
grabaciones de las charlas.
2. Se trata, en lo fundamental, de temas discutidos en las sesiones, ya sea cuando Mullarpattan realizó la
traducción estando yo presente, o bien cuando fui yo mismo quien la hizo.
3. El tema de cada capítulo ha sido tratado con mucha más profundidad de lo que hubiera sido posible si
tan sólo se ofreciera la traducción literal al inglés de las palabras en marati de Maharaj en alguna sesión. Y
aunque la parte sustancial de un capítulo proviene de lo discutido en una sesión particular, tuvo que
tomarse material adicional de otras reuniones en las que se había tratado el mismo tema con el fin de hacer
cada punto más claro y acabado. Sin esta libertad, el tema habría carecido de la profundidad que intento
contenga de esta forma.
4. Ninguna traducción a otro idioma podría dar el sentido exacto ni proporcionar el efecto que tienen las
palabras en marati de Maharaj en el momento de expresarlas. La traducción de las palabras del Maestro
contenida en este
libro no es una hiera versión literal; entraña necesariamente una interpretación de lo que en forma clara
parecía implicar el uso de Maharaj del idioma marati, uso que es a la vez imaginativo, enérgico y en
ocasiones parco aunque contundente.
5. Tal vez el lector considere que podría haberse evitado la repetición de muchas de las palabras de
Maharaj, la cual se da una y otra vez en varios capítulos. Pero tales repeticiones no podrían haberse
evitado porque
a) las repeticiones son lo que Maharaj llama martillazos en el colosal condicionamiento que sufren los
individuos y que hace que se identifiquen como entidades separadas, impidiendo que contemplen la
Verdad; y
b) Maharaj desea recordarnos siempre que no debemos dejarnos enredar en las ramas olvidando la raíz;
ésta es la razón por la que nos conduce una y otra vez, de manera reiterada, a la raíz y a la fuente: ¿Qué
eras antes de "nacer"?; y, además, porque
c) no se espera que estos pasajes se lean de corrido como una obra de ficción, sino se pretende que en sí
mismo cada artículo sea completo.
Puedo mencionar aquí también la declaración frecuente de Maharaj en el sentido de que la comprensión
cabal, incluso de una sola de sus aseveraciones, puede llevar a la apercepción de la Verdad íntegra. Debe
recordarse además su advertencia, también frecuente, en cuanto a que sólo es válida aquella apercepción
de la Verdad en la que desaparece la apercepción misma, es decir, sólo cuando el que busca la Verdad
desaparece como entidad. Sólo en la conciencia, dice Maharaj, puede adquirirse conocimiento, y la
conciencia misma debe ser comprendida como un mero concepto. En otras palabras, ¡un concepto es la
base de todo "conocimiento"!
En un principio pareció necesario incluir en esta obra una nota biográfica breve acerca de Maharaj; más
tarde, empero, descarté la idea, no sólo porque los sucesos de la vida honesta y sencilla de Maharaj son
muy pocos, sino sobre todo porque él es enemigo de estas cosas: "Esto es materia muerta; tan muerta
como las cenizas de un fuego consumido. No estoy interesado en eso. ¿Por qué habrías de estarlo tú?" Así
era como rechazaba toda pregunta sobre su pasado.
"¿Es que existe el pasado? -solía preguntar-. En lugar de ocupar tu tiempo en búsquedas infructuosas, ¿por
qué no vas a la raíz de la cuestión e indagas sobre la naturaleza misma del tiempo? Si lo haces descubrirás
que el tiempo no tiene sustancia como tal; no es más que un concepto".
Antes de poner fin a esta nota a modo de prólogo, deseo expresar mi agradecimiento a mi amigo Keki
Bunshah, quien después de haber leído los primeros pasajes, casi me persiguió con la demanda afectuosa
de copias de los otros escritos, y a otro compañero devoto, P.D. Kasbekar, antiguo Secretario en Jefe del
gobierno de Maharashtra, por sus sugerencias, las cuales fueron de gran ayuda. De manera particular
estoy agradecido a mi estimado amigo Saumitra Mullarpattan, quien, además de haber expuesto a Maharaj
el asunto y asegurarme la gracia de su bendición del libro, me alentó constantemente con sus comentarios
constructivos a medida que avanzaba el manuscrito.
Agradezco también de manera especial a Sudhakar S. Dikshit, cuya lectura crítica del manuscrito en su
etapa final condujo a bastantes mejoras. Dikshit, ferviente seguidor de la enseñanza de Maharaj, dirige la
casa editora Chetana, que publicó I am That. En cuanto tuvo conocimiento de que había escrito algo sobre
Maharaj, se puso en contacto conmigo y, después de una mera hojeada al manuscrito, ofreció publicarlo.
Me siento contento de que mi manuscrito esté en buenas manos, pues la experiencia editorial y la habilidad
de Dikshit como editor, sobre todo en el campo específico de la filosofía, es en verdad vasta e
internacionalmente reconocida.
Ramesh S. Balsekar.
Bombay .
Nota del editor.
Descubrir un nuevo autor de auténtica valía es como descubrir un planeta o una estrella nuevos en la
ilimitada extensión del firmamento. Mientras escribo estas líneas puedo imaginar lo que debió de haber
sentido William Herschel al descubrir Urano.
Ramesh S. Balsekar, el autor de este libro, es una nueva y centelleante luminaria que ha adornado el
firmamento misterioso de la literatura esotérica de calidad, si bien él es bastante indiferente con respecto a
su propio brillo. Cuando, después de una rápida mirada a algunos de los capítulos de su manuscrito, el cual
me había hecho llegar un amigo mutuo, me entrevisté con él y le dije cuan gratamente impresionado me
sentía, él fijó en mí una mirada vacía. No soy escritor, dijo; no escribí esto para publicarlo, sino a fin de
lograr una clara comprensión de la enseñanza de mi Maestro, como una guía para mí mismo y para deleite
propio. No fue fácil convencerlo de que lo que escribió para su gozo podría deleitar a miles más si se
publicaba como libro. Me escuchó sin responder, con una sonrisa enigmática en los labios y una actitud
afable, aunque del todo reservada.
De sesenta años en apariencia, muy bien conservado para su edad, Balsekar es de tez blanca, bastante
apuesto y amable, pero de naturaleza más bien taciturna. Cuando decide hablar, lo hace con la
circunspección y lejanía propias de un presidente de banco que conversa con un solicitante de crédito. Más
tarde me sentí muy intrigado al saber que, efectivamente, en verdad había sido banquero, y se había
retirado siendo el ejecutivo más alto de uno de los principales bancos de la India.
Por supuesto, como solicitante de crédito resulté ser una persona bastante tenaz, pues logré que Balsekar
me confiara su manuscrito por unos cuantos días para mi iluminación personal, como persona interesada
en la enseñanza de Maharaj. Y conforme fui leyendo el libro, descubrí que sobrepasaba mis mejores
expectativas. De modo que no perdí tiempo en llamarlo y le ofrecí publicar la obra. Después de un breve
silencio, y de manera más bien despreocupada, expresó su consentimiento.
Leí nuevamente todo el manuscrito, con gran cuidado, como un lector profundamente interesado, tratando
de mantener al margen mis inclinaciones editoriales. Mientras continuaba leyendo, experimenté por un
instante mi verdadera identidad como algo distinto de lo que pienso que soy o parezco ser. Nunca antes
había tenido una experiencia semejante. Hace algunos años, cuando tuve la buena fortuna de editar y
publicar una serie de conversaciones de Sri Nisargadatta Maharaj tituladas I am That, sentí el impacto de
su originalidad creativa y de su razonamiento socrático, pero entonces no tuve siquiera un breve atisbo de
la Verdad, de la Realidad, o de mi verdadera identidad, como ahora. La razón es que Balsekar no se limita
en su escrito a repetir simplemente las palabras de Maharaj, sino que las interpreta con gran penetración,
lucidez y una profunda comprensión.
Escribe con una fuerza y autoridad intrínsecas cuya fuente es Maharaj mismo, por así decirlo. No
argumenta; anuncia. Sus aseveraciones tienen la naturaleza de revelaciones en nombre del Maestro.
Nunca visité con regularidad a Maharaj, pero sí asistí a sus pláticas con bastante frecuencia, siempre que
mis ocupaciones me permitían un tiempo libre. Un asiduo devoto de Maharaj, de nombre Saumitra
Mullarpattan, quien es igualmente versado en marati e inglés, solía actuar como intérprete. En un par de
ocasiones, sin embargo, encontré llevando a cabo esta tarea a una persona desconocida para mí que me
impresionó por el tono de autoridad con que comunicaba las respuestas de Maharaj a los consultantes.
Se sentaba con los ojos cerrados y transmitía las sabias palabras de Maharaj con la determinación
característica del Maestro. Fue como si Maharaj mismo, para variar, estuviese hablando en inglés.
Cuando pregunté, me dijeron que el intérprete era un devoto nuevo de Maharaj, de nombre Balsekar. Al
final de la sesión, mientras la gente se retiraba, me presenté con él y elogié su excelente traducción de las
palabras de Maharaj. Pero él se mostró impasible, como si no hubiese oído nada de lo que le dije.
Sorprendido por su actitud intratable me alejé y nunca volví a pensar en él hasta que me reuní con él
recientemente con motivo de este libro. Ahora me doy cuenta de cuan deplorablemente equivocado estuve
al formar mi opinión acerca de él. Debió habérseme ocurrido entonces que vivía en un nivel diferente de
existencia, fuera del alcance del elogio y la crítica. Debí entender que se encontraba en unión con el
Maestro y nada más le importaba.
Y este libro es prueba de ello, pues página tras página encontramos la presencia de Maharaj: su
extraordinaria agilidad mental, la lógica rigurosa de sus conclusiones, su pensamiento íntegro, su total
identidad con la unidad que se muestra como diversidad.
Es interesante hacer notar que en su prólogo, Balsekar casi niega su paternidad respecto a la obra. Dice
que el material que aquí aparece brotó espontáneamente, como si fuese dictado, en un frenesí que
sobrecargó su ser con una fuerza compulsiva a la cual no podía resistirse. Estoy convencido de la verdad
de esto y me inclino a pensar que el lector estará de acuerdo conmigo conforme avance en su lectura, pues
no hay nada en el libro que pueda tomarse como una proyección del propio autor, ninguna improvisación,
ninguna cita aprendida de textos sagrados; no hay, en absoluto, una pluma prestada. Los pensamientos
que expone Balsekar llevan la invisible firma del Maestro. Parecen provenir de un conocimiento luminoso,
de una exaltación de la gloria de la Verdad que colma su interior.
Esta obra, titulada Pointers from Nisargadatta Maharaj, es Maharaj mismo, de modo total. De hecho, es una
especie de curso de postgrado para aquellos que se han empapado ya de lo que ofrece Yo soy Eso.
Comprende la enseñanza última y más sublime del maestro y va más lejos que su enseñanza de años
anteriores. Me atrevo a decir que en verdad no puede haber un conocimiento más elevado que el que
contiene este libro. Me atrevo también a afirmar que nadie sino Balsekar podría haber expuesto este
conocimiento, pues ninguna persona de las que han estado cerca de Maharaj ha comprendido su
enseñanza con tanta profundidad como él.
Algunos de los devotos de Maharaj que conozco, han asistido a sus pláticas durante veinte años o más y,
sin embargo, su mente no ha cambiado y siguen siendo las mismas entidades que eran dos décadas atrás.
Por otra parte, la relación personal de Balsekar con Maharaj abarca escasamente un periodo de tres años.
Mas tales vinculaciones no deben medirse en términos cronológicos, si es que pueden medirse en forma
alguna. Y más importante que la duración de ese vínculo es la clase especial de receptividad que
caracteriza a Balsekar. No dudo que el manto de Maharaj haya caído sobre sus hombros. A falta de una
mejor expresión puedo incluso decir que Balsekar es el alter ego viviente de Maharaj, aun cuando él no
tiene ningún interés en desempeñar el papel de maestro. A partir de esta obra es del todo claro que
Balsekar está impregnado del jñana impartido por Maharaj.
Empero, quiero atraer la atención del lector de manera particular a un artículo específico, titulado "La
esencia de la enseñanza", en donde expone la singular filosofía de Maharaj en todas sus facetas (Apéndice
Uno), así como a su nota sobre el difícil y oscuro tema de la Conciencia (Apéndice Dos). Son pasajes que
el lector no debe dejar de leer.
Antes de poner fin a esta nota, me permitiré relatar un gracioso incidente en el que hubo un choque entre
Balsekar y yo como autor y editor. Siempre me molestó su distancia y su indiferencia. El es graduado de la
London University y tiene un buen dominio del inglés. Difícilmente podría haber encontrado fallas en su
lenguaje. Con todo, intenté mejorar aquí y allá su estilo y expresión, ¡como debe hacer un editor! Se percató
de las "mejoras" no pedidas y guardó silencio con su desapego habitual.
Entonces fue claro que había hecho de su ensimismamiento una virtud, así como yo había hecho una virtud
de mi verborrea. Yo sentía que éramos antípodas. Buscando con ansia acercarme a él, quise sacarlo de
algún modo de su ostracismo y encontré una forma. Ataqué su exposición de un aspecto de la enseñanza
de Maharaj (aunque en realidad estaba de acuerdo al respecto) y estalló de manera repentina. Su
contraataque fue devastador, y yo me alegré de ver roto por fin el caparazón. No obstante, rápidamente se
tranquilizó en cuanto, sin más, estuve de acuerdo con él. Sus ojos irradiaban entonces compasión.
Desaparecieron la circunspección y lejanía habituales, dando paso a una unión naciente entre nosotros.
Después de que trabajamos juntos en el libro, me dio de hecho completa libertad en cuanto al manuscrito y
sólo leyó la versión final hasta que estuvo lista para mandarse a la imprenta.
El Editor Sudhakar S. Dikshit.
Bombay
La primera edición en pasta dura de esta obra, publicada en octubre de 1982, casi se ha agotado en un año
y la demanda es continua. En vista del creciente, público interesado, esta segunda edición se publica en
rústica. El autor ha leído una vez más todo el texto y se han corregido los errores que se habían pasado por
alto en la edición anterior.
La crítica ha sido en general favorable. No obstante, algunas opiniones de lectores, que me han hecho
llegar por medio de cartas, han sido severamente reprobatorias, en particular con respecto a mi desempeño
como editor. Se me ha acusado, por ejemplo, de euforia en mi alabanza al autor. Mi respuesta es que creo
sinceramente lo que dije. Siento que incluso merece mayores elogios.
Curiosamente, me han cuestionado por qué y cómo consideré adecuado "revisar" el trabajo de un autor al
que alabé tanto. ¿Fue presunción de parte mía hacerlo? Esto precisa una aclaración. La palabra "revisar"
no implica nada despectivo. Significa sólo releer y reconsiderar. Y yo leí y releí el manuscrito en su totalidad
tres veces, con gran cuidado.
Mientras revisaba en esta forma, se me ocurrió que en determinadas partes ciertos pensamientos difíciles,
expresados de manera concisa, necesitaban aclararse o desarrollarse en beneficio del lector común. Así
pues, yendo un poco más lejos de ia función editorial ordinaria, hice las adiciones y modificaciones
requeridas. Sólo el autor podría ofenderse conmigo por lo que hice, no un lector. Sin embargo, salvo unas
cuantas excepciones, el autor estuvo de acuerdo con mi versión revisada del texto. En una de las notas que
me escribió, Balsekar dice: "La edición se ha realizado magníficamente; en definitiva, mejora...". Estas
palabras son replica suficiente a mis críticos que parecen pensar, con severidad, que en cierto modo traté
de eclipsar al autor.
El Editor.
Bombay diciembre de 1983.
Prólogo
Nota del editor
1. El orgullo del éxito
2. La conciencia, el único "capital"
3. Frente a la muerte
4. Lo manifestado y lo inmanifestado son uno
5. Conciencia pura y conciencia
6. La esclavitud del espacio y el tiempo
7. ¿Cómo ve el mundo un jñani?
8. La prueba de la Verdad
9. Tú eres Rama, yo soy Rama
10. Imágenes en la imaginación
11. Continúa la función
12. La manifestación es un sueño
13. Amor y Dios
14. Punto de vista para leer el Gita
15. El ciego con visión
16. Vino a burlarse...
17. Noúmeno y fenómeno
18. Comprendamos los hechos básicos
19. El conocimiento de uno mismo y los problemas de la vida
20. La gracia del gurú es lo único que necesito
21. La semilla de la conciencia
22. La autorrealización no requiere de esfuerzo
23. El hijo de una mujer estéril
24. Revisión de los fundamentos
25. ¿Qué somos realmente?
26. La vida, una comedia
27. La falsa identificación es "esclavitud"
28. Tú eres eterno
29. No hay tal "iluminación"
30. ¿Qué eras antes de nacer?
31. Maharaj habla de sí mismo
32. Una experiencia personal
33. No hay perceptor, sólo percepción
34. La identidad inmaculada
35. Ausencia total de hacedor
36. Nadie nace; nadie muere
37. Analizando el pensamiento
38. Ser es Dios
39. Tú eres la presencia conciente
40. Maharaj habla otra vez de sí mismo
41. No puede haber renacimiento
42. El intelecto puede ser una adicción
43. La Verdad es ver lo falso como falso
44. Jugar a la meditación
45. No hay nada más que Yo
46. Negación de la condición de entidad
47. El buscador es lo buscado
48. La naturaleza del sueño profundo
49. Aniquilación del "tú"
50. Una revelación irreverente
51. ¿Quién sufre?
52. Progreso en la búsqueda espiritual
53. El sufrimiento de la experiencia
54. Las palabras y su realización
55. Confusión sobre la vida y la muerte
56. Los últimos días: enseñanza final
57. Los últimos momentos: Mahasamadhi
APÉNDICES
I. La esencia de la enseñanza
II. Una nota sobre la Conciencia
III. Bhakti, Mana y el individuo
IV. La Verdad Total
V. Glosario
1. El orgullo del éxito.
"He trabajado duro y considero que soy en este momento un hombre exitoso. Mentiría si no admitiera que
me siento muy satisfecho y, sí, muy orgulloso de lo que he logrado. ¿Hago mal?"
Cierta tarde, un visitante extranjero se dirigió a Sri Nisargadatta con estas palabras. Era un hombre de
cuarenta y tantos años, soberbio, seguro de sí y un poco agresivo. La conversación se desarrolló entonces
sobre las siguientes líneas:
Maharaj: Antes de que consideremos qué "está bien" y qué "está mal", dime por favor quién hace esta
pregunta.
Visitante (un poco sorprendido): ¿Cómo? "Yo", desde luego.
¿Y quién es ése?
Yo. Este "yo", quien está sentado frente a ti.
¿Y tú crees que eso eres?
Me ves. Yo me veo. ¿En qué puede haber duda?
¿Te refieres a este objeto que tengo frente a mí? Retrocede en tu memoria tanto como te sea posible; ¿cuál
es el recuerdo más antiguo que guardas de lo que crees ser?
(Después de un par de minutos): ...Quizá el primer recuerdo que tengo sea el de verme cuidado y abrazado
por mi madre.
Como un niño muy pequeño, quieres decir. ¿Tú dirías que el hombre triunfador de la actualidad es ese
mismo niño desvalido, o alguien distinto?
Sin duda es el mismo.
Bien. Ahora, si vuelves la vista más atrás, estarás de acuerdo en que ese niño, al cual recuerdas, es el
mismo al que dio a luz tu madre, el cual alguna vez fue tan desvalido que no se daba cuenta siquiera de lo
que sucedía cuando su cuerpo realizaba las funciones físicas naturales, y sólo podía llorar al sentir dolor o
hambre.
Sí, yo era ese niño.
Y antes de que ese bebé adquiriera un cuerpo y nacieras, ¿qué eras?
No entiendo.
Sí entiendes. Piensa. ¿Qué sucedió en el vientre de tu madre?, ¿qué fue lo que se desarrolló hasta
convertirse en un cuerpo con huesos, sangre, médula, músculos, durante un periodo de nueve meses?,
¿no fue un espermatozoide combinado con un óvulo en el vientre femenino donde se inició una nueva vida,
pasando además durante el proceso por numerosas contingencias? ¿Es acaso ese espermatozoide
infinitesimalmente pequeño el que se enorgullece ahora de sus logros? ¿Quién te esperaba particularmente
a ti? ¿Tu madre, tu padre?, ¿ellos te querían en especial a ti como hijo? ¿Tiene algo que ver contigo el
hecho de haber nacido de estos padres en particular?
Estoy asombrado, en realidad nunca había pensado en ello.
Precisamente. Reflexiona a este respecto. Luego tal vez puedas hacerte una idea de tu verdadera
identidad. Medita más tarde sobre si puedes enorgullecerte de lo que has "logrado".
Creo que empiezo a entender lo que quieres decir.
Si ahondas más en esto, te darás cuenta de que el origen del cuerpo -el espermatozoide y el óvulo- es, en
sí, la esencia del alimento que consumieron los padres; que la forma física está compuesta, y se alimenta,
de los cinco elementos que constituyen el alimento; te darás cuenta también de que, con mucha frecuencia,
el cuerpo de una criatura se convierte en el alimento de otra.
Pero seguramente yo, como tal, debo de ser una cosa distinta de este cuerpo-alimento.
En realidad lo eres, pero no una "cosa". Indaga qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible, aquello sin
lo cual no sabrías siquiera de tu existencia, y mucho menos de la del mundo exterior. Y, por último, ve más
a fondo aún y analiza si esta cualidad de ser, esta conciencia, no está sujeta al tiempo.
Por supuesto profundizaré en las diversas cuestiones que me has planteado, aunque confieso que nunca
antes había explorado estos terrenos y me siento un poco aturdido a causa de mi ignorancia en estos
nuevos campos a los que me has abierto. Vendré a verte en otra ocasión, maestro.
Serás siempre bienvenido.
2. La conciencia, el único "capital".
Maharaj expresa a menudo la idea de que la conciencia es el único "capital" con que nace un ser sensible.
Esto, dice, es así sólo en apariencia. La situación real, empero, es que lo que nace es la conciencia, la cual
necesita de un organismo para manifestarse, y ese organismo es el cuerpo físico.
¿Qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible, es decir, lo que le permite tener sensaciones, responder a
estímulos? ¿Qué es lo que distingue a una persona viva de una muerta? Es, claro está, el sentido de ser, el
conocimiento de estar presente, la conciencia, el espíritu vitalizante que anima la estructura física que es el
cuerpo.
En verdad es la conciencia lo que se manifiesta en formas particulares y da a éstas una existencia
aparente. De dicha manifestación surge en los seres humanos la idea de un "yo" separado. En cada
individuo el Absoluto se halla reflejado como conciencia y, por lo tanto, la Conciencia en sí pura se
convierte en autoconciencia, o conciencia.
El universo objetivo está en continuo flujo, constantemente se crean y se disuelven un sinnúmero de
formas. Siempre que se crea una forma y se infunde vida (Prana) en ella, aparece la conciencia (Chetana)
de manera simultánea y automática, como reflejo del Absoluto en la superficie de la materia, lo cual
produce un sentido de dualidad. En tanto algo distinto de la materia, la Conciencia en sí pura, el estado
Absoluto, no tiene principio ni fin, no necesita ningún soporte a no ser ella misma. La Conciencia en sí se
vuelve conciencia únicamente cuando tiene un objeto en el cual reflejarse. Entre la Conciencia en sí pura y
la Conciencia en sí reflejada como conciencia, dice Maharaj, hay un abismo que la mente no puede
traspasar. ¡El reflejo del sol en la gota de rocío no es el sol!
La conciencia manifestada está atada al tiempo, ya que desaparece tan pronto como llega a su fin la
estructura física que habita. No obstante según Maharaj, es el único "capital" con que nace un ser sensible.
Y dado que la conciencia manifestada es su único vínculo con el Absoluto, se convierte en el único medio
por el cual el ser sensible puede esperar conseguir una liberación ilusoria del "individuo" que cree ser.
Siendo uno con su conciencia y tomándola como su Atma, su Dios, el ser sensible puede confiar en
alcanzar lo que considera inalcanzable.
¿Cuál es la sustancia real de esta conciencia animante? Debe ser, claro está, un material físico, pues no
puede sobrevivir en ausencia de una forma de este tipo. La conciencia manifestada puede existir sólo
mientras su morada, el cuerpo, se conserve sana y habitable. Aunque la conciencia es un reflejo del
Absoluto, está atada al tiempo y requiere para su sostén del alimento material, compuesto por los cinco
elementos, que forman el cuerpo físico. La conciencia reside en un cuerpo saludable y lo abandona cuando
éste va a morir y se deteriora. El reflejo del sol únicamente puede ser visto en una gota de agua clara,
nunca en una de agua turbia.
Maharaj dice a menudo que podemos observar la naturaleza y función de la conciencia en nuestros estados
cotidianos de sueño profundo, sueño y vigilia. En el sueño profundo, la conciencia se recoge, por así
decirlo, en un estado de reposo. Cuando se encuentra ausente la conciencia, no hay sentido de la
existencia o presencia de uno mismo, mucho menos de la existencia del mundo y sus habitantes, ni idea
alguna de liberación y esclavitud. Esto sucede porque el concepto mismo de "yo" se halla ausente. En el
estado de sueño, comienza a moverse una chispa de conciencia -uno no está del todo despierto aún- y
entonces, en una fracción de segundo, se crea en esa chispa de conciencia un mundo entero de montañas,
valles, ríos, lagos, ciudades y pueblos con construcciones y gente de edades diversas, Un mundo en que
aparece la persona misma que sueña. Y, lo que es más importante, ¡el que sueña no tiene control sobre lo
que hacen las imágenes que ve en su sueño! En otras palabras, en una fracción de segundo se crea un
nuevo mundo viviente producto tan sólo de la memoria y la imaginación con un solo movimiento de esa
chispa de conciencia. Imagínense, dice Maharaj, por lo tanto, el extraordinario poder que tiene esta
conciencia, una sola chispa de la cual puede contener y proyectar un universo entero. Cuando despierta el
que sueña, desaparecen el mundo y los personajes soñados.
¿Qué sucede cuando terminan tanto el estado de sueño como el de sueño profundo y reaparece la
conciencia? La sensación inmediata es entonces la de existencia y presencia, pero no de "mi" presencia
sino de la presencia como tal. Empero, en seguida se hace cargo la mente y crea el "yo", concepto que da
lugar a la conciencia del cuerpo.
Maharaj dice con frecuencia que estamos tan acostumbrados a concebirnos como cuerpos con conciencia
que nos resulta muy difícil aceptar, o al menos entender, la condición real. En realidad, es la conciencia la
que se manifiesta en un sinfín de cuerpos. Por consiguiente, es esencial percatarse de que nacimiento y
muerte no son sino el principio y el fin de una serie de movimientos de la conciencia, los cuales se
interpretan como sucesos en el tiempo y el espacio. Si podemos darnos cuenta de esto, podremos darnos
cuenta también de que somos Ser, Conciencia y Bienaventuranza puros en nuestro estado original, y
cuando estamos en contacto con la conciencia, sólo somos testigos, completamente separados, de los
diversos cambios que en ella se operan. Este es un hecho indiscutible, pues es obvio que no podemos ser
lo que percibimos; el que percibe tiene que ser distinto de lo que percibe.
3. Frente a la muerte.
Visitante: Mi único hijo murió hace unos días en un accidente automovilístico, y me resulta casi imposible
aceptar su muerte con entereza filosófica. Sé que no soy la primera persona que sufre una pérdida
semejante. También sé que todos tenemos que morir algún día. He buscado alivio en mi mente recurriendo
a todas las tácticas usuales mediante las cuales nos consolamos y confortamos unos a otros en conflictos
como éste. Y sin embargo, vuelvo al hecho trágico de que un destino cruel ha privado de todo a mi hijo en
la flor de su vida. ¿Por qué? ¿Por qué?, me pregunto todo el tiempo. Maestro, no puedo superar mi dolor.
Maharaj (después de permanecer con los ojos cerrados durante un minuto o más): Es inútil y vano decir
que estoy afligido, pues en ausencia de "yo" (de "mí" como individuo) no hay "otros", uno se ve a sí mismo
reflejado en todos los demás. Obviamente, tú no has venido a mí buscando sólo compasión, la cual con
seguridad has recibido en abundancia de tus familiares y amigos. Recuerda, uno va por la vida, año tras
año, disfrutando los placeres habituales y sufriendo las penas normales, pero sin apreciar jamás la vida en
su justo valor. ¿Y cuál es su justo valor? Es éste: No existe "mí" ni "tú "; no pueden existir tales entidades.
Todo hombre debe entender esto y tener valor para vivir la vida con esta comprensión.
¿Tienes ese valor, amigo mío, o tendrás que sumirte en lo que llamas tu pena?
Discúlpame, Maharaj, no entiendo del todo lo que me has dicho, me encuentro sorprendido y
desconcertado. Me has expuesto la esencia de mi ser, y lo que has dicho en forma tan sucinta parece ser la
regla de oro para vivir. ¿Podrías, por favor, explicar con más detalle lo que acabas de decir? ¿Qué es
exactamente lo que debo hacer?
¿Hacer? Nada, absolutamente nada: sólo ve lo transitorio como transitorio, lo irreal como irreal y lo falso
como falso, y te darás cuenta de cuál es tu verdadera naturaleza. Has hablado de tu pena, ¿pero alguna
vez has mirado de frente el "dolor" y has intentado comprender lo que es en realidad?
La perdida de alguien o algo que has amado mucho inevitablemente causará dolor. Y puesto que la muerte
es aniquilación total, con irrevocabilidad absoluta, el dolor que causa es profundo.
Con todo, ni siquiera este dolor agobiante puede durar demasiado si lo analizas intelectualmente. ¿Qué es
exactamente lo que te aflige? Volvamos al principio: ¿tú y tu esposa acordaron con alguien que tendrían un
hijo -un cuerpo particular- y que tendría un destino determinado? Que el feto haya sobrevivido a muchos
peligros en el vientre fue otra casualidad. Que ese bebé fuera un niño también fue azaroso. En otras
palabras, lo que llamas tu "hijo" no fue más que un acontecimiento fortuito, un suceso sobre el cual no
tuviste control en ningún momento, y ese suceso ha llegado ahora a su fin.
¿Qué es exactamente lo que lamentas? ¿Lamentas acaso las pocas experiencias placenteras y las muchas
dolorosas que se ha perdido tu hijo en los años venideros? ¿O en realidad te afligen los placeres y ventajas
que no podrás recibir ya más de él?
¡Ten cuidado, todo esto parte desde el punto de vista de lo falso! Pero, ¿me sigues hasta aquí?
Estoy asustado y me sigo sintiendo aturdido. Sí te sigo en lo que acabas de decir, sólo que no alcanzo a
comprender qué querías decir cuando hablaste de que todo esto se encuentra en el nivel de lo falso.
¡Ah! Pasaremos ahora a lo verdadero. Entiende por favor como verdadero el hecho de que no eres un
individuo, una "persona". La persona, lo que uno cree ser, es tan sólo un producto de la imaginación y el yo
es víctima de esta ilusión. La "persona" en sentido estricto no existe. Es el yo, la conciencia, el que
erróneamente cree que existe una persona y es conciente de ser ésta. Cambia tu punto de vista. No mires
el mundo como algo externo a ti. Ve a la persona que imaginas ser como parte del mundo -un mundo
soñado en realidad- al cual percibes como una apariencia en tu conciencia y mira todo el espectáculo
desde fuera. Recuerda, no eres la mente, la cual no es sino el contenido de la conciencia. En tanto te
identifiques con el complejo, cuerpo-mente, serás vulnerable al dolor y al sufrimiento. Más allá de la mente
está sólo el ser, no el ser padre o hijo, esto o aquello.
Tú te encuentras más allá del espacio y el tiempo, sólo estás en contacto con ellos en el aquí y ahora, pero
por lo demás eres atemporal, ilimitado e invulnerable a cualquier experiencia. Comprende esto y no te
aflijas más. Una vez que te des cuenta de que no hay nada en este mundo que puedas o necesites llamar
tuyo, mirarás éste desde fuera, como ves un juego en el estadio o una película en la pantalla, admirando y
disfrutando, quizá también sufriendo, pero, en el fondo, impasible por completo.
4. Lo manifestado y lo inmanifestado son uno.
¿Es el "yo" una entidad sempiterna que aparece en niveles diferentes: manifestado y no manifestado? Esta
pregunta se la plantean a menudo a Maharaj en formas diversas, con distintas palabras, diferentes
personas, pero la esencia de la interrogante es siempre la misma. En ocasiones un visitante audaz puede
haber llegado a formular la pregunta justo al principio de una sesión, al mencionar Maharaj, cosa que hace
a menudo, que sus oyentes deben siempre tener presente que no está hablando como un individuo a otro,
sino como la conciencia a la conciencia con respecto a la naturaleza de ella misma.
Según Maharaj, en el nivel mental el "yo" puede ser considerado bajo tres aspectos: 1) el impersonal,
Avyakta (no manifestado), el Yo absoluto, más allá de toda percepción o experiencia sensorial e inconciente
de sí mismo. 2) El suprapersonal, Vyakta (manifestado), el cual es el reflejo del Absoluto en la conciencia
como "yo soy"; y 3) el personal, Vyakti, el cual es un complejo de procesos físicos y vitales, el aparato
sicosomático en el que la conciencia se manifiesta.
No obstante, Maharaj hace esta observación para recordar reiteradamente que tal distinción es tan sólo
teórica y no puede existir en la realidad. En esencia, no hay distinción entre lo manifestado (Vyakta) y lo no
manifestado (Avyakta), así como no hay ninguna diferencia esencial entre la luz y la luz de día. El universo
está lleno de luz pero esa luz sólo puede ser vista hasta que se refleja sobre una superficie como luz de
día; y lo que revela la luz de día es la persona individual (Vyakti). El individuo en la forma de un cuerpo
humano es siempre el objeto; la conciencia (en tanto testigo) es el sujeto y su relación de dependencia
mutua (la conciencia no puede aparecer sin el aparato de un cuerpo y el cuerpo no puede tener sensibilidad
sin la conciencia) es la prueba de su identidad básica con el Absoluto. Ambos son la misma conciencia; una
en reposo y la otra en movimiento, cada una conciente de la otra.
El universo entero, explica Maharaj, existe sólo en la conciencia. La conceptualización de este proceso
sería como sigue: la conciencia se origina en el Ser puro, por ninguna causa o razón particular que no sea
el hecho de que es su naturaleza hacerlo así, al igual que las olas en la superficie del mar. El mundo
aparece y desaparece en la conciencia; y cada uno de nosotros tiene derecho a decir: todo lo que existe
forma parte de mí, todo lo que existe es mío, antes de todo principio, después de todo fin, estoy ahí para
atestiguar todo lo que sucede. "Yo", "tú "y "él" son sólo apariencias en la conciencia; todo es básicamente
Yo.
No es que el mundo no exista. En tanto apariencia en la conciencia, el mundo es la totalidad dé lo conocido
en el potencial de lo desconocido. Puede decirse que el mundo aparece, pero no es. La duración de la
apariencia, por supuesto, diferirá de acuerdo con las diferentes escalas de tiempo. Aparte del hecho de que
el mundo desaparece en el sueño profundo y reaparece en el estado de vigilia, la duración de su aparición
suele variar con el periodo del tiempo que dura nuestra vida; unas cuantas horas en el caso de un insecto y
eones en el de la trinidad de Brahma, Vishnú y Maheshwara. Finalmente, sin embargo, todo lo que es
apariencia en la conciencia debe tener un fin y no puede tener realidad alguna.
La forma en que expone Maharaj este conocimiento sublime es, en verdad, asombrosa por la diversidad de
aspectos que presenta, mientras el tema central permanece anclado con firmeza. Dice que la conciencia en
sí procede del Absoluto (Avyakta) y permea el yo interno (Vyakta). El yo externo (Vyakti) es la parte de
nuestro ser de la que no nos damos cuenta, ya que, si bien podemos ser concientes (pues todo ser sensible
tiene conciencia), es posible que no nos percatemos de ello. En otras palabras, el yo externo (Vyakti) está
delineado por el cuerpo físico; el yo interno (Vyakta) por la conciencia y sólo puede tenerse contacto con lo
Supremo (Avyakta) en la Conciencia Pura.
No puede haber ninguna "experiencia" como tal del Absoluto, por la simple razón de que no puede haber
nada objetivo en el Absoluto, que es en esencia subjetividad pura. La conciencia del yo interno es el
vehículo de toda experiencia. El Absoluto proporciona la potencialidad de la experiencia; el yo, la
factibilidad.
El contacto de la persona individual con la conciencia del Absoluto sólo puede producirse cuando la mente
se encuentra en "ayuno", por así decirlo, pues en ese momento cesa el proceso de conceptualización.
Cuando la mente está en calma, refleja la Realidad; cuando la mente está en reposo absoluto se disuelve y
no queda más que la Realidad. Esta es la razón, nos dice Maharaj continuamente, por la que es necesario
ser uno con la conciencia. Cuando la mente se deleita, desaparece la Realidad; cuando la mente ayuna,
aparece la Realidad.
La conciencia en sí, señala Maharaj de otra manera más, cuando está en contacto con un objeto, una forma
física, se vuelve testigo. Si al mismo tiempo se autoidentifica con el objeto, tal estado se convierte en "la
persona". En la Realidad no hay más que un estado; cuando se corrompe y contamina a causa de la
identificación con el "yo", puede denominarse persona (Vyakti); cuando se tiñe con un sentido de ser, la
conciencia resultante se convierte en "el testigo"; cuando permanece en su pureza original, sin
contaminación ni matiz alguno, es lo Supremo, el Absoluto.
Es necesario tener clara la diferencia, si bien teórica, entre la conciencia en sí del Absoluto y la conciencia
en la que aparece el universo, nos advierte siempre Maharaj. Una es sólo reflejo de la otra. Pero el reflejo
del sol en la gota de rocío no es el sol. En ausencia de la objetivación, como en el sueño profundo, no está
el universo aparente, pero estamos nosotros. Es así porque lo que somos es lo que el universo aparente
es, y viceversa -dual en la presencia, y no dual si está ausente; irreconciliablemente alejados en concepto,
inviolablemente unidos en ausencia de toda concepción.
5. Conciencia en sí y conciencia.
La característica sobresaliente de las pláticas de Maharaj con sus visitantes es la sensación de total
espontaneidad por parte dé Maharaj. Nunca se eligen los temas con anterioridad; no obstante, las palabras
de Maharaj tienen una flexibilidad única que les da en cada ocasión una frescura estimulante. Uno se
maravilla aún más cuantío piensa que ha estado hablando de cuestiones análogas sin ninguna preparación
previa en dos sesiones diarias, todos los días de la semana, incluyendo domingos, durante los últimos
años. Además, por si fuera poco, Maharaj dice, con Una risa divertida: ¿Acerca de qué hablo? De un solo
tema, sobre la misma cuestión: ustedes y yo, el mundo externo y Dios.
En general, Maharaj no se molesta por tener que esperar a su audiencia antes de exponer algún tema que
ronda su mente. En ocasiones su pequeño piso se llena gbr completo en quince minutos. Otras veces,
cuando empieza a hablar -uno podría decir a pensar en voz alta hay apenas tres o cuatro personas
presentes. Pero esto no hace ninguna diferencia para él. Puede hablar incluso a un solo interesado, si así lo
decide, y exponerle con entusiasmo los elementos básicos de su enseñanza, relacionándolos y dando a
cada uno su lugar justos La suya es una mente total que va más allá del pragmatismo. Su pensamiento es
reflexión total.
Una mañana, después de presentar mis respetos a Maharaj y sentarme, me di cuenta de que sólo había
otras dos personas. Maharaj dijo de pronto: ¿Qué diferencia hay entre la "conciencia en sí" y la
"conciencia", si es que existe alguna? Cuando esto sucede, uno no sabe si en realidad él espera una
respuesta, o si sólo piensa en voz alta, y vacila en responder por temor a romper el hilo de sus
pensamientos. Pero entonces puede acontecer que pregunte: ¿Por que no responden? ¿Acaso me han
hecho perder el tiempo escuchando mis pláticas todos estos días? Esa mañana, sin embargo, continuó, sin
esperar respuesta.
Señaló que la conciencia en sí es conciencia del Absoluto, y, en consecuencia, se encuentra más allá de
los tres gunas (Gunatita), mientras que la conciencia es algo nutrido y limitado por el cuerpo físico. Cuando
este cuerpo-alimento se destruye, desaparece también la conciencia. La verdad es que nadie muere -el
cuerpo, compuesto de los cinco elementos, se mezcla con ellos cuando se encuentra sin vida, y la
conciencia, la cual está sujeta a los tres gunas, se libera de éstos-. La conciencia en sí es el estado original
primordial, anterior al concepto de espacio-tiempo, y no necesita de ninguna causa o sustento.
Simplemente es. Sin embargo, en el momento en que surge el concepto de conciencia en este estado
original de unicidad, aparece el sentido de "yo soy", provocando una condición de dualidad. La conciencia,
en tanto que posee una forma, es un reflejo de la conciencia en sí sobre la superficie de la materia. No
podemos concebir la conciencia de manera separada de la conciencia en sí; no puede haber un reflejo del
sol sin el sol. Pero sí puede haber conciencia en sí sin conciencia.
En el sueño profundo, por ejemplo, no hay conciencia (ésta se encuentra en reposo) pero ciertamente sí
hay conciencia en sí, pues en la vigilia uno es conciente de haber dormido; pero sólo en el estado de vigilia.
Maharaj no nos permite olvidar nunca que la conciencia es nuestro único compañero constante y que es la
atención continua en el flujo de nuestra conciencia lo que nos lleva a la conciencia en sí; la existencia
básica, aquello que es vida-amor-gozo. De acuerdo con Maharaj, la conciencia misma de ser conciente es
ya un paso hacia la conciencia en sí. La mente, por su misma naturaleza, es extrovertida, siempre
tendiendo a buscar el origen de las cosas en las cosas mismas. Cuando se dirige hacia el origen interno, es
como el inicio de una vida nueva. La conciencia en sí remplaza a la conciencia. El "yo soy", que es un
pensamiento de la conciencia, desaparece. En la conciencia en sí no hay pensamiento. La conciencia en sí
es la fuente, el origen de la conciencia. Maharaj sugiere que un excelente ejercicio espiritual es sentarse
quietamente y observar lo que llega a la superficie de la mente. Lo que llamamos pensamientos son como
ondas en la superficie del agua. Los pensamientos conducen siempre a la identificación o al rechazo; son
producto de ideas preconcebidas y constituyen un obstáculo para la comprensión real. Así como el agua
está tranquila cuando no hay ondas, así la mente está serena cuando se encuentra libre de pensamientos,
cuando es pasiva y por completo receptiva.
En el espejo de tu mente, dice Maharaj, aparecerán toda clase de imágenes, permanecerán por un
momento y desaparecerán. Obsérvalas ir y venir en silencio. Debes estar alerta, pero no permitir que te
atraigan, ni rechazarlas. Es importante no involucrarse. Esta actitud de contemplación silenciosa tendrá el
efecto, de manera gradual, de alejar todo pensamiento inútil, como invitados no deseados a los que se
ignora. Permaneciendo así en tu interior, es decir, en la condición de "yo soy", observando el flujo de la
mente sin interferir ni juzgar, como un testigo desapasionado, se puede propiciar que el "interior"
desconocido salga a la superficie de la conciencia y se manifiesten sus inusitadas energías que te
permitirán comprender el misterio del origen de la vida.
6. La esclavitud del espacio y el tiempo.
Visitante: Recuerdo haber leído en alguna parte que la combinación de espacio y tiempo es la causa de
nuestra esclavitud. Desde entonces, me pregunto cómo pueden el espacio y el tiempo hacernos esclavos.
Maharaj: Aclaremos de qué estamos hablando. ¿Qué quieres decir con "esclavitud"?, ¿esclavitud para
quién? Si te sientes satisfecho con este mundo que consideras real y con la forma en que has sido tratado,
¿en qué radica para ti la esclavitud?
Debo reconocer que a mí el mundo me parece bastante real, pero no es cierto que me sienta satisfecho con
el papel que tengo en él. Estoy profundamente convencido de que la vida debe consistir en mucho más que
sólo pasarla, como la mayoría de nosotros hace, sin ningún objetivo específico, tan sólo de manera
rutinaria. Desde este punto de vista, creo que la vida misma es esclavitud.
¿Exactamente qué imagen tienes de ti mismo cuando empleas la palabra "yo"? Cuando eras pequeño te
considerabas sólo un niño y el solo hecho de jugar te hacía feliz. Con el tiempo, te convertirías en un joven,
con fuerza suficiente en los brazos para arrear una pareja de elefantes, y la idea de que podías enfrentarte
a cualquier cosa o persona de este mundo. Ahora te encuentras en la mitad de tu vida, un poco más
maduro pero disfrutando, con todo, de la vida y sus placeres; y crees que eres un hombre feliz y con éxito,
bendecido con una hermosa familia. En este momento tienes una imagen de ti mismo bastante distinta de
la que tuviste en tiempos pasados. Imagínate de aquí a diez años, y aún más lejos, veinte años después.
La imagen que tendrás de ti mismo será distinta de todas las anteriores. ¿Cuál de estas imágenes es el "tú"
real? ¿Alguna vez lo has pensado? ¿Hay alguna identidad particular que puedas llamar la tuya propia y que
haya permanecido contigo desde el principio, siempre presente y sin sufrir cambios?
Ahora que lo mencionas, reconozco que al usar la palabra "yo" no tengo ninguna idea particular sobre mí
mismo y estoy de acuerdo en que todas las ideas que he tenido sobre mí han cambiado con los años.
Pues bien, hay algo que ha permanecido inmutable todos estos años, en tanto todo lo demás ha ido
cambiando. Y es el sentido constante de presencia, el sentido de que existes. Este sentido o sensación de
"yo soy", no ha cambiado nunca. Esa es tu imagen constante. Tú estás sentado frente a mí. Lo sabes con
certeza, sin necesidad de confirmación por parte de alguien más. Sabes, de igual modo, que eres, que
existes. Ahora dime, ¿en ausencia de qué te sería imposible sentir tu existencia?
Si estuviera dormido o inconciente no sabría que existo.
Precisamente. Vayamos ahora más allá. En la mañana, en el momento mismo en que despiertas y entra en
acción tu conciencia, ¿no sientes tu presencia conciente, tu existencia, el "yo soy", como presencia sin más
y no como la de una persona individual?
Sí, así es. Yo diría que mi personalidad individual aparece en cuanto miro mi cuerpo y los objetos que me
rodean.
Cuando dices que ves un objeto, lo que en realidad sucede es que tus sentidos reaccionan a un estímulo
cuyo origen es externo con respecto al aparato corporal. Y lo que tus sentidos han percibido y tu mente ha
interpretado no es más que algo que aparece en tu conciencia. Esta apariencia presente en la conciencia
se interpreta como un suceso que se manifiesta en el espacio y el tiempo. Toda manifestación depende de
la combinación de dos medios estrechamente ligados a los que se denomina espacio y tiempo. En otras
palabras, en ausencia de la combinación espacio-tiempo no podría surgir en la conciencia ninguna
manifestación. ¿Me sigues?
Sí, entiendo lo que dices. Pero, ¿dónde entro yo como individuo en este proceso?
Precisamente ahí reside la dificultad. Toda "existencia" es un proceso continuo de objetivación. Sólo
existimos como uno de tantos objetos y, como tales, sólo en la conciencia que nos conoce. Cuando cesa la
objetivación, como sucede en el sueño profundo, desaparece el universo objetivo.
Siempre que uno se concibe como una entidad aparte, como persona, no puede percibir el paisaje total de
la realidad impersonal. Y la idea de una personalidad independiente se debe a la ilusión del espacio y el
tiempo, los cuales no tienen existencia por sí mismos, pues sólo son instrumentos, simples medios para
hacer cognoscible la manifestación.
En la conciencia sólo puede reflejarse un pensamiento, sentimiento o percepción en cada momento, pero
los pensamientos, sentimientos y percepciones se presentan uno tras otro, creando la ilusión de
durabilidad. La personalidad aparece entonces como resultado simplemente de la memoria, al identificar el
presente con el pasado y proyectarlo al futuro.
Piénsate efímero, sin pasado ni futuro, ¿dónde se halla entonces la personalidad? Inténtalo e indaga tú
mismo. En la memoria y en la anticipación, que pertenecen una al pasado y la otra al futuro, hay una clara
sensación de que existe un estado mental al cual se observa, mientras que en el ahora la sensación es
básicamente la de tener conciencia y estar presente aquí y en este momento.
Creo entender. Debo sentarme en calma y tratar de captar esta forma completamente nueva de pensar.
¿Entiendes ahora en qué sentido el espacio y el tiempo, cuya disposición en la conciencia hace perceptible
la manifestación, son culpables? Lo único que puedes decir con verdad es: "Yo soy" (queriendo decir con
ello que lo que es, es). En el momento en que hay un pensamiento sobre "mí" como personalidad
independiente, aparece lo que se denomina "esclavitud". Comprender esto es el fin de toda búsqueda.
Cuando te das cuenta de que todo lo que crees ser sólo se funda en la memoria y la anticipación, termina tu
búsqueda y te mantienes alejado, con conciencia cabal de la falsedad de lo falso.
7. ¿Cómo ve el mundo un jnani?
Una mujer que visitó a Maharaj le pidió su consentimiento para hacer lo que ella llamó una pregunta "tonta",
aprovechando que aquél era su último día de visita en Bombay.
Maharaj: Todos los pensamientos, los deseos, santos o profanos, provienen del "yo". Todos ellos dependen
del anhelo de felicidad y su fundamento es, por lo tanto, el sentido de "yo soy". Su índole depende de
nuestra psique (Antahkarana) y del grado en el que prevalezca cada uno de los gimas. Tamas produce
limitación y perversiones; rajas, energía y pasiones, y Sattva origina armonía y el impulso de hacer felices a
otros.
¿Cuál es tu pregunta?
Visitante: Todos estos días, que desafortunadamente se han ido demasiado rápido, mientras hablabas e
iban surgiendo tus palabras como si brotasen solas, sin ninguna preparación, me he estado preguntando
cómo miras los objetos que ven tus ojos, incluyendo a las personas que están sentadas frente a ti. Puesto
que hoy es el último día de mi visita, pensé atreverme a hacer esta pregunta un poco tonta.
¿Qué te hace pensar que los veo a ustedes como objetos nada más? Supones que veo las cosas con un
cierto significado especial que se te escapa. Pero no es ésta en realidad tu pregunta. Tu curiosidad parece
consistir esencialmente en saber cómo percibe las cosas un jñani, alguien que mira como debe verse.
Te pido recuerdes que los objetos son en realidad la percepción que de ellos se tiene. A la inversa, la
percepción que tenemos de ellos es lo que son los objetos. Trata de entenderlo.
Cuando un objeto es visto como un objeto, tiene que haber un sujeto distinto del objeto. Empero, en el
modo en que percibe un jñani no hay ni un sujeto que ve ni un objeto visto; tan sólo "visión". Es decir, la
percepción del jñani es anterior a cualquier interpretación producto de las facultades sensoriales. Incluso si
el proceso normal de objetivación ha tenido ya lugar, el jñani, conforme su visión de las cosas, toma nota de
este hecho y ve lo falso como falso. En su visión total, no dividida, el jñani percibe que, en términos físicos,
tanto el que ve como lo que ve son objetos, y entiende que el funcionamiento de la propia conciencia sólo
produce efectos en la conciencia. Tanto esta producción como la percepción misma son actos de la
conciencia, en la conciencia. Intenta comprenderlo.
En suma, la visión del jñani es omnímoda, una visión hacia el interior, o visión intuitiva; una visión, pues, sin
ninguna cualidad objetiva, que se encuentra libre de toda esclavitud. A esto me refiero cuando digo: "Veo,
pero no veo".
Y ésta es una respuesta tonta a tu pregunta tonta.
8. La prueba de la verdad.
¿Puede haber alguna prueba de la verdad? En ocasiones, Maharaj hace esta pregunta, como si se la
plantease a sí mismo. ¿Puede haber una comprensión intelectual de la verdad?
Además de un intelecto agudo, dice Maharaj, el que busca la verdad debe tener fe para poder comprender
sus fundamentos. Y esta fe debe ser tal que por ella se acepten las palabras del gurú como si fuesen la
verdad de Dios mismo. La fe es el primer paso y no es posible progreso alguno si no se da antes el primer
paso.
Existe gente sencilla que, a pesar de no estar dotada de un agudo intelecto, tiene una gran fe. Maharaj da a
estas personas un Mantra y les pide que lo canten y que mediten hasta que su mente se purifique lo
suficiente para recibir el conocimiento.
Con los intelectuales, empero, Maharaj tiene que comportarse en forma distinta. El intelectual entiende lo
que las diversas religiones pregonan, el código ético y moral que prescriben, al igual que los conceptos
metafísicos que bosquejan, pero no recibe la iluminación. Lo que él busca en realidad es la verdad, el factor
constante que no está sujeto a cambio alguno. Lo que es más, desea una prueba, aunque no es capaz de
decir qué tipo de prueba lo satisfaría. Toda prueba, como tal, estaría a su vez sujeta al espacio y tiempo, y
el intelectual es bastante inteligente para darse cuenta de ello. La verdad, para serlo, debe ser atemporal e
ilimitada. Maharaj dice que cualquier persona inteligente debe admitir que "yo soy", el sentido de la
presencia conciente, de "ser", es la única verdad de la que todo ser sensible tiene conocimiento y que,
además, es la única "prueba" posible. Y, no obstante, la sola existencia no puede equipararse con la verdad
por la simple razón de que la existencia misma no es atemporal e ilimitada, como lo es la Realidad.
Maharaj aclara suficientemente en sus conversaciones este estancamiento. Un ciego, por ejemplo, podría
decir: "Pruébame que existen los colores, sólo entonces creeré toda tu hermosa descripción del arco iris".
Siempre que le plantean a Maharaj este tipo de preguntas, responde diciendo: "¡Pruébame que existe algo
llamado Bombay, Londres o Nueva York!" Cualquier sitio, dice, tiene la misma tierra, aire, agua, fuego y
cielo. Uno no puede, para decirlo de otra manera, buscar la verdad como si fuese un objeto, ni puede
describirla tampoco; sólo puede sugerirse o mostrarse, pero no es posible expresarla en palabras, pues la
verdad no puede concebirse. Cualquier cosa concebida será por ello un objeto, y la verdad no es un objeto.
Como lo expresa Maharaj: "No se puede comprar la verdad como si fuese algo certificado con un sello que
diga "Verdad". Todo intento de hallar la prueba de la verdad supondría una división de la mente en sujeto y
objeto y, por lo tanto, la respuesta no podría ser la verdad, pues no hay nada objetivo en la verdad, que en
esencia es subjetividad pura".
El proceso completo, dice Maharaj, es como un perro que se muerde la cola. Cuando se busca una
solución a este enigma debe analizarse el problema mismo. ¿Quién es el que busca la prueba de la Verdad
o de la Realidad? ¿Entendemos con claridad lo que somos? Toda existencia es objetiva. Todos "existimos"
únicamente como objetos, como meras apariencias en la conciencia que nos percibe. ¿Hay alguna prueba
de que "nosotros" mismos (quienes buscamos una prueba de la Realidad) existimos de otra forma que no
sea como objetos de conocimiento en la mente de otra persona?
Al buscar una prueba de la verdad, lo que tratamos de hacer es equivalente a la pretensión de una sombra
que busca una prueba de la sustancia. En consecuencia, Maharaj nos exhorta a que veamos lo falso como
falso y de este modo no habrá más búsqueda de la verdad. "¿Has entendido lo que quiero decir?", pregunta
entonces.
¿Te das cuenta de manera intuitiva de cuál es el punto? ¡Aquello que se busca es el buscador mismo!
¿Puede un ojo verse a sí mismo? Trata de entender, dice: intemporalidad e infinitud, no cognoscibles de
manera sensorial, eso es lo que somos; temporalidad, finitud y posibilidad de ser conocidos de modo
sensorial es lo que parecemos ser en tanto objetos separados. Reflexiona sobre lo que eras antes de
asumir la forma física. ¿Necesitabas entonces alguna prueba de algo? El problema de una prueba tal sólo
se plantea en la existencia relativa y toda prueba ofrecida dentro de los parámetros de la existencia relativa
no puede ser más que una mentira.
9. Tú eres Rama, yo soy Rama.
A Maharaj acuden diferentes tipos de personas con diferentes motivos. Normalmente, le pide a cada nuevo
visitante que platique un poco sobre sí mismo: sus antecedentes familiares, su ocupación o profesión, el
tiempo que ha estado interesado en la búsqueda espiritual, el tipo de sadhana que ha realizado y las
razones específicas de su visita. La intención de Maharaj, obviamente, es averiguar de qué modo y
mediante qué enfoque podría ayudar a cada visitante en forma personal y, al mismo tiempo, asegurarse de
que el diálogo ilumine también a los otros visitantes.
La mayoría de los visitantes exponen en forma breve las cuestiones que se les preguntan sobre sí mismos
y muchos declaran haber leído su libro Yo soy Eso y deseado desde entonces sentarse a sus pies a
escuchar sus conversaciones. En tales casos, Maharaj suele sonreír asintiendo con la cabeza. Si alguien
desea hacer alguna pregunta específica, Maharaj le pide que se siente cerca de modo que la conversación
pueda sostenerse con facilidad. Se acostumbra que quienes no tienen alguna pregunta se sienten más
atrás.
En cierta ocasión en que la plática estaba por comenzar, entraron dos caballeros de mediana edad,
presentaron sus respetos a Maharaj y se sentaron. Uno de ellos le dijo a Maharaj que era un alto
funcionario del Gobierno y que no tenía ningún interés particular en las cuestiones espirituales. Que había
ido únicamente con el afán de llevar a su hermano, quien se encontraba muy interesado. Después de que
presentó a su compañero como su hermano, se marchó.
El hermano tomó la palabra entonces y le dijo a Maharaj que él había tenido un gurú durante muchos años
pero que éste había muerto, y que le había dado un Nama Mantra cuya repetición, tan frecuente como
fuese posible, le aseguró el gurú, era el mejor sadhana, y que desde entonces había seguido esas
instrucciones. Mencionó también que en la actualidad había llegado a una etapa en la que creía que todo
era Rama y que Rama se encontraba en todo, y que había logrado por medio de este sadhana una paz y
una alegría inefables. Todo esto lo expuso como si al decirlo estuviese haciendo una gran revelación en
beneficio de la audiencia que tenía ante él, incluyendo al propio Maharaj. Después de su relato, miró a su
alrededor para observar el efecto que habían tenido sus palabras en quienes lo escuchaban. Entonces se
sentó con actitud de suficiencia complacida, cerró los ojos y sonrió para sí.
Maharaj, silencioso y aparentemente sereno, pero con un destello vivaz en sus ojos que los visitantes
regulares conocían bien, le preguntó si podía ayudarlo de algún modo. En respuesta, el caballero,
moviendo un brazo con gesto de resignación, dijo que no necesitaba nada de nadie y que si había ido a
verlo, fue sólo porque varias personas le habían insistido en que asistiera al menos a una de sus sesiones,
¡y ahí estaba!
Maharaj le preguntó entonces si su sadhana tenía algún propósito específico y qué esperaba lograr con él,
en caso de tener algún objetivo.
Visitante: Cuando me siento en meditación, consigo algunas veces tener hermosas visiones de mi amado
Señor Rama y me sumerjo en la dicha.
Maharaj: ¿Y cuando no estás meditando?
Pienso en el Señor y lo veo en todos y en todo. (Maharaj escuchó la respuesta con expresión divertida y,
una vez más, apareció en sus ojos ese destello familiar. Los que éramos visitantes asiduos sabíamos lo
que sucedería entonces, pues este destello en sus ojos a menudo precede a un arranque verbal de
Maharaj, del que suele echar mano para disipar vanas presunciones y destruir el engaño. Sus labios
pronunciaron entonces una pregunta).
¿Y a qué te refieres con "Rama"?
No entiendo la pregunta. Rama es Rama.
Cuando ves a Rama en mí, cuando lo ves en un perro y en una flor, ¿qué quieres decir exactamente con
Rama? ¿Y cómo es con exactitud que ves a Rama? ¿En su actitud tradicional con un arco en el hombro y
flechas en su aljaba?
(Un poco turbado): Sí, creo que sí.
Y la paz y la dicha que sientes al sentarte en meditación y tener visiones de Rama, ¿son parecidas a la paz
y la dicha que sentiría alguien cuando, después de un largo y arduo camino bajo el sol abrasador, puede
descansar a la sombra de un árbol acogedor, disfrutar la brisa que sopla y beber un poco de agua fría?
No pueden en verdad compararse, pues en un caso se trata de algo físico y en el otro, diría yo, de algo
mental o psíquico.
Sea cual sea el caso, ¿te ha permitido tu sadhana tener un entendimiento claro de tu verdadera naturaleza?
¿Para qué esta discusión? Rama es Dios y yo no soy más que un pobre hombre que se ha entregado a él.
La entrega es un sadhana muy conveniente y eficaz por sí mismo, pero debemos comprender de modo
muy claro qué significa en realidad "entregarse", aunque éste es en sí un tema aparte. ¿Estás conciente de
que Rama, si bien era príncipe de nacimiento, no fue más que un ser humano ordinario como tú, que no se
convirtió en un dios sino hasta que lo instruyó e inició en el conocimiento el sabio Vasishta? ¿Y cuál fue la
enseñanza que Vasishta le dio al joven Rama? ¿No fue el Atma-jñana, el conocimiento del yo, el
conocimiento de nuestra naturaleza verdadera?
Te sugeriría que desecharas todos los conceptos ilusorios que has atesorado durante todos estos años y
comenzaras con tu propio yo. Reflexiona en torno a lo siguiente: ¿Cuál es mi verdadera naturaleza? ¿Cual
es el "capital" con el que nací y ha permanecido fiel e inmutable conmigo desde el momento en que tuve
conciencia de que existo? ¿Cómo adquirí esta forma corpórea junto con el Prana (fuerza vital) y la
conciencia que me da el sentido de estar presente? ¿Cuánto durará todo esto? ¿Qué era "yo" antes de
empezar a existir este cuerpo, y qué seré "yo" una vez que mi cuerpo se desintegre? ¿Quién fue el que
realmente "nació" y "morirá"? ¿Qué soy "yo"? Fue este conocimiento el que transformó a Rama de ser
humano en un dios.
Para entonces, el visitante se dio cuenta de que al sadhana le hacía falta algo importante, pues lo había
practicado sin dar nunca importancia al proposito último de su búsqueda espiritual. Abandonó su
pretenciosa pose de ser un iluminado y humildemente solicitó a Maharaj le permitiera visitarlo de nueva
cuenta durante los pocos días que permanecería en Bombay. Amorosamente, Maharaj le dijo que la
intensidad y sinceridad de su deseo de visitarlo era el único permiso que necesitaba.
10. Imágenes en la imaginación.
Sea cual sea el tema que se discuta en una sesión, Maharaj parece procurar que el análisis siga la línea de
argumentación correcta. Y siempre que alguien plantea una pregunta que no viene al caso, Maharaj la
desecha de manera firme pero amable y lleva la discusión al tema original. En ocasiones, sin embargo, ha
tenido que dejar la habitación por un momento a causa de algún recado, y durante uno de estos breves
intervalos, alguien comenzó en cierta ocasión a hablar sobre un político cuya aparición en la prensa de esa
mañana había sido muy destacada.
Dijo conocer personalmente a este individuo y que era vanidoso en sumo grado. Alguien más contradijo de
inmediato al que así hablaba, diciendo que el hombre en cuestión era un perfecto caballero y que era
calumnioso hablar mal de él. Otro argumento, que mediaba entre los anteriores, estaba a punto de ser
expuesto cuando regresó Maharaj, y todos guardaron silencio.
Con todo, Maharaj se dio cuenta del silencio repentino que se había hecho y preguntó qué estaba pasando.
Cuando se le refirieron las opiniones contradictorias, se mostró muy divertido.
Se sentó en silencio durante unos cuantos minutos y dio comienzo entonces a su plática. "¿Por qué esta
discrepancia de opiniones?", preguntó. Porque la opinión se formó a partir de un punto de vista individual y
no con base en una percepción integral.
Ambas imágenes de una misma persona surgieron de la imaginación de los participantes, y no son más
que sus propias creaciones mentales, las cuales nada tienen que ver con el objeto, es decir, con la persona
de la que se supone son imágenes. La creación de imágenes de este tipo, dijo entonces Maharaj, es
producto del funcionamiento de una discriminación dualista, el "yo" y el "otro".
Esto es de hecho lo que puede denominarse el pecado original, esta dualidad "yo" y el "otro" es esclavitud.
Y si en verdad existe una liberación (en esencia no hay ningún individuo que esté esclavizado), ésta no
puede ser sino la liberación del concepto de "yo" y del concepto de "otro". Es necesario, dijo Maharaj, dejar
de hacer juicios conceptuales apresurados con respecto a las cosas consideradas como objetos y volver
nuestra atención hacia la fuente subjetiva. Y nos pidió que "revirtiéramos" nuestra atención volviendo al
estado de la infancia y reflexionando en lo que éramos antes de que naciera este complejo cuerpo-mente,
para así dejar de conceptualizar todo el tiempo sobre otros y de enredarnos en simples imágenes mentales.
Al llegar a este punto, un visitante dijo: "Sí, Maharaj, puedo ver con claridad lo que quieres decir. Pero,
¿cómo puede uno escapar de esta conceptualización continua que parece ser la trama misma de nuestra
vida conciente?" Maharaj fijó su mirada en el consultante y, antes de que fuese terminada la traducción al
marati de su pregunta, Maharaj comentó: "¡Tonterías! No puedes haber comprendido lo que dije; si lo
hubieras entendido, no habrías hecho esta pregunta".
Y pasó entonces a explicar el proceso de objetivación. "Siempre que tus sentidos perciben algo y tu mente
lo interpreta, se trata de una apariencia en la conciencia, la cual se manifiesta en el tiempo y el espacio y se
objetiva en un mundo que el objeto cognoscente (es decir, tú) considera como algo independiente de sí
mismo. Y es aquí donde radica todo el error: en este proceso la percepción no es total; es necesario verde
manera total, mirar no con la mente individual, que es una mente dividida, sino ver desde dentro, mirar a
partir del origen; ver, no a partir de la manifestación en tanto fenómeno, sino desde la fuente misma de toda
visión. Entonces, y sólo entonces, puede haber una percepción total y una visión y aprehensión correctas.
Maharaj concluyó diciendo que lo que había expuesto era de vital importancia y era necesario reflexionar y
meditar al respecto (Mañana), no sólo discutir sobre ello.
11. Continúa la función.
Aunque parezca sorprendente, Maharaj es un magnífico actor. Sus facciones son versátiles y tiene ojos
grandes y expresivos.
Cuando está narrando un incidente o discutiendo algún tema, sus rasgos responden de modo inmediato a
sus palabras y acciones. Su hablar es fluido, claro y coherente, y al hablar emplea gestos con gran
naturalidad. Por consiguiente, una cosa es escuchar una grabación de sus pláticas y otra muy distinta oír su
voz vibrante acompañada de los ademanes adecuados. Es, en verdad, un gran actor.
Una mañana, se encontraba entre la audiencia un actor europeo famoso. Maharaj estaba explicando que la
imagen que uno tiene de sí mismo es variable; que cambia de un momento a otro conforme varían las
circunstancias. Pasó por toda la gama de etapas normales de la vida, describiendo la imagen que de
nosotros mismos tenemos cuando niños, en la que nos alimentamos de nuestra madre sin necesitar nada
más; después, como adolescentes, rebosando de salud y fuerza y con ambiciones de conquistar el mundo;
después viene la etapa de enamoramiento a la que sigue un cansancio por ser el sostén de una familia y
tener responsabilidades y, finalmente, la de vejez y enfermedad, con dificultad para abrir la boca e incluso
para controlar las funciones corporales. "¿Cuál es el tú real? ¿Cuál de estas distintas imágenes?", preguntó
Maharaj.
La narración de Maharaj estuvo llena de actitudes y efectos de sonido adecuados a las diversas etapas de
la vida que iba describiendo. ¡Fue una verdadera dramatización! Nosotros lo escuchábamos con muda
admiración, mientras el actor profesional se hallaba pasmado. "Nunca antes había visto una actuación tan
brillante", dijo, aunque no entendió una palabra del tan elocuente lenguaje de Maharaj, estaba simplemente
fascinado. En tanto el actor no cabía en su asombro, Maharaj, con un destello malicioso en los ojos, le dijo:
"Soy un buen actor, ¿no?", y añadió: "¿De verdad entiendes lo que pretendo decir? Se que has apreciado
esta breve actuación que he realizado, pero lo que has visto en este momento no es siquiera una parte
infinitesimal de lo que soy capaz de hacer. Todo el universo es mi escenario. No sólo actúo, sino que creo
el escenario y los accesorios; escribo el guión y dirijo a los actores. Sí, soy un solo actor que representa los
papeles de millones de personas; y, lo que es más, ¡esta función nunca termina! El guión se está
escribiendo todo el tiempo, nuevos papeles se van concibiendo y nuevos escenarios se colocan para muy
diversas situaciones. ¿No soy un actor, director y productor maravilloso?
"La verdad -añadió- es que cada uno de ustedes puede decir lo mismo sobre sí mismo. Pero lo
verdaderamente irónico es que, una vez que sean capaces de sentir con profunda convicción que así es, el
espectáculo terminará para ustedes. ¿Pueden percibir que cada uno de ustedes es quien representa el
papel de todos los personajes de este mundo, o se limitarán al restringido papel individual que se han
asignado, viviendo y muriendo en ese papel insignificante?"
12. La manifestación es un sueño.
Un gran número de visitantes casuales acuden a Maharaj sólo en busca de un darshan, quizá porque
alguien de su grupo les habló muy bien de él y, no teniendo nada mejor que hacer, pensaron que sería
buena idea venir y ver de qué se trataba.
Con todo, hay muchos que están sumamente interesados en el único tema del que habla Maharaj y, aun
cuando pocos de ellos han acudido a varias sesiones, creen con sinceridad que tienen una firme
comprensión acerca de lo que dice Maharaj de modo tan profundo. Tal vez en respuesta a una pregunta de
Maharaj, si es que han entendido lo que él ha estado tratando de transmitir, alguno de ellos puede decir:
"Oh sí, Maharaj, lo entendí claramente, pero tengo sólo una última pregunta...".
Esta última pregunta a menudo tiene que ver con la manifestación del noúmeno por medio de los
fenómenos. El consultante podría decir: "Maharaj, tú has dicho que el noúmeno Absoluto no es conciente
de su conciencia en sí hasta que la conciencia comienza a moverse y surge el primer pensamiento, "yo
soy"; y que entonces se disuelve la totalidad en la dualidad y tiene lugar la manifestación del universo. Mi
pregunta es: ¿por qué surge ese primer pensamiento y por qué tiene lugar la manifestación?"
Maharaj suele mirar al consultante con una expresión que refleja diversas reacciones. Una mezcla de
compasión, aprecio por la sinceridad de su interlocutor, y un cierto aire divertido ante la confianza con la
que él cree haber entendido al punto, pero -y más importante- sobre todo decepción por el hecho de que el
consultante no haya comprendido nada después de todo. ¡Un fracaso más!
Maharaj suele decir entonces, muy suavemente: "Siento que no hayas comprendido lo que has oído. Has
estado oyendo, pero no has escuchado. Has estado oyendo lo que he dicho, como si fuese un conjunto de
elementos y fragmentos, y no has prestado atención a la totalidad; has oído las palabras con la mente
dividida del individuo, en lugar de atender al sentido con la mente total; has oído como un oyente separado
y no has atendido integrándote al gurú. Y no me refiero al gurú físico c individual en el que podrías estar
pensando, sino al sadgurú que se encuentra en tu interior. De otro modo no habría surgido esta duda. No
obstante, en cierto sentido tal pregunta me da gusto, pues expone la forma de pensar; o, más bien, muestra
el pensamiento mismo.
"Piensa, ¿a quién se le plantea esta cuestión? ¿Dónde tiene lugar? ¿Acaso no se presenta tal pregunta a
un "tú" que se concibe como una entidad con existencia independiente? ¿No aparece en la conciencia? En
ausencia de la conciencia, no habría tal entidad -esta seudoentidad-, y la "conciencia" no es otra cosa que
un concepto sin ninguna cualidad objetiva, y como tal sin ninguna existencia fenoménica.
"A lo que hemos llegado, entonces, es esto: en ausencia del sustrato de la conciencia no hay manifestación
alguna y, en consecuencia, ninguna seudoentidad independiente que pueda preguntar. La conciencia es
sólo un concepto. Por eso llamo a la manifestación entera "el hijo de una mujer estéril". En estas
circunstancias, ¿puede esto-que-es, esto-que-so-mos, ser comprendido por la mente contaminada de una
seudoentidad conceptual? De hecho, únicamente cuando desaparece esta entidad se disuelve el misterio,
por la sencilla razón de que \el buscador es lo que se está buscando*.
"Tu pregunta, por otra parte, supone que la manifestación y la no manifestación son básicamente dos
"cosas" diferentes, pero no es así. Son en esencia un mismo estado, al igual que las ondas sobre el agua.
Cuando se encuentra matizado por un sentido de ser, es la conciencia en la que aparece la manifestación
con sus limitaciones; y cuando nada altera o limita este estado, es el Absoluto, inconciente de su conciencia
en sí.
"Los fenómenos sólo son el reflejo del noúmeno; son distintos. El noúmeno (de nueva cuenta es necesario
un concepto para posibilitar la comunicación) es como la única fuente de electricidad que pasa a través de
diversos "objetos exhibidos", lámparas, ventiladores, motores, etcétera, o como la única fuente de luz
reflejada en innumerables espejos; así se manfiesta la conciencia en millones de formas sensibles.
"¿Ves ahora tu pregunta en la perspectiva correcta? ¿Una sombra desea saber "por qué"? ¿Uno de los
personajes caracterizados por un solo actor que representa muchos papeles desea saber "por qué"? La
respuesta bien podría ser: ¿Por qué no? Pero en realidad no podría haber ninguna pregunta -ni por qué ni
por qué no-, pues en verdad no hay alguien que pregunte, sólo un concepto. La manifestación es como un
sueño. ¿Por qué ocurre un sueño?"
13. Amor y Dios
Cierta tarde, el diálogo fue iniciado por un joven canadiense que vestía a la usanza hindú. Dijo que tenía
veintitrés años, pero parecía salir apenas de su adolescencia. De su cuello pendía una delicada cadena con
una cruz de plata pequeña y elegante. Mencionó que había encontrado el libro Yo soy Eso en una librería
de Bombay hacía un par de días y que una mirada rápida a algunas de las páginas lo había inducido a
querer ver personalmente a Maharaj. Había examinado ya el libro en detalle leyéndolo casi de corrido,
durante toda la tarde y también la noche, y había terminado de leer ambos volúmenes hacía unas cuantas
horas.
Maharaj: Eres muy joven. Me pregunto desde qué edad has estado interesado en la búsqueda espiritual.
Visitante: Señor, desde que yo recuerdo he tenido un profundo interés en el amor y en Dios; y he sentido
con intensidad que no son diferentes. Cuando me pongo a meditar, a menudo...
Espera un momento. ¿Qué entiendes exactamente por meditación?
No lo sé en realidad. Lo que hago es simplemente sentarme con las piernas cruzadas, cierro los ojos y me
quedo tranquilo por completo. Siento a mi cuerpo relajarse, casi desvanecerse, y que mi alma, mi ser, o
como quiera que se le llame, se funde en el espacio mientras poco a poco se suspende la sucesión de
pensamientos.
Esto está bien. Continúa por favor.
Muy a menudo, durante la meditación, surge en mi interior una abrumadora sensación de amor extático
junto con una efusión de bienestar. No sé lo que es. Fue durante uno de estos momentos de embeleso que
me sentí inspirado para visitar la India, y aquí estoy.
¿Cuánto tiempo permanecerás en Bombay?
No lo sé en realidad. Rara vez hago planes. Tengo dinero suficiente para vivir modestamente durante unos
quince días y tengo ya mi boleto de regreso.
Ahora dime, ¿qué es exactamente lo que quieres saber? ¿Tienes alguna pregunta?
Cuando llegué a Bombay era un hombre muy confundido. Casi sentí que iba a perder el juicio. En realidad
no sé qué me llevó a la librería, pues no suelo leer mucho. Al momento de tomar el primer volumen de Yo
soy Eso, experimenté la misma sensación abrumadora que tuve durante mi meditación. Conforme fui
leyendo el libro parecía como si me quitara un peso de encima, y ahora que estoy sentado frente a ti, siento
como si hablara conmigo mismo.
Y lo que me estoy diciendo a mí mismo parece una blasfemia. Estaba convencido de que Dios es amor.
Pero ahora pienso que el amor ciertamente es un concepto y si el amor es un concepto, Dios debe de ser
también un concepto.
¿Y qué hay de malo en ello?
(Riendo): Bueno, lo dices como si no hubiera culpabilidad alguna en transformar a Dios en un concepto.
En realidad tú dijiste que Dios es amor. ¿A qué te refieres con la palabra amor? ¿Quieres dar a entender
amor como lo opuesto de odio? ¿O quieres decir algo más? Aunque, claro está, ninguna palabra puede ser
adecuada para describir a Dios.
No, no. Con la palabra amor ciertamente no me refiero a lo opuesto a odio. Me refiero al amor como
abstención de discriminar entre "mí" y lo "otro".
En otras palabras, ¿a la unidad del ser?
Sí, en efecto. ¿Qué es entonces "Dios", a quien se suponía yo debía orar?
Hablemos más tarde sobre la oración. ¿Qué es, entonces, exactamente este "Dios" del que estás
hablando? ¿No es la conciencia misma -el sentido de "ser" que tenemos-, en virtud de la cual puedes hacer
preguntas? "Yo soy" es en sí mismo Dios. ¿Qué es lo que más amas? ¿No es acaso ese "yo soy", la
presencia conciente, aquello que deseas preservar a cualquier costo? La búsqueda en sí misma es Dios. Al
indagar descubres que "tú" eres independiente de este complejo cuerpo-mente. ¿Existiría el mundo para ti
si no fueras conciente? ¿Habría alguna idea de un Dios? Y, ¿acaso son diferentes la conciencia en ti y la
conciencia en mí? Son independientes sólo en tanto conceptos, que buscan la unidad no concebida, y ¿no
es ésta amor?
Ahora entiendo lo que quiere decir "Dios está más cerca de mí de lo que estoy yo de mí mismo".
Recuerda también que no puede haber ninguna prueba de la Realidad que no sea serla. De hecho tú eres
ella y siempre lo has sido. La conciencia se marcha con el final del cuerpo (y está, por lo tanto, sujeta al
tiempo) y con ella se marcha la dualidad que es la base de la conciencia y de la manifestación. ¿Qué es
entonces la oración y cuál es su propósito?
La oración, según se la entiende comúnmente, no es más que pedir algo. Pero en realidad, la oración
significa comunión, unión, yoga.
Todo es muy claro ahora, como si de pronto se hubiese eliminado de mi sistema un montón de escombros,
como si hubiesen perdido realidad.
¿Quieres decir que ahora todo te parece claro?
¡No, no "parece"! Ahora es claro, tan claro que estoy asombrado de no haberlo visto antes. Varias frases
que he leído en la Biblia, que parecían importantes pero me eran incomprensibles, ahora son diáfanas,
frases como: Antes de que Abraham fuera, Yo soy; Yo y mi padre somos uno; Soy lo que soy.
Bien. Ahora que lo has comprendido, ¿qué sadhana seguirás para lograr liberarte de tu "esclavitud"?
¡Ah, Maharaj! Seguramente te ríes de mí. ¿O me estás poniendo a prueba? Sin duda es eso, ahora estoy
seguro de que he comprendido quejo soy eso; soy lo que siempre he sido y lo que seré siempre. ¿Qué
queda por hacer? ¿O deshacer? ¿Y quién va a hacerlo? ¿Con qué finalidad?
¡Excelente! Sólo sé. Sin duda lo haré.
Así pues, el joven canadiense se postró ante Maharaj con los ojos llenos de lágrimas de gratitud y gozo.
Maharaj le preguntó si volvería y el muchacho le dijo: "Honestamente, no lo sé".
Cuando se marchó, Maharaj se sentó un momento con los ojos cerrados y la más dulce de las sonrisas en
los labios. Y dijo entonces muy suavemente: "Alguien excepcional"; yo apenas pude entender sus palabras.
Nunca volví a ver al joven canadiense y a menudo me pregunto qué fue de él.
14. Punto de vista para leer el Gita.
En cierta ocasión, una dama de apariencia distinguida que visitaba a Maharaj, quiso hacer una pregunta
sobre el Bhagavad Gita, y mientras la formulaba con las palabras adecuadas, Maharaj la interrumpió de
pronto para preguntarle: "¿Desde que punto de vista lees el Gita?"
Visitante: Desde el punto de vista de que el Gita es quizá la guía más importante para quien realiza una
búsqueda espiritual.
Maharaj: ¿Por que respondes esa tontería? Desde luego es una guía muy importante para quien realiza
una búsqueda espiritual; no se trata de una novela. Mi pregunta es: ¿cuál es el punto de vista desde el cual
lees tú el libro?
Otro visitante: Señor, yo lo leo como uno de los Arjunas del mundo para cuyo beneficio el Señor tuvo la
gracia de exponer el Gita.
Cuando Maharaj miró alrededor en busca de otra respuesta, había sólo un murmullo general que
confirmaba esa última.
¿Por qué no leen el Gita desde el punto de vista del Señor Krishna?
Esta sugerencia suscitó dos diferentes reacciones de asombro por parte de sendos visitantes. Una, fue una
exclamación escandalizada que claramente hacía ver la sugerencia de Maharaj como si se tratara de un
sacrilegio. La otra, un solo aplauso vigoroso, una acción refleja que a todas luces denotaba algo semejante
al ¡Eureka! de Arquímedes. Ambos visitantes parecían un poco aturdidos por su reacción involuntaria y por
el hecho de que las dos reacciones fueran justamente las más opuestas entre sí. Maharaj dirigió una rápida
mirada de aprobación al que había palmeado y continuó:
"La mayor parte de las obras religiosas se supone que son la palabra viva de algún iluminado. Por muy
iluminada que sea una persona, debe hablar con base en ciertos conceptos que considera aceptables. Pero
la singularidad del Gita estriba en que el Señor Krishna habla ahí desde el punto de vista de que él es la
fuente de toda manifestación, es decir, no desde el punto de vista del fenómeno, sino del noúmeno,
considerando que "yo mismo soy la manifestación en su totalidad". En esto radica el carácter único del Gita.
"Ahora bien, piensen en lo que debe de haber sucedido antes de que cualquier antiguo texto sagrado se
escribiera. En todo caso, la persona iluminada tiene que haber tenido pensamientos que debió haber
expresado en palabras y las palabras empleadas pueden no haber sido las más adecuadas para transmitir
con precisión sus pensamientos. Las palabras del maestro pudieron haber sido escuchadas por la persona
que las escribió, y lo que tal persona registró, con seguridad fue acorde con su propia comprensión e
interpretación de las cosas. Después de ese primer registro, diversas personas harían varias copias del
mismo y éstas contendrían sin duda gran cantidad de errores. En otras palabras, lo que lee y trata de
asimilar el lector de cualquier época puede ser muy distinto de lo que en verdad pretendía transmitir el
maestro originalmente. Añadan a todo esto las interpolaciones involuntarias o deliberadas de diversos
estudiosos a lo largo de los siglos y entenderán el problema que intento hacerles ver.
"Me han dicho que el propio Buda sólo habló en la lengua maghadi, mientras que sus enseñanzas se hallan
escritas en pali o en sánscrito, escritos que pudieron hacerse sólo muchos años más tarde; y lo que en la
actualidad tenemos de su enseñanza tuvo que haber pasado por muchas manos. Imagínense la cantidad
de cambios y adiciones que deben de haberse infiltrado durante un periodo tan largo. ¿Es entonces
sorprendente que en la actualidad haya diferencias de opinión y disputas en torno a lo que en realidad dijo,
o quiso decir, Buda?
"En tales circunstancias, cuando les pido que lean el Gita desde el punto de vista del Señor Krishna, les
estoy pidiendo que, al leerlo, abandonen por una vez la identidad con el complejo cuerpo-mente. Les pido
que lo lean desde el punto de vista de que son ustedes la conciencia que infunde vida -la conciencia de
Krishna y no el objeto fenoménico al que da sensibilidad, de modo que en verdad pueda revelárseles el
conocimiento que el Gita contiene. Entonces comprenderán que, en el Vishvarupa-darshana, lo que el
Señor Krishna mostró a Arjuna no fue sólo su propio svarupa, sino el svarupa -la identidad verdadera- de
Arjuna mismo y, por consiguiente, el de todos los lectores del Gita.
"En suma, lean el Gita desde el punto de vista del Señor Krishna, como si fuesen la conciencia de Krishna;
se darán cuenta entonces de que un fenómeno no puede "liberarse", pues no tiene una existencia
independiente; es tan sólo una ilusión, una sombra. Si se lee el Gita con este espíritu, la conciencia, que
erróneamente se ha identificado con el complejo cuerpo-mente, se percatará de su naturaleza verdadera y
se fundirá con su origen".
15. Un ciego con visión.
Cierto día, al final de una sesión de diálogo y exposición un poco larga, durante la cual Maharaj condujo en
repetidas ocasiones a su audiencia al punto básico de su enseñanza (que la presencia conciente, el "yo
soy", es el concepto original a partir del cual todo lo demás aparece, y que este concepto en sí no es más
que una ilusión) formuló la siguiente pregunta: "¿Han entendido lo que trato de decirles?"
Esta pregunta la dirigió a todos los que lo escuchaban.
Todos guardaron silencio, sólo uno de ellos dijo: "Sí Maharaj, he entendido tus palabras de manera
intelectual, pero...". Maharaj escuchó la respuesta y sonrió cansadamente, quizás porque le divertía el
hecho de que su interlocutor, aunque dijo que entendía, en realidad no había entendido. Pasó entonces a
explicar con más claridad el tema de manera categórica:
1. El conocimiento de "yo soy", o la conciencia, es el único "capital" con que cuenta un ser sensible. De
hecho, sin la conciencia no tendría sensibilidad alguna.
2. Cuando no está presente este sentido de "yo soy", como sucede en el sueño profundo, no existe cuerpo,
mundo externo, ni "Dios". Es evidente que una minúscula chispa de esta conciencia contiene el universo
entero.
3. No obstante, la conciencia no puede existir sin un cuerpo físico, y puesto que la existencia del cuerpo es
temporal, así debe serlo la de la conciencia.
4. Finalmente, si la conciencia es limitada en el tiempo y no eterna, ningún conocimiento adquirido por su
medio puede ser la verdad y, por consiguiente, debe rechazarse, o, como he dicho, darse a Brahmán como
una ofrenda, pues Brahmán es la conciencia, el ser, el sentido de ser yo, Ishwara, Dios, o como le quieran
llamar. En otras palabras, los opuestos interrelacionados, tanto el conocimiento como la ignorancia, forman
parte de lo conocido y, en consecuencia, no de la verdad -la verdad sólo se encuentra en lo no conocido-.
Una vez que esto se comprende en forma cabal, no queda nada por hacer. De hecho, no hay realmente
ninguna "entidad" que pueda hacer algo.
Después de pronunciar estas palabras, Maharaj se quedó callado, con los ojos cerrados. El pequeño cuarto
parecía sumergido en una paz resplandeciente. Nadie pronunció una sola palabra. Por qué es, me
pregunté, que la mayoría de nosotros no puede ver y sentir la manifestación dinámica de la verdad que una
y otra vez nos presenta Maharaj.
Y por qué algunos de nosotros -aunque muy pocos- la ven en un instante.
Después de un rato Maharaj abrió los ojos y todos volvimos a nuestro estado normal; entonces alguien
llamó su atención hacia el pobre joven ciego que recién había asistido a sus pláticas, dos veces tan sólo,
una en la mañana y otra esa misma tarde, y había vuelto "liberado". Al fin de la sesión, el joven se despidió
de Maharaj y alguien le preguntó si había entendido, a lo que respondió de modo convencido: "Sf'. Y
cuando el propio Maharaj le preguntó qué había entendido, se sentó serenamente durante unos cuantos
minutos y entonces dijo: "Maharaj, no encuentro las palabras adecuadas para expresar lo agradecido que
estoy contigo por haberme revelado la realidad total en forma tan clara, simple y repentina. Podría resumir
de este modo tu enseñanza:
1. Me pediste que recordara lo que era yo antes de que tuviera este conocimiento de "ser yo" junto con
este cuerpo, es decir, antes de que yo "naciera";
2. Dijiste que este cuerpo con conciencia se había encontrado conmigo sin mi conocimiento ni
consentimiento y, por consiguiente, "yo" nunca "nací";
3. Este cuerpo con conciencia que "nació" es temporal y, cuando desaparezca al final del tiempo que tiene
asignado, volveré a mi estado original, que siempre está presente, aunque no de manera manifiesta;
4. Por lo tanto, yo no soy la conciencia y en verdad tampoco el complejo físico que alberga a esa
conciencia;
5. Finalmente, comprendo que sólo existe Yo; ni "yo" ni "mío", ni "tú", sólo esto que es. No hay más
esclavitud que la proveniente del concepto de "yo" y "mío" en tanto persona separada en esta totalidad de
manifestación y movimiento.
Después de escuchar estas palabras del muchacho ciego, pronunciadas con tan profunda convicción,
Maharaj le dirigió una mirada amorosa y comprensiva y le preguntó: "¿Qué harás ahora?" La respuesta fue:
"Maestro, verdaderamente te he comprendido. No voy a hacer nada. Seguiré viviendo".
Entonces presentó sus respetos a Maharaj con devoción infinita y se marchó.
El joven ciego no lo era en realidad, dijo Maharaj. Tenía la visión de la verdad. Hay pocos como él.
16. Vino a burlarse y...
Cuando uno participa en los diálogos entre Maharaj y sus visitantes durante cierto tiempo, se queda
asombrado por la diversidad de preguntas que se plantean, muchas de ellas terriblemente ingenuas, y de la
espontaneidad y soltura con que de Maharaj surgen las respuestas. Tanto las preguntas como las
respuestas se traducen con tanta exactitud como es posible. Las respuestas de Maharaj en marati, que es
la única lengua que él domina, naturalmente se basan en los términos del marati que se usan en la
traducción de la pregunta. En sus respuestas, empero, Maharaj hace un uso muy hábil de las palabras del
marati empleadas en la traducción de la pregunta, ya sea con juegos de palabras o con ligeros cambios en
las palabras mismas, dando lugar a interpretaciones que algunas veces son por completo distintas del
sentido que tienen rutinariamente. El significado preciso de tales palabras no podría nunca mostrarse en
ninguna traducción. Maharaj admite en forma abierta que por lo general hace un uso claro y directo del
marati con el fin de poner de manifiesto el nivel mental del consultante, así como el propósito y el
condicionamiento que subyacen en su pregunta. Si el consultante toma la sesión como un entretenimiento,
aunque sea de nivel superior, Maharaj está dispuesto a unirse a la diversión, a falta de algo mejor y de
mejor compañía.
Ocasionalmente, entre los visitantes hay un tipo poco habitual de personas que tienen un intelecto muy
penetrante, pero con un escepticismo devastador. Presumen de tener una mente abierta y una incisiva
curiosidad intelectual; quieren ser convencidas y no sólo engatusadas con las palabras vagas y confusas
que a menudo ofrecen en sus discursos los maestros religiosos. Maharaj, desde luego, reconoce al
momento a este tipo de personas y la conversación toma enseguida un tono de mordacidad que lo deja a
uno pasmado. La percepción intuitiva que hay tras las palabras de Maharaj simplemente suprime las
sutilezas metafísicas planteadas por estos intelectuales. Uno se maravilla del hecho de que un hombre que
ni siquiera ha tenido el beneficio de una educación formal, pueda demostrar más talento que una partida de
pedantes eruditos y agnósticos escépticos que se creen invulnerables. Las palabras de Maharaj son
siempre lúcidas y estimulantes. Nunca cita autoridad alguna de los textos sagrados en sánscrito, ni de
ninguna otra lengua. Si algún visitante cita un verso del Gita, por conocido que éste sea, Maharaj tiene que
pedir que se le traduzca al marati. Su percepción intuitiva no necesita apoyarse en las palabras de ninguna
otra autoridad. Sus propios recursos internos son en verdad ilimitados. "Todo lo que digo -afirma Maharajse
sostiene por sí mismo, no precisa de apoyo alguno".
Uno de los asistentes asiduos a las sesiones llevó con él en una ocasión a un amigo suyo, al que presentó
a Maharaj como un hombre con un intelecto muy agudo, que no daba nada por sentado y que solía
cuestionarlo todo antes de aceptarlo. Maharaj dijo que se sentía feliz de que estuviera ahí. El nuevo
visitante era profesor de matemáticas.
Maharaj sugirió que tal vez sería mejor para ambos tener una conversación sin supuestos de ninguna clase,
desde el nivel elemental. ¿Le agradaría que así fuera? Al visitante debe de haberle parecido una agradable
sorpresa este ofrecimiento y dijo estar encantado con la sugerencia.
Maharaj: Bien, dime, tú que estás sentado frente al aquí y ahora, ¿exactamente qué crees que eres "tú"?
Visitante: Soy un ser humano de sexo masculino, cuarenta y nueve años, con determinadas dimensiones
físicas y con ciertas esperanzas y aspiraciones.
¿Qué imagen tenías de ti mismo hace diez años? ¿La misma que ahora tienes? ¿Y cuando tenías diez
años? ¿Y cuando eras muy pequeño? ¿Y cuál incluso antes de todo esto? ¿Acaso ha cambiado la imagen
que de ti tienes a cada momento?
Sí, lo que he considerado como mi identidad ha ido cambiando con el tiempo.
Y, sin embargo, ¿no hay algo que al pensar en ti mismo, en el fondo no haya cambiado?
Sí, lo hay, aunque no puedo especificar qué es con precisión.
¿No es acaso el simple sentido de ser, el sentido de existir, de presencia? ¿Existiría para ti tu cuerpo si no
fueras consciente? ¿Habría para ti un mundo? ¿Podrías entonces tener alguna duda en cuanto a Dios o el
Creador?
En verdad esto es algo sobre lo que tendría que reflexionar. Pero dime, por favor, ¿cómo te ves a ti mismo?
Yo soy este yo-soy o, si lo prefieres, soy ese yo-soy. Lo siento, pero no entiendo.
Cuando dices "Creo que entiendo", estás en un completo error. Cuando dices "No entiendo", eso es
absolutamente cierto. Te lo explicaré de manera más simple: yo soy la presencia conciente; no este o aquel
individuo, sino la Presencia Conciente en sí.
¡Otra vez estuve a punto de decir "Creo que entiendo"! Pero tú acabas de decir que es erróneo. ¿No
estarás tratando de confundirme deliberadamente?
Por el contrario, te estoy diciendo cuál es la situación correcta. De modo objetivo, yo soy todo lo que
aparece en el espejo de la conciencia. Absolutamente, Yo soy eso. Soy la conciencia en la que el mundo
aparece.
Lo siento, no logro ver eso. Todo lo que puedo ver es lo que aparece ante mí.
¿Serías capaz de ver lo que aparece ante ti si no fueras conciente? No. ¿No es, por lo tanto, toda
existencia puramente objetiva, puesto que tú existes sólo en mi conciencia, como yo sólo en la tuya?
¿Acaso no es claro que la experiencia que tenemos uno de otro se limita a un acto de cognición de la
conciencia? Para decirlo de otro modo, lo que nosotros llamamos nuestra existencia, ¿acaso no es más
que algo que ocurre en la mente de alguna otra persona y, por consiguiente, sólo conceptual? Reflexiona
sobre este punto también.
¿Estás tratando de decirme que somos simples fenómenos en la conciencia, fantasmas en el mundo? ¿Y
qué pasa con el mundo en sí? ¿Y todos los sucesos que acontecen?
Piensa en lo que te he dicho. ¿Puedes encontrar algún error en ello? El cuerpo físico, con el que uno por lo
general se identifica, es sólo la estructura física para el Prana (la fuerza vital) y la conciencia. ¿Qué es el
cuerpo físico sin el Prana y la conciencia? ¡Tan sólo un cadáver! El individuo aparece únicamente porque la
conciencia se ha identificado de manera errónea con su revestimiento físico, con el aparato sicosomático.
Bueno, tú y yo, desde luego, somos individuos separados que tienen que vivir y trabajar al igual que otros
millones de seres humanos. ¿Cómo me ves tú a mí?
Te veo en este mundo exactamente como te ves a ti mismo en tus sueños. ¿Te satisface eso? Durante el
sueño, mientras tu cuerpo descansa sobre la cama, tú creas todo un mundo, paralelo al que llamas "real",
en el cual hay personas, incluyéndote a ti.
¿Cómo te ves a ti mismo en tus sueños? En el estado de vigilia, surge el mundo y tú entras en lo que yo
llamaría un estado de vigilia soñada. Mientras estás soñando, el mundo que sueñas se te aparece como
verdaderamente real, ¿o no? ¿Cómo sabes que este mundo al que llamas "real" no es también un sueño?
Es un sueño del cual debes despertar mirando lo falso como falso, lo irreal como irreal y lo que es pasajero
como tal; esto sólo puede "existir" en el espacio-tiempo conceptual. De modo que, después de este
"despertar", te encontrarás en la Realidad. Es entonces cuando ves al mundo "viviente" como un sueño
fenoménico en la periferia de la percepción sensorial y en el espacio-tiempo un aparente libre albedrío.
Ahora bien, con respecto a lo que llamas individuo: ¿Por qué no examinas este fenómeno de manera
analítica, con la mente abierta, claro está, abandonando todo condicionamiento mental e idea preconcebida
que puedas tener? Si lo haces, ¿qué hallarás? Que el cuerpo es simplemente un aparato físico para la
fuerza vital (Prana) y para la conciencia, el cual constituye una especie de máquina sicosomática, y que
este "individuo" no hace más que responder a estímulos externos y producir interpretaciones e imágenes
ilusorias. Y, por otro lado, que este ser sensible individual ¡sólo puede "existir" como un objeto en la
conciencia que lo conoce! Es tan sólo una alucinación.
¿Quieres decir realmente que no ves ninguna diferencia entre un sueño soñado por mí y mi existencia en
este mundo?
Has tenido ya bastante con esto para cavilar y meditar al respecto. ¿Estás seguro de que quieres que
continúe?
Estoy acostumbrado a largas sesiones de estudio y no dudo que tú también. De hecho, sería más
gratificante para mí si podemos continuar y llevar esto a su conclusión lógica.
Muy bien. Cuando has estado en sueño profundo, ¿existe para ti el mundo fenoménico?, ¿puedes imaginar
de manera intuitiva y natural tu estado prístino -tu ser original- antes de que entrara en ti esta condición de
cuerpo-conciencia, sin que tú lo pidieras, por sí sola? ¿Eras conciente de tu "existencia" en este estado?
No, ciertamente.
La manifestación universal ocurre sólo en la conciencia, pero el "iluminado" tiene en el Absoluto su centro
de visión. En el estado original de ser puro, no hay conciencia de esta cualidad de ser, la conciencia surge
como una onda en el agua y el mundo aparece y desaparece en la conciencia. Las olas se levantan y caen,
pero la extensión de agua en la que aparecen permanece. Antes de todo principio, después de todo fin, yo
soy. Suceda lo que suceda, "yo" debo estar ahí para ser testigo de ello.
No es que el mundo no "exista". Existe de hecho, pero solamente como una apariencia en la conciencia: la
totalidad de lo conocido manifestado en la infinitud de lo no conocido, de lo no manifestado. Lo que
comienza debe terminar. Lo que aparece debe desaparecer. La duración de la apariencia es algo relativo,
pero el principio es que todo lo que está sujeto al tiempo debe tener un fin y, por lo tanto, no es real.
¿Puedes darte cuenta ahora de que en este sueño viviente tú estás aún dormido, que todo lo cognoscible
está contenido en esta fantasía que es la vida, y que aquel que al conocer este mundo objetivado se
considera una "entidad" aparte con respecto a la totalidad que conoce, en realidad es parte integral de ese
mismo mundo hipotético?
Considera también lo siguiente: parecemos estar convencidos de que vivimos nuestra propia vida, de
conformidad con nuestros deseos, esperanzas y ambiciones, conforme a nuestro propio plan y designio a
través de nuestros esfuerzos individuales. Pero, ¿es en realidad así?, ¿o estamos siendo soñados y
vivimos sin voluntad, como si sólo fuésemos títeres, exactamente como en el sueño de alguien más?
¡Considéralo! No olvides nunca que así como existe el mundo, aunque como una apariencia, las imágenes
soñadas, de cualquiera de los dos sueños, también deben tener cierto contenido: son el tema del sueño.
Esta es la razón por la que digo: Relativamente, "yo" no soy, sino que el universo manifestado es yo mismo.
Creo que estoy comenzando a captar la idea general.
¿Acaso pensar no es en sí una noción de la mente? El pensamiento está ausente cuando se ven las cosas
de manera intuitiva. Cuando piensas que entiendes, o crees entender, no es así. No hay pensamiento
cuando se percibe en forma directa. Tú sabes que estás vivo; tú no "piensas" que estás vivo.
¡Dios mío! Esto que expones parece ser una nueva dimensión.
Bueno, no sé si es una nueva dimensión, pero lo has expresado bien. De hecho podría decirse que la
dimensión toma una nueva dirección, un nuevo centro de visión, en la medida en que, evitando el
pensamiento y percibiendo de manera directa las cosas, se evita la conceptualización. En otras palabras,
viendo con la mente total, de manera intuitiva, desaparece el observador aparente y la visión pasa a ser lo
visto.
El visitante se puso entonces de pie y presentó sus respetos a Maharaj con mucha mayor devoción y
sumisión que la que mostró a su llegada. Buscó los ojos de Maharaj y sonrió. Cuando Maharaj le preguntó
por qué sonreía, dijo que había recordado un refrán inglés que dice: "¡Vinieron a burlarse y se quedaron a
orar!"
17. Noúmeno y fenómeno.
Fue una de esas mañanas, tal vez de un lunes, en que los presentes éramos unos cuantos, los "adeptos"
asiduos. Maharaj se sentó con los ojos cerrados, inmóvil como una estatua. Después de un rato,
repentinamente comenzó a hablar en forma apacible, de modo tan suave que sin darnos cuenta nos
acercamos a él. El seguía sentado con los ojos cerrados, y continuó hablando o, mejor, pensando en voz
alta:
"La gente piensa que yo soy un jñani. Vienen a mí desde todas partes del mundo, de Canadá a Australia,
de Inglaterra a Japón. La mayoría ha leído Yo soy Eso y viajan hasta Bombay sólo por verme. Con gran
dificultad, localizan mi pequeña vieja casa en una calle estrecha y sucia. Suben por las escaleras y
encuentran a un pequeño hombre moreno con la más sencilla de las vestimentas, sentado en un rincón. Y
piensan: este hombre no parece un jñani; no viste de manera impresionante, como podría esperarse de
alguien tan famoso como Nisargadatta Maharaj. ¿Será realmente un jñanii
"¿Qué puedo yo decir a estas personas? Les digo con toda franqueza que mi educación es de un nivel que
apenas puede colocarme en la categoría de alfabetizado; no he leído ninguno de los grandes textos
sagrados tradicionales y el único idioma que conozco es el marati, mi lengua nativa. Tan sólo una cosa he
buscado, pero la he buscado incansablemente -como un cazador sigue a su presa- y es esto: "Sé que yo
soy y tengo un cuerpo. ¿Cómo pudo esto suceder sin mi aprobación y mi conocimiento? ¿Qué clase de
conocimiento es este deyosoyV Esta ha sido mi búsqueda de toda la vida y me siento por completo
satisfecho con las respuestas a las que he llegado. Este es mi único jñana, sin embargo, la gente cree que
soy un jñani. Mi gurú me dijo alguna vez: "Tú eres Brahaman, tú eres Todo y cada una de las cosas. No
existe nada más que tú". Yo acepté la palabra de mi gurú como una verdad y ahora tengo cuarenta y tantos
años sentándome en este cuarto sin hacer otra cosa que hablar al respecto. ¿Por qué la gente viene a mí
desde lugares distantes? ¡Vaya milagro!
"¿A qué llegué después de llevar mi indagación a su conclusión lógica? Toda la cuestión es simple en
realidad, si uno logra ver el panorama en forma clara. ¿Qué es este "yo" del que me ocupo? La respuesta
inmediata, claro está, es: "Esta persona, este cuerpo". Pero entonces se ve que el cuerpo no es más que
una estructura sicosomática. ¿Cuál es el elemento más importante de esta estructura, por el cual se le
considera un ser sensible? Indudablemente, la conciencia, sin la cual esta estructura, aunque en términos
técnicos esté viva, sería inútil en lo que respecta a su funcionamiento. Esta conciencia, es obvio, necesita
una estructura física en la cual manifestarse. Así pues, la conciencia depende del cuerpo. Pero, ¿de qué
está constituido el cuerpo?, ¿cómo es que adquiere existencia? El cuerpo es tan sólo algo que crece en la
matriz de una mujer durante un periodo aproximado de nueve meses, el crecimiento de lo concebido
mediante la unión de los fluidos sexuales femenino y masculino.
Estos fluidos son la esencia de los alimentos consumidos por los padres. Básicamente, en consecuencia,
tanto la cónciencia como el cuerpo están constituidos y sustentados por el alimento. De hecho, el cuerpo en
sí es alimento, dado que un cuerpo es siempre el alimento de otro. Cuando la esencia del alimento, los
fluidos sexuales vitales, empieza a crecer desde la concepción hasta convertirse en un diminuto cuerpo y
nace éste del vientre de la madre, a esto se le llama "nacimiento". Y cuando esta esencia del alimento se
deteriora debido a la edad o la enfermedad y la estructura sicosomática termina por destruirse, a esto se le
llama "muerte". Esto sucede una y otra vez: el universo objetivo proyecta y disuelve un sinnúmero de
formas; un panorama en constante cambio. ¿Pero dónde entro "yo"? No soy más que un testigo de todo
este espectáculo. Todo lo que sucede durante este acontecer afecta, en todo caso, sólo la estructura
sicosomática, no el "yo" que soy.
"Este es, en lo fundamental, el alcance de mi "conocimiento". Una vez que se tiene claro que todo lo que
acontece en el mundo manifestado es independiente de mí, como el "yo", todos los demás problemas se
resuelven.
"¿Exactamente en qué momento llegué a tener conocimiento de mi "existencia"? ¿Qué era yo antes de
tener este conocimiento de que "yo soy"? Este conocimiento, el saber que "yo soy", ha estado conmigo
desde que tengo memoria, quizá unos meses después de nacer este cuerpo. Por consiguiente, mi propia
memoria debe de haber llegado con este conocimiento de que "yo soy", con esta conciencia. ¿Qué sucedía
antes de esto? La respuesta es: No lo sé. Así pues, todo lo que conozco tiene su comienzo en la
conciencia, incluyendo el dolor y el placer, el día y la noche, la vigilia y el sueño; de hecho, toda la gama de
dualidades y opuestos en la que una parte no puede existir sin la otra. ¿Cuál era, de nueva cuenta, la
situación antes de que la conciencia surgiera? Estos opuestos interrelacionados inevitablemente deben
haber existido pero nulificados, en unión, como esta totalidad. Esta, pues, debe ser la respuesta. Esta
unicidad es lo que soy yo. Pero tal unicidad, esta identidad, esta totalidad, no puede tener conocimiento de
sí misma, pues en ella no existe un sujeto separado de un objeto, lo cual es una condición necesaria para
que se dé el proceso de ver, entender o conocer. En otras palabras, en el estado original de unicidad, o
totalidad, no existe ningún medio o instrumento por el cual pueda tener lugar el "conocimiento".
"No puede emplearse la mente para trascender la mente. El ojo no puede verse él mismo, el gusto no
puede saborearse, y el sonido no puede escucharse. Los "fenómenos" no pueden serlo sin el "noúmeno". El
noúmeno, la infinitud de lo desconocido, es el límite de toda posible conceptualización, la abstracción de la
mente. El noúmeno, el único sujeto, se objetiva y percibe el universo, manifestándose fenoménicamente
dentro de sí mismo, aunque aparentemente afuera, a fin de ser un objeto perceptible. El concepto de
espacio-tiempo entra en acción para que el noúmeno se manifieste de manera objetiva como el universo
fenoménico, pues los objetos, para ser cognoscibles, tienen que darse en el espacio, por el que adquieren
volumen, y deben extenderse en el tiempo, pues es la única manera en que pueden ser percibidos.
"De este modo, ahora tengo el panorama completo: el ser sensible no es más que una pequeñísima parte
dentro del proceso de la aparente "espejización" del noúmeno en el universo fenoménico. Es sólo un objeto
en la objetivación total y, como tal, "nosotros" no tenemos naturaleza propia. Con todo, y esto es
importante, los fenómenos no son algo creado, ni siquiera imaginado, de manera separada, sino que son en
realidad el noúmeno conceptualizado u objetivado. Para decirlo de otra forma, la diferencia es meramente
teórica. En ausencia de conceptualización, son absolutamente inseparables y no hay dualidad real entre
noúmeno y fenómeno.
"Esta identidad, esta inseparabilidad, es la clave para la comprensión, o más bien la apercepción, de
nuestra verdadera naturaleza, pues si se perdiera de vista esta unidad básica entre el noúmeno y los
fenómenos, nos atascaríamos en la ciénaga de la objetivación y los conceptos. Una vez que se comprende
que el noúmeno es todo lo que somos y que los fenómenos son lo que parecemos ser en tanto objetos
separados, se comprenderá también que no puede haber entidad alguna en lo que somos y, en
consecuencia, la idea de una entidad que requiere "liberarse" se considerará un sinsentido, y la "liberación",
si la hay, se verá como la liberación del concepto mismo de esclavitud y liberación.
"Cuando reflexiono acerca de lo que era yo antes de "nacer", me doy cuenta de que este concepto de "yo
soy" no estaba ahí. Sin conciencia no hay conceptualización, y lo que tiene lugar al mirar no es lo que uno -
una entidad- ve de conformidad con la dicotomía sujeto-objeto, sino es la visión desde dentro, desde la
fuente de toda visión. Así pues, por medio de este "despertar" me doy cuenta de que la totalidad omnímoda
del Absoluto no puede tener siquiera una pizca de la imperfección relativa, y, por lo tanto, debo vivir
relativamente todo el tiempo de vida que tengo asignado hasta que al llegar a su fin, este "conocimiento"
reactivo se fusione en el estado de "no conocimiento", que es el estado natural del Absoluto. Esta condición
pasajera de "yo sé" y de "yo sé que sé" se fusiona entonces con ese estado eterno de "yo no sé" y de "yo
no sé que no sé".
18. Comprendamos los hechos básicos.
Casi todos los visitantes que vienen de fuera llegan a Maharaj después de haber leído su libro Yo soy Eso.
Dicen que al leerlo sintieron un deseo compulsivo de ver a Maharaj en persona. Muy pocos mencionan
también haber estado interesados en la búsqueda espiritual durante muchos años.
Consideremos el caso del visitante extranjero común. Casi invariablemente, su primera visita lo hace vacilar
en cuanto a si ha hecho lo correcto al emplear tanto dinero y tiempo de descanso arduamente ganados
viniendo aquí. Los descuidados alrededores de la casa de Maharaj, la sencillez del pequeño cuarto, su tan
poco impresionante apariencia física y su sencillo atavío, todo contribuye a que haya dudas en un principio.
Desde luego, después de asistir a un par de sesiones, y de hecho cuando el visitante tiene que marcharse,
¡comienza ya a pensar en su siguiente visita!
* Existe también otro factor que al principio inquieta al visitante extranjero. El comportamiento de Maharaj
no difiere en nada del de cualquier hombre de la calle. Y ésto se contrapone a la idea que el visitante tiene
de cómo debe comportarse un sabio, un jñani, aunque esta idea pueda ser muy vaga. Encuentra las
paredes del pequeño cuarto de Maharaj llenas de imágenes de dioses y santos. Ve a Maharaj participar
cuatro veces al día en el canto de bhajans; lo ve fumando cigarros baratos del país todo el tiempo y en
ocasiones lo oye hablar de cuestiones triviales en forma despreocupada, y encuentra todo esto muy
desconcertante. Su idea preconcebida acerca de Maharaj era quizá la de una figura patriarcal ataviada del
color del azafrán, que conversa con seriedad desde un sitio elevado a cierta distancia de los visitantes, y
que ocasionalmente hace uno o dos milagros de manera condescendiente. ¡Y en lugar de esto se
encuentra con un hombre por completo ordinario!
No es, por lo tanto, sorprendente que antes de finalizar la primera sesión nuestro visitante no pueda resistir
la tentación de preguntar a Maharaj por qué, pese a ser un jñani, canta bhajans cuatro veces al día. O bien,
la pregunta puede ser tal vez: ¿Por que le parece necesario fumar? La respuesta habitual de Maharaj en
tales casos es simple: "¿Por qué no? He estado vinculado a este cuerpo durante ochenta y tantos años;
¿por qué no iba a recibir las pocas cosas a las que ha estado acostumbrado? En cuanto a los bhajans
cuatro veces al día, es una práctica que realizo desde la época de mi gurú. Si desde entonces hubiera
tenido lo que normalmente se conoce como "despertar", ¿debería haberme sentido obligado a abandonar
esta vieja e inofensiva rutina? Uno debe ocupar el tiempo que le ha sido otorgado. ¿Acaso importa qué
haga uno, en tanto no se hiera a nadie a sabiendas? Es así de simple".
Maharaj continúa con este tema poco más o menos en los siguientes términos: Si uno ve -apercibe- las
cosas como son, si uno aprehende íntegramente la manifestación con la mente total y no con la mente
dicotomizada de un individuo, se encuentra cerca del gran despertar y entonces carece de importancia lo
que uno haga.
En realidad, pensar que un ser individual puede actuar en forma independiente es ya un error. Somos
presencia consciente y no el revestimiento externo de la conciencia; no el cuerpo que tan sólo es un
aparato sicosomático empleado para conocer la manifestación. Este aparato no es más que un concepto
espacio-temporal, y como tal no tiene una existencia independiente, de ahí que no pueda actuar con
libertad, por más que las apariencias digan lo contrario. Comprendamos este hecho básico.
¿Qué es entonces la vida? La vida en este universo no es otra cosa que el "movimiento de la
manifestación", pese a lo que pueda pensar cada individuo. Vistas así, las diversas manifestaciones
destructivas, como las inundaciones y los terremotos, pierden su carácter inquietante. Todo cuerpo no es
más que el alimento de algún otro: el ratón es el alimento del gato, el hombre o el buey del león, el cordero
o la gallina del hombre, etcétera. De modo que lo que es bueno para uno es malo para otro; de hecho, todo
lo que parece acontecer no es más que el movimiento de la manifestación. A cada individuo le parece que
todo es resultado de su acción o su experiencia, pero el hecho fundamental es que ningún objeto
fenoménico (y esto es, en términos relativos, lo único que es el ser sensible) puede tener una existencia
independiente. Una vez que esto se aprehende con claridad, automáticamente se sigue que las
responsabilidades y las culpas todas son también conceptos imaginarios, basados en la idea errónea de
que un ser sensible tiene una existencia independiente, autonomía y libertad de acción.
¿Y qué hay entonces con todos los hombres ejemplares de los diversos ámbitos de la actividad humana -
las artes, las ciencias, el deporte-, qué con los grandes pensadores? Debemos admirar la obra realizada
por la conciencia "a través" de esta diversidad de formas físicas, pero no a las personas en tanto individuos,
que no son más que fenómenos conceptuales. Debemos comprender y tener claro lo que verdaderamente
sucede. La pregunta que seguiría es: Si no son las personas individuales quienes realizan todo lo que se ha
realizado, ¿quién lo hace? La respuesta es: Nadie de modo individual. El "funcionamiento" de la
manifestación, esta marcha, tiene lugar en la conciencia por medio de Prajna, ese actor y productor brillante
de este espectáculo-sueño en su totalidad, quien representa todos los papeles en el drama soñado que es
esta manifestación. Y el origen de esta presencia conciente es el noúmeno. Los seres sensibles
aparentemente actúan y reaccionan, pero el movimiento real acontece sólo en la conciencia.
Admiremos, dice Maharaj, el cielo azul, la luna hermosa y las estrellas centelleantes; escribamos poemas
sobre la belleza de la naturaleza; amemos a los diversos avatares que han descendido a la tierra en todas
las épocas, cantemos bhajans cuatro veces al día, ¡pero entendamos al menos la condición real! ¡Yo, el
noúmeno, soy la "manifestación" total de la conciencia!
Podemos, finalmente, preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo entonces todo el día? ¿No estamos acaso
viviendo nuestra vida, nosotros, los millones de personas que poblamos el mundo? Si pudiéramos pensar
de manera profunda y racional acerca de lo que conocemos como vida, llegaríamos sin dificultad a la
conclusión de que todo lo que hacemos, desde que amanece hasta caer la noche, día tras día, no es más
que objetivación. De hecho, la manifestación en sí no es sino una objetivación continua, pues la
objetivación necesariamente cesa cuando, en el sueño profundo, la conciencia descansa, y así también el
universo objetivado. En el sueño profundo no existe "yo", ni mundo, ni Dios.
Lo que concebimos por "hacer" no es sino objetivación; el movimiento de la manifestación tiene lugar en
tanto haya conciencia. Pero, al identificarse innecesariamente como el sujeto de la acción, uno se provoca
responsabilidad y culpa. Cuando la mente, que es el contenido de la conciencia, está en blanco -cuando
descansa o "ayuna"- cesa el continuo hilar y tramar de la mente y ésta se calma. Cuando la mente deja de
"hacer", solamente es. En ausencia de objetivación, nuestra presencia absoluta es, el universo manifestado
no es: nosotros somos. O, mejor, "yo soy". Comprendamos al menos estos hechos básicos.
19. El conocimiento de uno mismo y los problemas de la vida.
Una mañana, la sesión se vio alegrada con la visita de un famoso personaje social y político, un diplomático
indio retirado, cuya presencia contribuye por lo general a una discusión animada y jovial. Esa mañana el
tema era si pueden compaginarse el conocimiento de uno mismo y la vida práctica en el mundo, si son
complementarios o si más bien se contraponen.
A este visitante no sólo no le es desconocida la enseñanza de Maharaj, sino que se ha impregnado de ella
con sinceridad, aunque parece que de vez en cuando sus tendencias a la catarsis social y política suelen
provocarle una sensación de inestabilidad espiritual, lo cual le indica la necesidad de un curso rápido de
repaso. Aparte de esto, quiere entrañablemente a Maharaj y no le importa recorrer una distancia de casi
170 kilómetros hasta Bombay para verlo.
Su pregunta fundamental era: ¿Puede un hombre honestamente permitirse ocupar su tiempo en meditar
absorto sobre el yo y dejar de lado los muchos problemas sociales y políticos que hay en la nación y en el
mundo?
El elemento más reconfortante de las conversaciones de Maharaj es su singular enfoque de los problemas
que se le plantean. El dice que debemos olvidar la maraña conceptual que crece con rapidez envolviendo
cualquier tema, así como las instrucciones de los textos sagrados tradicionales, y volver a los fundamentos.
Maharaj abordó entonces el problema planteado por este distinguido visitante con su habitual brío.
Ocupémonos del problema, dijo, tú y yo, ahora. Ha habido en el mundo un gran número de personalidades
importantes y avatares durante los pasados tres milenios. Cada uno de ellos ha dictado su propia lista de
reglas, dependiendo de su particular concepto de lo bueno y de lo malo y de las necesidades del momento
según las concibieron. Hasta aquí todo está bien. Preguntémonos ahora: ¿Qué han logrado todos estos
grandes hombres y avatares? ¿Han podido provocar el más pequeño cambio en el comportamiento del
hombre o de la naturaleza? Debe de haber alguna razón -una razón fundamental- por la cual no han tenido
éxito. ¿Podría ser que el problema mismo haya sido comprendido o percibido erróneamente? ¿Podría ser
que el hecho de atacar el problema de modo directo sea como atacar las cabezas de la Hidra, las cuales
son remplazadas por otras al cortarlas, y que la única forma de aniquilar a la Hidra sea localizar su corazón
y ahí herirla?
Ahora bien, dijo Maharaj, ¿cuáles son los elementos básicos de cualquier problema de índole social,
política, económica o de cualquier otra? ¿Con qué nos encontramos cuando reducimos el problema a sus
elementos básicos? Estos elementos son: yo, tú (que representan los millones de personas) y el mundo
físico. ¿Qué encontramos al analizar estos elementos básicos? Todos los yo y tú y la tierra, el cielo, la luna
y las estrellas, ¿no son todos meras imágenes conceptuales en la conciencia? Toda existencia es objetiva.
Todos los yo y tú existen como uno de tantos objetos en la conciencia que los concibe. Y en lo que respecta
al "mundo" o al "universo", ¿se trata de algo diferente en esencia del mundo que creas en tus sueños (o,
para decirlo de manera más adecuada, del mundo que se crea en tu conciencia del estado de sueño), el
cual está constituido por los mismos elementos y es habitado por el mismo tipo de personas, incluyéndote a
ti, que constituyen y habitan lo que denominas mundo "real"? Tu mundo "real", podrías decir, ha existido
mucho antes de que tú nacieras. Bien, en tu mundo de sueño hay también mares, montañas, edificios y
personas que obviamente han existido por mucho, mucho tiempo. ¿Vas a solucionar los problemas sociales
y políticos de la gente de tu sueño personal?
¿No es cierto, por lo tanto, prosiguió Maharaj, que el corazón de la Hidra -la raíz del problema- es la
conciencia, en la que aparece el universo entero? ¿No es, de hecho, la conciencia la Hidra? ¿Y no es la
conciencia aquello hacia lo que ha de dirigirse toda la atención; hacia su naturaleza, la causa de su
apariencia y otros factores importantes? Puesto que en la conciencia es donde aparece el mundo
fenoménico en su totalidad, se sigue necesariamente que toda manifestación sólo puede ser perceptible
sensorialmente si se extiende en el espacio y tiene una duración en el tiempo. Es necesario, por lo tanto,
aceptar la existencia puramente conceptual de la estructura física del espacio-tiempo como una condición
para la percepción del universo manifestado.
Esto nos lleva a las siguientes conclusiones:
1. Sin el concepto de espacio y tiempo el universo manifestado no sería sensorialmente perceptible, y, por
lo tanto, todo suceso fundado en la causa y el efecto y extendido en el espacio y el tiempo, debe asimismo
ser sólo conceptual.
2. Si el universo manifestado es tan sólo una apariencia (en ausencia de la conciencia no puede por sí
mismo existir), entonces es el reflejo de algo que existe (está presente) por sí solo.
3. Los fenómenos, en consecuencia, son el aspecto objetivo del noúmeno, que es potencialidad total: la
totalidad de lo conocido en la infinitud de lo no conocido. La conciencia no puede emplearse para
trascender la conciencia y, por ende, el noúmeno constituye el parámetro externo del conocimiento.
4. El noúmeno -aquello que es- sólo puede ser, y puede ser únicamente ahora. En ausencia del espaciotiempo
conceptual, no puede haber ningún "dónde" o "cuándo" en el que una "cosa" sea. Ahora que nos
percatamos de que el "mundo" (en el cual deben resolverse problemas) es tan sólo una apariencia,
volvamos al yo y tú que supuestamente han de resolver los problemas del mundo. Antes de que
comencemos a identificar los problemas del mundo y procedamos a solucionarlos, ¿no deberíamos
identificarnos nosotros mismos?
Somos, en términos relativos, seres sensibles y queremos "hacer" algo para solucionar los problemas del
mundo. ¿Puede un ser sensible, que es él mismo conceptual, hacer algo que no sea conceptual? ¿Qué
hacemos desde que amanece hasta llegar la noche (excepto en el sueño profundo) que no sea objetivar
continuamente? ¿Y acaso el cuerpo humano, que en realidad no es más que un aparato sico-somático, es
capaz de "hacer" otra cosa que no sea crear imágenes e interpretaciones ilusorias? Lo que sea que
pensemos, sobre nosotros mismos (y esta imagen está en constante cambio y no es estable en lo más
mínimo), no podemos ser sino una parte integral del funcionamiento y manifestación total y de ninguna
manera podemos separarnos de ella. Tenemos una mejor comprensión de esto en el caso de un sueño
personal, el cual podemos reconsiderar al despertar. Lo que en el sueño aparece como uno mismo, con
una identidad independiente, se ve con claridad (al examinarlo después de, despertar) como carente por
completo de una sustancia independiente, como un simple títere que es manipulado. ¿Hay en realidad
alguna diferencia con el mundo que consideramos "real"? Reflexiona al respecto.
¿No podría ser que soñamos que estamos despiertos, que soñamos que estamos dormidos y que todo el
tiempo la vida está siendo vivida como un producto de la mente que sueña, al proseguir la objetivación en la
conciencia? ¿Y qué es la conciencia misma sino sólo un concepto que ocurre como un eclipse del noúmeno
con una cierta duración?
Si esta situación se percibe de manera directa, intuitiva, sabremos entonces que, en términos relativos,
somos la presencia conciente, la conciencia que anima y no el objeto fenoménico al que da sensibilidad.
Cuando vemos lo falso como falso, el problema se resuelve. Nosotros somos el contenido de este sueño
viviente, actores de este drama que es vivir. Y los actores sólo representan sus papeles, nada más.
El distinguido visitante escuchó a Maharaj con una quietud desconcertada, sin palabras para expresar lo
que pensaba o sentía.
20. La gracia del gurú es todo lo que necesito.
El interrogatorio habitual de Maharaj correspondió cierta ocasión a un visitante proveniente de Calcuta,
quien respondió a las preguntas sobre su persona contando que, desde hacía muchos años, estaba
interesado en el conocimiento de sí mismo; que había conocido a casi todos los santos famosos del norte
de la India y a muchos otros, no tan conocidos (lo cual suscitó una sonrisa de Maharaj). Dijo también haber
estudiado todos los principales Upanishads y diversos comentarios del Gita en inglés y bengalí de varios
eruditos. Su vasto conocimiento del sánscrito le permitió estudiar en el idioma original la mayoría de los
textos sagrados tradicionales. Y él sentía que lo único que necesitaba ahora era la gracia de un gurú. Dijo
también que había leído Yo soy Eso, y que le había impresionado tanto que había elegido a Maharaj como
su gurú definitivo y no dejaría Bombay sin recibir su gracia. Mencionó también que Maharaj tendría que
otorgar su gracia en un cierto número de días pues su permiso expiraría en cierta fecha ¡y ya había
comprado su boleto de regreso a Calcuta para determinado día! Maharaj no pudo contener ya más una muy
amplia sonrisa.
Maharaj: Quisiera preguntarte algo.
Visitante: Sí, maestro. (Levantó el pecho y habló con la confianza de un candidato bien dispuesto que
comparece en un interrogatorio de viva voce).
Has leído muchos libros y has conocido a gran número de jñanis; por lo tanto, debes de haber descubierto
ya tu verdadera identidad. Dime, ¿cuál es, en lo que a ti concierne, tu verdadera identidad?
Maestro, soy un humilde buscador que persigue la iluminación y he venido a ti con la esperanza de que no
me negarás tu gracia.
Aún te quedan bastantes días aquí, ¡de modo que hay tiempo suficiente para la gracia o para la iluminación!
Averigüemos primero quién es el que busca la iluminación, liberación, moksha, o como quiera llamársele.
Ahora bien, respóndeme esta pregunta: ¿Has llegado a conocer tu verdadera identidad? Olvida por un
momento al mundo, al gurú y a Dios.
Es una pregunta muy difícil, maestro. Lo único que quiero es la gracia del gurú, sin la cual no se abrirá la
puerta para mí.
¿No deberíamos acaso averiguar primero si hay alguna puerta cerrada que te impide el paso? ¿El paso a
qué? Te la pasas hablando del gurú pero, ¿cuál es tu idea de un gurú? ¿Lo ves? A menos que se
respondan primero a tu satisfacción estas preguntas básicas, ¿cómo podremos avanzar? Así pues, te repito
mi pregunta: después de tantos años de estudio, ¿has podido encontrar tu verdadera identidad, este "tú"
que pretende la gracia de un gurú a fin de conseguir la iluminación?
Maestro, siento decirte que tu pregunta me desconcierta. Lo único que puedo responderte es: no sé.
¡Ah!, ahora sí vamos a algún lado: "No sé". Nunca nadie ha pronunciado palabras más ciertas. Esta es de
hecho la única verdad y todo lo demás es falso.
Maestro, hubiera pensado que te burlabas de mí, pero la mirada que hay en tu rostro me dice que no
podrías ser más serio.
Bien, trata por favor de comprender. Has hecho bastantes lecturas y debes poder entender lo que te estoy
diciendo. Inténtalo y, por un momento, olvida todo lo que has acumulado a manera de conocimiento y capta
con la mente vacía lo que te digo; recuerda, con la mente vacía pero atenta; no sólo desocupada e inerte.
Aquel estado en el que no conocemos nada, ésa es nuestra verdadera condición, ésa es la Realidad. En
ese estado no tenemos conocimiento siquiera de nuestra propia existencia. Más tarde, aparece la noción,
pensamiento, o conocimiento de "yo soy". Este conocimiento de ser "yo" da lugar a un sentido de dualidad:
sujeto y objeto, pecado y mérito, y toda la gama completa de opuestos interrelacionados. Verdad es todo lo
que era antes del conocimiento de "yo soy", y todo lo que sigue a este conocimiento o conciencia de "yo
soy" es falso. Comprende este hecho básico. A la condición de ser "yo", a este sentido de presencia, se le
han dado diversos nombres laudatorios como Maya, Prakriti, Ishwara, etcétera, pero es, no obstante, una
mera ilusión, pura ignorancia.
Prakriti crea, con la cooperación del Purusha conceptual (cuya unión constituye el principio de la
paternidad), el mundo y las personas con un sinfín de formas físicas. Es la acción de Maya lo que hace que
la conciencia (que da sensibilidad al ser sensible) crea erróneamente que ella misma es esa forma
particular.
La conciencia asume así la identidad de una forma particular y olvida su verdadera naturaleza. ¿Me sigues
hasta aquí? ¿Tienes alguna pregunta?
Maestro, te sigo con atención; no tengo preguntas.
Bien. Hasta aquí, en este proceso, como habrás notado, no se habla de una "entidad" con existencia
independiente. Tú eres aquello que precede al arribo de la condición de "yo soy". Ha caído sobre tu
verdadera naturaleza una especie de enfermedad, un eclipse que durará un cierto tiempo, al final del cual la
forma física "morirá", será enterrada o incinerada y se mezclará más tarde con los cinco elementos de los
que está constituida. El aliento vital desaparecerá y se confundirá con el aire fuera del cuerpo, y entonces la
conciencia se liberará de la limitación del cuerpo y de los tres gimas. En otras palabras, el proceso habrá
llegado a su fin, el cual le había sido destinado. Volvamos ahora a tu problema: ¿quién es el que necesita la
gracia de un gurú a fin de conseguir la "liberación"? ¿Liberación de qué "esclavitud"?
Maharaj, has hecho que el problema tenga un giro de 180 grados. Redujiste a nada toda mi labor de
cuarenta años y has nulificado mi propia existencia. ¡Me has liquidado! ¿Qué puedo decir? Lo único es que
al liquidarme ¡has liquidado también al gurú!
No exactamente, aunque no es una respuesta errónea. Ahora atiende a lo que sigue. El problema es que te
consideras una entidad individual con una forma física; y consideras, asimismo, que el gurú es otra entidad
individual con otra forma, aunque con algo en la mente, en el corazón o algún sitio, que lo hace una
persona "iluminada", pero al fin "persona". Este es el verdadero error.
El gurú se ha dado cuenta de que él es la Realidad Ultima, y ve a todos los seres como se ve a sí mismo,
esto es, no como una "persona", ni como una simple "forma", o "cosa".
El otro error es que el que busca la verdad, el discípulo, en tanto entidad, espera aprender y comprender
"algo". Pero, ¿cómo puede un objeto conceptual comprender algo? En rigor, lo que sucede es que la
comprensión como tal, hace que el que busca (el sadhakaj desaparezca. Poco a poco, la individualidad del
discípulo se desvanece y, en el proceso, la gracia del gurú, la cual siempre está ahí como el sol brillante, se
vuelve una con la conciencia. Cuanto más rápido cese la identificación con el cuerpo como entidad
separada, más pronto la gracia del gurú se torna en la conciencia del discípulo. Este se da cuenta entonces
de que el gurú no es otra cosa que conciencia interna, conciencia que, complacida con la fe y el amor del
discípulo, actúa como el sadgurú y revela todo el conocimiento necesario. Pero no puede haber progreso
alguno (si bien la palabra "progreso" expresa un concepto erróneo) si continúas concibiéndote como
entidad y esperas que el gurú, como una entidad más, te dé a realizar una tarea y que, cuando ésta sea
debidamente terminada, te otorgue una especie de certificado, o algo semejante, que diga "liberado". Tal
idea es por completo equivocada. Debes darte cuenta de la verdadera significación del gurú y de su gracia
antes de que la perpetua gracia del gurú pueda fluir a ti en forma suave y natural.
El visitante se quedó sin habla unos momentos. Cuando pudo hallar las palabras, dijo: "Maestro, me has
abierto los ojos y has hecho que vea la falsedad y futilidad de lo que consideraba conocimiento y sadhana.
No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy contigo". Se postró ante Maharaj y se marchó. Un
hombre con gran humildad y sabiduría.
21. La semilla de la conciencia.
Se veía nervioso, turbado; sus movimientos eran espasmódicos y, era obvio, reventaba de impaciencia. Se
trataba de un europeo de mediana edad, delgado y con una excelente condición física. Esta era su primera
visita a Maharaj. Su ansiedad atrajo la atención de todos.
Cuando Maharaj lo miró, de súbito se le llenaron los ojos de lágrimas. Una mirada compasiva de Maharaj
pareció calmarlo un poco y entonces dio, en unas cuantas palabras, la habitual información preliminar sobre
sí mismo. Dijo que había sido estudioso del Vedanta durante veinte años por lo menos, pero que su
búsqueda de la verdad había resultado un fracaso. Por esta causa, dijo, se sentía abatido y muy
desilusionado y no podía continuar por más tiempo esta búsqueda frustrante. Al leer la obra de Maharaj Yo
soy Eso, recibió una chispa de esperanza, y sabía que había encontrado la respuesta. Fue así como, de
inmediato, reunió el mínimo necesario de dinero para el viaje a la India y acababa de llegar a Bombay. Dijo
con voz ahogada: "Ya estoy aquí.
Mi búsqueda ha terminado". Empezaron a brotar lágrimas de sus ojos y le era difícil controlarse.
Maharaj lo escuchó con gravedad y permaneció aún sentado con los ojos cerrados unos cuantos minutos,
quizá dándole tiempo a que se tranquilizara. Entonces le preguntó si tenía pleno convencimiento de no ser
el cuerpo. El visitante confirmó que tenía bastante claro que él no era simplemente el cuerpo sino algo más
y que, como en forma cabal se explicaba en el libro, ese algo debía ser el conocimiento de "yo soy", el
sentido de ser. Pero, añadió, no podía entender lo que se quería decir con la sugerencia de que debía tener
presente a cada momento este conocimiento de "yo soy". ¿Qué era exactamente lo que se suponía debía
hacer? "Por favor, maestro -le dijo a Maharaj-, ahora me siento insufriblemente cansado de las palabras. He
leído y escuchado millones de ellas y nada he ganado. Concédeme ahora la sustancia, no simples
palabras. Te estaré para siempre agradecido".
"Muy bien -dijo Maharaj-, tendrás entonces la sustancia. Aunque, desde luego, tendré que emplear palabras
para comunicártela". Maharaj prosiguió entonces: "Si te digo: da marcha atrás y vuelve al origen de tu ser,
¿tendría algún sentido para ti?"
El visitante respondió diciendo que su corazón aceptaba de modo intuitivo la verdad de esa frase, pero que
tendría que profundizar en ello. Maharaj le dijo entonces que debía comprender la visión general en forma
clara e inmediata, y esto sólo podía hacerlo si iba a la raíz misma de la cuestión. Tenía que indagar cómo
apareció por vez primera el conocimiento de "yo soy". Lo que hay que buscar es la semilla, dijo Maharaj.
Encuentra la semilla de este ser y conocerás la del universo entero.
Maharaj continuó: "Como sabes, tienes un cuerpo, y en el cuerpo está el Prana, o fuerza vital, y la
conciencia (el ser, o el conocimiento de "yo soy"). Bien, este fenómeno total del ser humano, ¿es distinto
del de otras criaturas, o de la simple hierba que brota de la tierra? Analízalo a fondo. Imagina que en tu
traspatio se acumula un poco de agua; después de un tiempo, se forma ahí el cuerpo de un insecto;
comienza a moverse y tiene conocimiento de que existe. Imagina ahora, de nueva cuenta, que un trozo de
pan rancio es dejado en un rincón durante algunos días; un gusano hace en él su aparición, comienza a
moverse y sabe que existe. El huevo de un ave, después de ser incubado durante cierto tiempo, de pronto
se rompe y aparece un polluelo; comienza a moverse de un lado a otro y sabe que existe. La simiente del
hombre germinada en la matriz de la mujer, después de un periodo de nueve meses, nace en la forma de
un bebé. La simiente, que se desarrolla en la forma de un niño, pasa por los estados de sueño y vigilia,
realiza sus funciones físicas normales y sabe que existe.
En todos estos casos -el insecto, el gusano, el ave y el ser humano-, ¿qué es lo que nace realmente? ¿Qué
es lo que ha "supervisado" el proceso que va de la concepción al nacimiento? ¿No es el conocimiento de
"yo soy" lo que ha permanecido latente de la concepción al alumbramiento y, a su debido tiempo, ha
"nacido"? Este ser o conciencia, idéntico en todos los casos, hallándose sin ningún tipo de "apoyo",
equivocadamente se identifica con la forma particular que ha asumido. En otras palabras, lo que en realidad
no tiene ningún aspecto ni forma, el conocimiento de "yo soy", precisamente este sentido de ser (no de ser
esto, o aquello, sino conciencia tan sólo), se limita a una sola forma particular y acepta así su propio
"nacimiento" y vive más tarde con la constante sombra del terror a la "muerte". Así nace la idea de una
personalidad individual, identidad o ego.
¿Ves ahora el origen de ese "yo soy"? ¿No depende acaso del cuerpo para su existencia individual? ¿Y el
cuerpo no es tan sólo la simiente germinada que se ha desarrollado? Y, lo cual es importante, ¿es esa
simiente algo más que la esencia del alimento consumido por los padres del crío? Y, finalmente, ¿no es el
alimento algo constituido por los cuatro elementos (éter, aire, fuego y agua) por mediación del quinto
elemento, tierra?
Así pues, hemos seguido el rastro de la semilla de la conciencia hasta llegar al alimento, y el cuerpo es el
"alimento" de la conciencia; tan pronto como el cuerpo perece, también la conciencia desaparece. Y sin
embargo, ¡la conciencia es la "semilla" del universo entero! Todo individuo tiene, siempre que sueña, la
experiencia idéntica de un mundo que se crea en la conciencia. Cuando una persona no está del todo
despierta y la conciencia apenas apunta, sueña; y en su ensueño, en esa mínima chispa de conciencia, se
crea todo un mundo de sueño, similar al mundo "real" -todo en un instante- y puede verse en ese mundo el
sol, la tierra con sus colinas y ríos, construcciones y personas (incluyendo el individuo mismo que sueña)
que se comportan exactamente como las personas del mundo "real".
En tanto dura el sueño, el mundo soñado es de hecho bastante real y las experiencias de las personas del
sueño, incluyendo a la que sueña, parecen verdaderas, tangibles y autenticas, tal vez incluso más ciertas
que las del mundo "real". Pero una vez que despierta uno del sueño, todo el mundo soñado, con todas sus
"realidades" entonces existentes, se desvanece en la conciencia en la que fue creado. En la vigilia, el
mundo surge a causa de la semilla de la ignorancia (Maya, la conciencia, la condición de ser, Prakriti,
Ishwara, etcétera) y nos mete ¡en un estado de sueño en la vigilia! Tanto el sueño como la vigilia son
estados conceptuales en el sueño viviente. Tú sueñas que estás despierto; sueñas que estás dormido, y no
te das cuenta de que estás soñando porque aún estás en el sueño. De hecho, cuando te des cuenta de que
todo esto es un sueño, ¡habrás ya "despertado"! Sólo el jñani conoce la verdadera vigilia y el verdadero
sueño.
Al llegar aquí, Maharaj preguntó al visitante si tenía preguntas sobre lo que hasta ahora había escuchado y
él inquirió con prontitud: "¿Cuál es el principio o mecanismo conceptual que hay tras la creación del
mundo?"
Maharaj se mostró complacido de que el visitante hubiera empleado correctamente las palabras
"mecanismo conceptual", pues suele recordarnos a menudo que la creación en su conjunto es conceptual y
que es muy importante recordar este hecho y no desatenderlo en medio de tantas palabras y conceptos.
Maharaj prosiguió entonces: "El estado original -el Parabrahman- es un estado incondicionado, sin
atributos, sin forma, sin identidad. Este estado, en realidad, no es sino plenitud (no un vacío "hueco", sino
pleno) de modo que resulta imposible darle un nombre adecuado. Por razones de comunicación, no
obstante, se han empleado algunas palabras para "indicar" tal estado. En este estado original, anterior a
todo concepto, la conciencia -el pensamiento de "yo soy"- despierta a la existencia en forma espontánea.
¿Cómo? ¿Por qué? Por ninguna razón aparente, ¡como una mansa ola en la superficie del agua!
El pensamiento "yo soy" es la semilla del sonido Aum, el nada o sonido primordial al momento del principio
de la creación del universo. Consiste en los tres sonidos: a, u y m. Estos tres sonidos representan los tres
atributos, Sattva, rajas y tamas, que son los que producen los tres estados de vigilia, sueño y sueño
profundo (también denominados conciencia o armonía, actividad y descanso). Es en la conciencia donde ha
surgido el mundo. En verdad, el primer pensamiento de "yo soy" es lo que crea el sentido de dualidad en el
estado original de unicidad. Y no puede tener lugar creación alguna sin la dualidad del principio de
paternidad, masculino y femenino, Purusha y Prakriti.
La creación del mundo, como apariencia en la conciencia, tiene diez aspectos: el principio generador de la
dualidad; la materia física y química, que es la esencia de los cinco elementos (éter, aire, fuego, agua y
tierra) en fricción mutua; y los tres atributos (Sattva, rajas y tamas).
El individuo piensa que es él quien actúa, pero en realidad es la esencia de los cinco elementos, el Prana,
la fuerza vital, lo que actúa a través de la combinación particular de los tres atributos en una forma física
determinada.
Cuando se considera la creación del mundo desde este punto de vista, es fácil entender por qué los
pensamientos y acciones de un individuo (el cual en realidad no es más que un aparato sicosomático)
difieren tanto, cualitativa y cuantitativamente, de los otros millones de individuos; por qué por un lado
existen Mahatma Gandhis y, por otro, Hitlers. Es evidente que las huellas digitales de una persona nunca
son exactamente iguales a las de otra, así como las hojas de un mismo árbol son distintas entre sien
ínfimos detalles. La razón es que las combinaciones y permutaciones de los cinco elementos, más los tres
atributos en sus millones de matices, dan lugar a billones y trillones de formas. Desde luego, podemos
admirar lo que consideramos admirable y amar lo que nos parece amable, pero debemos comprender qué
es en realidad lo que amamos y admiramos: no el individuo conceptual, sino la maravillosa capacidad de
obrar de la conciencia, que es capa/ de desempeñar de modo simultáneo millones de papeles en esta
representación de sueño que es el mundo.
A fin de evitar el naufragio en la desconcertante diversidad del espectáculo de Maya (Lila), dijo Maharaj, es
necesario no olvidar la unidad esencial entre el Absoluto y lo relativo, entre lo no manifestado y lo
manifestado. La manifestación sólo aparece a partir del concepto básico "yo soy". El sustrato es el
noúmeno, que es potencialidad total. Con la aparición del sentido de "ser yo", el noúmeno se refleja en el
universo fenoménico que sólo en apariencia es exterior a él. A fin de contemplarse, el noúmeno se objetiva
en el fenómeno, y para que pueda tener lugar tal objetivación se hacen necesarios los conceptos de
espacio y tiempo (en virtud de los cuales los fenómenos adquieren volumen y duración). El fenómeno, por
lo tanto, no es distinto del noúmeno, sino el noúmeno mismo objetivado. Es necesario comprender y no
olvidar jamás esta identidad esencial. Una vez que surge el concepto "yo soy", la unidad fundamental se
separa conceptualmente, como sujeto y objeto, en dualidad.
Cuando la conciencia impersonal se manifiesta y se identifica con cada una de las formas físicas, aparece
la idea de "yo", y tal noción, al olvidar que no tiene una entidad independiente, transforma su subjetividad
original en un objeto con intenciones, anhelos y deseos y se hace, en consecuencia, vulnerable al
sufrimiento. Esta falsa identidad es precisamente la "esclavitud" de la que se busca liberarse.
¿Y qué quiere decir "liberarse"? La liberación, la iluminación o el despertar no son más que la comprensión
profunda, la percepción: a) de que la semilla de toda manifestación es la conciencia impersonal, b) que lo
que se busca es lo inmanifestado más allá de la manifestación ye) que, por consiguiente, ¡el que busca es
justamente lo buscado!
A manera de resumen de su discurso, Maharaj dijo, recogiendo todo lo dicho:
1. En el estado original prevalece la Conciencia Impersonal, sin ningún conocimiento o condicionamiento,
sin atributos, forma ni identidad.
2. Luego, por ninguna razón clara (que no sea que forma parte de su naturaleza el que así suceda), surge
el pensamiento o concepto de "yo soy" en la Conciencia Impersonal, en la que aparece el mundo como un
sueño viviente.
3. La conciencia, para manifestarse, necesita una forma, un cuerpo físico, con el cual se identifica y
empieza así el concepto de "esclavitud", con la objetivación imaginaria "yo". Siempre que uno actúa y
piensa desde el punto de vista de esta autoidentificación, podría decirse que comete el "pecado original" de
transformar la subjetividad pura (la potencialidad ilimitada) en un objeto, en una realidad limitada.
4. Ningún objeto tiene existencia independiente y, por lo tanto, un objeto no puede despertar por sí mismo
del sueño viviente; sin embargo, y esto es lo gracioso, el fantasma individual (un objeto) busca al "Absoluto"
o la "Realidad" o como quiera que se le llame, como si fuera otro objeto.
5. Si esto se comprende debe darse marcha atrás y volver a encontrar lo que uno era en un principio, y
siempre ha sido, antes de que la conciencia surgiera.
6. En ese momento llega el "despertar" en cuanto a que uno no es el cuerpo ni la conciencia tampoco, sino
el estado innombrable de potencialidad total, anterior a la aparición de la conciencia (en la conciencia, ese
estado, sea cual sea su nombre, no puede ser más que un concepto).
7. Y de esta forma el círculo se completa; el buscadores lo buscado.
En conclusión, dice Maharaj, debe entenderse de manera cabal que, en tanto Yo, somos nouménicos. La
condición actual de fenomenalidad (cuya semilla es la conciencia) es temporal, es como una enfermedad o
un eclipse de nuestra condición inmutable original de noúmeno y todo lo que podemos hacer es vivir el
tiempo que tenemos asignado, con cuyo final termina el eclipse de la fenomenalidad y prevalece otra vez la
noumenalidad en su unicidad pura, inconciente por completo de su conciencia en sí.
Durante todo el tiempo que duró esta exposición, el visitante no se movió en ningún momento, como si
estuviese bajo los efectos de un encantamiento. Hizo uno o dos intentos infructuosos de hablar, que
Maharaj interrumpió de inmediato con gesto firme, y permaneció sentado ahí en perfecta paz hasta
después de que los demás visitantes presentaron sus respetos a Maharaj y se marcharon uno por uno.
22. La autorrealización no requiere de esfuerzo.
Maharaj acostumbra exponer a profundidad cada tema en particular, con gran paciencia y dando ejemplos y
símiles apropiados. Entonces, al preguntar si alguien tiene alguna duda en cuanto a lo que ha dicho, suele
suceder que las preguntas tienden a basarse, no en el tema que con tanto esfuerzo ha estado exponiendo,
sino en los ejemplos que ha dado para ilustrar tan sólo algún aspecto específico de la cuestión discutida.
Dichas preguntas muestran claramente que se les ha escapado a quienes las plantean cuál es el punto
fundamental de la discusión. Por consiguiente, Maharaj con frecuencia exhorta a los visitantes en los
siguientes términos: Pueden hacer preguntas sobre lo que se ha dicho pero háganlo partiendo de un punto
en el que no se identifiquen con el cuerpo.
Muchos visitantes se sienten desairados cuando la invitación a hacer preguntas se sujeta de este modo a
una condición que les parece bastante onerosa e, incluso, injusta. ¿Por qué insiste Maharaj en que el que
interroga deje de identificarse con el cuerpo? La respuesta inmediata sería la siguiente: porque un objeto no
puede pretender penetrar en su sujeto; es imposible para una sombra comprender la sustancia de la que es
sombra.
¿Es posible alguna comprensión del Absoluto, que es ajeno por completo a todo lo objetivo, en tanto haya
un "individuo" conceptual que se identifique con el cuerpo (el cual no es más que un aparto sicosomático,
un "objeto") como entidad autónoma? Y, además, ¿pueden las preguntas de alguien que se concibe y habla
como si fuese una entidad autónoma ser otra cosa que redomados disparates? Esto no implica, sin
embargo, que sólo un ser realizado por completo pueda plantear preguntas. El ser realizado, un jñani, ¡no
tiene ninguna pregunta!
Lo que Maharaj parece esperar de quienes lo escuchan es algo intermedio entre estos dos extremos. Como
a menudo declara, obra bajo el supuesto de que quienes van a verlo no son sólo principiantes, sino que
deben de haber trabajado ya bastante al respecto, de que no son mumukshus sino sadhakas. En otras
palabras, Maharaj espera que el que lo escucha no olvide que es la conciencia impersonal y no la
estructura física en la que ésta se manifiesta. Espera que el acto de escuchar sus palabras tenga como
base la apercepción directa, sin ninguna intervención del individuo conceptual, y con una comprensión clara
de lo que pasa durante el proceso de hablar y escuchar. A este respecto, Maharaj dice lo siguiente: Para
que sea efectiva, la recepción de mis palabras debe ser tal que éstas penetren como una flecha. Le hablo a
la conciencia, no al individuo.
Maharaj aconseja a quien lo escucha "apercibir de manera directa y olvidar de inmediato"; no usar sus
palabras como plataforma para lanzar sus propios conceptos. Los conceptos, dice, surgen de los
pensamientos y todos ellos juntos forman un fardo que se conoce como mente. "Pensar" significa
"conceptualizar", crear objetos en la mente, y esto es "esclavitud". Las palabras, básicamente duales y
conceptuales, son un obstáculo para la iluminación. Ellas tan sólo pueden ser útiles para el propósito
efímero de la comunicación, pero después son una atadura. Liberación del pensamiento conceptual, eso es
la iluminación, el despertar, el cual nadie puede "lograr" u "obtener" de otra manera. La iluminación no es
una "cosa" que haya que adquirir en algún momento y en algún lugar. Y como flechas, las palabras de
Maharaj penetran, provocando esta apercepción, ¡eso es la iluminación!
La reacción inmediata de los visitantes a la exposición anterior es preguntar: Si no ha de haber "alguien"
que adquiera alguna "cosa", ¿qué se espera que hagamos nosotros? Y la réplica de Maharaj, igualmente
inmediata, es: ¿Quién es "nosotros"? Por lo general, la respuesta llega -si llega- tardíamente y con
indecisión: ¿Quieres decir que "nosotros" es en sí parte del pensamiento conceptual, algo ilusorio por
completo?
Al llegar a este punto, Maharaj repite lo que siempre está diciendo: Todo conocimiento es conceptual, y
falso, por consiguiente. Debe haber una apercepción directa aunada a un abandono de la búsqueda de
conocimiento. ¿Pero cuántos de ustedes lo harán? ¿Cuántos comprenderán lo que intento comunicarles?
¿Cuál es el propósito de todas mis pláticas?, pregunta Maharaj. Es hacer que comprendan, vean y tengan
una apercepción de su verdadera naturaleza. Pero existe un impedimento que hay que eliminar primero; o,
más bien, debe desaparecer un impedimento antes de que puedan ver y ser lo-que-es. Todo
"pensamiento", "conceptualización" y "objetivación" debe cesar. ¿Por qué? Porque lo-que-es no tiene ni la
más mínima pizca de objetividad. Es el sujeto de todos los objetos y al no ser un objeto no es algo que
pueda observarse. El ojo puede verlo todo, pero no a sí mismo.
A la pregunta "¿Qué tiene qué hacerse, qué esfuerzos debe uno realizar para dejar de conceptualizar?", la
respuesta de Maharaj es: Nada; ningún esfuerzo. ¿Quién va a esforzarse? ¿Qué esfuerzo hiciste tú para
crecer de una diminuta célula de esperma a un bebé totalmente desarrollado en el vientre de tu madre? Y,
más tarde, ¿en qué te esforzarte para sentir tu presencia durante todos los meses en los que pasaste de
ser un bebé indefenso a un niño? ¡Y ahora hablas de "esfuerzos" que "tú" debes hacer! ¿Qué esfuerzo
puede hacer un "yo" conceptual, ilusorio, por conocer su verdadera naturaleza? ¿Puede una sombra
esforzarse por conocer su sustancia? La comprensión de nuestra verdadera naturaleza no requiere de
ningún esfuerzo fenoménico. La iluminación no puede lograrse, ni forzarse. Tan sólo puede suceder,
cuando se le da oportunidad de hacerlo, cuando desaparece la obstrucción que producen los conceptos.
Sólo puede presentarse cuando se le da un espacio vacío dónde hacerlo. Si alguien más ha de ocupar este
recinto, dice Maharaj, debo primero desalojarlo. Si lo está ocupando el "yo" conceptual, ¿cómo puede entrar
la iluminación? Ha de desalojarse al "yo" conceptual y dar oportunidad a que la iluminación penetre. Incluso
el hecho de hacer un esfuerzo positivo por dejar de pensar como método para librarse de la
conceptualización, es una práctica inútil, ¡como de hecho lo es cualquier tipo de "esfuerzo"!
El único esfuerzo útil es la apercepción instantánea de la verdad. Véase lo falso como falso y lo demás es
verdadero. Lo que ahora se encuentra ausente, aparecerá cuando desaparezca lo que está presente ahora.
Es tan simple como esto. La negación es la única respuesta.
23. El hijo de una mujer estéril.
Maharaj siempre está muy alerta de que no suceda que, en respuesta a su invitación a que se hagan
preguntas, los visitantes inicien una discusión entre ellos y se enreden así en la intrincada maraña de sus
respectivos conceptos, dejando de lado el tema que él ha estado exponiendo. Cuando hay señales de que
esto va a suceder, le divierte tanto que suele comentar: "¡Ah, ahora discutimos los detalles de la boda del
hijo de una mujer estéril!"
Maharaj emplea este símil del "hijo de una mujer estéril" con mucha frecuencia. Una mañana, un visitante
que quizá lo oía por vez primera, se quedó muy intrigado y le pidió a Maharaj que lo ilustrara con un
ejemplo. Maharaj permaneció en silencio durante un rato, con los ojos cerrados, inmóvil por completo, con
una respiración en extremo lánguida, y pensamos que iba a entrar en samadhi, pero entonces comenzó a
hablar con voz pausada: "Mira, debes comprender qué es el tiempo. Hasta que no conozcas la naturaleza
del tiempo, no entenderás la naturaleza de los fenómenos. Lo que sucede es que se da por sentado el
tiempo y entonces se pasa a construir toda clase de conceptos. Si vas a construir, ¿no deberías primero
considerar qué clase de cimiento tienes?
"El tiempo y el espacio van juntos. ¿Por qué puedes conocer las cosas? Porque las ves. ¿Podrías ver las
cosas si no tuvieran forma? Ves las cosas porque tienen forma, volumen, y porque se extienden en el
espacio. Vayamos más adelante: si las cosas sólo fueran vistas en el espacio durante una fracción de
segundo, ¿podrías percibirlas? Percibes las cosas únicamente porque aparecen en el espacio durante un
cierto tiempo y la forma que tienen se conserva lo suficiente para que puedas observarla.
"Si no existieran los conceptos de tiempo y espacio (tiempo y espacio en sí, obviamente no son objetos), las
"cosas" no serían perceptibles y no serían "cosas". Si no hubiera espacio-tiempo (ni pasado, ni presente, ni
futuro), ¿cómo podría haber algún fenómeno, algún suceso? Por favor, trata de comprender que tanto los
fenómenos como el tiempo son meros conceptos y no tienen existencia propia: todo lo que es visto, o
pensado, no es más que una imagen concebida en la conciencia, siendo su aparente realidad tan "real"
como un sueño o un espejismo. ¿Entiendes ahora lo que quiero decir cuando afirmo que toda
fenomenalidad es el hijo de una mujer estéril?
"Este asunto del espacio-tiempo -dijo Maharaj-, es tan difícil de comprender que aun las personas de gran
inteligencia se desconciertan y confunden por su complejidad, y son incapaces de entender su verdadero
significado". Al llegar aquí, Maharaj dirigió la siguiente pregunta a los visitantes en general: "¿Alguna vez
los científicos han penetrado en el problema de la naturaleza del espacio-tiempo?"
Hubo varios comentarios, pero el consenso fue que ningún científico había realizado un estudio en verdad
profundo sobre este problema y que algunos de los más altos científicos, incluyendo a Einstein, habían
llegado a la conclusión de que el universo en su totalidad es "de la naturaleza del pensamiento" y sostenían
que en realidad la naturaleza del espacio-tiempo es incomprensible puesto que trasciende los límites de la
mente y de todo conocimiento humano hasta la fecha conseguido.
Maharaj se rió y dijo: "¿Cómo iban a poder entenderlo los científicos con su débil mente? Ellos pueden
concebir el "espacio ilimitado" y el "tiempo ilimitado", pero, ¿pueden concebir acaso la ausencia total de
espacio y tiempo? Es imposible, pues aquello que concibe, en su concepción, no puede concebir el
concebir mismo. ¿Sería posible que un ojo viera su propia visión?, ¿puede quemarse el fuego?, ¿puede el
agua entender la sed?
Si puedes captar el significado de lo que he dicho, dejarás de mirar las "cosas" contra el fondo permanente
del tiempo; dejarás de buscar la verdad por mediación de tu orgulloso intelecto. Te darás cuenta en verdad
de que el esfuerzo mismo por hallar es un obstáculo, pues el instrumento mediante el cual realizas esa
búsqueda es una mente dividida; un sujeto conceptual que busca un objeto conceptual. Cuando te des
cuenta de esto, dejarás de buscar y permitirás que predomine la conciencia impersonal. Y entonces,
cuando la conciencia impersonal te permita penetrar el misterio de su propio origen, sabrás que no existe
"tú " o "mí" sino sólo Yo, la subjetividad esencial; que las "cosas" no tienen sustancia y, por lo tanto, el
fenómeno es el hijo de una mujer estéril, y, por último, ¡que Yo soy intemporalidad, infinitud!
24. Una revisión de los fundamentos.
Un visitante extranjero que contaba con sólo tres días para estar en Bombay, asistió todos los días a las
sesiones de la mañana y de la tarde. En la última sesión, comentó que durante esos tres días había
absorbido tanto que no podía separar lo prioritario y no sabía cuál debía ser su primer paso y qué era lo que
podía posponerse. De tal suerte, pidió encarecidamente a Maharaj que hiciera una revisión de los
fundamentos de modo que él pudiera retenerlos de una manera ordenada.
Maharaj se echó a reír y le preguntó si tenía alguna duda con respecto al hecho de que era un ser humano
masculino, en cuanto a que era hijo de sus padres, o en cuanto a su profesión. Si no, ¡por qué tendría que
haber confusión alguna respecto a su verdadera naturaleza!
"De cualquier manera -dijo Maharaj- adoptaremos tu propuesta. Lo que deseas en realidad es lograr una
comprensión aceptable de tu "yo" (el cual has sido condicionado a concebir como una entidad corporal y
mental con absoluto control sobre sus acciones) y de tu relación con el mundo en el que vives: tú por un
lado y el mundo por otro.
"Ahora bien, lo que tú piensas que eres no es más que la esencia "material" del cuerpo de tu padre que fue
concebida en la matriz de tu madre y que, más tarde, creció en forma espontánea hasta tomar la forma de
un bebé con huesos, carne, sangre y demás. Fue creada una forma humana que se desarrolló de un bebé
a un niño conforme a un proceso que tomó cierto tiempo. Tal vez en tu segundo año de vida, te dijeron que
"tú" habías nacido, que "tú" tenías un nombre y una forma. Tiempo después, adquiriste conciencia de "ser"
y "tú" empezaste a considerarte un individuo separado, una entidad independiente, distinta del resto del
mundo. Consideremos ahora lo siguiente: 1) ¿Acaso tus padres te crearon a "ti" especial y
deliberadamente? 2) ¿Sabían tus padres en qué momento iba a tener lugar la concepción? 3) ¿Elegiste "tú"
de manera específica y deliberada a una pareja particular como tus padres?, y 4) ¿Tú elegiste "nacer"?
"De las respuestas a estas preguntas resulta claro que una forma con las características de un ser humano
se creó de manera casi accidental (sin participación ni elección alguna de nadie), la cual aceptaste más
tarde como tu "yo". Por consiguiente, "tú" como tal no existes ni como un "hecho", ni como entidad. Este es
el primer fundamento. Se creó una forma a través de un proceso natural. La pregunta es, entonces: ¿Qué
somos todos "nosotros"? Cada uno de nosotros, en tanto fenómeno, es tan sólo una apariencia en la
conciencia de quienes nos perciben y, en consecuencia, lo que parecemos seres un fenómeno: temporal,
finito y perceptible para los sentidos, mientras que loque somos, lo que siempre hemos sido y siempre
seremos, sin nombre ni forma, es el noúmeno: el ser imperceptible, atemporal e ilimitado.
"Sin embargo, por muy convincentemente que creas haber "comprendido" este hecho básico, te resultará
casi imposible disociarte de la identificación con tu nombre y tu forma como entidad. Esto sólo puede
acontecer cuando aquello que has estado concibiendo como una entidad separada, se aniquila por
completo. Este es el segundo fundamento, el poder de Maya. Se considera "real" aquello que tan sólo es un
fenómeno, sin ninguna existencia independiente, y este fantasma se esfuerza por "convertirse" en algo, una
sombra a la caza de su sustancia, mientras que, en realidad, tú has sido todo el tiempo la sustancia y nunca
la sombra sometida que busca liberarse. ¡Parece gracioso, pero eso es Mayal
"Ahora el tercer fundamento: ¿Habrías sido capaz de concebir algún aspecto del mundo manifestado si no
hubiera "espacio-tiempo"? Si los fenómenos no se manifestaran en el espacio con un cierto "volumen"
tridimensionalmente, y si no fueran medidos en relación al tiempo, no podrías haber concebido, ya no
digamos percibido, nada del universo aparente. Date cuenta, por favor, de que todos los fenómenos son
meras apariciones en el espacio-tiempo, concebidas y percibidas en la conciencia. Incluso la idea misma de
totalidad del Absoluto no puede ser más que ¡un concepto de la conciencia! Cuando la conciencia se funde
en el Absoluto, ¿quién o qué puede saber o experimentar algo?
"Y, ahora, el fundamento final: Si se entiende con claridad lo que hasta aquí he dicho, ¿no te sería posible
apercibir tu verdadera condición, aquella que te era propia antes de que "tú nacieras"? ¿Podrías retornar a
ese estado primario, anterior al surgimiento espontáneo de la conciencia y a que ésta provocara el sentido
de presencia? Este último estado, el "sentido de presencia'', tan sólo es verdadero mientras el cuerpo
existe. Cuando se termina el tiempo de vida del cuerpo, esta presencia conciente se funde con el estado
original en el que no hay conciencia de estar presente. Nadie nace, nadie muere. Se trata tan sólo de
principio, duración y fin de un suceso objetivado como un tiempo de vida en el espacio-tiempo. En tanto
fenómeno, no hay una entidad que se halle esclavizada, y como noúmeno, no puede haber ninguna entidad
que necesite liberarse. De esto es de lo que ha de tenerse una apercepción: el mundo soñado de los
fenómenos es algo que tan sólo ha de atestiguarse".
El visitante se inclinó ante Maharaj y le dijo que había recibido el más elevado conocimiento en una
cantidad mínima de palabras. "Con el aprendizaje acerca de mi verdadera identidad, nada más tengo que
aprender ahora", dijo finalmente.
¿Qué somos realmente?
En las charlas de Maharaj es costumbre esperar pacientemente a que él comience la discusión. Algunas
veces inicia una conversación sobre un tema específico, y, otras, se sienta en silencio con los ojos cerrados
por un rato, y después comienza a murmurar suavemente o, quizá, a pensar en voz alta. Entonces, puede
ser que desde un principio pregunte a los visitantes si tienen alguna pregunta. En ocasiones, no con
demasiada frecuencia, sucede que hay un visitante que está en extremo ansioso de plantear una pregunta
particular acerca de un problema específico. Maharaj parece sentir la impaciencia del visitante, lo mira
directamente, aun cuando se encuentra sentado en la última fila, y le pregunta si desea consultarle algo.
Una mañana, cuando Maharaj preguntó si había preguntas, un visitante levantó la mano y comenzó a
hablar. Dijo:
"Maharaj, tengo una duda que me produce tal desconcierto que me siento en las últimas. He leído bastante
acerca de la filosofía Advaita, sus principios básicos en verdad me han impresionado muy profundamente.
Diversos maestros me han dicho en repetidas ocasiones que a no ser que abandone el concepto de mi
entidad independiente, no puedo conseguir la liberación. Acepto de todo corazón que quien cree en el
concepto de dualidad -yo y lo otro- es alguien que se encuentra "esclavizado", pero se me ha dicho también
que nadie puede ser "esclavo", ¡pues todos han sido siempre libres! Me resulta difícil comprender esta
posición contradictoria. No puedo "hacer" nada porque se supone que no existe "entidad" alguna; ¿Cómo
continuar entonces en este mundo? Por favor, Maharaj, no se trata de una pregunta frívola, académica.
Estoy muy interesado y el problema me está volviendo loco. ¿Qué somos realmente?"
Maharaj fijó su luminosa mirada en los ojos del visitante, que para entonces se habían llenado de lágrimas.
Respiró profundamente y se sentó durante un rato con los ojos cerrados, en una postura que debe de haber
infundido en el corazón del consultante una sensación de paz. Cuando Maharaj abrió los ojos, pudo ver al
visitante sentado en calma, con los ojos cerrados. Después de unos momentos, cuando los abrió, se
encontró con la sonrisa que le ofrecía Maharaj.
"Bien -dijo Maharaj-, ¿en qué pensabas durante estos pocos minutos?" La respuesta fue: En nada. "Esa -
dijo Maharaj- es la respuesta: Nada. ¿A qué te referías exactamente al decir "nada"? ¿Quisiste acaso decir
que la conceptualización, que todo el tiempo tiene lugar en la conciencia, cesó por un momento, como
sucede cuando te encuentras en sueño profundo? ¿No te parece que la culpable es la conciencia, que es el
origen de toda conceptualización? ¿No te parece que el problema ha sido creado en la conciencia,
conocido en la conciencia, y que esta misma conciencia es la que intenta comprender su propia naturaleza?
¿No te parece, en consecuencia, que te resultaría virtualmente imposible comprender en términos
conceptuales lo que realmente somos? ;
"Pasemos ahora a ocuparnos de nuestro problema. Tú empleaste la palabra "realmente"; ¿qué somos
"realmente"? La gente suele emplear la palabra "real" para aludir a algo que es perceptible por medio de los
sentidos. El cuerpo es perceptible por medio de los sentidos» pero ¿es el cuerpo "realmente" tú? Debemos
usar las palabras de modo correcto, a pesar de todas sus limitaciones. Consideremos "real" lo que es
perceptible por medio de los sentidos, pero toda "cosa" concebible que sea sensorialmente perceptible
debe pasar por una interpretación de la mente antes de ser conocida. Y todo lo que es conocido así
obviamente no es masque una apariencia en la conciencia del que conoce. Si todo lo que es perceptible por
medios sensoriales es tan sólo una apariencia, ¿dónde radica entonces la realidad de la forma física que
parece tan "real" y tangible?
"¿No deberíamos entonces ir más atrás -al menos conceptualmente-, hasta llegar al estado que prevalecía
antes de que apareciera esta forma física, este aparato sicosomático, incluso antes de que esta forma fuera
concebida? Si te pidiera que me dijeras algo acerca de tu estado anterior a que fueras concebido en el
vientre de tu madre, tu respuesta tendría que ser necesariamente "No sé". Ese Yo que no tiene
conocimiento de ese estado (el Yo que, de hecho, nada sabía antes de que apareciera la conciencia), es lo
que realmente somos -el Absoluto, el noúmeno, el ser imperceptible, ilimitado, atemporal-; mientras que lo
que en apariencia somos en tanto objetos separados es relatividad, fenomenalidad, finitud, temporalidad y
perceptibilidad a través de los sentidos. "El estado de no manifestación, el
noúmeno, es tal que en él nosotros (aunque, estrictamente hablando, no debería Ser "nosotros" sino Yo) no
tenemos conocimiento siquiera de nuestra existencia. Cuando nos hacemos concientes de que "somos", no
prevalece más el estado de unicidad, pues la dualidad es la esencia misma de la conciencié. La
manifestación de aquello-que-somos en tanto fenómenos implica un proceso de objetivación, el cual se
basa necesariamente en una división entre un sujeto, que es el que percibe o conoce, y un objeto que es
percibido o conocido. ,
"Lo interesante de este proceso de objetivación es que necesariamente tiene lugar en la conciencia, que es
la fuente de toda conceptualización y, por consiguiente, los llamados sujeto-cognoscente y objeto conocido
son ambos, en realidad, objetos fenomenalizados en la conciencia, lo mismo que las imágenes de un
sueño. Empero, ese objeto cognoscente (que conoce al objeto-conocido) asume la identidad de sujeto
como si de una entidad separada se tratará -un "yo"- y da al objeto conocido una identidad cotí la cual lo
concibe como "otro". Así es como nace el concepto de "individuo" a partir de una ilusión, del poder de
Maya, o como quiera llamársele. ¡
"Una vez que ocurre esta identificación con una supuesta entidad separada, el concepto de dualidad se
extiende y el condicionamiento se hace más fuerte. Esta entidad-sujeto separada se erige entonces en juez
para analizar y criticar los diversos objetos y aparece así el esquema entero de opuestos interrelacionados:
bien y mal, grande y pequeño, lejos y cerca, dando lugar a la condena y la aprobación.
"El Sustrato de la creación completa de este universo fenoménico es, desde luego, el concepto de espaciotiempo.
El espacio es necesario para la objetivación y el tiempo para medir la duración de esta extensión en
el espacio. ¿Cómo podrían sin el espacio haber adquirido forma los objetos para ser visibles y cómo
podrían, sin el tiempo (la duración de la apariencia), ser percibidos?"
Maharaj preguntó entonces al visitante: "¿Has obtenido la respuesta a tu pregunta?"
El visitante, quien escuchaba con profunda atención, como si estuviese hipnotizado, de pronto se dio
cuenta de que Maharaj le había hecho una pregunta. Estaba tan agobiado por la enseñanza que le había
sido comunicada, que por un rato no pudo decir una sola palabra, parecía sumido en el acto puro de
escuchar que elude las palabras. Se hallaba en armonía con Maharaj.
Maharaj continuó: "Si has podido tener una apercepción de lo que he dicho, debes ser capaz de decir con
exactitud cómo y en que momento surge la llamada esclavitud y a quién daría. Es necesario tener una
comprensión muy clara de esto. La manifestación de los fenómenos no es sino el movimiento, do la
conciencia, donde no hay posibilidad alguna de una entidad individual. Todos son objetos, imágenes de un
sueño que se mueven de conformidad con sus respectivos papeles. Nuestras miserias únicamente surgen
por la aceptación de cierta responsabilidad al "adjudicarnos" nuestros respectivos papeles soñados como
nosotros mismos, al identificar lo-que-somos con el sujeto-cognoscente en el proceso de objetivación. Es
esta identificación ilusoria y por completo innecesaria lo que provoca la "esclavitud" y toda la miseria
resultante para el individuo ilusorio.
"Una vez más: Lo-que-no-somos es sólo un concepto y este concepto está buscando lo-que-somos. El
condicionamiento -el equívoco- sólo puede eliminarse mediante una comprensión adecuada de lo-quesomos
y de lo-que-no-somos. Entonces será claro que la "esclavitud" y el "individuo" que la sufre son
ambos simples conceptos y que lo-que-somos, el noúmeno, sólo puede manifestarse como fenomenalidad
total. Hallarás paz -o, más bien, ella llegará- cuando haya una apercepción de que lo que estamos
buscando no puede ser hallado, por la simple razón de que lo que se busca y aquello que busca ¡son una y
la misma cosa!"
El visitante siguió sentado con las manos cruzadas, los ojos cerrados y lágrimas cayendo por sus mejillas.
Se encontraba en un estado de éxtasis silencioso más elocuente que las palabras.
26. La vida, una comedia.
Cierta mañana, un visitante inició la plática con estas palabras: "Maharaj afirma en ocasiones que la
manifestación en su conjunto es una ilusión, como una película, o una representación teatral, y que..."
Maharaj lo interrumpió riendo y dijo: "No se trata, sin embargo, de la película normal con cierto sentido; es
una gran comedia, una verdadera bufonada, así la verías si pudieras observarlo todo claramente como es
en realidad. Escucha, estoy aquí en mi casa, sin molestar a nadie, haciendo lo que de manera natural me
corresponde. Supón que un día aparece de pronto en el umbral de mi puerta un policía y me acusa de
haber cometido un robo en Calcuta en determinada fecha. Le digo que nunca he estado fuera de mi tierra
natal, mucho menos en Calcuta cometiendo estos delitos. La convicción con que le digo esto al policía lo
hace titubear un poco. Hace entonces otras investigaciones y se da cuenta de que era cierto lo que yo le
dije. Así pues, se disculpa conmigo y me deja tranquilo. Así es como debería ser.
"Sin embargo, aquí viene la parte cómica. Tú también enfrentas una acusación similar; tampoco has estado
nunca en Calcuta, pero te intimida tanto la presencia del policía que no puedes argüir nada en tu defensa y
permites que te arreste. Más tarde, ya encarcelado, lamentas este encierro y clamas ser liberado. ¿No es
esto ridículo?
"En mi estado original de unicidad y plenitud, no sabía siquiera que existía. Entonces, un día me dijeron que
yo había "nacido", que un cuerpo particular era "yo" y que una determinada pareja eran mis padres. Tiempo
después, comencé a aceptar, día con día, la demás información con respecto a "mí", y así creé una escudo
personalidad completa sólo porque había aceptado la acusación de haber nacido, aun cuando estaba
totalmente conciente de que no tenía experiencia alguna de ello, de que nunca había consentido en nacer
ni en que mi cuerpo me fuera impuesto. Poco a poco, el condicionamiento se fue haciendo más y más
fuerte, hasta que creció a tal grado que no sólo acepté la imputación de haber nacido como un cuerpo
particular, sino también el hecho de que, en algún momento, "moriría" y, entonces, la sola palabra "muerte"
se convirtió en algo aterrador para mí al aludir a un suceso traumático. ¿Puede haber algo más ridículo?
Después, la gracia de mi gurú me permitió darme cuenta de cuál era mi verdadera naturaleza y de que
había sido víctima de una broma descomunal.
"Así pues, la ilusión más sorprendente no es tanto la ocurrencia de un suceso conocido como nacimientovida-
muerte durante un periodo de lo que se conoce como "tiempo", sino la aceptación de una entidad
objetiva que se supone que experimenta este acontecimiento conceptual. Y la ilusión fundamental, lo que
hace posible esta quimera, es el concepto de espacio en el cual los objetos pueden extenderse, y el
concepto de tiempo (duración) por el cual pueden ser percibidos los objetos extendidos en el espacio.
"¿Ahora entiendes por qué dije que la vida es una comedia, una farsa? Da un paso más y considera en qué
medida tu entidad conceptual forma parte de esta farsa. No sólo eres incapaz de ver que no eres más que
un actor que representa determinado papel en esta farsa, sino que supones que tienes posibilidad de
decisión y de acción en la comedia (llamada "vida"), la cual, obviamente, debe desarrollarse conforme a un
argumento ya escrito. Y cuando, de manera natural, tienen lugar los sucesos en el orden normal, esta
entidad conceptual que es el hombre permite que éstos lo afecten y surge así el sufrimiento. Es entonces
cuando piensa en la "esclavitud" y en la "liberación".
"La liberación radica en ver la vida como una farsa, en darse cuenta de que uno (ese Yo exento de toda
objetividad) no puede ser una entidad de ningún tipo, con una forma y un nombre. Liberación es la
apercepción de que los objetos sensibles son parte de la manifestación de la fenomenalidad total, que no
hay identidades independientes, que lo que Yo soy es la sensibilidad presente en todo objeto sensible, la
presencia conciente como tal. Liberarse es, pues, darse cuenta de que Yo, el Absoluto, en mi expresión
fenoménica, soy sólo movimiento (ver, oír, sentir, gustar, oler, pensar) sin la presencia de ningún actor
individual.
"¿Entiendes ahora por qué "sufres"? Porque eres víctima de una identificación equivocada; o, mejor, porque
has aceptado una identidad que es, a todas luces, ¡falsa!"
27: La falsa identificación es "esclavitud".
Un visitante, un tanto indeciso, hizo en cierta ocasión una pregunta a Maharaj. Sin estar muy seguro de qué
tan elemental podía parecer su interrogante preguntó que si el problema de la "esclavitud" y la "liberación"
era en efecto resultado del sentido de identificación con el cuerpo, cómo y por qué surgía tal identificación.
Y añadió (tal vez pensando que, ya que "iba por un penique", bien podía "ir por una libra") que no lograba
entender por qué debemos tener un conocimiento espiritual, si al final de la vida lo mismo le espera a un
jñani que al ignorante; el cuerpo regresa a los cinco elementos y la conciencia se vuelve Nirguna.
Hay ocasiones en que Maharaj escucha a su interlocutor con los ojos cerrados, sobre todo si éste habla en
marati. Maharaj escuchaba a este visitante con los ojos cerrados, pero conforme iba escuchando fue
cambiando la expresión de su rostro. Parecía serio y pensé que respondería con rudeza y diría: "¿Qué
clase de pregunta es ésta?" Pero pronto esa seriedad se tornó en dulce parsimonia y Maharaj sonrió.
Comenzó entonces a hablar con suavidad, con los ojos aún cerrados.
"Empecemos por los fundamentos. Todo el universo manifestado es una apariencia en la conciencia. Si no
eres consciente, no existe para ti el universo, pues nada puedes conocer. Esta conciencia (en la cual uno
conoce el universo fenoménico) es todo lo que somos. Mientras nos hallamos en el mundo fenoménico,
sólo eso podemos percibir; no podemos ser lo-que-somos en tanto no despertemos del sueño de la
fenomenalidad, en tanto no veamos el sueño como tal y dejemos de conceptualizar y objetivar. Este es el
principio básico: El noúmeno es la sustancia, el fenómeno es simple reflejo, y no son cosas distintas.
"El segundo punto que debe comprenderse es éste: En el mundo fenoménico, cuando "tú" lo ves a "él",
ambos son objetos que cada uno ve como apariencias en su conciencia. Pero debe entenderse que no hay
un sujeto que ve al otro como un objeto. Tan sólo hay visión, la cual está funcionando como un aspecto del
potencial nouménico. Esto se aplica a todo lo demás, al acto de oír, gustar, tocar, etcétera. Todo es, en
esencia, este "funcionamiento".
"Profundicemos ahora en esto: Este "funcionar" tiene lugar por medio de la forma física, el aparato
sicosomático que, en tanto fenómeno, no es en sí más que manifestación y, por consiguiente, también un
aspecto del noúmeno, como la sombra lo es de la sustancia. Mientras no haya una entidad individual que
pretenda tener arbitrio para actuar, el despliegue fenoménico tendrá lugar de manera espontánea y no se
planteará el problema de la "esclavitud" y la "liberación".
"Pero lo que sucede es que el centro activo de la forma sicosomática (al que podríamos llamar para nuestro
análisis conciencia "persona", aunque la conciencia como tal no puede dividirse) se reviste con una
subjetividad espuria concibiéndose como una entidad independiente, cuando no es más que un objeto en
relación con el noúmeno que es el único sujeto. Así es como aparece la seudoentidad que se supone nace,
vive y muere. Se da por un hecho, también, que esta seudoentidad tiene la facultad de elegir y decidir; sin
embargo, al asumir esta autoridad independiente también se asume la responsabilidad de lo que suceda en
el despliegue del mundo manifestado, es decir, se carga con el sufrimiento de este mundo, con las culpas y
méritos esperados y con la consecuente "esclavitud" y la necesidad de "liberación".
"¿Está claro ahora? Lo-que-somos se identifica erróneamente y de manera relativa con lo-que-no-somos,
es decir, con las seudoentidades. La "esclavitud" proviene de esta identificación. Es esta seudoentidad la
que padece la culpa y la esclavitud, y busca entonces liberarse. El Yo no puede en modo alguno padecer,
pues no cuenta con ningún medio por el cual pueda experimentar alguna sensación. Cualquier experiencia,
sea placentera o desagradable, sólo puede experimentarse por mediación del objeto ilusorio, producto de
una identificación equivocada, denominada "yo".
"Ahora bien, debe comprenderse, por último, qué sucede en el caso del jñani: el ha logrado la apercepción
de la ilusión fundamental que es el universo manifestado, así como de su aparente participación en tanto
fenómeno en el funcionamiento espontáneo de la manifestación. El se ha avenido con serenidad a todo lo
que le acontezca al fenómeno en el transcurso de su travesía por la vida en el tiempo que le ha sido
asignado y, más tarde, "vuelve al hogar". En apariencia vive su vida como cualquier otro hombre, pero la
diferencia principal es que ha dejado de identificarse con esta seudoentidad y, por lo tanto, no experimenta
sufrimiento alguno.
"En el caso de la persona ignorante, la seudoentidad (en sí misma ilusoria), continúa transitando este
mundo ilusorio que es la manifestación, como una entidad independiente con supuesta voluntad. Y esta
seudoentidad sufre porque se ve envuelta en la noción de la causalidad, denominada karma, la cual incluye
también la idea de renacimiento.
"La Noumenalidad Absoluta se manifiesta en millones de formas que a cada momento se crean y se
destruyen y en esta manifestación espontánea no hay sitio en absoluto para la noción de entidad. Así pues,
toda acción -sea esta positiva o negativa- fundada en la idea de una entidad independiente y autónoma
implica un fracaso fundamental en cuanto a la comprensión de los principios del Advaita. En tanto haya una
seudoentidad que se conciba como buscadora, afanada en "liberarse", seguirá habiendo "esclavitud". Debe
comprenderse de manera cabal e intuitiva que el buscador es lo buscado. Cuando así sucede, el buscador
desaparece".
28: Tú eres eterno.
Cierta mañana en que Maharaj subió las escaleras hacia su desván, comenzó a hablar apenas se había
sentado. Se habían reunido ya algunos visitantes pero el no pareció percatarse de su presencia.
Al parecer alguien de la casa se había quejado con él de la impuntualidad de una persona que no hizo algo
a tiempo. Así pues, el tiempo vino a ser el tema de su plática. Comenzó de súbito observando que muchas
personas toman el tiempo como si fuera una "cosa", algo independiente de ellas, algo a través de lo cual
tienen ellas, en tanto entidades individuales, que pasar. Esta idea es totalmente errónea.
Y dirigiéndose a los presentes, dijo: "Toda su idea del tiempo se resume en la idea de que nacieron en el
pasado, de que se encuentran ahora en el presente (aunque, siendo estrictos, no existe ningún "presente"
puesto que el "presente" ¡nunca permanece!) y de que van á envejecer en un futuro. ¿Han pensado alguna
vez cuan falaz es este concepto? ¿Existe realmente en el sentido objetivo un pasado-presente-futuro? El
"pasado" se ha vuelto irrevocable y el "futuro" sólo puede conocerse una vez que se convierte en un
presente que pasa, volviéndose un recuerdo. Así pues, es preciso tener claro que el "tiempo" no tiene una
existencia objetiva en sus vidas y que, en consecuencia, ¡no es posible analizarlo en términos físicos!"
Maharaj continuó: "¿De qué manera les afecta a ustedes entonces el tiempo? El tiempo sólo les afecta en
la medida en que denota duración, un período que se mide, un concepto. Duración significa temporalidad,
que es la condición sine qua non de todos los fenómenos, incluyendo todos los tus y mis. De modo que, lo
que ustedes parecen ser, lo que han sido condicionados a pensar que son pero que no son, es lo temporal
Pero lo que ustedes son como Presencia Conciente (y el conocedor de esta conciencia) es intemporalidad.
El "pasado" es sólo un recuerdo, y el "futuro", no más que una esperanza. Sólo el "presente", el ahora,
significa algo para nosotros, ya que la presencia como intemporalidad es lo que somos.
"Me pregunto -dijo Maharaj- si comprenden lo que estoy diciendo. ¿Entienden el significado de lo que he
dicho? Lo que he dicho es, en efecto, que ustedes son tiempo: Lo que piensan que son es tiempo,
duración; lo que son en términos subjetivos, intemporalidad. ¿Les sorprende que les diga que lo que
ustedes piensan que son es tiempo? En tanto objetos fenoménicos, ¿no son acaso tiempo, un río en
movimiento que fluye de la infancia a la vejez, del nacimiento a la muerte, de la creación a la destrucción, al
igual que cualquier otro fenómeno manifestado? Lo que ustedes creen ser (el aparato sicosomático) se
encuentra siempre en movimiento, aun en el sueño hay un movimiento hacia la vigilia, y la razón de esto es
simple: la conciencia, cuya naturaleza es ser movimiento, no los deja tranquilos. Este continuo "hacer" se
convierte en un infame karma a causa tan sólo de la identificación con la forma física con la que ustedes
asumen la responsabilidad de supuestas acciones y, claro está, sus consecuencias también. Cada una de
estas supuestas acciones se extiende en el espacio-tiempo para manifestarse en forma perceptible y así
convertirse en un "suceso". El mundo fenoménico en su totalidad representa millones de tus. Y el conjunto
entero de tales acciones-sucesos de todos los tus, muestra al mundo en movimiento. La palabra
"nacimiento" debería referirse en realidad al tiempo, pues sin el nacimiento de la duración (que es
inseparable del "espacio"), no serían posibles la manifestación y la percepción. Ustedes piensan que
nacieron, pero lo que nació fue la duración en la cual ustedes como objetos se han vuelto perceptibles.
"En el plano relativo, todo tiene que tener una contraparte interrelacionada para poder tener una existencia,
si bien no objetiva, cuando menos conceptual; pero todos estos opuestos interrelacionados, como son la luz
y oscuridad, el conocimiento y la ignorancia, el bien y el mal y muchos otros más, perpetuamente
separados en concepción, cuando se superponen en mutua negación, se reúnen de manera inseparable.
Asimismo, los opuestos fenomenalmente concebidos, Tiempo e Intemporalidad, se reúnen en la mutua
negación de lo relativo, en la totalidad, el todo (¡la serena entereza!). Esta es la unidad básica, esencial,
que constituye la visión verdadera. Si se pierde esta visión, se pierde el equilibrio y se cae en el abismo de
Maya.
"Todo lo que podemos pensar o decir acerca del Absoluto Intemporal -concluyó Maharaj- no puede dejar de
ser conceptual, un mero señalamiento, una guía, que jamás podrá revelarnos lo que es la intemporalidad,
pues justo eso es lo que somos. Lo único que podemos decir es: Estoy aquí ahora, expresando con ese
"aquí" una ausencia de espacio y con "ahora", una ausencia de tiempo. Incluso decir esto es quizá decir
demasiado. No es decir ni escuchar lo que importa. Lo que importa es la apercepción instantánea del
hecho".
29: No hay tal "iluminación".
Maharaj a menudo dice que muy pocos de los que acuden a él son principiantes en el conocimiento
espiritual. Son, en general, personas que han caminado mucho y han ido lejos en la búsqueda de
conocimiento, que han leído muchos libros, han conocido a muchos gurús y tienen idea de lo que se trata,
aunque rara vez una percepción clara de lo que están buscando. Muchos de ellos no vacilan en reconocer
que todos sus esfuerzos resultaron inútiles y se sienten frustrados y desilusionados. Incluso hay quienes se
preguntan si no habrán estado persiguiendo tan sólo una quimera. No obstante, pese a toda su frustración y
desaliento, parecen saber que la vida tiene en verdad un sentido último. Maharaj siente una gran inclinación
por estos visitantes y les toma un interés personal, pero ignora completamente a aquellos que llegan a él
por una curiosidad frívola, o con el solo fin de hablar de él en una tertulia con actitud de "¿a ver quién es
más santo?" o tal vez con condescendencia.
Hay, además, una clase de personas -los seudo intelectuales- que llegan a Maharaj con el fin de poner a
prueba el "conocimiento" que han acumulado. En respuesta a las preguntas habituales que Maharaj hace a
todos sobre sus experiencias espirituales, este tipo de personas rara vez olvida mencionar, no sin un dejo
de orgullo, la larga lista de libros que han estudiado y los sabios y santos con que se han entrevistado.
Maharaj suele recibir esta información con una risa picara y es posible que diga algo que desinfle sus egos
todavía más. Por ejemplo: Bien, hoy tendremos, entonces, una conversación singularmente buena. O
puede decir: Bien, debo decir que nos honra a todos su presencia hoy aquí y estamos abiertos a aprender
algo nuevo. O bien puede decir: Yo sólo estudié hasta el cuarto grado de la escuela primaria y hoy estás
aquí tú, un doctor en filosofía, con un conocimiento minucioso de los Upanishads, ¡es muy grato!
En las discusiones, conforme avanzan, suele haber una gran variedad de reacciones por parte de estas
respetables luminarias. Algunos de ellos suelen partir del punto de vista de que están más o menos al
mismo nivel que Maharaj. Después, pasados unos minutos, la enorme diferencia suele hacerse tan
escandalosamente obvia que adoptan una actitud humilde y escuchan en lugar de hablar. Por lo general se
dan cuenta muy pronto de la futilidad de su pedantería y del carácter engañoso de sus teorías y conceptos
preferidos.
Cierta mañana, una dama europea se acercó a Maharaj y elogió en forma efusiva el libro Yo soy Eso; dijo
también que se sentía muy afortunada de poder saludar a Maharaj en persona. Explicó que había viajado
mucho y había conocido a un gran número de maestros espirituales, pero nunca había sentido haber
encontrado lo que estaba buscando, y ahora tenía la certeza de que por fin su búsqueda terminaba a los
pies de Maharaj. Al parecer ella había tenido algunas "experiencias" que otros gurús probablemente
certificaron como prueba de su "progreso" espiritual, y comenzó a narrar a Maharaj, con todo detalle, tales
experiencias. Maharaj atendió durante algunos minutos lo que ella decía y después la interrumpió para
preguntarle:
"Dime, ¿quién tuvo estas experiencias? ¿Quién sintió la dicha de estas experiencias? ¿En ausencia deque
no habrían surgido estas experiencias? ¿Exactamente dónde quedas tú en estas experiencias? Durante
todo este tiempo de aprendizaje espiritual, ¿qué identidad es la que has podido descubrir como tó? Por
favor, no pienses en ningún momento -dijo Maharaj- que quiero ofenderte, pero en realidad debes tener una
respuesta clara a estas preguntas antes de que puedas decidir si estás procediendo en la forma correcta.
En este momento eres como una niña de cinco años que ha sido ataviada con finos vestidos y adornos
llamativos. Esa misma niña, tres años antes habría ignorado las ropas finas y los adornos, o los habría
aceptado con fastidio, forzada por sus obsequiosos padres. Pero ahora, después de todo el
condicionamiento que ha recibido en este tiempo, la niña no puede esperar para salir y recrearse con la
envidia de sus amiguitos que no tienen esas galas. Lo sucedido entre la infancia y la niñez es justo lo que
impide que contemples tu verdadera naturaleza. Un bebé, a diferencia del niño, conserva aún su
personalidad e identidad subjetivas. Antes de ser condicionado, se refiere a sí mismo con su nombre, se
trata como un "objeto" tan sólo, no cómo "mí", no como sujeto que conoce. Piensa con cuidado en lo que he
dicho. "Entidad" personal e iluminación no pueden ir juntas.
"Si después de lo que te he dicho, decides seguir visitándome, debo advertirte -dijo Maharaj en broma- que
no sólo no obtendrás nada, sino que perderás todo lo que con tanto esfuerzo has "adquirido" durante todos
estos años. Lo que es más, ¡perderás incluso tu "yo"! ¡Estás avisada! Si continúas visitándome, llegarás a
la conclusión de que no existe "mí" ni "tú" que persiga la iluminación, que de hecho no hay tal "iluminación".
¡La apercepción de esta verdad es, en sí misma, la iluminación!"
Ella se quedó ensimismada. La superestructura artificial que ella había construido con tanta perseverancia
a través de los años se estremeció en sus cimientos. Cruzó sus manos en actitud de reverencia a Maharaj y
solicitó su permiso para visitarlo todos los días que permanecería en Bombay.
"Serás bienvenida", le dijo Maharaj.
30: ¿Qué eras antes de "nacer"?
Entre las personas nuevas que visitaban a Maharaj, en una ocasión había un estadounidense, de no más
de veinticinco años, con la cabeza afeitada; un joven alto y fornido, su estatura fácilmente era mayor de
1.85 metros y, proporcional a ella, su complexión era gruesa, una cara delgada bastante larga con un rostro
cincelado, vestido con la túnica color ocre de una de las tantas sectas religiosas de la India.
Dijo que era un monje errante y que había viajado mucho recorriendo la mayor parte del norte de la India
durante los últimos dos años. Antes de esto, durante casi tres años, había recibido las enseñanzas
disciplinarías habituales. En respuesta a la pregunta de Maharaj en cuanto a si había encontrado lo que
estaba buscando, el joven sonrió y dijo que había comenzado a tener algunas dudas con respecto a que
alguna vez iba a poder hallarlo tan sólo vagando y, de hecho, ahora se preguntaba si no lo habría dejado
atrás.
En seguida dijo que se había encontrado un ejemplar de Yo soy Eso hacía muy poco tiempo, y que
después de leerlo había tenido una sensación inusitadamente intensa de haber "llegado"; en especial
cuando vio la fotografía de Maharaj en la portada. Cuando se encontró con los ojos de Maharaj, añadió, no
pudo durante un buen rato apartar su mirada de la foto. Sintió entonces que tenía que visitarlo, presentarle
sus respetos y sentarse a sus pies.
Maharaj: ¿Qué es en realidad lo que quieres? ¿Lo tienes claro? ¿Buscas a Dios? ¿Qué es exactamente lo
que estás buscando?
Visitante: De alguna forma, siempre he sabido y sentido con profunda convicción que nada de lo que la vida
en este mundo podía ofrecer me satisfaría, pues todo en ella es transitorio. ¿Exactamente qué quiero?
Bueno, quiero alcanzar la realidad. Eso es lo que deseo.
(Sacudiéndose a causa de una risa ahogada) Si tan sólo pudieras darte cuenta de lo gracioso que es decir
"Quiero alcanzar la realidad". ¿Quién es este "yo" que quiere alcanzar la realidad? ¿Es esta estructura
corporal, este aparato sicosomático, lo que quiere alcanzar la realidad? ¿Y tiene acaso la seguridad de que
la "realidad" está conforme en aceptarlo? Asimismo, ¿cómo "alcanzará" la realidad este "yo"? ¿Dando un
gran salto o lanzándose lejos quizá mediante un cohete? ¿O es por medio de un salto mental que ha de
alcanzarse esta realidad? Y, por último, ¿a qué te refieres exactamente con la "realidad" que deseas
alcanzar?
(Riendo) Dicho así, parece ciertamente gracioso, o quizá debiera decir trágico.
¿Quién es el que escucha estas palabras, sean ellas graciosas o trágicas?
Yo, el que está aquí sentado; yo soy quien escucha estas palabras y te habla también.
Son los sentidos respectivos, con la ayuda de Prana, la fuerza vital, los que hacen el trabajo real. ¿Pero
acaso no hay algo -llámalo tu sentido de presencia-sin lo cual ninguno de tus sentidos podría conocer
nada? ¿Qué es lo que da sensibilidad a un ser sensible?
Sí. Si yo no fuera conciente, no funcionarían mis sentidos.
Entiende, entonces, que esta presencia conciente es lo que eres en tanto el cuerpo permanezca. Una vez
que haya desaparecido tu cuerpo, junto con el aliento vital, la conciencia también se marchará. Sólo aquello
que precedió a la aparición de este cuerpo con conciencia, el Absoluto, lo eternamente presente, sólo eso
es tu verdadera identidad. Esto es lo que en realidad somos todos. Esto es la realidad. Es el aquí y ahora.
¿Cómo puede el esfuerzo de alguien alcanzarla?
"¿Qué eras antes de tu "nacimiento"? ¿Había en ese estado alguna necesidad, carencia o deseo, aun el
deseo de la realidad, de libertad o liberación? Ese es, en verdad, tu estado original, auténtico, tu naturaleza
verdadera: un estado de plenitud, santidad, de presencia absoluta y de ausencia relativa. La conciencia, el
sentido de "yo soy", o la condición de ser, es un reflejo de ese estado, pero el reflejo del sol no es el sol.
Esta Presencia Consciente es lo que tú eres, no el cuerpo que tan sólo aloja la conciencia en su
manifestación. Cuando él cuerpo "muere", la conciencia se libera del cuerpo y ya no eres ni siquiera la
presencia consciente, pues entonces no existe ya ninguna presencia relativa. Te sumerges entonces en la
Conciencia Absoluta original. La ausencia relativa significa Presencia Absoluta, sin la conciencia de estar
presente.
"El anhelo de libertad que surge en el corazón del indagador en las etapas iniciales, poco a poco
desaparece cuando éste se percata dé que es él mismo lo que ha estado buscando. La persistencia de este
deseo encuentra dos obstáculos. El uno consiste en cargar con la presencia y permanencia de una entidad
que anhela "libertad", en tanto que para un objeto fenoménico no hay liberación posible porque Un objeto
no tiene en realidad una existencia independiente. El otro, que este deseó se funda en el afán de captar la
realidad en el nivel mental; lo cual equivale a intentar aprehender lo desconocido e incognoscible ¡dentro de
los parámetros de la conocido! Y eso no es posible.
¿Qué sadhana debe uno seguir entonces?
Nuevamente, practicar un sadhana significa asumir la existencia de un fantasma. ¿Quién va a seguir el
sadhana y con qué fin? ¿No basta acaso con ver lo falso como falso? La entidad que crees que eres es
ficticia. Tú eres la realidad.
"Una vez que se ha entendido, o, mejor, que se ha apercibido de manera intuitiva, que una entidad es tan
sólo una noción conceptual, lo único que queda es una re-integración (Yoga) con la universalidad. Nada
queda por hacer porque no hay nadie que lo haga y, más importante todavía, nadie tampoco que deje dé
hacerlo. Lo que queda es el "ser viviente" no volitivo puro, pues en términos relativos no somos más que
marionetas de un mundo de sueño que son manipuladas en el sueño original. Por ello el individuo que
sueña debe despertar de ese sueño personal, ¡Y esta apercepción es en sí el despertar!"
El joven estadunidense, quien había escuchado a Maharaj con profunda atención, se inclinó ante él y dijo:
"Maestro, tus palabras han apartado todos los escombros de mi mente. Ahora sé lo que es la realidad. Yo
sé, yo lo percibo, yo soy la realidad".
31: Maharaj habla de sí mismo.
Esta fue una de esas tardes en que sólo estaban presentes unos cuantos de los visitantes regulares.
Maharaj se sentó en el sitio que acostumbra, inmóvil como una estatua. Había una atmósfera de
extraordinaria paz en el pequeño cuarto; nos sentamos con los ojos cerrados y entramos de inmediato en
un estado de armonía con Maharaj. Y el tiempo, por así decirlo, se detuvo. De pronto, escuchamos hablar a
Maharaj muy quedo:
"Me pregunto qué imagen tienen de mí los visitantes; me pregunto si ellos se dan cuenta, si captan en
verdad que mi estado no es, en lo fundamental, distinto del suyo. Todo lo que soy, todo lo que siempre he
sido y seré, es lo que era antes de "nacer". No siendo un cuerpo, ¿cómo podría haber nacido? Y, siendo la
Conciencia Pura misma, ¿cómo podría ser conciente de la conciencia? No soy ninguna "cosa", ni sé de
ninguna "otra", de la que sea conciente.
"En tanto noúmeno, no soy conciente de la conciencia. Como fenómeno soy "movimiento", una aspecto tan
sólo de mi potencial como noúmeno que se manifiesta en un nivel impersonal, de manera espontánea e
inintencionada. Soy, en consecuencia, la visión, el acto mismo de escuchar, la percepción, el acto de
conocer, la acción misma de todo lo que es visto, escuchado, percibido, conocido y hecho -el "yo" que
percibe la objetivación de este aquí y ahora-.
"Incognoscible en tanto noúmeno (en términos absolutos), como fenómeno (en términos relativos) me
vuelvo un objeto de conocimiento. El noúmeno-Yo es lo qué queda cuando son negados por completo
todos los fenómenos "yo". Yo soy esto-aquí-ahora, ausencia total de fenómenos. ¿Cómo puedo entonces
Yo, el noúmeno, ser aprehendido, experimentado, conocido! Cuando me manifiesto lo hago como
"sensibilidad", con una extensión conceptual en el espacio y una duración en el tiempo. No puede haber
experiencia alguna si no es a partir de la dualidad, de la dicotomía sujeto-objeto, a través del discernimiento
y el juicio con base en opuestos interrelacionados como son la alegría y el dolor.
"Cuando la mente se encuentra en completa calma, vacía, cuando se suspende la conceptualización del
espacio-tiempo, entonces soy todo lo que ustedes son: unidad, plenitud, santidad, humildad, amor. Esta es
la verdad; ¡todo lo demás es basura! Así de simple es, y me pregunto cuántos comprenden lo que estoy
diciendo. Dejen de conceptualizar y "ustedes" serán Yo; ¡no un "yo" personal ni ningún otro!"
32: Una experiencia personal.
No es extraño que Maharaj, en el curso de una sesión, elija a alguno de los visitantes asiduos y le pregunte
cuál ha sido su reacción personal al escuchar sus pláticas. En tales ocasiones, puede suceder que Maharaj
pregunte: "Específicamente ¿qué es lo que has concluido de mis pláticas que se haya quedado enclavado
en tu mente?" O bien puede decir: "Después de haber escuchado lo que tengo que decir, ¿a qué conclusión
segura has llegado con respecto a tu verdadera identidad?" He podido darme cuenta de que todo lo que
Maharaj dice es siempre espontáneo y de que es inútil, por lo tanto, tratar de imaginar las razones
específicas por las que hace tales preguntas a ciertas personas.
La reacción inmediata a este cuestionamiento por parte de Maharaj es, naturalmente, el desconcierto; sin
embargo, lo cual es comprensible, también suele ser una confesión en el sentido de que a la escucha de
sus palabras (shravana), no siguió una meditación personal adecuada sobre ellas (mañana), y mucho
menos una con la que se logre una convicción (nididhyasana), que es el único procedimiento cuyo
seguimiento progresivo recomienda Maharaj siempre que algún devoto insiste en que le recomiende alguna
"acción".
En una de estas ocasiones, Maharaj se dirigió a uno de los visitantes regulares y le dijo: "Eres un hombre
culto y has estado asistiendo a mis pláticas ya por bastante tiempo, con gran paciencia, intensidad y
profunda concentración. Dime en pocas palabras cuál consideras tú que es la esencia de lo que he estado
tratando de comunicar". Maharaj parecía particularmente interesado en la respuesta, pues la esperó con
paciencia durante un buen rato. El devoto en cuestión hizo un esfuerzo evidente para dar una respuesta,
pero por una u otra razón no podía ofrecer una exégesis clara. En el tiempo que duró esta pausa, tan
extraordinariamente calmo y silencioso, de forma espontánea apareció en mi mente una respuesta: "El
despertar no puede darse en tanto persista la idea de que uno es alguien que busca".
Cuando terminó la sesión y los visitantes se habían ido, sólo permanecimos con Maharaj mi amigo
Mullarpattan y yo; le mencione entonces a Maharaj que había venido a mi mente una respuesta clara a su
pregunta mientras aguardábamos la contestación del devoto, pero que no me había parecido apropiado
decirlo durante la sesión. Interrogado por Maharaj, le dije cuál era esa respuesta. El me pidió que la
repitiera, y así lo hice, con más calma y claridad. Al escucharla, Maharaj permaneció con los ojos cerrados
y una sonrisa en los labios por unos momentos; parecía complacido con la respuesta. Le preguntó entonces
a Mullarpattan si tenía algo que decir con respecto a mi respuesta, a lo que Mullarpattan respondió que no
tenía ningún comentario que hacer y allí se dejó la cuestión. Me pareció una lástima, pues de haber habido
algún comentario por parte de mi amigo, casi con toda seguridad Maharaj nos habría obsequiado por lo
menos con una breve disertación sobre el tema.
Hubo otra ocasión de particular importancia para mí en lo personal. Mientras realizaba la traducción en
cierta sesión, fui repentinamente interrumpido por Maharaj. Debo mencionar aquí que algunos días mi
traducción parecía tener mucha más fluidez, más espontaneidad que otros días, y ésta fue una de esas
ocasiones. Mientras hablaba, tal vez con los ojos cerrados, no me percaté de la interrupción de Maharaj
hasta el momento en que mi vecino me golpeó con firmeza en la rodilla, y entonces me di cuenta de que
Maharaj me estaba pidiendo que repitiera lo que acababa de decir. Me tomó unos momentos recordar lo
que había dicho y en este instante me sentí curiosamente transformado en un testigo distante y casi
desinteresado, fuera de contexto, con respecto al diálogo que tenía lugar entre Maharaj y yo. Cuando,
después de un rato, retomé el marco de referencia pertinente, encontré a Maharaj reclinado en su asiento
con una sonrisa de agrado en los labios en tanto los visitantes parecían boquiabiertos viéndome
desconcertados. La sesión pasó entonces a su conclusión normal, y de ahí en adelante mi traducción me
pareció un tanto mecánica.
Sentí que durante la sesión había ocurrido algo extraño. Desafortunadamente, Mullarpattan no estuvo ese
día y no pude consultárselo. Por eso, tomé prestada una grabación de esta plática, pero la grabación era
muy mala y las preguntas y respuestas se perdían entre los ruidos del exterior. Con todo y eso, la cinta me
fue útil, pues al estar meditando mientras la cinta corría, apareció de nuevo en mi memoria de manera
repentina lo que ocurrió en la sesión. ¡No me extraña que los visitantes parecieran haber sido sacados de
sus casillas! Yo había estado dialogando con Maharaj y hablándole en términos de completa igualdad, lo
cual no habría podido suceder si hubiera estado verdaderamente conciente de lo que estaba diciendo. No
fueron las palabras sino el tono de firme convicción lo que debe de haber sorprendido a los visitantes,
asombro que yo mismo experimenté al escuchar la cinta. Sólo pude conseguir una cierta tranquilidad y
consuelo del hecho de que, al final del diálogo, Maharaj parecía por completo feliz y complacido, podría
decirse incluso satisfecho.
El diálogo entre Maharaj y yo se desarrolló en las siguientes líneas:
Maharaj: ¿Podrías repetir lo que acabas de decir?
Respuesta: Dije: "Soy la conciencia en la que el mundo aparece. Por consiguiente, todas y cada una de las
cosas que constituyen el mundo manifestado no pueden, en modo alguno, ser algo distinto de lo que yo
soy".
¿Cómo es posible que seas "todo"?
Maharaj, ¿cómo es posible que no lo sea? Todo aquello que la sombra es, no puede en modo alguno ser
algo más de lo que la sustancia es. Lo reflejado como imagen, ¿cómo podría ser algo más, o menos, de
aquel que refleja?
¿Cuál es tu identidad entonces?
No puedo ser una "cosa"; tan sólo puedo ser todo.
¿Qué tipo de existencia es la tuya en el mundo entonces? ¿En qué forma existes?
Maharaj, como Yo, ¿acaso me es posible existir con una forma? Y sin embargo, en términos absolutos
siempre estoy presente y en términos relativos existo como la conciencia, en la cual se refleja toda
manifestación. La existencia sólo puede ser objetiva, relativa, y Yo, por lo tanto, no puedo tener una
existencia personal. La "existencia" incluye la "no existencia", aparición y desaparición, temporalidad. En
cambio, Yo siempre estoy presente. Mi presencia absoluta en tanto intemporalidad es mi ausencia relativa
en el mundo finito. No, Maharaj, no hay en ello egoísmo alguno (quizás había alzado Maharaj su mirada
oscura). Esto, claro está, sólo puede apercibirse cuando el ego se derrumba. Y cualquier persona puede
decirlo, sólo que entonces no hay "alguien" que pueda "decirlo". Lo único que hay es apercepción.
Muy bien, prosigamos.
La conversación prosiguió entonces y continué traduciendo las preguntas de los visitantes y las respuestas
de Maharaj hasta el final de la sesión. Más tarde, medité largamente sobre la cuestión de la esclavitud y la
liberación que Maharaj expuso y traté de determinar con claridad sus implicaciones para mí en mi vida
diaria. Hice una recapitulación de las ideas de las que me había empapado, me puse, por así decirlo, a
rumiarlas, expresión que, por cierto, Maharaj emplea con no poca frecuencia.
Cuándo la Conciencia Impersonal se personaliza a partir de su identificación con el objeto sensible que se
concibe como "yo", el efecto es que el Yo, el sujeto en esencia, se transforma en un objeto. Es esta
objetivación de la subjetividad pura (que limita el potencial infinito), esta falsa identidad, lo que puede
llamarse "esclavitud". Es de esta "entificación" (identificación como entidad) de la que se busca liberarse. La
liberación no puede ser, por lo tanto, otra cosa que la apercepción, o comprensión inmediata, de lo falso
como falso, la visión de la falsedad de la autoidentificación. Liberación es percatarse de que es sólo la
conciencia la que intenta hallar la fuente no manifestada de la manifestación, y no la halla, ¡pues el
buscador mismo es lo buscado!
Comprendido esto a fondo ¿qué implicaciones tiene para "mí" en relación a la vida cotidiana? Mi idea
básica ahora es que no puede existir en ningún momento una entidad individual, como tal, con voluntad
independiente para actuar. ¿Cómo puedo "yo" entonces, albergar propósitos para el futuro? Y si dejo de
tener intenciones, ¿cómo puede haber conflictos sicológicos? En ausencia de intenciones no puede haber
ninguna base sicológica para involucrarse en el karma. Habría entonces una conformidad completa con
todo lo que pueda suceder, una aceptación de los sucesos sin sentimiento alguno, ya sea de logro o
frustración.
Esta forma de vida sería, pues, no volitiva (una ausencia de voluntad tanto positiva como negativa, una
ausencia de acción y de omisión deliberadas), un transcurrir por el tiempo de vida que "me" ha sido
asignado, sin deseo de nada ni rechazo alguno, de tal modo que esta "vida" (esta duración de la conciencia
que ha caído sobre mi verdadero estado original como un eclipse) desaparezca a su debido tiempo,
abriéndome a mi presencia absoluta. ¿Qué más podría "uno" (alguien conceptual) querer?
33: No hay perceptor, sólo percepción.
Cierta mañana, un visitante comenzó su pregunta con la frase habitual: "Yo quiero saber...". Maharaj se
echó entonces a reír y, sin esperar que le fuera traducida al marati, lo interrumpió con otra pregunta en
inglés: ¿"Yo", quién? Enseguida, habiendo disfrutado enormemente la broma, volvió a emplear su marati
nativo y dijo: "En realidad es muy simple, es justo lo que trato de comunicarles. Ustedes también lo
considerarían así, si tan sólo pudieran dejar de lado el "mí" mientras escuchan, si recordaran sólo que es
imposible una real comprensión en tanto haya una entidad supuestamente autónoma que intenta
comprender mis palabras de manera deliberada. La aprehensión de la revelación metafísica presupone una
mente inquisitiva, abierta y "vacía", en la cual pueda tener lugar tal aprehensión. Toda entidad
"independiente" es signo de una mente condicionada, repleta de conceptos, que impide la penetración de lo
que intento transmitir. ¿Me explico? Lo dudo.
"Aun cuando yo emplee palabras y ustedes las escuchen, la transmisión sólo será posible si el sujeto y el
objeto se fusionan al momento de escuchar la enseñanza. Empiecen por el principio y examinen si existe
"alguien" que hable o escuche, o si tan sólo hay el mero "funcionamiento"; el hablar, el escuchar, el
conocer, el experimentar.
"Cuando piensan que algo "existe", están sólo pensando en términos de su objetividad, lo conciben con una
forma. Sólo están interesados en los fenómenos objetivos, mientras que yo veo todos los objetos,
incluyéndolos a ustedes, ni más ni menos que como meras apariciones en la conciencia y, por lo tanto, sin
existencia. Y es obvio que la subjetividad como tal, sin cualidad objetiva alguna, no puede existir. Así pues,
¿qué existe? ¡No puede haber nada que sea a la vez existencia y no existencia!
"Volvamos ahora al visitante que quiso hacer una pregunta hace un rato. El vino aquí, quizá con no pocos
problemas y gastos, a buscar la clase de conocimiento que le permitiera convertirse en "un mejor individuo",
en un sabio, un jñani. Ahora entienden por qué no podía dejar de reír, no de él, por favor, sino de las
bromas que Maya les juega a los hombres con sus engaños.
"Reflexionen un momento: ¿Quién está pensando en términos de transformación, en un cambio de un
estado a otro, en una mejora de sí mismo? Con seguridad, no es sino una apariencia en la conciencia, un
personaje de película, un sujeto en un sueño: una seudoentidad que se considera sujeta a los efectos del
karma. ¿Cómo podría un personaje de un sueño "perfeccionarse" y convertirse en algo que no sea su
misma imagen del sueño? ¿Cómo una sombra podría perfeccionarse hasta ser su sustancia? ¿Cómo
podría haber un "despertar" del sueño, excepto para el sujeto que sueña, al resolver la verdadera identidad
del origen del sueño, la manifestación?
"El "despertar" consiste en la comprensión de que no existe un individuo que percibe el mundo fenoménico,
sino que el propósito y la naturaleza esenciales de todo fenómeno es sólo la percepción de los fenómenos,
es decir, del funcionamiento en el aquí y ahora; en comprender que todo ser sensible -"yo"- es la fuente
potencial de toda experiencia, y que experimenta de manera objetiva el universo aparente por medio de un
aparato sicosomático. El primer paso para entender qué quiere decir todo esto es abandonar la idea de un
"yo" activo y con voluntad como entidad separada, y aceptar la posición pasiva de percibir y funcionar como
un proceso.
"Permítanme alegrar sus corazones dándoles un par de "tips". Sé que, a pesar de lo que he dicho, ustedes
continuarán su carrera hacia el "mejoramiento de sí mismos" y seguirán buscando "tips". De modo que
abran su cuaderno de apuntes y anoten:
a) Hagan una costumbre del pensar y hablar en voz pasiva. En vez de "yo veo algo" o "yo oigo algo", ¿por
qué no pensar en voz pasiva: "algo es visto", "algo es oído"? La percepción no tendrá ya como fundamento
la acción de una entidad fenoménica, sino un suceso o acontecimiento. A su debido tiempo, la
seudoentidad "yo" pasará a segundo plano.
b) Antes de ir a dormir por la noche, dediquen diez minutos a sentarse completamente relajados, tanto de
cuerpo como de mente; represéntense a ustedes mismos sin identificarse con el complejo cuerpo-mente,
sino más bien con la conciencia que lo anima, de modo que esta idea se grabe en su ser durante el tiempo
en que duerman".
34: La identidad inmaculada.
Al inicio de una sesión, Maharaj preguntó: "¿De qué hablaremos hoy?" La mayoría de los presentes habían
asistido antes a muchas sesiones y sabían que, en general, Maharaj es quien elige el tema de las
conversaciones. Esta vez tampoco había mucho de dónde elegir, pues, como Maharaj mismo ha dicho
muchas veces, él habla de un solo tema: la naturaleza o identidad, verdadera del hombre. Así pues, uno de
los visitantes le preguntó si había algo de lo que se pudiera echar mano para mantenernos todo el tiempo
concientes de nuestra verdadera identidad.
Maharaj se rió y dijo que ése era justamente el problema: "¡"Alguien" quiere "algo" de qué "echar mano"
para conseguir alguna cosa! ¿No puedes comprender que esta idea es por completo equivocada? Si tan
sólo pudieras verlo, te darías cuenta de que en realidad es muy simple. Me temo, no obstante, que la forma
habitual de ver no puede ayudarte. El tipo de visión ordinaria -aquella en que el observador ve algo- es del
todo inadecuada. Se necesita un tipo de visión muy especial, una visión intuitiva, una "visión interior", en la
cual ¡no hay un sujeto que vea, ni algo que sea visto!
"No -continuó-, no estoy tratando de confundirlos. El tema mismo es así: sin sustancia y, no obstante, ¡tan
total y fecundo que ningún otro tema puede tener valor a su lado! Yo podría, con todo, darles una fórmula
de la cual puedan echar mano, mas sólo puede ayudarles si recuerdan lo que les he dicho con respecto a la
visión interior. Si únicamente la aceptan como una fórmula, no tendrán otra cosa que las palabras del
mantra, pero no su sentido; o quizá el significado del mantra, pero no su poder. El verdadero propósito de la
fórmula, o el Mahavakya, es ofrendar la visión a Brahmán.
"Recuerden siempre la identidad perfecta de esto-que-soy y aquello-que-parezco-ser. No olviden ni por un
momento que lo inmanifestado y la manifestación, el noúmeno y el fenómeno, el Absoluto y lo relativo no
son diferentes. La manifestación no es una creación de lo inmanifestado, sino su reflejo tan sólo, una
expresión de él. En otras palabras, no existe ninguna dualidad inherente entre sujeto y objeto; de hecho,
ningún objeto podría siquiera existir por un momento sin su sujeto y viceversa. Esto-que-soy (noúmeno)
obviamente trasciende lo-que-parezco-ser (fenómeno), pero también es inmanente a él. Existe una
identidad inseparable entre el noúmeno y sus fenómenos.
"¿Qué es lo que sucede en la manifestación? En términos del noúmeno, Yo soy (aunque no sea conciente
de ello) y no dejo ni por un momento de ser esto-que-soy. Mientras que en términos fenoménicos, ni soy ni
no soy, pues todos los objetos son meras apariencias en la conciencia, imágenes en un espejo. En
realidad, cualquier cosa particular que uno pueda conocer no puede ser más que una apariencia en la
conciencia y no puede tener ninguna otra existencia como tal. ¿Y qué es la conciencia? "Yo" soy la
conciencia. Tan pronto como aparece el pensamiento) soy, "la mente" (que no es otra cosa que el
contenido de la conciencia) da comienzo al proceso de objetivación; y esto sólo puede hacerlo por medio
del concepto de dualidad, la separación teórica entre sujeto y objeto en contrapartes y opuestos
interrelaciona-dos, como el placer y el dolor. Durante este proceso, el Yo puramente subjetivo permanece,
noumenal e intemporalmente, indiviso, íntegro, puro y eterno como siempre. En la conceptualización,
empero, tienen que darse dos nociones para que las apariencias, los objetos, sean cognoscibles, nociones
sin las cuales éstos no podrían ser percibidos sensorialmente; necesitan, para poder ser conocidos, que se
les dé forma o volumen en el espacio, y duración en el tiempo.
"Si pudieran permanecer anclados en la identidad perfecta entre el noúmeno y los fenómenos, la cual
constituye su potencialidad total, no podría existir razón alguna para la esclavitud ilusoria de la que desean
ser liberados. Comprendan esto de manera cabal. Su idea de esclavitud es sólo la ilusión de que son
entidades autónomas, sujetas a la temporalidad y a las causas y efectos del karma. Con todo, si han
apercibido su identidad básica y esencial con la intemporalidad, no podrán dejar de percibir que el elemento
espacio-tiempo (fundamento de la noción de causa y efecto kármicos y de la esclavitud que trae consigo)
no es, en esencia, más que una invención cuyo fin es hacer posible la percepción sensorial de los
fenómenos y que no puede, por lo tanto, ser independiente como causa de esclavitud.
"Una vez más, entonces: la manifestación relativa el mundo- no es "ilusoria " en tanto que es expresión del
Absoluto Inmanifestado, que es inmanente a ella; lo que sí es ilusorio es la identificación errónea que hacen
de ustedes mismos con un fenómeno particular. Recuerden: la sombra no puede ser sin la sustancia, pero
la sombra no es la sustancia".
35: Ausencia total de hacedor.
Cierta mañana, entre los visitantes se encontraba un profesor de filosofía del norte de la India. Ya había
visitado a Maharaj en diversas ocasiones. Esa mañana iba acompañado de un amigo, un artista con cierta
reputación, pero que al parecer no estaba particularmente interesado en las cuestiones de las que trata
Maharaj.
Fue el profesor quien dio comienzo a la discusión. Dijo que le había impresionado tanto lo que dijo Maharaj
durante su última visita, que todo el tiempo que pensó en ello sintió como oleadas de vibraciones que
recorrían su cuerpo. Maharaj le había dicho que el único "camino" de regreso era el camino por el cual
había llegado y que no había ningún otro.
Esta sentencia, según dijo el profesor, tocó una fibra muy profunda en su interior, sin dejar sitio alguno para
la duda o el cuestionamiento. Pasado un tiempo, sin embargo, cuando comenzó a considerar más a fondo
la cuestión, en particular al reflexionar en cuanto al "cómo", se halló enredado sin esperanza en un terrible
lío de ideas y conceptos. Dijo también que se sentía como un hombre al que habían obsequiado un
precioso diamante y lo había perdido. ¿Qué debía hacer ahora?
Maharaj comenzó hablando muy pausadamente. Dijo: "Trata de comprender. Ninguna verdad sigue
siéndolo en el momento en que se le da expresión, ¡pues se convierte en un concepto! Suma a esto el
hecho de que, para comunicarse, las personas necesariamente tienen que usar las palabras "yo" y "tú",
"nosotros" y "ellos". De tal suerte, con sólo el primer pensamiento se rompe la unicidad y aparece la
dualidad; de hecho, sólo es posible la comunicación con base en la dualidad. Las palabras mismas
extienden más la dicotomía. Pero esto no es todo. Más tarde, el que escucha, en lugar de percibir de
manera directa e intuitiva lo que se está comunicando, inicia el proceso de razonamiento relativo con las
limitaciones que ello supone para la aplicación a lo subjetivo y noumenal".
"¿Me sigues hasta aquí? -preguntó Maharaj, y después continuó-. ¿Qué es el razonamiento relativo? Es el
proceso de razonamiento por medio del cual un sujeto crea en su conciencia objetos con cualidades o
características opuestas que podrían compararse. En otras palabras, el proceso solo no puede obrar si no
es con base en la dualidad sujeto-objeto. Este razonamiento relativo puede ser útil, y de hecho es
necesario, para describir los objetos comparativamente. Pero, ¿de qué manera puede proceder en el caso
de lo subjetivo? Aquello que concibe -el sujeto- no puede, es obvio, concebirse a sí mismo como un objeto.
¡El ojo puede ver cualquier cosa excepto a sí mismo!
"Por lo tanto, ¿acaso es sorprendente que te hayas atascado en una ciénaga de ideas y conceptos de la
cual luego te fue imposible salir? Si tan sólo pudieras percibir la situación real, ¡verías cuan irónico es esto!
"Estos son los antecedentes. Pasemos ahora al problema real: ¿Quién es este "tú" que está tratando de
volver por el camino por donde vino? No importa qué tanto retrocedas siguiendo tu sombra, la sombra te
precederá siempre. ¿Qué se quiere decir con desandar lo andado? Significa volver a la posición en la que
había una ausencia total de conciencia. Pero, y éste es el punto fundamental de la cuestión, en tanto haya
un negador que siga negando y negando (persiguiendo la sombra), "tú" seguirás sin negarte. Trata de
apercibir lo que estoy diciendo, no con el intelecto, no como si "tú" emplearas tu entendimiento, sino sólo
apercibiendo sin más.
"Me pregunto si he podido explicarlo", dijo Maharaj.
Justo en ese momento se me ocurrió mirar al artista que había venido con el profesor y me impresionó la
intensidad de su concentración. En vez de estar aburrido, o interesado sólo a medias, escuchaba cada
palabra de Maharaj como si estuviese hipnotizado. Maharaj también debe de haberlo notado, porque le
sonrió a él y al profesor, sin emitir palabra, con las manos unidas a manera de saludo e inclinó su cabeza
varias veces en actitud de tácita comunión.
No obstante, el profesor había encontrado al parecer un obstáculo en su mente, una obstrucción
impenetrable, y así lo dijo. Maharaj le explicó entonces que este "obstáculo" era una obstrucción imaginaría
causada por un "tú" imaginario que se ha identificado con el cuerpo. Dijo: "Debe haber, lo repito, una
negación final y total, de tal manera que la persona misma que niega desaparezca. Lo que tú estás tratando
de hacer es entender lo que eres por medio de un concepto de "existencia", mientras que en realidad Yo
(tú) ni soy, ni no soy, Yo estoy más allá del concepto mismo de existencia, más allá del concepto tanto de
presencia positiva como de presencia negativa. A menos que entiendas esto con verdadera profundidad,
seguirás creándote tus propios obstáculos imaginarios, cada uno más poderoso que el anterior. Lo que
estás tratando de hallar es lo que tú ya eres".
Entonces el profesor preguntó: "¿Significa esto que nadie puede guiarme de vuelta a lo que yo soy?" Y
Maharaj confirmó diciendo que en verdad así era. Tú estás -y siempre has estado- donde quieres ser
llevado. En realidad no hay un "dónde" al que puedas ser llevado. La conciencia total de esta situación
obvia es la respuesta: la sola apercepción, sin que haya que hacerse nada. Y lo irónico y trágico del caso
es que tal conciencia y apercepción no puede ser un acto de voluntad. Tu estado de vigilia se produce por
sí mismo, ¿o acaso te despiertas en un acto de voluntad? De hecho, el más mínimo esfuerzo de "tu" parte
puede dificultar lo que de otra manera podría haber sucedido con toda naturalidad y espontaneidad. ¡Y el
colmo de la ironía es que tu no hacer deliberado impedirá también que suceda! Es muy simple en realidad:
"hacer" y "no hacer" son ambos esfuerzos de la voluntad. Debe haber una ausencia total de "hacedor", una
ausencia total de los aspectos tanto positivo como negativo del "hacer". Esta es en verdad la auténtica
"entrega".
Cuando al final de la sesión el profesor y su amigo el artista se marchaban, Maharaj sonrió al artista y le
preguntó si volvería en otra ocasión. El artista presentó sus respetos con más humildad, sonrió y dijo que
no podría dejar de hacerlo, y yo me pregunté quién en realidad había sido beneficiado por la plática de
aquella mañana, el profesor férreamente vinculado con su docta intelectualidad, o el artista pasivo y
receptivo con su sensible intuición.
36: Nadie nace; nadie muere.
Maharaj debe de haber estado reflexionando sobre el tema mientras subía las escaleras a su desván.
Comenzó a hablar del asunto en cuanto tomó asiento y se instaló, lo cual no es poco usual.
Dijo que en la actualidad la gente se halla tan esclavizada por los intereses ordinarios de la vida que
difícilmente tiene tiempo para contemplarse en forma crítica. Despiertan por la mañana y comienzan de
inmediato a planear las actividades del día, pues la actividad es para ellos una virtud, y la reflexión
contemplativa una especie de muerte. Si acabaran con esta presión autoimpuesta, encontrarían más
interesante mirar el proceso de despertar. Se darían cuenta, por ejemplo, de que entre el periodo de sueño
profundo, en el que no son concientes de nada en absoluto, y el tiempo en el que están despiertos por
completo, hay un lapso en el que la conciencia apenas se mueve y la mente teje sus fantasías en un sueño
que termina cuando están totalmente despiertos.
¿Qué es lo primero que sucede cuando ustedes despiertan?, preguntó Maharaj. ¿Alguna vez lo han
experimentado en verdad? ¿Y lo han contemplado? Si les preguntasen, continuó Maharaj, acerca de lo
primero que sucede cuando despiertan, probablemente se inclinarían a decir que ven los objetos que hay
en la habitación. Todo objeto tiene forma tridimensional, la cual es percibida por un "tú". ¿Qué es lo que
percibe la forma de un objeto? Aquello que percibe la forma del objeto debe, con toda seguridad, existir
antes que el objeto percibido. Ustedes pueden percibir diversos objetos, incluyendo partes de su propio
cuerpo, las cuales son también objetos que se perciben. Por consiguiente, aquello que percibe no es el
cuerpo, el cual es sólo un objeto, puesto que también puede ser percibido. El perceptor es el sujeto y la
cosa percibida es el objeto.
¿Qué es lo que percibe? Es la conciencia, la condición de ser, el yo soy, ése es el perceptor. En el
momento en que ustedes despiertan, si no tuvieran tanta urgencia de levantarse y ocuparse en su rutina
diaria, se darían cuenta de que despertar implica en realidad, de manera distintiva, "estar presente", es
decir, tener conciencia de estar presente, no como un individuo particular con tal y cual nombre, sino
presencia conciente sin más, que es lo que da sensibilidad a un ser sensible y hace posible que los
sentidos funcionen.
Entonces se darían cuenta de que hay dos centros ideacionales distintos. Está esa parte de conciencia en
cuyo nombre se dice instintivamente "yo", y está también el centro objetivo del aparato sicosomático que
obra en el mundo, con el que ustedes de manera errónea se identifican con un nombre determinado. En
términos subjetivos ustedes son lo-que-son en tanto Yo, lo otro es una forma física que es lo-que-ustedesparecen-
ser como "mí". No existen, en verdad, ni "mis" ni "tus", tan sólo Yo.
Comprendan esto cabalmente, y entonces serán libres; libres de la falsa identidad.
Existe además una cuestión final que debe ser aprehendida. Esta conciencia es la "condición en cuanto
tal", el "sabor" de la esencia del alimento del cual está constituido el cuerpo y del cual obtiene sustento.
Hasta este punto, la conciencia también se halla sujeta al tiempo al igual que el cuerpo. Cuando el cuerpo
"muere", desaparece la conciencia, como una flama cuando se acaba el combustible. La conciencia es, en
realidad, duración, sin la cual un objeto no podría persistir el tiempo suficiente para manifestarse y ser
percibido. ¿Qué son entonces "ustedes"? En tanto el cuerpo exista, son esa presencia conciente interna, el
principio perceptor; en el momento en que el cuerpo muere, "ustedes" son la Conciencia Pura Absoluta en
la cual se funde la conciencia temporal Y entonces, no hay más el sentido de estar presente. Recuerden,
pues, que nadie nace y nadie muere, ya que todas las formas (que aparecen, duran un tiempo y después
desaparecen) son expresión suya, reflejo de ustedes mismos.
37: Analizando el pensamiento.
Maharaj suele pedir a los visitantes que hagan preguntas, pero insiste en que no deben ser preguntas que
partan de la identificación con el complejo cuerpo-mente. Tales preguntas y planteamientos, dice él, se
ocupan de nuestra conducta y nuestro comportamiento en este mundo, respecto a los cuales se han escrito
cientos de libros, y hay además montones de gurús que se precian de tener una gran habilidad para tratar
dichas cuestiones.
Cierta ocasión, cuando Maharaj invitó a que se hicieran preguntas como es habitual, un visitante hizo una
consulta que en el acto tuvo como respuesta una cálida sonrisa por parte del Maestro, queriendo decir con
ello que la pregunta era bien recibida y apropiada. El visitante dijo: "Maharaj, a menudo has dicho que quien
desea ser "despertado" debe evitar el pensamiento, sin embargo, puede ser que no todo pensamiento
implique conceptualización, que es lo que, suponemos, debe evitarse. Por ejemplo, las respuestas de
Maharaj a las preguntas son por lo general tan apropiadas y no obstante tan espontáneas, que podría
parecer que no hay pensamiento alguno tras ellas y, con todo, algún pensamiento es seguramente el
fundamento de esas respuestas".
Maharaj dijo: "Existen ciertamente grandes diferencias entre diversos pensamientos. Los pensamientos que
constituyen el ensueño, los pensamientos de arrepentimiento por cosas del pasado, o los pensamientos de
temor, preocupación y anticipación con respecto al futuro son, con toda seguridad, muy distintos de los
pensamientos que brotan espontáneamente del fondo de nuestra psique, a los cuales podría llamárseles
pensamientos que no precisan de argumento e interpretación alguna de parte de nuestra mente. Los
primeros deben ser ignorados y evitados; los segundos son imposibles de ignorar o evitar, pues son en
esencia espontáneos, inmediatos, y básicamente no conceptuales. "Yo soy", el primero de todos los
pensamientos, es con toda certeza un pensamiento, pero un pensamiento que no necesita de ningún
argumento o confirmación de la mente. En efecto, en tanto fundamento de cualquier otro pensamiento, es el
pensamiento preconceptual: el origen mismo de la mente. La mayoría de la gente vive de acuerdo con un
pensamiento indirecto o mediato, en una mente dividida, dualista, porque se ha identificado con una
seudoentidad que se piensa sujeto de la acción. En cambio, el pensamiento directo o absoluto es el
proceso por el cual el Absoluto no manifestado se hace manifiesto. Dicho, pensamiento es espontáneo e
instantáneo y, en consecuencia, carente por completo de cualquier elemento temporal, que es un aspecto
de la mente dividida. Siempre que hay duración el pensamiento será necesariamente un postpensamiento,
dualista y fenoménicamente interpretado.
"Ningún pensamiento intuitivo, no dual, espontáneo, puede surgir si no se ha serenado la tormenta de
pensamientos conceptuales y la mente descansa en un estado de "ayuno"; y tal pensamiento,
evidentemente, no puede saber de esclavitud. El pensamiento puro, instantáneo, da lugar a acciones puras
sin elemento alguno de esclavitud, pues no hay ninguna entidad implicada".
Maharaj concluyó su respuesta diciendo que la mayor parte de las religiones originalmente se basaban en
pensamientos puros, directos. Y sobre estos conceptos poco a poco se ha erigido una enorme estructura
amorfa, construida con el suficiente encanto para atraer y descaminar a millones de personas.
38: Ser es Dios.
Algo que notan visitantes diversos después de escuchar a Maharaj durante algún tiempo, es que rara vez
emplea la palabra "amor" en su exposición de la verdadera naturaleza del hombre. De hecho, con
frecuencia dice que no hay nada religioso o piadoso como tal en el proceso en el que se manifiesta lo
inmanifestado.
Si un visitante preguntase a Maharaj específicamente si el amor tiene algún sitio en lo que él expone,
sonreiría y haría a su vez una pregunta: "¿A qué te refieres realmente cuando usas la palabra "amor"?
¿Qué significado tiene para ti esa palabra?" Esta pregunta por lo general deja mudo al visitante, pues dicha
palabra es uno de esos vocablos que se entienden de manera errónea sin remedio y que son mal
empleados con facilidad.
En una situación así, Maharaj continuaría en estos términos: "¿Acaso no la palabra "amor" significa en
esencia "necesidad" de alguna clase, pues tú amas a aquella persona o cosa que satisface tu necesidad?
Sí, el amor entre el hombre y la mujer satisface la necesidad de cada uno ya se trate de una necesidad
física, de compañía, o de cualquier otra clase. Cuando uno descubre que el otro no satisface ya más la
necesidad, el "amor" de un principio se vuelve indiferencia y más tarde quizá "odio". ¿Por qué, sobre todo
en Occidente, cambian las parejas tan a menudo de compañero, sea que estén casados o no? Por la
simple razón de que ya no parecen satisfacer las necesidades del otro como antes".
Un visitante que quería proseguir profundizando en la cuestión, hizo algunas preguntas.
Visitante: Pero, maestro, ésta, definitivamente, es una visión muy pobre de la palabra "amor". Sin duda
habrá algo así como el amor impersonal o "universal", ¿no?
Maharaj: ¡Ah! Especifiquemos de qué estamos hablando. ¿De un sentimiento, de una relación entre dos
personas? Si es así, ¿puede el amor en verdad ser algo distinto del opuesto interrelacionado que es el
"odio", siendo ambos un sentimiento que una persona tiene por otra? Esta forma de relación sólo puede
darse en una manifestación dualista sujeto-objeto. No obstante, si están pensando en términos de la
inmanifestación noumenal, que es un estado de subjetividad total (sin pizca de objetividad), algo que sólo
puede sugerirse mediante el pronombre Yo, la total unicidad, que sólo puede concebirse como un estado
de plenitud, totalidad, santidad, no puede haber palabras adecuadas. Claro está que en un estado
semejante sería por completo inconcebible una relación de amor-odio. ¿Una relación entre quiénes? Por
consiguiente, si estás empleando la palabra "amor" para señalar el estado noumenal, esta palabra, al igual
que cualquier otra, resulta del todo inadecuada.
Para ser honesto, no he considerado la cuestión tan a fondo, de manera tan escrupulosa. Lo que tenía en
mente tal vez era lo que expresan las frases "Dios es amor", o "La religión es amor".
(Riendo) De nuevo, amigo mío, ¿qué son estas frases sino combinaciones de palabras basadas en el
concepto de alguna persona a quien le gustaba y deseaba imponerlo a otros? Y los "otros" están más que
dispuestos a aceptar cualquier concepto que les dé alguna clase de sustento moral. En tales casos el
buscador se siente feliz y complacido con su posición de buscador. Se siente superior a los otros, "almas
perdidas que desperdician su vida". ¡Y en esta pose de "iluminada", la persona se siente feliz de apoyarse
en un concepto, basado en una combinación agradable de palabras que alimenta su ego de buscador!
Pero, Maharaj, las frases "Dios es amor" y "El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él" fueron
usadas por San Juan, un gran santo cristiano, quien, asimismo, se cree que fue un jñani.
No dudo que fuera un jñani. Pero, desafortunadamente, no parece haber habido una clara comprensión por
parte de sus seguidores de lo que significaban estas bellas palabras para el sabio cristiano que las
pronunció. Lo que quería decir San Juan no era ciertamente que "Dios" es una entidad objetiva,
fenoménica, cuya naturaleza esencial es el amor.
Ahora bien, volvamos de nuevo a lo que te dije acerca de que la necesidad se encuentra en la base del
amor. Piensa cuál es la posesión más preciada de cualquier ser sensible. Si este ser tuviera que elegir
entre poseer toda la riqueza del mundo o su "condición de ser", o "conciencia" (puedes darle cualquier
nombre para aumentar los miles que ya se han acumulado), aquello que le proporciona el sentido de estar
vivo y presente, y sin lo cual el cuerpo no sería más que un cadáver, ¿qué elegiría? Como es obvio, sin
conciencia no tendría para él ninguna utilidad toda la riqueza del mundo. Esta existencia, esta presencia
conciente que él es, es la cualidad de ser de todo ser sensible que hay sobre la tierra, el alma misma del
universo entero, y, por lo tanto, esto-aquí-ahora, esta presencia conciente, no puede de hecho ser otra cosa
que Dios. Esto es lo que uno ama más que ninguna otra cosa, pues sin ello no hay universo ni Dios. Esto,
en consecuencia, es Dios-Amor-Presencia. Y obviamente San Juan estaba bien conciente de ello cuando
dijo "Dios es amor...". Es del todo claro que lo único que pudo haber querido decir es que él (Juan) y El
(Dios) no eran distintos en tanto subjetividad pura, en tanto noúmeno. Así pues, aquel que se afianza en la
presencia conciente que es Amor, que es Dios, "vive en Dios y Dios vive en él".
39: Tú eres la presencia conciente.
Uno de los primeros asistentes en una sesión era un ministro de una Sociedad Vedántica europea. Maharaj
fue directo al punto y le preguntó si tenía alguna consulta que hacer, o si quería aclarar algún punto.
Cuando el visitante dijo que le gustaría escuchar durante un rato lo que tenía que decir Maharaj, antes de
hacer preguntas, Maharaj le sugirió que dado que él era representante de una de las sociedades vedánticas
activas con un número de socios en verdad impresionante, él podría iniciar el diálogo contándonos cómo
explican ellos este tema tan escurridizo a un nuevo miembro de la Sociedad interesado en él.
Visitante: Bien, le hablamos antes que nada de los ejercicios físicos de yoga, pues el occidental está
básicamente interesado en el bienestar de su cuerpo. El yoga significa para él ser capaz de hacer que el
cuerpo realice proezas de resistencia física y de lograr, asimismo, un alto grado de concentración mental.
Después de un curso de asanas le decimos que "él" no es el cuerpo, sino algo distinto.
Maharaj: Esto da lugar a dos preguntas: Una, ¿cuál es el punto de partida para conocer incluso el cuerpo?
En otras palabras, ¿hay algo en el cuerpo en cuya ausencia no serías capaz de tener conocimiento de tu
propio cuerpo ni del de nadie más? Segunda, ¿tendría el maestro mismo alguna idea en verdad clara de su
propia "identidad" en tanto él esté implicado? Si él no es el cuerpo, ¿quién o qué es?
No estoy seguro de qué quieres decir con exactitud.
El cuerpo es sólo un instrumento, un aparato que sería por completo inútil si no fuera por la energía que hay
en su interior, el ánima, el sentido de "yo soy", el conocimiento de estar vivo, la conciencia que proporciona
el sentido de estar presente. Esta presencia conciente (no la presencia de x o y, sino el sentido de
presencia conciente como tal) es de hecho lo que uno es, y no la manifestación fenoménica que es el
cuerpo. Cuando esta conciencia, sintiendo la necesidad de un apoyo, se identifica erróneamente con el
cuerpo y abandona su potencial ilimitado por la limitación de un cuerpo individual, entonces "nace" el
individuo. Este es el primer punto sobre el que el propio maestro debe tener una firme convicción intuitiva.
El otro aspecto básico es que el maestro debe también tener una muy clara comprensión de cómo se
produjo la unión entre el cuerpo y la conciencia. En otras palabras, el maestro no debe albergar ninguna
duda acerca de su propia naturaleza real. Por ello, debe comprender la naturaleza del cuerpo y de la
conciencia (de la cualidad de ser, o del sentido de "yo soy"), así como de la naturaleza del mundo
fenoménico. De otro modo, todo lo que enseñe será tan sólo conocimiento prestado, de oídas, los
conceptos de algún otro.
(Sonriendo) Esta es precisamente la razón por la que estoy aquí. Estaré cerca de una semana y asistiré a
las sesiones de la mañana y de la tarde.
¿Estás seguro de que haces lo correcto? Has llegado aquí con cierto conocimiento. Si insistes en oírme,
puedes llegar a la conclusión de que todo ese conocimiento no es más que un montón de conceptos vanos,
e incluso de que tú mismo eres un concepto. Te encontrarás en la situación de alguien que de pronto se da
cuenta de que su tesoro se ha convertido en cenizas durante la noche. ¿Qué piensas entonces? ¿No sería
mejor, más seguro, volver a casa con tu "riqueza" intacta?
(Respondiendo al humor) Me arriesgaré. Sabría al menos cuál es el verdadero valor de la riqueza que creo
poseer. Tengo la sensación, no obstante, de que la clase de riqueza que puedo obtener una vez que haya
abandonado el caudal inútil, sería inapreciable y libre del riesgo de hurto o pérdida.
Así sea. Ahora dime, ¿quién crees que eres?
Dudo que pueda expresarlo en palabras. Pero parecería que no soy el cuerpo, sino el sentido de presencia
conciente.
Permíteme explicártelo de manera concisa: Tu cuerpo es el desarrollo de un producto de la unión de tus
padres, concebido en el vientre de tu madre. Este producto era la esencia del alimento consumido por tus
progenitores. Tu cuerpo está constituido, por lo tanto, por la esencia del alimento y también obtiene de él su
sustento. Y el sentido de presencia conciente que has mencionado es el sabor, "la naturaleza" de la
esencia del alimento que constituye el cuerpo, al igual que ser dulce es la naturaleza del azúcar, que en sí
es la esencia de la caña de azúcar. Pero date cuenta de que tu cuerpo sólo puede existir durante un
periodo limitado de tiempo y de que, al deteriorarse el material del que en última instancia está hecho al
grado de "morir", la fuerza vital (el aliento) y la conciencia desaparecerán también del cuerpo. ¿Qué pasará
contigo entonces?
Pero, ¿desaparecería la conciencia? Debo decir que me siento un poco asombrado al oír esto.
¿Puede la conciencia, en ausencia del cuerpo, ser conciente de sí misma? La conciencia, en ausencia del
cuerpo, no puede manifestarse más. Volvamos ahora al punto de partida: ¿Quién o qué eres?
Como dije antes, no puedo expresarlo.
Por supuesto no puede ser expresado, pero ¿lo sabes? En el momento en que lo expresaras se convertiría
en un concepto. Empero, aunque creador de conceptos, ¿no eres tú mismo un concepto? ¿No has nacido
tú en realidad del vientre mismo de la conceptualización? ¿Quién eres en realidad? O si lo prefieres, como
yo, ¿qué eres?
Creo que lo que soy es presencia conciente.
¡Dices que lo "crees"! ¿Quién es ese que cree esto? ¿No es acaso tu misma conciencia en la que aparecen
los pensamientos? Y, como hemos visto, la conciencia, o presencia, es temporal al igual que el cuerpo.
Esta es la razón por la que te dije antes que es necesario aprehender la naturaleza de este cuerpo, dotado
de fuerza vital (Prana) o conciencia.
Tú eres "presencia" sólo en tanto el cuerpo, un fenómeno manifestado, esté ahí. ¿Qué eras antes de que el
cuerpo y la conciencia llegaran a ti de manera espontánea? Digo "de manera espontánea" porque tú no
fuiste consultado acerca de que se te diera un cuerpo, ni tampoco tus padres esperaban específicamente
tenerte a "ti" como hijo. ¿No eras tú entonces, en términos relativos, más bien "ausencia" que "presencia"
antes de que el estado de conciencia-cuerpo surgiera en lo que sea que fuera que eras "tú"?"
No estoy seguro de entender eso.
Entonces, escucha. Para que algo aparezca, exista, tiene que haber una base de ausencia absoluta;
ausencia absoluta tanto de presencia como de ausencia. Sé que esto no es fácil de entender, pero
inténtalo. Una presencia sólo puede "aparecer" en una ausencia total. Si hay presencia incluso de ausencia,
no puede haber ni fenómeno ni conocimiento. Así pues, la ausencia absoluta, total, implica ausencia total
de conceptualización. Este es tu verdadero estado original. Te repito: el "tú" nace del vientre de la
conceptualización. En el estado original de ausencia total surge de manera espontánea una chispa de
conciencia -el pensamiento "yo soy"- y con ello surge la dualidad en el estado original de unicidad y
totalidad; la dualidad de sujeto-objeto, de lo bueno y de lo malo, lo puro y lo impuro; el razonamiento, la
comparación, el juicio, y demás. Medita a este respecto. Me temo que esta sesión debe terminar aquí.
Esta en verdad ha sido una revelación para mí, aunque he estudiado Vedanta por bastante tiempo.
¿Tienes claro que tú eres anterior a toda conceptualización? Lo que como fenómeno pareces ser, no es
más que conceptual. Lo que eres en realidad no puede ser comprendido por la simple razón de que en el
estado de ausencia de conceptualización ¡no puede haber nadie que comprenda lo que es!
Maestro, deseo venir esta tarde en busca de más iluminación, y sentarme a tus pies cada uno de los días
que permanezca en Bombay.
Eres bienvenido.
40: Maharaj habla otra vez de sí mismo.
"¿Qué conocimiento puedo ofrecer a las personas que vienen aquí en busca de entendimiento? -se
preguntó Maharaj una tarde-. La mayoría de los que vienen se hallan tan completamente identificados con
sus cuerpos que, pese a toda su sinceridad, con toda seguridad deben encontrar inaceptable lo que yo
digo. Aun aquellos que pueden "sentir" la sutileza y la profundidad de la enseñanza, no pueden apercibir su
significado real, pero aquellos que aprehendan intuitivamente lo que digo no necesitarán más de una sesión
conmigo.
"Me pregunto cuántos me entenderán si digo que:
1. Yo siempre estoy presente porque siempre estoy ausente; y sólo estoy presente cuando estoy ausente.
Para aclarar esto, yo añadiría que siempre estoy presente absolutamente, pero relativamente, mi presencia
aparente es mi aparente ausencia como Yo (¡una confusión complicada aún más!).
2. Yo, que no soy una "cosa", es todo lo que no soy, pero el universo aparente es mi "yo";
3. Después de que todos los tus y mis se hayan negado unos a otros, yo persistiré como Yo;
4. ¿Cómo podrías tú amarme? Tú eres lo que yo soy. ¿Cómo podría yo odiarte? Yo soy lo que tú eres.
5. No habiendo nunca nacido, ¿por qué habría de morir? No habiendo nunca sido esclavo, ¿qué necesidad
hay de intentar liberarme?
6. ¿Cómo puede lo relativo juzgar lo Absoluto? El Absoluto es de hecho lo relativo al momento de no serlo
más, cuando lo relativo abandona todo lo que lo hace relativo. En ausencia de la forma física, la conciencia
no es con-ciente de sí misma.
7. ¿Qué eras antes de nacer?
8. Las preferencias o diferencias son todas tonterías conceptuales. Sólo pueden aparecer de manera
relativa. En lo que concierne al Absoluto, no puede haber apariencia y, por consiguiente, no puede haber
preferencias ni diferencias.
9. Reúne todo el conocimiento que desees -tanto mundano como no mundano- y entonces ofrécelo en
sacrificio al Absoluto, etcétera.
¿Qué pensará de mí quien me escuche? ¿Qué puede pensar? ¿Acaso la única conclusión a la que podría
llegar -dijo Maharaj con una fuerte risotada- no es que yo estoy absolutamente -y también relativamenteloco?"
41: No puede haber renacimiento.
La enseñanza básica de Maharaj tiene que ver con el hombre y el mundo en general, con la verdadera
naturaleza de lo que el individuo concibe como "él mismo" y con la naturaleza del mundo fenoménico. Las
pláticas siempre son de un hombre a otro; y por lo general ni Maharaj ni los visitantes apelan a lo que dice
algún texto sagrado, por muy respetable que éste sea para la tradición. En realidad es este acercamiento
pragmático de Maharaj lo que encuentra más transparentemente honesto el auténtico buscador, quien no
necesariamente tiene que ser estudioso de la filosofía. En otras palabras, lo que haya dicho otra persona (a
lo cual Maharaj a menudo llama conocimiento "de oídas" o "creencia general") no se acepta como la propia
verdad de Dios mismo, aun cuando aparezca en los más venerables textos sagrados. Además de otras
ventajas, este enfoque evita la posibilidad de dar por hecho lo que aún no se ha probado, como en el caso
del creyente que, intentando convertir a un amigo, le habló de un cierto "hombre de Dios" que podía
conversar con los ángeles y, cuando se cuestionó la veracidad de tal afirmación, exclamó: ¿Podría acaso
mentir alguien que puede hablar con los ángeles? Los visitantes regulares de Maharaj saben que él
rechaza de manera rotunda la idea de renacimiento por considerarla un absoluto sinsentido. Y siempre que
la referencia a este tema da lugar a esta respuesta inequívoca de parte suya, sufren una conmoción
increíble, sobre todo si se trata de un visitante que simpatiza con la religión hindú. En una ocasión en que
así sucedió, un visitante muy joven, ataviado con una de esas tradicionales túnicas color ocre que muestran
su adhesión a una cierta secta hindú, con las llamas del fanatismo ardiendo en sus ojos, expresó su
sorpresa de que Maharaj no aceptara la teoría del renacimiento, la base misma de la filosofía hindú. Miró
alrededor en busca de apoyo moral, pero debe de haberse sentido un tanto consternado por las sonrisas
indulgentes de comprensión (¡más no de aquiescencia!) con que los demás le respondieron.
Maharaj miró al joven sanyasin con cierta simpatía, quizá a causa de su descaminado ardor, y le dijo con
una amabilidad poco habitual: "Esta afirmación mía acerca de la absurdidad de la idea de renacimiento no
es nada. Te sorprenderás aún más si continúas viniendo aquí. Yo no enseño ninguna filosofía, ninguna
religión; no me interesa ningún texto tradicional como base de mis pláticas. Hablo tan sólo a partir de mi
propia experiencia desde que mi gurú me abrió los ojos, los ojos del espíritu. No es mi intención herir los
sentimientos de nadie. Por esa razón les recuerdo constantemente a las personas que son libres de salir si
no les agrada lo que escuchan. Lo que oirán de mí es una verdad directa, según la he experimentado, tal
vez no como les gustaría oírla. Lo siento en verdad si no complazco a las personas sustentado sus mismos
conceptos".
Este planteamiento desanimó del todo al joven y al mismo tiempo le fascinó, de modo que con gran
humildad expresó a Maharaj su deseo de continuar escuchándolo.
Maharaj dijo entonces: "¿Has reflexionado alguna vez realmente sobre la naturaleza esencial del hombre?
Olvida lo que has leído, todo lo que se te ha dicho. ¿Alguna vez has reflexionado de manera independiente
sobre este punto? Digo de manera "independiente", esto es, tranquila, concienzuda, profunda, como si tú
fueras el único ser sensible sobre la Tierra y no hubiera nadie para guiarte. ¡O para descaminarte! ¿Cuáles
son los elementos a los que consideras "tú"? Obviamente el cuerpo. Pero este cuerpo que ahora se
encuentra en la flor de su desarrollo, saludable y fuerte, alguna vez fue apenas una gota o una partícula de
materia química cuando tuvo lugar la concepción en el vientre de tu madre. Medita. ¿Acaso "tú" hiciste algo
para ser concebido? ¿Querías "tú" ser concebido? ¿Se "te" consultó? Por otra parte, y esto es importante,
¿qué es lo que se encontraba "latente" en esa diminuta partícula de materia que fue concebida, que
provocó que ésta se convirtiera en un bebé completamente desarrollado con sangre, carne, nervios,
huesos, primero en el vientre de tu madre y más tarde en este mundo, hasta este momento en que estás
sentado frente a mí discutiendo de filosofía? Durante todo el tiempo de su desarrollo, tu cuerpo ha asumido
diversas imágenes que has concebido como "tú" en diferentes momentos, pero ninguna de estas imágenes
ha permanecido contigo todo el tiempo; y, sin embargo, hay algo que se ha mantenido de hecho sin
cambio. ¿Eso que ha permanecido inmutable no es acaso tu sentido de estar vivo y presente, la conciencia
que da sensibilidad y energía al aparato sicosomático que se conoce como "cuerpo"? Diversos son los
nombres que se dan a esta conciencia: cualidad de ser, sentido de ser yo, yo, Alma, y otros como Maya,
Dios, Amor, etcétera. El mundo existe para ti sólo si está presente esta conciencia. Si no estás conciente,
como sucede en el sueño profundo, ¿puede el mundo existir para ti?
"Ahora bien, tienes alguna idea de lo que es eso que te hace concebirte instintivamente como "tú": el
compuesto del cuerpo físico, la fuerza vital (Prana) que constituye el principio activo, y la conciencia que les
permite a los sentidos físicos conocer las cosas. Lo que pareces ser es el cuerpo exterior, y lo que eres es
la conciencia. Pero volvamos a tu problema del renacimiento. Lo que "nace", el cuerpo objetivo, en algún
momento "morirá"; más tarde se disolverá, lo cual quiere decir que quedará irrevocablemente aniquilado, la
fuerza vital dejará el cuerpo y se mezclará con el aire del exterior. Quedará destruida la parte objetiva de lo
que una vez fue un ser sensible, y nunca renacerá como el mismo cuerpo. Por otro lado, la conciencia no
es un objeto, no es ninguna "cosa", por consiguiente, la conciencia, como algo no objetivo, no puede
"nacer", tampoco puede "morir", y seguramente no puede "renacer".
"Estos son hechos indiscutibles, hechos acerca del ser sensible que se manifiesta fenoménicamente, ¿no lo
crees así? La manifestación de los fenómenos, en la cual se crean unas formas mientras otras se
destruyen, tiene lugar como un proceso en el que el noúmeno funciona. ¿Quién nace? ¿Y quién muere?
¿Quién renacerá?
"Si esto es así, puedes preguntar, ¿cómo es que surge el concepto de karma, de causalidad y de
renacimiento? La respuesta es que en lugar de aceptar un fenómeno como manifestación de lo no
manifestado (y, por lo tanto, como un aspecto del noúmeno no fenoménico), hay una identificación errónea
con una seudoentidad y así se crea un fantasma con una supuesta existencia autónoma. Este fantasma se
supone que tiene posibilidad de decisión y de acción. Es él el que se piensa que nace, vive, sufre y muere.
Y en este proceso, es este fantasma el que llega a encontrarse sometido al proceso de causalidad conocido
como karma, el que acepta la supuesta "esclavitud" y "renacimiento" y busca una "liberación" imaginaria.
"En otras palabras -concluyó Maharaj-, durante el proceso natural de manifestación de los fenómenos se
superpone un yo fantasma con una supuesta existencia autónoma, independiente, y es él quien carga con
el peso de la idea de los efectos resultantes de las acciones que se piensan voluntarias, es decir, ¡del
karma, la esclavitud y el renacimiento!
"¿Entiendes ahora por qué impugno la teoría del renacimiento?"
42. El intelecto puede ser una adicción.
Es interesante observar el cambio gradual que ocurre en un visitante que tiene la fortuna de poder oír las
platicas de Maharaj aun por un periodo breve de, digamos, diez o quince días. Casi invariablemente, el
visitante (bajo el supuesto, desde luego, de que es un auténtico buscador y no alguien que ha venido a
poner a prueba el "nivel" de Maharaj, o bien a alardear del suyo propio) se siente tan entusiasmado en su
primera visita que no tiene la paciencia de sentarse en calma y absorber en silencio lo que se está diciendo.
Está presto a preguntar incluso antes de que Maharaj haya terminado de hablar, como si hubiera adivinado
ya lo que Maharaj iba a decir.
En casos como éste es difícil anticipar cuál va a ser la reacción de Maharaj. Por lo general es muy paciente
durante un rato; pero en algunas ocasiones, cuando sospecha quizá de la buena fe del visitante, puede ser
muy brusco y pedirle que se siente en un rincón sin hacer preguntas durante los primeros cinco o seis días,
escuchando solamente sin decir ni una palabra. Conforme el visitante se calma y puede controlar su
impetuosidad, se vuelve todo lo receptivo que se requiere a los más finos y sutiles significados de las
palabras de Maharaj y cambia por completo su actitud. Más tarde, cuando Maharaj invita a que se pregunte
y no hay respuesta de este visitante, Maharaj, recordando su anterior efervescencia, suele tocar con
gentileza su pierna ¡y preguntarle qué sucedió con todas esas preguntas que antes no dejaban de brotar!
Hay, no obstante, algunos visitantes que no pueden aquietarse con facilidad. Lo intentan, pero muchas
veces su agitación interna suele estallar en una y otra pregunta, como si hubiera una barrera intelectual que
impidiera que llegaran a ellos las palabras de Maharaj.
En uno de estos casos, un visitante se tomó la molestia de asegurar insistentemente a Maharaj que no era
su intención medir sus armas con él, que, de hecho, lo que Maharaj había dicho era tan fascinante que le
encantaría poder aceptarlo sin cuestionamiento alguno, pero que no sería honesto puesto que entonces
quedaría la duda en su mente. Maharaj le aseguró a su vez que él no dudaba de su sinceridad ni de sus
intenciones, pero que tendría que abandonar la droga a la que se había hecho adicto para poder estar en
condiciones de recibir una verdadera enseñanza espiritual. El visitante se quedó sorprendido por el uso que
hizo Maharaj de la palabra "droga" y estaba a punto de protestar, pero Maharaj continuó sin prestarle
atención.
"El intelecto -dijo Maharaj- ciertamente es esencial para la asimilación y la evaluación del conocimiento
mundano y, desde luego, también es hasta cierto punto necesario para el conocimiento espiritual. Más
tarde, lo que se necesita no es el mero intelecto sino una capacidad intuitiva innata que es un don que
algunas personas tienen en mayor grado que otras. Tú te has vuelto adicto a la droga denominada intelecto
y todo lo analizas bajo su influencia; meditas, reflexionas ¡y haces complicadas las cosas simples! Tienes
que deshacerte de esta adicción y entregarte al proceso intuitivo de la receptividad pura. Una vez que lo
hayas hecho, lo que te doy lo recibirás en forma directa sin ninguna intervención del intelecto.
"Un títere no puede más que reaccionar de acuerdo con los estímulos que le comunica el titiritero, pero los
seres sensibles tienen la capacidad no sólo de reaccionar a los estímulos, que es lo que generalmente
sucede, sino también de actuar en forma independiente de cualquier estímulo externo. La clase de
receptividad a la que me refiero se logra cuando no hay tan sólo una reacción a estímulos, sino una
apertura a la conciencia sin la intervención de ninguna inclinación personal ni visión arraigada; en suma, sin
la intrusión de la individualidad.
"El problema es que tú, como personalidad individual, piensas que estás escuchando lo que yo, también un
individuo, estoy diciendo. Lo que se está diciendo no lo digo yo como individuo, sino la conciencia sin
aspecto ni forma. El acto de escuchar también debe ser realizado por la conciencia sin la intromisión de un
individuo ilusorio. ¿Te sería posible tener alguna duda si no fueras conciente? ¿Me sería posible hablarte a
ti si yo no fuera conciente? ¡Deja que la conciencia escuche lo que la conciencia dice acerca de sí misma!
Debes recordar que todos los pensamientos son movimientos de la conciencia, observados y conocidos por
la conciencia; ¡el individuo no tiene lugar en este funcionamiento de la conciencia a no ser como una mera
apariencia en ella!"
El visitante se inclinó ante Maharaj de manera reverente y dijo: "Maestro, me doy cuenta ahora de que lo
que creía que era mi castillo en realidad es mi prisión".
43: La Verdad es ver lo falso como falso.
En una de las sesiones el tema que se discutía era: ¿En qué consiste exactamente la "esclavitud"? Maharaj
explicaba que lo que somos es noúmeno: atemporalidad, ilimitación, ser imperceptible, y no lo que
parecemos ser como objetos separados; limitados en el tiempo, finitos y perceptibles por medio de los
sentidos. La "esclavitud" surge porque olvidamos nuestro verdadero ser, el noúmeno, y nos identificamos
con el fenómeno, el cuerpo, que no es más que un aparato sicosomático.
Cuando Maharaj invitó a que se hicieran preguntas, uno de los visitantes, quien había asistido a varias
sesiones y apenas había hecho algunas preguntas antes, levantó su mano y preguntó: ¿La identificación
con el cuerpo, por sí misma, implica esclavitud? los jñanis no pueden abandonar su cuerpo durante el
periodo que dura su vida y deben vivirla como los otros seres humanos en lo que respecta a las funciones
físicas. Lo que es más, todos los jñanis actúan de forma distinta; cada uno tiene su manera de comportarse
en el mundo, su modo particular de tratar con los demás. En esta medida, ¿no hay una cierta identificación
con el cuerpo individual incluso en el caso del jñani?
Maharaj sonrió como apreciando la buena fundamentación de esta pregunta. Dijo: "El cuerpo es un
instrumento necesario para que la conciencia permanezca en manifestación. ¿Cómo pueden ellos "desidentificarse"
en tanto el aliento vital no abandone el cuerpo (hecho que se conoce como muerte) y la
conciencia se libere de su forma fenoménica? La esclavitud no es causada por la sola identificación formal
con el cuerpo, el cual es una estructura sicosomática formada por los cinco elementos, un instrumento que
no tiene una existencia independiente. Lo que provoca la "esclavitud" es la identificación que resulta en el
concepto imaginado de una entidad independiente, autónoma, que se imagina como sujeto de la acción y,
en consecuencia, "toma sobre sí" las acciones y la responsabilidad de sus consecuencias.
"Repito que no es sólo el hecho de identificarse con el cuerpo la causa del concepto de "esclavitud". El
cuerpo tiene que seguir empleándose como un instrumento. La esclavitud únicamente puede surgir cuando
hay una supuesta voluntad, es decir, cuando la acción se concibe como resultado de la propia elección de
un "hacedor"; es esto lo que pone en movimiento el proceso de la causalidad, del karma, y de la
"esclavitud".
"Es necesario comprender cómo esa entidad aparente llega a superponerse en el proceso general de la
manifestación. Una vez que miras lo falso como falso, no es necesario nada más para encontrarla verdad,
la cual no puede en modo alguno concebirse como un objeto. ¿En que momento surge el problema de la
identificación? Mientras la fenomenalidad se halla íntegramente latente en la noumenalidad (siendo esta
inmanente a los fenómenos) no tendría por qué surgir el problema de la identificación. No hay necesidad de
ninguna identificación específica entre lo nouménico (Avyakta) y lo fenoménico (Vyakta) como tal. Dicha
necesidad surge sólo cuando hay una manifestación de lo Absoluto nouménico en objetos fenoménicos
separados, proceso de objetivación que supone necesariamente una "dualidad" -una dicotomía- un sujeto
(Vyakti) que percibe y conoce, y un objeto que es conocido y percibido. El punto importante es que ambos,
el sujeto cognoscente y el objeto conocido, son objetos interdependientes y sólo pueden existir en la
conciencia en la que tiene lugar el proceso de la manifestación, ¡y la conciencia es de hecho lo que
nosotros somos!
"Debe entenderse este punto básico: Sólo podemos existir como uno más de los objetos de otro; y esto sólo
en la conciencia del sujeto cognoscente que nos conoce, en donde cada objeto toma la posición del sujeto
cognoscente (Vyakti) con respecto a los otros, que se convierten en los objetos. Y aquí surge la "entidad"
(Vyakti). El sujeto cognoscente, al considerar su función como sujeto, se asume como una entidad, como
un "yo" independiente y autónomo con voluntad y capacidad de elección. Después esta entidad fantasma
persigue el principio de la "dualidad" (que constituye la base misma de la manifestación) para comparar,
discriminar, juzgar y elegir entre sus objetos, desde el punto de vista de opuestos interrelacionados como
son correcto e incorrecto, bueno y malo, aceptable e inaceptable, etcétera.
"Es esta "entificación " ilusoria y no meramente la identificación con el cuerpo lo que constituye la raíz de la
"esclavitud". Repito: Lo que somos, lo Absoluto nouménico (Avyakta) que se manifiesta como la totalidad de
los fenómenos (Vyakta), carece de toda existencia objetiva individual. En consecuencia, lo-que-somos no
puede padecer "nacimientos" ni "muertes", esclavitud ni liberación. La esclavitud, así como el sufrimiento
resultante, son puramente conceptuales, y tienen como fundamento la identificación con la entidad "sujeto
cognoscente" (Vyakti) que es imaginaria por completo".
Un ejemplo de lo dicho por Maharaj lo proporciona la manera en que aprecia un buen diálogo sobre algún
tema cuando se ha desarrollado de forma interesante. Cuando alguien de la audiencia muestra una
penetración profunda en lo dicho por Maharaj, durante discusiones sobre temas difíciles, Maharaj se siente
deleitado como un niño que ha recibido el juguete deseado. "¡Qué bien se ha discutido el tema esta
mañana!", suele decir entonces. Algunas veces, olvidando por completo las implicaciones que para una
mente común dividida puede tener, dice: "¡En ningún otro lugar sería posible una discusión sobre Advaita
de tan alto nivel!" Pero lo que en tales ocasiones puede parecer un autoelogio, es en realidad la pura
alegría de la modestia. El entonces es Vyakta, no Vyakti.
Se dice de Ramana Maharshi que cuando la gente cantaba "Himnos en alabanza de Ramana", él se unía a
ella y se ponía a palmear con los demás. El se había desidentificado por completo de cualquier entidad, y
por lo tanto era totalmente inconciente de cualquier implicación de sus acciones. Los himnos aluden a
"Ramana", no a un individuo. En realidad el jñani no tiene entidad individual por la cual cohibirse y el
aparato sicosomático, el cuerpo, lleva a cabo sus funciones normales de manera normal, sin conciencia de
ello.
44: Jugar a la meditación.
Un día, un visitante nuevo expuso un problema poco ordinario. Tiempo atrás, cierto swami había
organizado un curso intensivo de meditación de diez días. Este visitante no tenía ningún interés particular
en la meditación, ni una meta específica al meterse a este curso, sino que lo había hecho porque algunos
de sus amigos, quienes tenían mucho interés en el curso, querían que se uniera a ellos y él podía
permitirse dejar un tiempo largo los negocios. Forma parte de su carácter y de su temperamento, según
dijo, dedicar toda su atención, con determinación firme, a todo lo que emprende. Así pues, una vez que
comenzó el curso de meditación, se dedicó en cuerpo y alma a él e hizo con toda conciencia lo que se le
pidió. El resultado fue que en cierto momento, hacia el final del curso, él tenía una sensación clarísima de
estar separado de su cuerpo y todo el mundo le parecía como un sueño. Y ese sentimiento había persistido
desde entonces. Era, según dijo, una sensación nada desagradable. Por el contrario, le dio un peculiar
sentido de libertad. Pero, añadió, había un verdadero problema: ¿cómo debía vivir en este mundo de sueño
y al mismo tiempo continuar sus negocios y ganarse la vida?
Como es habitual, esto se le tradujo a Maharaj al marati, e incluso antes de que pudiera terminarse de
hacer la traducción, fue claro que había comprendido el problema y había una expresión de gravedad
desacostumbrada en su rostro. Permaneció inmóvil durante algunos momentos y entonces comenzó a
hablar:
"La meditación no es algo en lo que uno pueda interesarse superficialmente como un experimento o un
entretenimiento, sólo para ver qué sucede. Requiere una cierta preparación. La conciencia es la base de
toda manifestación del mundo fenoménico. No hay poder mayor sobre la tierra que la conciencia, y es
posible prever las consecuencias que puede tener jugar con ella. Si la psique no está preparada para
enfrentar las consecuencias, podría haber serios problemas en el nivel mente-cuerpo, por la simple razón
de que no habría una preparación en cuanto a desidentificarse del cuerpo. ¿Qué sucedería si un rayo con
una gran carga eléctrica fuera lanzado sobre un receptor que no tiene la fuerza suficiente para recibirlo?"
Maharaj se dirigió después directamente a este visitante y le sugirió que asistiera a sus pláticas por lo
menos durante quince días. Desafortunadamente éste tenía que regresar a su ciudad casi de inmediato.
Maharaj, sintiendo una obvia compasión por él, le dijo que en tal caso sólo podía sugerirle que leyera Yo
soy Eso y que recordara esta visita tan a menudo como pudiera y reflexionara sobre el encuentro que había
tenido con él. "Recuerda -le dijo-: un recuerdo de lo que soy es el conocimiento de lo que tú eres". Y
añadió: "Puedes ver el universo entero como un sueño. Pero en tanto exista un "tú" que vea este sueño
como si fuera una entidad separada, te encontrarás en problemas. Poco a poco, esperemos, te llegarás a
dar cuenta de que tú también eres un personaje de sueño en este sueño viviente, un elemento más y no
alguien aparte e independiente de él. Entonces estarás bien".
45: No existe nada más que Yo.
En repetidas ocasiones Maharaj afirma que no le interesa discutir sobre la ética, los códigos morales y las
formas de conducta que prevalecen en la sociedad. Hay muchas otras personas con una formación
especial y con el interés, además del tiempo, para discutir estas cuestiones de manera profunda y extensa.
El evita por completo el tema, excepto, desde luego, en lo que respecta al deber que tenemos todos de
obedecer totalmente la ley del país y a evitar dañar a alguien en forma deliberada con nuestras acciones.
Aparte de esta norma mínima tan general y universalmente aceptada de conducta y moralidad, suele evitar
cualquier discusión sobre puntos más específicos del tema, pues, como él dice, las normas y criterios
morales y de conducta han ido cambiando conforme las épocas y las circunstancias. Tan sólo se ocupa de
la naturaleza verdadera e inmutable del hombre mismo. Si uno logra comprender, aprehender su verdadera
identidad, todo lo demás pierde su sentido e importancia porque todo pensamiento y acción subsecuente, al
no fundarse en la dualidad, sería simple, directo, intuitivo y espontáneo.
Esta visión de Maharaj resulta en extremo difícil de aceptar, no sólo para los visitantes nuevos, quienes
probablemente sienten que está eludiendo el punto central del problema de la vida, sino también para otros
que lo han escuchado durante un periodo largo. Encuentran imposible de aceptar esta dicotomía. Sea cual
sea la conclusión o convicción a la que uno llegue con respecto a su verdadera naturaleza, ¿cómo podría
uno no prestar igual o incluso mayor atención a su relación y comportamiento con los otros seres humanos?
De tal suerte, en cierta ocasión Maharaj expuso su punto de vista a este respecto y uno de los visitantes
regulares, una mujer, no pudo contenerse de hacer una pregunta un poco mordaz: ¿Sería entonces
correcto, Maharaj, que una persona que te escuchara con la mayor atención y comprendiese a la perfección
lo que dices al grado de convertirse en un jñani, saliera después al mundo y fabricara una bomba atómica
para usarla si así le place?
Maharaj respondió de inmediato: "Si hubieras al menos reflexionado con seriedad sobre este tema,
teniendo en mente el hecho básico de que en un tiempo -digamos, hace cien años- no tenías deseos,
necesidades ni problemas, habrías llegado por ti misma a la respuesta; y ésta sería que ¡la pregunta misma
está mal concebida!
"Si, como dices, una persona comprende y acepta su verdadera identidad al grado de ser entonces un
jñani, ¿no llegaría acaso a la conclusión de que todos los fenómenos, todos los seres sensibles, incluido él
mismo como fenómeno, son sólo imágenes conceptuales en la mente, tan imaginarias como las que
aparecen en sueños? ¿Pensaría alguien que ha tenido una apercepción profunda de esta verdad en
preparar una bomba atómica, y mucho menos en usarla?
"Pero ésta es sólo una respuesta superficial para satisfacer al ignorante. Lo que debes averiguar es quiénes
son estos "yo", "tú" y "él" de los que hablamos, ¡que se supone hacen esto o aquello según su placer y su
capricho! ¿Cómo te ves a ti misma? Ves tu cuerpo -o, en realidad, parte de él- y te identificas con él. Pero
en el sueño profundo, o bajo el efecto de un sedante, no te identificas con este cuerpo. Lo que sucede es
que percibes e interpretas la aparición de tu cuerpo en la conciencia exactamente de la misma forma en
que lo hace cualquier otro observador. Tu propia interpretación de ti misma es tan ilusoria y efímera como lo
son las de los otros, ¡aunque tal vez un poco más favorecedora! Lo que debe advertirse es que la sólida
personalidad que crees que eres no es más que una apariencia en la conciencia. Lo que es más, la
interpretación cambiará, y ha ido cambiando, de una época a otra. Cualquier pensamiento sobre ti, sea tuyo
o de alguien más, es sólo un movimiento en la conciencia, tan sólo una imagen mental temporal. Esto es
todo lo que tú eres. ¿Pero en verdad eso eres tú? ¿Sólo una imagen mental? ¿Existe realmente una
imagen con la cual uno pueda identificarse como una entidad autónoma, independiente, inmutable y con
elección para actuar?
"En términos relativos -fenoménicos- "tú" o "mí" no es otra cosa que una partícula de materia física
concebida en una matriz y dentro de la cual estuvo latente la chispa de conciencia que es inmanente a la
manifestación entera. Las innumerables formas de los fenómenos en realidad son todas objetos de la
subjetividad absoluta, Yo, y la dualidad a través de un sujeto y un objeto es la base de la manifestación, en
la cual cada objeto es lo "otro" para cualquier objeto que lo percibe en su calidad de supuesto sujeto.
Ningún objeto particular tiene una existencia independiente como tal. Todos nosotros somos meras
apariciones en la conciencia, conceptos en la mente, y cada uno de los seres sensibles no es más que la
idea que tiene de sí mismo y las ideas que de él tienen aquellos a quienes considera "otros".
"Si no tienes una existencia independiente, ¿cómo puedes actuar? ¿Actúas en realidad?, ¿o tan sólo
reaccionas a un estímulo externo como marioneta? Si te sentaras en calma a ver lo que sucede, te darías
cuenta en seguida de que nosotros en realidad no "vivimos", sino que "somos vividos"; que la vida como tal
no es otra cosa que lo que podría llamarse un funcionamiento aparente, aparente porque no es, de nueva
cuenta, más que una aparición panorámica en la conciencia. Si no hay conciencia, como en el sueño
profundo o bajo el efecto de un sedante, tampoco hay funcionamiento.
"Así pues, ¿en dónde entramos "nosotros" en todo este acontecer? ¡Esta es la broma más grande en esta
comedia de Maya! "Nosotros" no sólo nunca hemos estado fuera de él, sino que el funcionamiento en su
totalidad no es otra cosa que nosotros. Somos el todo, santo, noumenal, Absoluto, imperceptible para los
sentidos y que sólo se conoce y percibe en la dualidad relativa como fenómeno manifestado. En términos
fenoménicos, somos trascendencia en tanto Yo y, en términos nouménicos, inmanencia, dependiendo de
cómo nos veamos a nosotros mismos. No existe otra cosa aparte de Yo, ni "mí", ni "otro". En la
manifestación relativa, los fenómenos son conceptualizados en la conciencia como "mí", y cada objeto,
asumiendo una identidad subjetiva, conoce a los otros objetos como "otros", aunque en términos
nouménicos tan sólo existe el Yo subjetivo sin dualidad alguna.
"Volvamos ahora a tu bomba atómica. Si en verdad has podido apercibir esto, ¿es posible acaso que
llegues a pensar otra vez que hay en la vida un villano con entidad autónoma e independiente que posee un
enorme poder para el "mal"? ¿O que existe un avatar con un poder extraordinario para el "bien"? ¿Acaso
son algo distinto de la partícula que fue concebida? Seguramente te darás cuenta de que "bien" y "mal" son
sólo opuestos interdependientes, manifestaciones propias de la dualidad, apariencias que tienen lugar en la
conciencia y representan sus respectivos papeles en ese funcionamiento total. De hecho la "esclavitud" no
es otra cosa que creer en una entidad e identificarse con ella; y darse cuenta de que no puede existir
ninguna entidad, independiente del funcionamiento total de Prajna, es la liberación inmediata".
46: Negación de la condición de "entidad".
Una vez, durante el transcurso de una sesión, Maharaj explicaba por qué la muerte es algo traumático y
terrible para las personas en general, mientras que para él es algo muy esperado puesto que significaría la
liberación de las limitaciones que el fenómeno del cuerpo impone de manera intuitiva -y no sólo
verbalmente-, y se acepta con la más profunda convicción y la más perentoria inmediatez, no será
necesario ningún otro conocimiento. Tal comprensión no es cuestión de tiempo (antecede de hecho al
concepto de tiempo) y cuando tiene lugar, sucede en forma repentina, casi como un sobresalto de
aprehensión atemporal. Constituye de hecho un cese repentino del proceso de duración, una fracción de
segundo en la que se suspende el movimiento mismo del proceso temporal -conforme tiene lugar la
integración con lo que antecede a la relatividad- y la aprehensión absoluta ocurre. Una vez que echa raíces
esta semilla de aprehensión, el proceso de la liberación relativa de la esclavitud imaginada puede seguir su
propio curso, pero la aprehensión en sí es siempre instantánea.
"La palabra clave en el proceso hacia la comprensión de lo que digo es "espontaneidad". La manifestación
del universo entero es como un sueño, el sueño cósmico, semejante en todo al sueño microcósmico de un
individuo. Todos los objetos son objetos soñados, apariencias en la conciencia, trátese del sueño que se
origina en forma espontánea como un ensueño personal cuando alguien duerme, o del sueño viviente que
es la vida en la cual todos somos soñados y vividos. Todos los objetos, todas las apariciones, son soñados
en la conciencia por los seres sensibles.
"Los seres sensibles, en consecuencia, son a la vez personajes dentro de un sueño y durmientes que
sueñan; no hay un soñador individual como tal. Cada sueño del universo ocurre en la conciencia, la cual se
aloja en un aparato sicosomático particular que es el medio a través del cual tiene lugar la percepción y la
interpretación, y el cual es considerado erróneamente una entidad individual. En el sueño profundo no hay
sueños y, por consiguiente, tampoco universo. Sólo cuando operas con la mente dividida es que existes en
forma separada de los "otros" y del mundo.
"Ustedes no tienen ningún control sobre los objetos de su sueño personal, incluidos ustedes mismos en
tanto objetos que aparecen en su sueño. Todo es espontáneo y cada uno de los objetos de su sueño
personal no es sino expresión de ustedes. También en el sueño que es la vida, todos los objetos (todos los
"individuos", por más que en el sueño parezcan oponerse) sólo pueden ser lo-que-ustedes-son. Así pues,
en la vida, todo movimiento y toda acción no puede ser más que acción espontánea, pues no existe entidad
que realice acción alguna. Ustedes son (yo soy) el funcionamiento, el sueño, ¡la danza cósmica de Shiva!
"Finalmente, recuerden que todo sueño, cualquiera que sea su clase, debe por fuerza ser fenoménico, una
aparición en la conciencia cuando ésta se halla "despierta", que es cuando es conciente de sí misma. Por el
contrario, cuando la conciencia no es conciente de sí, no puede haber sueños, y esto es lo que ocurre en el
sueño profundo".
Al llegar a este punto, el hombre de la pareja tenía una duda. Su pregunta era:
"Si todos nosotros no somos más que imágenes de un sueño, sin posibilidad de elección para decidir y
actuar de manera independiente, ¿por qué habríamos de preocuparnos por la esclavitud o la liberación?
¿Por qué habríamos de ver a Maharaj?"
Maharaj sonrió y dijo: "¡Parece que has llegado a la conclusión correcta por el camino equivocado! Si lo que
quieres decir es que ahora estás convencido, fuera de toda duda, de que el objeto con el que te has
identificado no es en realidad más que un fenómeno por completo carente de toda sustancia,
independencia o autonomía -simplemente una apariencia imaginaria en la conciencia de otra persona- y de
que, por lo tanto, para una simple sombra como ésta no puede haber problema alguno acerca de la
esclavitud o la liberación, y de que en consecuencia no hay necesidad de que vengas y me escuches,
entonces estás completamente en lo correcto. Si es así, ¡no sólo tienes razón sino que ya te has liberado!
Pero si lo que quieres decir es que dado que no puedes aceptar que eres tan sólo una imagen de sueño,
continuarás viniendo a verme, entonces me temo que no has dado siquiera el primer paso. Y, de hecho, en
tanto haya una entidad que busque liberarse, no se logrará nunca tal liberación.
"Velo de esta forma: ¿Cuál es el fundamento de cualquier acción? La necesidad. Tú comes porque es
necesario; tu cuerpo evacua porque hay necesidad de ello, me visitas porque tienes necesidad de acudir a
mí y escuchar lo que digo. Cuando hay necesidades la acción se sigue de manera espontánea sin la
intervención de ningún actor. ¿Quién siente la necesidad? La conciencia, desde luego, experimenta la
necesidad por mediación del aparato sicosomático. Si piensas que eres este aparato, ¿no se trata acaso de
una identificación equivocada que toma el peso de la esclavitud y busca la liberación? ¡Pero en realidad el
que indaga, el buscador, es lo buscado!"
Una calma absoluta reinó en la habitación mientras cada uno reflexionaba sobre las palabras de Maharaj.
La pareja de visitantes permaneció sentada con los ojos cerrados, en un olvido completo de lo que a su
alrededor ocurría, mientras los otros visitantes abandonaban poco a poco la habitación.
48: La naturaleza del sueño profundo.
Entre los muchos visitantes que llegan buscando a Maharaj, hay algunos que, tal vez a causa de una guía o
estudios previos con un enfoque tradicional, se encuentran atorados en un cierto punto de la comprensión.
Invariablemente, estas personas intentan aclararlo. Para un cierto grupo de personas en tales condiciones
el problema se centraba en la cuestión de la naturaleza del estado de sueño profundo.
Habían entendido -o, lo que es más probable, habían entendido equivocadamente lo que se les había
dicho- que el estado de sueño profundo era verdaderamente el estado "último, fundamental", u originario, y
se sintieron bastante molestos cuando Maharaj les dijo que nada estaba más lejos de la verdad. "¿Cómo
puede el estado de sueño profundo -les preguntó Maharaj-, el cual se alterna en la conciencia con el estado
de vigilia, ser nuestro verdadero estado? La conciencia es en sí temporal y depende del cuerpo hecho de
alimento para su sustento y su manifestación. El estado de sueño profundo, en consecuencia, es de
manera fundamental una condición física con una cierta duración que se alterna con el estado de vigilia. La
razón por la que se confunde con la Conciencia Primordial no objetiva -donde ella no es conciente de sí- es
que durante el sueño profundo la conciencia, temporalmente, se retira a descansar. La diferencia
importante que debe advertirse es que el estado de sueño profundo sólo es semejante a la Conciencia
Primordial en la medida en que, entonces, la conciencia no es conciente de sí misma. No obstante, este
estado de sueño profundo entra al instante "en movimiento", ya que tiene una duración, pasada la cual el
estado de vigilia aparece de nuevo.
"Lo único que podemos decir es que el sentido de presencia, presente en el estado de vigilia, se halla
ausente en el de sueño profundo. Por otro lado, el estado de Conciencia en sí -lo que en verdad somos- es
ausencia total tanto de la presencia como de la ausencia del sentido de presencia. Esta es la única
diferencia importante".
La fuerza del condicionamiento conceptual en ciertas personas que se supone han alcanzado un alto nivel
espiritual (¡sea lo que sea lo que esto significa!) se deja ver en el hecho de que no pueden apercibir
fácilmente esta distinción básica que hace Maharaj entre sueño profundo y Conciencia en sí. Fue lastimoso
ver cómo Maharaj demolía sus conceptos uno tras otro, conceptos que ellos habían sostenido por tanto
tiempo con tanto apego y que, obviamente, se resistían tanto a abandonar. Pero a todas luces era
necesario. Con su incontenible sentido del humor, Maharaj comparó la situación anímica de los
consultantes con la de un millonario al que se le comunica que sus millones de súbito han perdido todo
valor.
Maharaj arrojó más luz sobre la cuestión explicando que tanto el estado de vigilia como el de sueño
profundo son periodos que se alternan en la conciencia-en-manifestación. Si esto se comprendiera con
claridad, no habría ya confusión. "Dime -preguntó Maharaj al miembro principal del grupo-, ¿hace cien años
estabas interesado en el sueño profundo? ¿Necesitabas dormir? Ahora que la conciencia se ha
manifestado en un aparato físico, ¿podrías pasar un periodo largo sin sueño profundo? Conciencia, sueño
profundo, vigilia y duración temporal constituyen todos un mismo concepto relacionado con la
manifestación. ¿Cómo podría equipararse esto con la Conciencia en sí no manifestada, que es
intemporalidad y subjetividad pura sin la más pequeña pizca de objetividad?
49: Aniquilación del "tú".
Cierta mañana Maharaj dijo, dirigiéndose a los visitantes: "Algunos de ustedes han estado viniendo por
semanas. Me interesan de manera particular los visitantes que vienen de otros países tan sólo a verme y no
a hacer turismo. Ellos tienen que gastar gran cantidad de dinero en el viaje y su estancia en Bombay, y a
veces me pregunto si en verdad entenderán lo que intento transmitirles. Ahora bien, quiero preguntarles si
saben qué es Paramarta, la verdad sublime, el sentido último (de la vida). ¿Cuál es este sentido último para
cada uno de ustedes? Antes de responder reflexionen sobre lo que he estado hablando.
La siguiente fue la respuesta osada de un visitante extranjero: La liberación. Yo deseo ser liberado de la
esclavitud de esta vida. Ahora, después de haberte escuchado, la llamaría "la esclavitud de la conciencia".
Enseguida hubo murmullos de muchos de los demás que aprobaban tal respuesta.
Maharaj sonrió y dijo: "¡Vean cuan fuerte puede ser el condicionamiento! No es importante si éste proviene
de los padres o de un guía espiritual. Este problema de la "esclavitud" y la "liberación" es parte de la
doctrina tradicional que se imparte a aquellos cuyo nivel intelectual e intuitivo no es lo bastante alto para
comprender la verdadera esencia de aquello-que-es. Empero, ustedes no se hallan en el nivel de párvulos
en cuanto a la espiritualidad. Les repito que deben dejar de pensar y hablar como si ustedes fueran objetos
fenoménicos. Les he dicho que no son objetos fenoménicos, sino la conciencia misma, la conciencia que
anima y da sensibilidad al ser sensible; y, además, que ustedes no son sólo conciencia en manifestación,
sino que, en realidad, son algo que es anterior a la conciencia misma, es decir, son Conciencia Pura.
"¿Acaso no es fácil -preguntó Maharaj- entender que un simple objeto, una apariencia, que es lo único que
un cuerpo físico es, no puede realizar ninguna acción como entidad independiente? El concepto del "yo"
personal aparece cuando la Conciencia Impersonal, en su representación total, se manifiesta objetivándose
y se identifica en cada caso con el objeto en cuestión. Este concepto es el origen de la "esclavitud", la
objetivación del Yo como subjetividad pura en un "mí" objetivo. Este "mí' -el concepto de yo, o el egoconstituye
la esclavitud imaginaria de la que se busca liberarse. Una percepción clara de lo que constituye
el ser sensible que está buscando la liberación mostrará cuan ridícula es toda esta idea. El propio cuerpo
no es sino el desarrollo del espermatozoide en la matriz; el feto es la esencia del alimento que consumieron
los padres y en él está latente la conciencia. Si ahora no resulta claro que lo que parecemos ser no es más
que la esencia del alimento, les pregunto: ¿qué partícula de alimento intentan liberar? ¿Con qué partícula
de alimento, o con cuál de los cinco elementos cuya combinación constituye su esencia, se están
identificando?
"El despertar, la iluminación, o la liberación no es otra cosa más que la apercepción profunda, cabal e
intuitiva de que lo que somos -lo-que-es-aquí-ahora-es ausencia absoluta de todo lo imaginable o
cognoscible; o, lo que es lo mismo, presencia absoluta de la potencialidad incognoscible.
"Piensen sólo por un momento: ¿Puede plantearse alguna cuestión que no tenga como centro un "tú" o un
"mí" en tanto individuo, que ve o no ve, que comprende o no comprende, que hace o no hace? Siempre se
trata de un "mí", rara vez de la cosa vista, el tema entendido o lo que sucede. En todos los casos en que
puede hablarse de Paravriti, es porque ha tenido lugar un cambio completo, total, una "metanoia". Esta
transformación no ha sido "realizada" o "lograda" por un acto de voluntad de una entidad. Este hecho es el
que no se reconoce. ¡No se advierte que no puede haber ninguna entidad que sea directamente y por
voluntad propia la causa de ese cambio! Es de hecho la apercepción como tal (no producto del esfuerzo de
ningún individuo) de esto lo que provoca la aniquilación esencial del "tú" -el buscador- y lo que permite la
clase de vacío, "ayuno" de la mente, que propicia la presencia que es el "tú" real (Yo, no "mí"). Es así como
sucede o tiene lugar el cambio transformativo. Es algo que no puede lograrse.
"Entiéndase -concluyó Maharaj- que los objetos y sus gunas (atributos) no son sujeto y objeto, como los
perciben los sentidos e interpreta la mente, sino que todos son objetos, incluyendo a los seres humanos,
simples apariencias en la conciencia y, finalmente, objetos que no pueden ni necesitan ser "liberados".
50: Una revelación irreverente.
La rutina diaria de Maharaj incluye bhajans y oraciones cuatro veces al día. La primera es a hora muy
temprana, a las 5:30. Durante el canto de los bhajans se le ve absorto por completo en los versos que se
cantan. Hasta hace muy poco solía incluso cantar y bailar con gran desenfado. En la actualidad, claro está,
no es tan fuerte como para poder hacerlo.
En una de las sesiones, un visitante le dijo: "Maharaj, tal vez seas un jñani perfecto, pero cuando te veo
cantando bhajans con tal emoción, me siento sumamente feliz de que la devoción aún se aferré a ti con
tanta firmeza". Maharaj respondió al momento: "Todo tiene su sitio en el mundo al igual que en nuestra
rutina diaria. Lo importante es comprender cuál es la situación real, tener la perspectiva correcta. La
devoción y la reverencia son convenientes en tanto se las reconozca como lo que son, es decir, afectividad,
y en esa medida, una atadura. Y cuando se ve algo como lo que es, pierde su fuerza, y si uno se involucra
en eso, las cadenas se hacen cada vez más fuertes. Todos los sentimientos y emociones (amor, devoción,
etcétera) se basan en la dualidad y en tanto estos sentimientos continúen dominando nuestro punto de
vista, la dualidad seguirá teniendo un asidero firme y será inasequible la santidad verdadera, la totalidad, la
unicidad. La visión total es tan clara y simple que uno no puede más que reír, y hasta ser en apariencia
irreverente, cuando mira la fantástica superestructura de superstición y misterio que se ha erigido sobre y
en torno a la sencillez elemental que es la Verdad.
"Comprende cuan simple y directo es esto: Yo -intemporalidad- soy conciencia total en sí que no es
conciente de esta conciencia; subjetividad total, sin la más mínima partícula de objetividad. Yo me
manifiesto a través de la conciencia, de la dualidad, por medio de las ideas de sujeto y objeto, de los
conceptos de espacio y tiempo y de la diversidad de opuestos interdependientes, sin los cuales no sería
posible la manifestación y la objetivación. Toda manifestación es mi expresión, un reflejo de mí mismo en el
que me manifiesto en cada ser sensible. Este objeto, este ser sensible, parece obrar y, erróneamente, se
considera el sujeto. Pero Yo soy la única subjetividad y todo movimiento en el mundo manifestado es mi
objetivación en la conciencia, la cual en realidad soy yo.
'Todos los objetos fenoménicos, aspectos de lo que soy, se vuelven perceptibles para los sentidos cuando
se extienden en mi manifestación en función del "espacio" y cuando se miden de acuerdo con mi
manifestación en función del "tiempo".
"Así pues, de nueva cuenta la verdad simple y obvia: esto-aquí-ahora, toda manifestación sensorialmente
percibida, no es distinta de lo que soy yo en mi unicidad. Y, desde luego, todo objeto sensible puede decir
esto.
"Una vez que comprendes con claridad esta condición tan simple, puedes hacer lo que quieras mientras
transcurre el tiempo de vida que se te ha asignado. Date gusto, si así lo quieres, con la devoción y la
reverencia, canta bhajans, pero entiende lo falso como falso. Comprende que no hay nada religioso o
reverenciable en el proceso de la manifestación, el cual ocurre de manera espontánea y en el que tú como
entidad individual no estás en modo alguno implicado".
51: ¿Quién sufre?
Cuando el número de visitantes es pequeño, Maharaj prefiere conversar de una manera informal e íntima,
pero cuando su pequeño desván está lleno por completo, pregunta primero si alguien tiene alguna
pregunta, y en general añade una condición restrictiva o, más bien, constrictiva en el sentido de que la
pregunta no debe referirse a lo que uno debe o no debe hacer en este mundo. En otras palabras, ¡las
preguntas deben formularse de tal modo que no supongan la identificación de uno mismo con el cuerpo!
Esta restricción, puede suponerse, tiene como propósito no dar cabida a preguntas superficiales y frívolas
que sólo constituirían una pérdida de tiempo. Se entiende también que la gente no le hará preguntas en
relación a cómo resolver los enredos de sus problemas personales. Maharaj deja siempre muy claro que él
no es adivino ni hacedor de milagros.
Cierta mañana alguien preguntó por qué uno tiene que sufrir, por qué existe la infelicidad. Maharaj
permaneció inmóvil por unos momentos y después comenzó a hablar suavemente:
"Toda emoción o sentimiento que uno experimenta es un movimiento en la conciencia. Cuando se siente
dolor e infelicidad, quiere decir que un suceso no ha satisfecho la necesidad o el deseo que se tiene en ese
momento. Pero un suceso que puede ser la causa del dolor de un individuo, puede hacer feliz a otro; y un
suceso que ha causado desdicha a una persona determinada en cierto momento, podría hacer feliz a esa
misma persona en otro momento, dependiendo de lo que crea que quiere en cada caso. ¿Cuáles son los
factores que intervienen en lo que uno concibe como una experiencia de felicidad o infelicidad, placer o
dolor? Primero que nada, debe haber conciencia; segundo, debe estar presente el concepto de entidad, de
persona, con sus deseos; tercero, debe haber un suceso en el espacio-tiempo.
"Puede tener lugar un suceso y puede incluso estar ahí la persona con sus deseos, pero si no hay
conciencia, la persona no será afectada ni por el suceso ni por su efecto. ¡La conciencia es el actor y el
factor principal! De hecho, "lo-que-soy" no era ni siquiera conciente de su existencia antes de que
apareciera el conocimiento de "yo soy". En dicho estado original no había posibilidad alguna de
necesidades, deseos, esperanzas, anhelos, ambiciones, placeres o penas; todo esto viene con el cuerpo.
Incluso después del arribo de la conciencia, lo que se sentía era una presencia conciente sin más: "yo soy"
(no "yo soy esto o aquello"). La entidad conceptual sólo aparece una vez que la conciencia se ha
identificado con su forma externa. Y esta entidad es tan sólo un concepto. No tiene existencia
independiente.
"Junto con la conciencia llega el concepto de espacio-tiempo, sin el cual no se pueden percibir los
fenómenos manifestados. Para que la manifestación sea perceptible para los sentidos, debe
necesariamente haber volumen, el cual no es posible sin el concepto de espacio; y para prolongarse como
un suceso con duración, la manifestación requiere del concepto de tiempo. La felicidad y la infelicidad, así
como todos los diferentes opuestos interrelacionados o contrarios, no existen en realidad por sí mismos; no
pueden existir porque no son sino objetivaciones conceptuales en el espació-tiempo. Y si en algún
momento se superpusieran estos contrarios, se cancelarían uno a otro y restablecerían el equilibrio.
"Lo que somos como Absoluto (atemporalidad, infinitud, incondicionalidad, carencia total de atributos o
identidad, ser puro) no puede saber de penas o placeres, pues lo que somos no tiene nada de objetivo y
sólo un objeto puede sufrir o tener algún tipo de experiencia. Somos fenómenos manifestados en cuanto a
lo que parecemos ser como objetos separados: temporales, finitos y perceptibles para los sentidos. ¡Sólo
podemos sufrir a partir de una identificación errónea con los objetos separados! ¿No deberíamos al menos
comprender esto?
"Retrocede a tu estado original de totalidad, al estado anterior a que "nacieras", en el que no había el
conocimiento de "yo soy" y, por consiguiente, tampoco necesidad ni deseo de ninguna clase. Todo
sufrimiento cesará en cuanto te retires a la pura conciencia de la falsedad de lo falso, dé la transitoriedad de
lo efímero. En cuanto te percatas de que lo falso y lo transitorio dependen para su existencia misma del
concepto de espacio-tiempo, te encuentras más cerca de tu verdadero ser. Una vez que te das cuenta de
que es la entidad conceptual, la cual imaginas ser, la que sufre, despiertas a esa totalidad de tu verdadera
naturaleza en la que la santidad y el bienestar se hallan implícitamente contenidos".
Para concluir, Maharaj se refirió a "la horrible enfermedad que los doctores me han atribuido. La sola
mención de la enfermedad -cáncer- normalmente perturbaría a un paciente, pero mi reacción es por
completo distinta: ¿Quién está enfermo? Es evidente que lo que "nació" y "morirá" a su tiempo. En su
momento, el "material" que es origen de este aparato sicosomático se tornará mortecino debido a su
detrimento, y será declarado "muerto", entonces la conciencia que en ese aparato habita será liberada para
unirse a la conciencia inmanente que todo lo abarca. ¿Qué pasará conmigo? Nunca hubo un "mí", nunca
puede haber un "mí". Yo siempre he estado presente, absolutamente. Y, en verdad, mi ausencia relativa
será mipresencia absoluta, y el momento de la "muerte" será el de mayor éxtasis, la última percepción
sensorial del aparato sicosomático".
52: Progreso en la búsqueda espiritual.
Maharaj siempre está dispuesto a resolver las dudas y dificultades de los que buscan la verdad y pide que
le hagan preguntas. Todo el tiempo está diciendo que, en especial los visitantes extranjeros, que gastan
tanto dinero y se toman tantas molestias para venir a verlo a la India, no deben desaprovechar su tiempo
sentándose en silencio, sino que deben hacerle preguntas pertinentes. Si en realidad no tienen preguntas
que hacer, dice él, quiere decir que han tenido ya la apercepción de la Verdad, ¿para qué gastar su tiempo,
por qué no regresar a casa? Si, por otro lado, hay alguna cuestión que no esté del todo clara, su
elucidación debe buscarse aquí, en este momento. "Pero -advierte- no hagan preguntas como un ser
humano que está centrado en un objeto fenoménico. Recuerden, no estoy hablando a entidades
individuales, es la conciencia hablando a la conciencia sobre ella misma".
Uno de los visitantes extranjeros, que había estado yendo a ver a Maharaj durante algún tiempo, fue el
primero en preguntar con cierta reserva: "Quizás hable desde el punto de vista de una identidad cuerpomente,
pero hay una pregunta, un problema, que me ha inquietado por tanto tiempo que no puedo
contenerme más de plantearlo. He hablado sobre él con algunos de los buscadores que vienen aquí y sé
que tienen el mismo problema. Sin embargo, no estoy hablando por ellos sino por mí mismo. El problema
es éste: ¿Cómo saber si en la búsqueda espiritual hay algún progreso? En ocasiones, sobre todo cuando
estoy meditando, tengo un chispazo de lo que estoy buscando, pero sólo un chispazo y en muy contadas
ocasiones. ¿Cómo saber si estoy progresando?"
Maharaj comprendió la sinceridad y la seriedad con la que el visitante había hecho la pregunta, pero, a
pesar de su simpatía hacia él, no pudo ocultar la frustración que sintió. Se sentó sin moverse por un rato, tal
vez para superar el enervante efecto combinado de su enfermedad y la angustia mental que le produjo
escuchar la pregunta. Entonces comenzó a hablar en forma apacible, con más pesar que enojo:
"¡Creo que debería dejar de hablar y poner un letrero que lo diga! Me doy cuenta de que muchos de
ustedes vienen aquí por costumbre solamente y por tener una nueva experiencia de la que algún amigo les
ha hablado. En realidad no escuchan. Si lo hicieran, esta duda no les surgiría. Y si les surgiera, fácilmente
podrían resolverla por sí mismos, en caso de que me hayan escuchado con atención y hayan comprendido
lo que he estado diciendo. Descubro, en cambio, que esta pregunta inquieta a muchos de ustedes.
"El problema tiene que ver en apariencia con el "progreso". Ahora bien, ¿quién va a hacer un progreso, y un
progreso hacia qué? Les he dicho en repetidas ocasiones, hasta el cansancio, que ustedes son la
Presencia Conciente, la conciencia que anima y da sensibilidad a los objetos fenoménicos; que no son un
objeto fenoménico, los cuales son simples apariencias en la conciencia de quienes los perciben. ¿Cómo
podría una "apariencia" hacer algún "progreso" hacia un objetivo? Por otra parte, en lugar de permitir que
esta apercepción básica impregne su ser, lo que ustedes hacen es aceptarla simplemente como una tesis
ideológica y hacen la pregunta: ¿Cómo puede una apariencia conceptual saber si ha logrado algún
progreso conceptual en su liberación conceptual?"
Maharaj tomó en su mano una caja de cerillos y la sostuvo. Preguntó: "¿Esto es ustedes? Desde luego que
no. ¿Se necesita tiempo para comprenderlo? La apercepción de este hecho es inmediata, ¿o no?
Entonces, ¿por qué había de tomarles tiempo apercibir que ustedes no son el objeto fenoménico que es el
cuerpo y la mente? Recuerden que ustedes son la conciencia que anima y da sensibilidad a los objetos
fenoménicos. Comprendan, por favor, que la apercepción es anterior a la llegada de la conciencia, que es la
base del intelecto. La apercepción no es cuestión de práctica gradual. Sólo puede suceder por sí misma, de
manera espontánea, no existen etapas a través de las cuales se logre un avance deliberado. No hay
"alguien" que progrese".
Uno se pregunta: ¿no podría ser que el signo más cierto de "progreso" -si no se puede abandonar el
concepto- sea una carencia total de interés en cuanto al "progreso" y una ausencia también completa de
ansiedad por algo como la "liberación", una especie de "vacío" en nuestro ser, un relajamiento, un
abandono no volitivo a cualquier cosa que pueda suceder?
53: El sufrimiento de la experiencia.
Una mañana pudimos ver que Maharaj estaba físicamente muy molesto, era evidente que se debía al dolor
causado por la afección cancerosa de su garganta. Durante los últimos meses su sufrimiento se había
agudizado, aunque él nunca se quejó de ello. Aun en esta condición, no se postraba en cama, e
indefectiblemente se le hallaba en su asiento cada mañana y cada tarde. También hablaba, aunque de
forma muy breve y en voz baja. Los visitantes tenían que escucharlo con mucha atención y con esa
receptividad especial que les permite comprender el verdadero significado de lo que él tiene que comunicar.
De hecho, Maharaj sentía que hablar menos eligiendo con precisión las palabras, como lo hacía ahora, era
mejor que las exposiciones largas. Aquellos cuya búsqueda fuera verdadera lo comprenderían aun si
hablase menos, porque tendrían la receptividad y la inteligencia adecuadas. Quizá es mejor, diría Maharaj,
que no pueda hablar con todo detalle.
Esa mañana, uno de los visitantes, una mujer, se sintió muy conmovida por la condición de Maharaj y el
estoicismo con que soportaba su dolor. Ella pensaba que el dolor físico podía ser incluso peor que la
muerte. Y no pudo evitar decir a Maharaj: "Maestro, no le temo a la muerte, pero le tengo un temor terrible
al dolor físico. Dime, por favor, ¿cómo puedo deshacerme de este miedo?"
Maharaj se echó a reír y dijo: "Me temo que no puedo ayudarte en esto, pero estoy seguro de que hay
muchos otros que conocen los métodos para evitar o reducir el dolor físico. Lo único que puedo hacer es
explicarte qué es el sufrimiento en sí, y quién sufre.
"Debes ir siempre a la raíz del problema. ¿Cuándo tuvo su primera aparición la experiencia del sufrimiento?
¿Tienes memoria de algún sufrimiento, digamos, de hace unos cien años? ¿Cuándo comenzó la
experiencia? Piénsalo a fondo de manera que las respuestas surjan en ti sin palabras. ¿Es la vida -el vivir
en sí- otra cosa que experimentar; experimentar, momento a momento, cuan largo se es, horizontalmente?
¿Y qué es experimentar? ¿No es reaccionar a un estímulo externo que es interpretado por los sentidos
como una experiencia, placentera y aceptable o desagradable e inadmisible? Uno no experimenta
sufrimiento: sufre una experiencia, placentera o desagradable. Ahora bien, la cuestión básica de la que
debes ocuparte es: ¿Quién, o, con más propiedad, qué es lo que sufre una experiencia? Déjame decírtelo a
continuación: Yo no sufro (ni puedo sufrir) experiencia alguna, placentera o no placentera; es sólo un "tú" o
un "mí" quien sufre las experiencias. Esta es una revelación muy importante sobre la que debes reflexionar
a fondo.
"En realidad yo debería dejar que resolvieras este problema por ti misma o, más bien, ¡que el problema se
solucionara por sí mismo! Pero sigamos. Yo no puedo sufrir ninguna experiencia pues Yo soy subjetividad
pura sin gota de objetividad, y sólo los objetos pueden sufrir. Un "mi"' o un "tú" son objetos y, en
consecuencia, sufren experiencias. Asimismo, como cualquier otro objeto, un "mí" o un "tú" no pueden tener
sustancia y, por lo tanto, sólo pueden existir como conceptos en la conciencia. Nunca olvides, además, que
sólo la conciencia puede sufrir, pues ninguna reacción a un estímulo, que es lo que es experimentar, puede
tener lugar si no es a través de la conciencia. Por lo tanto, conciencia y sufrimiento son en realidad una
misma cosa y no son en modo alguno distintos. Reflexiona sobre este punto importantísimo.
"Te parecerá algo difícil de comprender lo que digo porque te has identificado con el cuerpo, el aparato
sicosomático por medio del cual se sufre una experiencia, el instrumento en el cual se registra la
experiencia padecida. Tú has perdido tu identidad con la subjetividad pura, con el Absoluto que en realidad
eres, y equivocadamente te has identificado con el "mí" objetivo; por ello dices "sufro" y por ello eres
"esclava".
"¿Entiendes lo que he estado diciendo? Yo me doy cuenta de mi verdadera identidad como intemporalidad,
infinitud y subjetividad, por ello no sufro ni puedo sufrir. Sé que es la conciencia la que aparentemente sufre
una experiencia a través del aparato sensorial. Tú, por el contrario, crees que eres el aparato sensorial y es
esta identidad falsa lo que causa tu sufrimiento y tu esclavitud.
"Mientras haya conciencia en movimiento, y mantenga funcionando al aparato sensorial, también habrá
vida, experiencias, sufrimiento, positivo o negativo. Pero tú, en tanto Yo, sólo eres testigo de todo eso. Todo
movimiento es la expresión objetiva de lo-que-soy de manera subjetiva y todos los seres sensibles pueden
decir: Lo-que-soy no puede sufrir ninguna experiencia, sólo un "tú" o un "yo" objetivos pueden sufrir una
experiencia".
54: Las palabras y su realización.
Era una mañana en la que Maharaj tal-vez sentía un poco más de lo habitual su debilidad física. Podían
advertirse con claridad los efectos inexorables de la terrible enfermedad en su cuerpo, pese a su espíritu
indomable. Parecía frágil y exhausto.
Se sentó en el lugar de siempre, muy quieto, casi inmóvil, y completamente ajeno al dolor que seguramente
era muy intenso. Entonces comenzó a hablar muy quedo, de manera muy suave: uno tenía que
concentrarse mucho para captar sus palabras.
"Lo que ven -dijo- como mi presencia en tanto fenómeno significa mi ausencia como noúmeno.
Nouménicamente, no puedo tener ni presencia ni ausencia porque ambos son conceptos. El sentido de
presencia es el concepto que transforma la unicidad del Absoluto en la dualidad de lo relativo.
Inmanifestado, soy el potencial que con la manifestación se hace actual.
"Me pregunto -continuó Maharaj- si estas palabras en verdad les dicen algo, ¿o son meras palabras? Yo no
dudo, desde luego, de su sinceridad. Ustedes han venido aquí -muchos desde lugares distantes a un costo
considerable- y han dedicado bastante tiempo a sentarse en el suelo, a lo cual la mayoría de ustedes no
está acostumbrado, y en realidad parecen prestar atención a lo que digo. Pero deben entender que, a
menos que haya un tipo particular de receptividad, las palabras sólo podrán lograr un limitado propósito. Tal
vez podrían despertar su curiosidad intelectual y excitar su deseo de conocimiento, pero no revelarían su
verdadero significado.
"Ahora bien, ¿en qué consiste este tipo especial de receptividad? Aquí, una vez más, uno se encuentra con
la limitación endémica de la comunicación mediante palabras. Significaría algo para ustedes si les dijera
que "ustedes" han venido aquí a escucharme, pero deben escucharme teniendo como fundamento que
"ustedes" son del todo ilusorios, que no existe en realidad un "ustedes" que pueda atender a mis palabras y
obtener un beneficio. En verdad, debo ir más lejos y decir que a menos que abandonen su papel como
individuos que escuchan y esperan obtener algún beneficio de lo que oyen, las palabras serán tan sólo
sonidos vacíos. Lo que hace imposible la apercepción es el hecho de que, aun cuando ustedes pueden
estar dispuestos a aceptar la tesis de que todo en el universo es ilusorio, ¡no es así cuando se trata de
incluirse ustedes mismos en esta ilusión! ¿Se percatan de cuál es entonces el problema? ¿O se trata más
de una broma que de un problema?
"Cuando acepten -permítanme no decir "si aceptan"-esto como base de su atención, es decir, cuando
pierdan todo interés en el oyente que desea ser un "mejor" individuo al escuchar estas palabras con la
esperanza de "esforzarse" por una mejora perceptible, ¿saben entonces qué sucederá? Entonces, en tal
estado de escucha intuitiva, cuando el oyente no se inmiscuye más, las palabras muestran y dejan ver su
sentido sutil y secreto que la mente abierta o "en ayuno" ha de comprender y apercibir con una convicción
profunda e inmediata. ¡Entonces las palabras habrán al menos logrado su propósito limitado!
"Cuando el oyente permanece en un estado de suspensión sin tomar parte en el acto de escuchar como tal,
en realidad lo que sucede es que la mente relativa, dividida, contiene de manera automática su tendencia
natural a meterse en interpretaciones tortuosas de las palabras y con ello se mantiene al margen del
continuo proceso de objetivación. Esto le permite a la mente total estar en comunión directa con los propios
actos de hablar y de escuchar y propiciar de este modo el yoga de las palabras, haciendo posible que las
palabras entreguen su más íntimo sentido y su más sutil significado.
55: Confusión sobre la vida y la muerte.
Desde que se supo que Maharaj padecía de cáncer en la garganta, más y más gente comenzó a ir a verlo,
llegando a ir incluso personas que en otras circunstancias tal vez no lo habrían hecho. Muchas de ellas
parecían en verdad preocupadas. Muchas, también, expresaron su asombro de que, pese a la fatal
enfermedad, Maharaj estuviese alegre y parlanchín como de costumbre, aunque se le veía pálido y débil.
Cierta tarde en que la gente en torno suyo parecía triste y afligida, Maharaj comenzó a hablar acerca de la
vida y la muerte. "Si tan sólo pudiesen apercibir cuál es en realidad la situación, ustedes también, al igual
que yo, dejarían de preocuparse de la vida y la muerte. No existe, de hecho, diferencia alguna entre las
dos. ¿Acaso no "estaban muertos" antes de nacer? ¿Qué es la oscuridad si no la ausencia de luz? ¿Qué es
la "muerte" si no la ausencia de "vida" y, más importante, acaso la "vida" no es tan sólo la ausencia de la
"muerte"? La "vida" comienza como una imagen en la conciencia y a la extinción de esa imagen es a lo que
le llamamos "muerte". El miedo a la muerte es en realidad producto del deseo de vivir, del deseo de
perpetuar nuestra identidad con la entidad ilusoria que es el "yo" como algo separado de "tú". Quienes
conocen la realidad saben también de la falsedad de la "vida" y la "muerte".
Maharaj agregó: "La fuente principal de la confusión es la creencia errónea de que existe una entidad
autónoma y objetiva que experimenta los sucesos a los que se denomina "nacimiento" y "muerte" y el
intervalo de tiempo al que se le da el nombre de "vida". En realidad, todos ellos son tan sólo imágenes
conceptuales en la conciencia, que tienen tanta sustancia como las imágenes en un sueño o en una
pantalla de televisión.
"Intenten comprender -continuó Maharaj- lo que son los fenómenos, todos y cada uno de ellos: sólo
apariencias en la conciencia. ¿Quién las percibe? La conciencia misma, por medio del mecanismo del
doble concepto de espacio y tiempo, sin los cuales las apariciones no tendrían una forma perceptible y no
podrían ser conocidas. La cognición misma tiene lugar gracias a una división de la mente (siendo ésta el
contenido de la conciencia) en sujeto y objeto, y a través del proceso de razonamiento y selección basado
en la dualidad de los opuestos interdependientes: amor y odio, felicidad y desdicha, pecado y mérito,
etcétera.
"Una vez que este proceso se observa en forma justa, es fácil comprender que no puede existir ningún
individuo real que nazca, viva o muera. Existe una manifestación, una apariencia en la conciencia, a la que
normalmente se le conoce como "nacer"; una ilusión en el espacio. Cuando esta apariencia manifestada
llega a su fin después de estar presente el tiempo que había de durar, tiene lugar otra ilusión de carácter
temporal que se conoce como "morir". Este proceso tan simple no puede ser percibido como lo que es en
tanto persista la idea de que "alguien" vive la vida y de que "alguien" muere la muerte".
Maharaj concluyó: "Ese "material" o "químico" que fue concebido en el vientre de la madre y que creció por
sí mismo, volviéndose el cuerpo de un bebé, sigue creciendo a su límite máximo, para empezar a
deteriorarse y finalmente terminar fundiéndose en el "material" original. El aliento abandona el cuerpo y se
mezcla con el aire exterior; la conciencia interna se funde con la Conciencia Impersonal y el proceso de ese
"suceso" particular se termina. Lo que somos no "nace", "vive" ni "muere"."
56: Los últimos días: enseñanza final.
Nubes lúgubres y sombrías se perfilaban como presagios en el horizonte junto con un estruendo distante de
trueno y relámpago. Sabíamos que se acercaba la tormenta, el inexorable e implacable nivelador que nada
considera sacrosanto.
Los órganos vitales de nuestro amado Maestro habían sido consumidos por el cáncer y sabíamos que su
frágil cuerpo desfallecería pronto, quizá más pronto de lo que temíamos. Con todo, nos cuidábamos de no
mostrar ante él este temor nuestro, pues le iba a hacer daño descubrir que su enseñanza había sido tiempo
perdido en nuestro caso. El nos había enseñado que los seres humanos son sólo formas conceptuales, sin
más realidad que la que tienen las imágenes de un sueño, y que es únicamente el cuerpo lo que está sujeto
al nacimiento y a la muerte, no el Yo, el cual no sólo es eterno sino libre del todo de nacimiento y de
muerte. Que él era el Yo Supremo. Sí, todo esto lo sabíamos, pero ante la perspectiva de su desaparición
nos habíamos empezado a sentir como huérfanos, ¡lo amábamos demasiado! ¡Era difícil ponerse por
encima de los sentimientos y debilidades humanos!
Durante sus últimos días -de mayo o junio al 8 de septiembre de 1981, cuando dejó su vestimenta mortal-,
su cuerpo se había debilitado día a día en forma visible y, no obstante, su espíritu siguió siendo indomable
hasta el fin. El continuó hablando con esa autoridad inherente, aunque era débil ahora, y con su sola
palabra, por así decirlo, se marchitaban las ilusiones y quimeras de quienes lo escuchaban.
Ofrezco en lo que sigue minutas de algunas de sus pláticas durante esos últimos días. El no podía hablar
mucho tiempo, tenía que ser breve, pero cuanto decía era como una semilla y una especie de catalizador
para quien lo escuchaba. ¡Era el Más Allá el que hablaba, no un hombre frágil y viejo en garras de la
muerte!
Hace más de dos semanas -en junio de 1981- que Maharaj no ha podido hablar a los visitantes con su
antiguo entusiasmo. En atención a los insistentes ruegos de muchos de nosotros, ha estado de acuerdo en
limitar los discursos a media hora y es lo mejor que pudo haber hecho, pues hablar incluso treinta minutos
lo ha agotado tanto que más tarde no puede levantarse. Las palabras de Maharaj, si bien más escasas, son
ahora más significativas. El ha dicho que su debilidad física le impide elaborar lo que pretende comunicar.
Esto, añade, es una especie de bendición encubierta, pues quien lo escucha ahora tiene que poner más
atención y no permitir que su mente divague. ¡Tendrán que reflexionar por sí mismos un poco!
Muchos de los visitantes, en vista de la extrema debilidad de la condición física del Maestro, restringen sus
preguntas al mínimo, aun cuando Maharaj insiste en que aclaren sus dudas. "Queda ya muy poco tiempo",
dice.
Cierta mañana, uno de los visitantes regulares, tal vez con la idea de alejar de la mente de Maharaj el
sufrimiento físico, comenzó a hablar de diversos temas y a hacer preguntas bastante superficiales. Desde
luego, Maharaj se dio cuenta enseguida de sus intenciones y se incorporó en su sillón. "Sé lo que tratas de
hacer -dijo-, pero olvidas que no soy lo que tú crees. Yo no sufro; no puedo sufrir porque no soy un objeto.
Desde luego hay sufrimiento. Pero, ¿no tedas cuenta de lo que es este sufrimiento? Yo soy el sufrimiento.
Sea lo que fuere que se manifieste, yo soy el movimiento. Soy la percepción de cualquier cosa perceptible.
Cualquier cosa que se haga, yo soy esa acción; yo soy el hacedor y, comprende esto, también soy aquello
que es hecho. De hecho, yo soy la manifestación en su totalidad.
"Una vez que apercibes esto, nada más necesitas conocer ya. Esta es la Verdad. Pero la palabra
importante es "apercibir". Lo que he dicho lo he dicho con respecto a mí mismo. Más si tienes una
apercepción de esto, puedes también decir lo mismo. Tú y yo no somos dos, sino la misma Unicidad
Absoluta. Si esta apercepción prevalece, no podrás tener ninguna riña con nadie, sea lo que sea que haga
o deje de hacer la otra persona. ¿Por qué? Porque te habrás dado cuenta de que todo lo que sucede es
parte del funcionamiento general de la conciencia y de que ningún objeto fenoménico (que en verdad no es
más que una apariencia en la conciencia de alguien más) puede tener una existencia independiente o libre
voluntad para actuar. Reflexiona a fondo sobre esto".
Otra mañana, Maharaj se sentó recostado a medias en su cama con los ojos cerrados. Los visitantes
habían llegado uno por uno y habían tomado asiento en silencio. Al ver al Maestro descansar, se sentaron
en meditación con los ojos cerrados. Es sorprendente lo fácil que es entrar en un estado de "quietud"
mental en presencia del Maestro. De pronto, Maharaj comenzó a hablar, aunque con voz muy débil.
"Ustedes vienen aquí en busca de algo. Lo que pretenden puede ser el Conocimiento con mayúscula -la
Verdad suprema-, pero sin duda algo buscan. La mayoría de ustedes ha venido durante bastante tiempo.
¿Por qué? Si hubiera habido la apercepción de lo que he estado diciendo, ¡hace tiempo que habrían dejado
de venir! Lo que ha sucedido, en cambio, es que han venido un día tras otro identificándose como seres
individuales, hombres o mujeres, con diversas personas y cosas que ustedes llaman "mías". Piensan,
asimismo, que han venido aquí, por voluntad propia, a ver a otro individuo -un gurú- quien, esperan
ustedes, los "liberará" de su "esclavitud".
"¿No se dan cuenta de lo ridículo que es todo esto? El hecho de que vengan día tras día muestra
únicamente que no están dispuestos a aceptar mi palabra de que no existe nada semejante a un
"individuo", de que el "individuo" no es otra cosa más que una apariencia; que una apariencia no puede
tener "esclavitud" alguna y, en consecuencia, no hay "liberación" posible para ella.
"Si el fundamento mismo de su búsqueda es erróneo, ¿qué pueden encontrar? ¿Existe en realidad algo que
haya que conseguir? ¿Quién lo ha de conseguir? ¿Una apariencia?
"Esto no es todo. Cuanto digo está siendo grabado por algunos; otros, en cambio, toman sus propias notas.
¿Con qué propósito? ¿Para hacer el condicionamiento todavía más poderoso? ¿Acaso no se dan cuenta de
que el "quien" nunca ha sido posible? Todo lo que ha acontecido (si ha acontecido algo) ha sido
espontáneo. Nunca ha habido sitio para un individuo en la totalidad de la manifestación; todo el movimiento
se da a nivel del espacio físico conceptual (Mahadakasha), el cual está contenido en un fragmento
conceptual de conciencia, o el espacio mental del tiempo, la percepción y la cognición (Chidakasha). La
totalidad de lo conocido finalmente se une a la potencialidad infinita que es la Realidad a temporal e
ilimitada (Paramakasha). En esta manifestación conceptual se crean y se destruyen un sinnúmero de
formas, en tanto que el Absoluto es inmanente a todas las formas fenoménicas. ¿Dónde figuran los
individuos como individuos? En ninguna parte. Y, no obstante, en todas partes, pues nosotros somos la
manifestación. Somos el movimiento. Somos la vida que es vivida. Somos lo que vive en el sueño. Pero no
como individuos.
"La apercepción de esta verdad echa por tierra al buscador individual; el buscador se convierte en lo
buscado y lo buscado es la apercepción".
En otra sesión, Maharaj planteó otro aspecto del mismo tema, esto es, las personas que vienen a verlo en
busca de conocimiento. Esta vez preguntó: "¿Qué es este "conocimiento" que ustedes buscan, este
conocimiento sobre el que toman notas? ¿Qué uso les darán? ¿Han ustedes reflexionado sobre este
aspecto de la cuestión?
"La cuestión importante -continuó- es: ¿Tenían necesidad de algún conocimiento hace cien años? Ese, que
no conocen y no pueden conocer, es su verdadero estado. Este, que piensan real porque puede
objetivarse, es lo que ustedes parecen ser. Cualquier conocimiento que en este momento busquen acerca
de su estado real es incognoscible, pues ustedes son lo que están buscando. Todo lo que se puede obtener
a manera de conocimiento se halla a un nivel conceptual; el conocimiento que conseguirían como
apariencia objetiva. Tal "conocimiento" no es en modo alguno distinto de la "ignorancia", pues ambos son
contrapartes interrela-cionadas en el nivel conceptual. En otras palabras, la comprensión al nivel de la
mente viene a ser sólo conceptúa-lizacióny, en consecuencia, por completo ilusoria. Entiendan por favor la
diferencia existente entre este conocimiento conceptualizado y la apercepción intuitiva que no se halla en el
nivel conceptual. Apercibir es, en realidad, una visión total o interna que en lo básico es distinta de la sola
visión intelectual. Una vez que se da la apercepción, desaparece por completo la dualidad de los contrarios,
el fundamento de la simple comprensión intelectual. No hay cabida para el pensamiento de "alguien" en el
sentido de haber comprendido algo mediante el uso del razonamiento y la lógica. La verdadera
comprensión es apercepción espontánea, intuitiva, sin elección y totalmente no dualista. Mediten acerca de
lo que he dicho".
Cierto día en que un visitante planteó el problema de la "ética" y la conducta moral (cuestiones que siempre
han sido consideradas ajenas a nuestra discusión aquí) Maharaj se sintió tan divertido que, pese a su
extrema debilidad física, se incorporó y dijo que nunca dejaría de asombrarle la confusión de pensamiento
que mostraban incluso aquellas personas que se suponía eran intelectuales. Se rio tanto que tuvo un
ataque de tos. "Una vez que se ha entendido que hay un sitio determinado, el retrete, para propósitos
específicos, ¿usarían la sala o la recámara para tales propósitos?", preguntó.
"En el momento en que ustedes tengan una apercepción inequívoca de su verdadera naturaleza, cuando
con claridad adviertan la falsedad de lo falso, ¿podrá plantearse el problema de tener que decidir la
conveniencia o inconveniencia de alguna acción? ¿Quién tomará la decisión? ¿Tenemos una voluntad
independiente para tomar la decisión? ¿Existe en realidad alguna elección? Una vez que se apercibe que
no existe una entidad con libertad de acción, ¿en adelante no sería "vivir" un vivir totalmente carente de
volición? En otras palabras, ¿no llevaría acaso la apercepción misma a un abandono -o, con más precisióna
un cese espontáneo del propio concepto de actividad volitiva? Uno puede creer que vive, pero en realidad
tan sólo "está siendo vivido"."
Exhausto por esta breve pero animada exposición, Maharaj se volvió a recostar en su cama y dijo que le
hubiera gustado hablar más sobre este punto, pero francamente no tenía la fuerza necesaria. Y añadió, con
cierta ironía, que quizá era mejor que ahora sólo pudiera divulgar cápsulas de conocimiento.
Esa mañana en particular, Maharaj se encontraba demasiado débil incluso para levantarse, pero tenía
ganas de hablar. Con suavidad y lentitud inició su plática: "¡Qué fantástico tema es éste! Es un tema
escurridizo, la persona que cree que está escuchando es ilusoria, ¡y no obstante, nadie cree que no exista!
Cuando ustedes llegan aquí, les doy la bienvenida y les ofrezco mi humilde hospitalidad, pero al hacerlo
tengo conciencia plena de la verdadera situación: no existe un hablante ni un escucha. ¿Por qué es que
nadie puede decir con honestidad que no existe? Porque cada persona sabe que está presente -o, más
bien, porque hay un sentido de presencia intuitivo- y, esto es importante, no existe ninguna entidad que
pueda decir que no existe. Si una entidad afirmara que no existe, ¡esa misma afirmación demostraría su
existencia!
"Empero, el punto más importante, el cual no es tan fácil comprender, es que el origen de esta presencia
fenoménica (que es la manifestación de lo inmanifestado) es la ausencia nouménica. Esto quiere decir,
además, que siempre que la mente está en "ayuno", sin conceptualización alguna, hay ausencia
fenoménica, y esta presencia de ausencia fenoménica es nouménica. Me pregunto cuántos de ustedes
comprenderán esto".
Era un día domingo y la pequeña habitación de Maharaj se encontraba llena por completo. La mayoría de
los visitantes eran los que siempre iban, sólo un pequeño grupo había llegado de un lugar lejano del país.
El guía del grupo se dio cuenta de la débil condición física de Maharaj y se resignó a la idea de que
tendrían que contentarse con un darshan solamente. Sin embargo, Maharaj se incorporó en su cama, miró
directamente al nuevo grupo y con una sonrisa preguntó si tenían alguna pregunta. Añadió que no se
encontraba del todo bien físicamente y que esperaba que las preguntas se plantearan a un nivel adecuado.
Hubo un breve murmullo de consulta entre ellos, y su guía dijo en forma respetuosa que sólo tenía una
pregunta: ¿En verdad existe la "iluminación"? Y agrego que dicha pregunta no estaba siendo planteada en
forma frivola, sino con base en una larga búsqueda espiritual. Maharaj sonrió y comenzó a hablar pese al
cansancio que claramente se traslucía en su rostro. Se incorporó hasta quedar bien erguido y su voz tomó
un vigor inesperado.
"Por más que lo repita constantemente -dijo-, ni siquiera aquellos que me visitan con regularidad parecen
poder aceptar el hecho fundamental de que es un completo sinsentido pensar en la necesidad de
iluminación de un individuo. Básicamente, sólo existe Yo; no existe "mí" ni "tú" que haya de ser iluminado.
¿Cómo puede un objeto fenoménico, que es tan sólo una apariencia, ser transformado mediante la
"iluminación" en algo distinto de lo que es, es decir, una simple apariencia?
"Cuando tiene lugar la "iluminación", hay una apercepción en el sentido de que lo que concebimos como
nuestra condición normal -la de ser objetos fenoménicos- es tan sólo una condición temporal, lo mismo que
una enfermedad, que ha invadido nuestro verdadero estado normal nouménico. Es darse cuenta de pronto
de que lo que se consideraba "normal" no lo era en realidad. El resultado de dicha apercepción es una
especie de cambio de la existencia de un individuo a la existencia como tal; la voluntad desaparece y
cualquier cosa que suceda parece correcta y adecuada. Uno toma su posición como testigo de cuanto
sucede o, más bien, sólo ese atestiguamiento queda".
Esta mañana Maharaj se recostó en la cama, obviamente en el estado de mente vacía. Durante varios
minutos, los visitantes -que no eran muchos, pues era un día de trabajo se sentaron en silencio. De pronto
el Maestro abrió los ojos y dijo muy bajito que no habría plática porque se sentía demasiado débil para
hablar. Con todo, sonrió con benevolencia y agregó muy lentamente: "Si tan sólo pudieran aprehender de
manera profunda e intuitiva lo que ustedes eran antes de asumir este cuerpo con conciencia, digamos hace
unos cien años, aun desde esta prisión física verían el mundo sin el sentido de dualidad, no a partir de su
identidad como centro individual ilusorio. Entonces la conceptualización cesaría".
El Maestro hizo entonces una seña para indicar que la sesión había finalizado y los visitantes se
dispersaron.
Domingo 12 de julio de 1981. Como es usual en estos días, Maharaj estaba acostado en su cama mientras
su devota y asistente fiel, Anna, daba un masaje a sus piernas. Su respiración era bastante penosa, casi
siempre por la boca, y parecía profundamente dormido. De improviso, hizo esfuerzos por levantarse y lo
ayudaron a reclinarse sobre unos cojines. Comenzó a hablar, su voz era sorprendentemente firme. "Lo que
deseo decirles es asombrosamente simple, si tan sólo pudieran apercibirlo, ¡Y lo más sorprendente es que
sólo puede apercibirse si el "oyente" se halla del todo ausente! Entonces sólo la apercepción queda y
ustedes son esa apercepción.
"Lo que sucede es que el Absoluto inmanifestado se expresa en la manifestación. La manifestación tiene
lugar a través de millones de formas; la conciencia opera en cada una de ellas, y la conducta y el
comportamiento de éstas, en términos generales, son acordes con la naturaleza básica de la categoría a la
que pertenecen (ya se trate de una planta, un insecto, un león, o un hombre), y de manera particular,
acordes con la naturaleza de la combinación específica de los elementos básicos de cada forma.
"No hay dos seres humanos idénticos (las huellas digitales de ningún par de personas son exactamente
iguales) porque las permutaciones y combinaciones de los millones de posibilidades de los ocho aspectos
(los cinco elementos básicos y los tres gunas) dan por resultado billones y trillones de formas, de modo que
la naturaleza de ningún par de formas es la misma. Constantemente se crean y se destruyen millones de
estas formas en el proceso de la manifestación.
"Una percepción clara de este proceso de manifestación implica la comprensión de que: a) en realidad no
hay posibilidad alguna de identificación con una forma individual porque la base misma de este
espectáculo-manifestación es la duración (de cada forma) y la duración es un concepto de tiempo, y b)
nuestra verdadera naturaleza es el ser testigo de este espectáculo. Huelga decir que el atestiguar sólo
puede tener lugar en tanto la manifestación continúe y ésta sólo puede continuar en tanto haya conciencia.
¿Quién ha de comprender todo esto? La conciencia, desde luego, la cual trata de encontrar su origen sin
hallarlo, pues el buscador es lo buscado. La apercepción de esta verdad es la liberación final y única, y el
comodín de la baraja es el hecho de que incluso la "liberación" es un concepto. Ahora vayan y reflexionen
sobre esto".
Martes 14 de julio de 1981. Un grupo de tres personas visitaba a Maharaj por vez primera. Aunque
languidecía en la cama dada su condición de debilidad extrema, les preguntó si tenían alguna pregunta.
Tuvieron una breve plática entre ellos y decidieron hacer sólo una: "Maharaj, los tres hemos hecho durante
algún tiempo un cierto sadhana, pero el progreso no parece el adecuado, ¿qué debemos hacer?" Maharaj
respondió que el propósito de cualquier esfuerzo es conseguir algo, un beneficio que no se tiene. "¿Qué es
lo que ustedes tratan de conseguir?" La respuesta fue rápida y categórica: "Queremos volvernos, como tú,
iluminados". Maharaj se rió incorporándose en la cama. Cuando se le ayudó a ponerse un poco más
cómodo con un par de cojines para apoyar su espalda, conminó:
"Es aquí donde radica el error de comprensión: en pensar que ustedes son una entidad que debe lograr
algo que los convierta en una entidad semejante a la que creen que yo soy. Es éste el pensamiento que
constituye la "esclavitud", el identificarse con una entidad, siendo que nada, absolutamente nada que no
sea dejar de identificarse podrá "liberarlos".
"Como dije, se ven a sí mismos y a mí como entidades, como entidades independientes; yo los veo, en
cambio, como me veo a mí mismo. Ustedes son lo que yo soy, pero ustedes se han identificado con lo que
piensan que son -un objeto-y buscan liberarse de ese objeto. ¿No es una gran ironía? ¿Puede un objeto
tener una existencia independiente y voluntad para actuar? ¿Puede un objeto estar esclavizado? ¿Y acaso
puede ser liberado?"
El consultante juntó sus manos en un gesto de namaskar y de manera sumamente respetuosa señaló que
lo que Maharaj había dicho podía ser incuestionable como ideal teórico, pero que seguramente, aun cuando
las personas no puedan ser más que entidades ficticias, meras apariencias en la conciencia, ¿cómo hemos
de vivir en el mundo si no es aceptando como bastante "reales" en la vida a las diferentes entidades?
Esta discusión al parecer animó de manera extraordinaria a Maharaj: poco a poco fue desapareciendo la
debilidad en su voz. Dijo: "Te das cuenta de lo delicado que es este tema. Te has respondido en tu
pregunta misma, pero se te ha escapado la respuesta. Lo que has afirmado es que sabes que la entidad
como tal es totalmente ficticia y no tiene voluntad propia; es sólo un concepto. Pero esta entidad ficticia
tiene que tener una vida normal. ¿Dónde está el problema? ¿Es tan, tan difícil llevar una vida normal
sabiendo que la vida en sí es un concepto? ¿Has comprendido el punto? Una vez que hayas visto lo falso
como falso, una vez que te percates de la naturaleza dual de lo que llamas "vida" -que en realidad es vivirlo
demás será simple; tan simple como la actuación de su papel que desempeña con entusiasmo el actor, a
sabiendas de que sólo desempeña un papel en una obra teatral o en una película, nada más.
"Reconocer este hecho con convicción, apercibir la situación, es la única verdad. El resto es mera
actuación".
Jueves 16 de julio de 1981. Sólo estuvieron presentes unos cuantos de los visitantes habituales. Maharaj,
aunque se encontraba visiblemente cansado y exhausto, pidió que alguien hiciera alguna pregunta ¡o que
diera una charla alguno de los presentes! Así pues, alguien comenzó a hablar con las siguientes palabras:
"La conciencia que tengo..." Si hubiera sido un visitante nuevo quien lo hubiera dicho, probablemente
Maharaj habría ignorado la implicación de lo que se dijo, pero se trataba de un visitante "regular" y debería
haber tenido una comprensión mejor. Maharaj gritó de repente: " ¡Alto!". A pesar de su débil condición, la
palabra sonó como un disparo. Miró irritado a la persona que había hablado y dijo:
"¿Qué quieres decir con "la conciencia que tengo"? ¿Te das cuenta del sinsentido que has dicho? ¿Cómo
puedes "tú", o cualquier otra persona, tener conciencia? ¿No te das cuenta de la grandeza inimaginable, de
la santidad de lo que tú llamas de manera despreocupada "conciencia"? Cualquiera que sea el nombre que
le des, la palabra no es lo que significa. ¿Cómo es posible que olvides la verdad básica de que la
conciencia es la verdadera expresión de lo-que-somos? Es por medio del movimiento de la conciencia que
el Absoluto inmanifestado se hace conciente de su conciencia en sí a través de la manifestación, y que el
universo entero viene a la existencia.
"Puede ser por irreflexión que uses estas palabras, no lo sé, pero el descuido mismo es muestra de la
fuerza del condicionamiento que hace que te identifiques con el cuerpo. Piensas que tú eres ese cuerpo y
que él tiene la conciencia. Si te es difícil considerar la cuestión si no es en términos de algo que posee otra
cosa, seguramente ha de ser la conciencia la que posee no sólo el cuerpo que crees ser, sino todos los
otros millones de cuerpos en los cuales la conciencia funge como prajna".
Viernes 17 de julio de 1987. Era el sagrado día de Gurú Purnima y Maharaj tuvo que recurrir con gran
dificultad a sus menguadas facultades físicas para decir unas cuantas palabras en su día más propicio, y se
incorporó sobre la cama. Vestía un suéter grueso a pesar del calor que hacía en la pequeña habitación
debido al gran número de los devotos. Comenzó hablando con voz muy débil, pero pronto ésta pareció
cobrar una nueva fuerza.
"Ustedes han estado viniendo aquí con la esperanza continua de que les dé un programa de lo que deben
hacer para "liberarse". Y una y otra vez les he dicho que dado que no existe ninguna entidad como tal, el
problema de la esclavitud no surge; y que si no hay alguien que esté encadenado, no hay necesidad de
liberación. Lo único que puedo hacer es mostrarles que ustedes no son lo que piensan.
"Sin embargo, para la mayoría de ustedes no es aceptable lo que digo. Y algunos van a otros sitios, en
donde se sienten contentos de que les den una lista de prescripciones y prohibiciones. Lo que es más,
actúan de acuerdo con las instrucciones con fe y diligencia, pero de lo que no se dan cuenta es que, hagan
lo que hagan como "entidades", ello sólo fortalecerá su identificación con la entidad ilusoria y, por
consiguiente, la comprensión de la Verdad seguirá estando lejana.
"En general se piensa que de algún modo debe cambiarse para convertirse de un ser humano imperfecto
en uno perfecto, en sabio. ¡Si tan sólo se diera cuenta la gente de lo absurdo que es este pensamiento!
Aquel que piensa en estos términos no es en sí más que un concepto, una apariencia, una imagen en un
sueño.
"¿Como ha de poder un fantasma fenoménico despertar de un sueño perfeccionándose a sí mismo?
"El único "despertar" posible es apercibir aquello-que-es. En esta apercepción de hecho no hay sitio para un
"quien", pues la apercepción misma es nuestra verdadera naturaleza, y es prerrequisito de tal apercepción
la desaparición del fenómeno. La manifestación en su totalidad es lo que se apercibe, pero no se trata de
una apercepción que realiza "alguien" que se mantiene como un observador al margen. La apercepción es
el movimiento total del Absoluto: la apercepción es lo que tú eres. El universo que aparece en la conciencia
es el origen mismo del universo aparente. La conciencia no es distinta de su contenido o manifestación.
"Esta apercepción no tiene nada que ver con un "quien", con un fenómeno, una apariencia en la conciencia,
que es tan sólo una parte infinitesimal del movimiento en su totalidad. La profunda comprensión intuitiva de
este hecho es el único "despertar", la única "iluminación" o "liberación" ilusoria de la "esclavitud" ilusoria, el
despertar del sueño que es la vida.
"¿Qué es lo que hace el gurú? Un gurú realizado haría lo único que puede hacerse: apuntar al sadgurú que
se encuentra en el interior. El sadgurú está siempre ahí, lo recuerden o no, y una asociación constante con
él -sea cual sea la actividad que puedan estar realizando- es lo único que se necesita. Cualquier otra cosa a
manera de esfuerzo no sólo no ayuda, sino que puede ser un obstáculo y un peligro.
Domingo 26 de julio de 1981. Había un público numeroso, como es común la mañana del domingo. La
habitación estaba completamente llena. Maharaj sonrió y se preguntó qué esperaba conseguir la gente que,
a sabiendas de que no estaba en condiciones de hablar, seguía visitándolo. Tuvo que hacer un gran
esfuerzo para incorporarse, ayudado por su devoto asistente. Miró en torno suyo y dijo que no podía
reconocer a nadie, pero que si había alguna pregunta, no se contuvieran de hacerla. "Lo que sí es
importante -añadió-es que tengan presente que en el nivel intelectual no pueden tener fin las preguntas".
Un visitante preguntó: "En el curso de la búsqueda de nuestra verdadera naturaleza oponen numerosos
obstáculos el mundo desde fuera y la mente desde el interior. ¿Por qué, y qué es lo que debemos hacer?"
La respuesta de Máharaj fue inmediata:" Aferrarte al que realiza la búsqueda. Es todo lo que tienes que
hacer. Si lo haces -es decir, si no dejas que se te escape en ningún momento el-que-busca- al final
descubrirás que el buscador no es otra cosa que la conciencia en busca de su origen, y que el buscador
mismo es a un tiempo la búsqueda y lo buscado, y eso es lo que eres tú".
Hubo otras preguntas más que Maharaj despachó de manera más o menos sucinta, aunque tenían que ver
con el comportamiento en el mundo, siendo el punto principal que la naturaleza, o la conciencia en acción,
es la responsable del desarrollo espontáneo del cuerpo desde el momento de la concepción hasta el
nacimiento del cuerpo y, más tarde, de la infancia y la niñez a la juventud para completar el desarrollo y
morir finalmente. "¿Por qué de pronto ustedes aceptan la responsabilidad de las acciones del cuerpo y con
ello la cadena de la retribución de esas acciones?", preguntó.
Por último, ya para finalizar, surgió la siguiente pregunta: "¿Existe alguna diferencia entre una persona que
es un avadhuta y otra que es un jñani? Lo pregunto porque quiero saber cómo actúa en este mundo una
persona que se ha realizado".
Maharaj sonrió y dijo: "Todas las palabras que tú empleas al preguntar y todas mis palabras que intentan
dar respuesta parecen no conducir a nada. De cumplir su objetivo al menos una de mis respuestas, no
habría ninguna pregunta más. Así que, en cierto modo, es mejor lo que en realidad sucede; sus preguntas
persistentes y mis respuestas contribuyen de igual manera aun cierto entretenimiento para pasar el tiempo.
No hay, en verdad, nada más que se deba hacer, pues esto que se contempla como el universo no tiene
ningún "propósito"; todo es lila, y nosotros somos partícipes de ese pasatiempo. Debemos comprender
esto.
"Ocupémonos, empero, de tu pregunta. Avadhuta, jñani y realización son todos nombres de un estado cuyo
supuesto básico es la negación total de la individualidad de una entidad particular; no obstante, la pregunta
se funda en el entendimiento de que un jñani es una "persona", y tú quieres saber cómo una persona de
esta clase se conduce en este mundo. ¿Te das cuenta de la contradicción que hay en esto? En el momento
en que hay realización, desaparece la diferencia entre "yo" y los "otros" y, claro está, junto con ella la
autoría de la seudopersonalidad. Por consiguiente, una vez que la realización tiene lugar -entiéndase que
no hay "alguien" que "logre" la realización- no puede ya más haber sitio para el sentido de voluntad, el
deseo o la elección.
"Traten de comprender el significado de lo que acabo de decir. Si lo han comprendido, entenderán también
que no puede haber una "persona "realizada y, por lo tanto, no tiene sentido preguntar cómo se conduce en
el mundo tal persona. ¿Qué pasa con el cuerpo? La respuesta a las situaciones externas es espontánea,
intuitiva, en ella no interviene la mente dividida individual, y de esa manera queda fuera cualquier cuestión
acerca de la actividad volitiva".
Sábado 8 de agosto de 1981. Una mujer joven hizo una pregunta a Maharaj acerca del sentido y la utilidad
de repetir un japa. Maharaj dijo que interpretaría la palabra japa en su sentido de sustantivo "que denota un
propósito", el cual sería "proteger".
Continuó: "Al repetir de manera constante un japa, o un mantra, trátese de una palabra o de una
combinación de palabras, tú intentas "proteger" algo. ¿Qué se intenta proteger? Algo que uno "ama" en
demasía. ¿Qué ama uno excesivamente? Algo que es lo que más "necesita"; ¿y qué es lo que uno más
necesita? Algo sin lo cual ninguna otra cosa tiene sentido ni valor alguno. ¿No es acaso el ánima, el sentido
de presencia animada, la conciencia, aquello sin lo cual nada puedes conocer ni disfrutar? Esta tan
estimada "necesidad" es la conciencia, a la cual deseas "proteger" a toda costa, ¿y no es acaso la mejor
forma de proteger algo el no alejarse de ello por completo?, ¿no lo es?
"Así pues, el objetivo fundamental de la repetición de un japa en forma continua es mantenerse unido a la
conciencia todo el tiempo. Pero debes entender que esta "práctica" te permitirá lograr tu "propósito" sólo
durante un espacio de tiempo limitado, mientras repites el japa. Por otro lado, la apercepción clara de tu
naturaleza verdadera no se basa en modo alguno en el concepto de tiempo; la apercepción es
intemporalidad".
Domingo 9 de agosto de 1981. La misma joven quiso saber si era buena la práctica de guardar un día a la
semana "en silencio". Maharaj sonrió y dijo que sería una práctica excelente si se comprendiera de modo
cabal el significado de la palabra "silencio". Entonces explicó: "Me he enterado de ciertos mahatmas y
gurús, grandemente interesados en política, que guardan "días de silencio", en los que no hablan pero se
comunican con la ayuda de pluma y papel. Estoy seguro de que sus lenguas tienen entonces un muy
merecido descanso, pero aparte de eso, dudo que esta práctica pueda procurar algún otro beneficio.
"Lo que entiendo por silencio es la ausencia total de palabra y pensamiento. ¿Alguna vez has reflexionado
acerca de dónde proviene la palabra? Antes de que una palabra se vuelva oral, tiene que ser un
pensamiento, un movimiento en la conciencia, y, por consiguiente, el origen tanto de la palabra como del
pensamiento es la conciencia. Una vez que comprendas esto, comprenderás también que sólo puede haber
perfecto silencio en ausencia de pensamiento, sólo cuando cesa el pensamiento y se suspenden también la
conceptualización y la objetivación. Cuando cesa la conceptualización, la identidad, que es su fundamento,
no puede permanecer más, y en ausencia de identidad no hay esclavitud".
Martes 18 de agosto de 1981. Esta mañana Maharaj se encontraba demasiado débil para hablar. Aprobó la
sugerencia de que se pusiera una de las cintas grabadas de sus pláticas. Después de unos veinte minutos,
pidió que se detuviera la cinta. Se incorporó en su cama con dificultad y dio en voz baja un mensaje:
"Reflexionen sobre lo que acaban de escuchar; sobre lo que han oído, e infinitamente más importante,
sobre quién lo ha oído".
Después de este breve mensaje que transmitió como un susurro, al Maestro se le quebró la voz. Su
garganta se obstruyó. Cerró sus ojos, su menguadas facultades físicas luchaban con un insoportable dolor.
Y nosotros lo observábamos impotentes.
Martes 8 de septiembe de 1981. Hoy, Sri Nisargadatta Maharaj alcanzó el Mahasamadhi a las 7:32 p.m. en
el ash-ram de su residencia.
Cuando, por la mañana, llegué a su casa como de costumbre, unos minutos antes de las diez, pensé que
Maharaj se veía mucho mejor que el día anterior. Su rostro tenía un mejor color y sus ojos estaban más
alertas, pero supe por su hijo que el doctor había advertido que su pecho estaba muy congestionado y era
necesario administrar oxígeno. Se había dispuesto un tanque de oxígeno.
Cuando me marché, a eso de las once, Maharaj había aceptado primero una taza de leche y, un poco más
tarde, una de té; parecía que se estaba sintiendo mejor. Sin embargo, cuando nos quedamos mi amigo
Mullarpattan y yo, él le dijo a Maharaj que no regresaría por la tarde, como acostumbraba. Maharaj sabía
que yo normalmente sólo lo visitaba por las mañanas, pero en esta ocasión me preguntó específicamente si
iba a volver. Me sorprendió un poco su pregunta pero, dándome cuenta de su intención, dije que volvería
por la tarde, y pareció complacido. Cuando nos marchábamos Maharaj dijo que sentía un poco de sueño y
descansaría un rato.
Yo tuve una visita en la tarde. Se quedó un poco más de lo que había esperado. Cerca de las 6:30, cuando
me disponía a salir hacia la casa de Maharaj, recibí una llamada telefónica de Mullarpattan para decirme
que la condición de Maharaj era preocupante.
Me fui de prisa a casa de Maharaj y lo encontré con el oxígeno puesto. Sus ojos estaban abiertos, pero con
una expresión indiferente que indicaba que se hallaba quizá en el estado de mente vacía. Su respiración
era penosa, parecía que el fin no estaba lejos.
Su aliento, que se volvía más y más débil, cesó finalmente del todo a las 7:32 p.m. Maharaj había hecho la
transición de lo relativo a lo Absoluto con gran facilidad y paz. Mullarpattan y yo nos encontrábamos ahí
cuando llegó el fin, junto con los familiares de Maharaj y dos de sus asistentes personales. Se decidió que
el funeral tendría lugar al día siguiente.
Miércoles 9 de septiembre de 1981. El cuerpo de Maharaj fue recostado en el sillón médico especial que un
devoto belga, Josef Nauwelaerts, había traído personalmente del otro lado de Bombay hacía sólo cinco
semanas. Entonces nos dirigimos al crematorio Benganga, en una procesión que conjuntó a varios cientos
de devotos. En ese lugar se encuentra el samadhi del gurú de Maharaj, Sri Sidharameshwar Maharaj.
La procesión fúnebre comenzó cerca de las 12:15 p.m. El cuerpo de Maharaj fue llevado en un carro
profusamente decorado con flores y, además de los cientos que se unieron a la procesión en su último
viaje, muchos más hicieron una reverencia a su paso. Llegamos al lugar de la cremación a las 2:45 p.m.
La pira fue encendida por el hijo de Maharaj a las 3:40, al concluir una sencilla pero conmovedora
ceremonia que comenzó con el habitual Iratfii frente al cenotafío del gurú de Maharaj, como era su
costumbre antes de hacer un viaje.
La forma física del Maestro se unió a los elementos de los que estaba constituida. Decir algo más acerca
del Maestro sería superfluo e inadecuado, además de completamente contrario a su enseñanza. La Verdad
debe ser apercibida; se convierte en un concepto cuando se la expresa.
APÉNDICE 1.
La esencia de la enseñanza.
La esencia de la enseñanza de Sri Nisargadatta Maharaj es el conocimiento de nuestra verdadera
identidad. Este conocimiento es de hecho el punto fundamental en torno al cual gira todo. Es la más
importante verdad. Y la apercepción de esta verdad sólo surge de una intensa experiencia personal, no es
fruto del estudio de textos religiosos que, en opinión de Maharaj, no son más que conocimiento "de oídas".
Fundado en hechos incontrovertibles y descartando por completo todo supuesto y especulación, Maharaj a
menudo se dirigía a los nuevos visitantes en los siguientes términos:
"Tú te encuentras ahí sentado, yo aquí, ahí se encuentra el mundo exterior, y, por el momento, podemos
suponer que debe de existir un creador, digamos Dios. Estos tres o cuatro elementos son hechos o
experiencias, no "lo que dicen". Limitemos nuestra conversación a estos elementos". Este principio excluye
de manera automática los textos tradicionales, al igual que lo que hemos oído, de ahí que las pláticas de
Maharaj siempre produzcan una sensación estimulante de frescura y libertad. Sus palabras no necesitan
apoyarse en las palabras o experiencias de ninguna otra persona que es, después de todo, a lo único que
pueden aludir los textos tradicionales. Este enfoque desarma por completo a aquellas personas "instruidas"
que llegan a impresionar a los otros visitantes con sus conocimientos y que, al mismo tiempo, esperan
obtener de Maharaj un certificado de su alto estado evolutivo. Esto a su vez alienta en gran medida al
verdadero buscador que prefiere comenzar desde el principio.
Sobre esta base el visitante normalmente se queda sin muchas preguntas que hacer, pues todas las que
concibió de antemano resultan por lo general estar basadas en conocimientos de "oídas". Es común que
Maharaj ayude entonces a tales visitantes sugiriendo cuestiones como ésta: ¿Qué es aquello sin lo cual
nadie podría percibir nada ni hacer nada? ¿Aquello sin lo que tú no podrías formular preguntas y yo no
podría responder? Si tú y yo no fuéramos concientes, ¿podríamos haber tenido esta conversación? ¿Qué
es "conciencia"? ¿No es acaso el sentido de estar presente, de estar vivo? Este sentido de Presencia
Conciente en realidad no se refiere a la presencia de un individuo: se trata de un sentido de presencia
conciente como tal. Sin esta conciencia, por ejemplo cuando la conciencia abandona el cuerpo al morir, el
cuerpo se desecha de inmediato -es enterrado o incinerado-, pues de no ser así la carne putrefacta
comenzaría a oler mal. ¿Dónde, entonces, está el individuo al que podría haberse considerado genio
cuando la conciencia estaba ahí? Se dice que él ha "muerto". La conciencia: base de toda manifestación.
Maharaj dice a los visitantes que sus pláticas siempre versan sólo acerca de esta conciencia o sentido de
"yo soy". Toda pregunta respecto a cualquier otra cosa sería inútil porque, para que cualquier otra cosa
pueda ser, es necesario que antes haya-conciencia. Si yo no soy (conciente), dice él, no hay mundo (como
en el sueño profundo). Es sólo cuando soy conciente que el mundo existe para mí. Por lo tanto, toda
indagación del buscador, dice Maharaj, tiene que estar relacionada con la conciencia: ¿Cómo surge ésta?
¿Cuál es su origen? ¿Qué la sustenta? ¿Cuál es su naturaleza? Las respuestas a estas preguntas
conducen al verdadero conocimiento. Sin conciencia no puede haber existencia fenoménica y, por lo tanto,
la conciencia es el más grande Dios que un individuo en su individualidad puede concebir, sea cual sea el
nombre que le dé: Krishna, Ishwara, Shiva, Cristo, etcétera. Cuando la conciencia abandona el cuerpo, no
hay individuo, ni mundo, ni Dios.
Debe percibirse con toda claridad, dice Maharaj, la relación entre el cuerpo físico y la conciencia. La
conciencia puede ser conciente de sí misma sólo en tanto se manifieste en una forma fenoménica, un
cuerpo, sea éste el de un insecto, un gusano, un animal o un ser humano. Sin el cuerpo, en su estado
inmanifestado la conciencia no es conciente de sí. Sin la conciencia el cuerpo es sólo materia muerta. El
cuerpo, por consiguiente, dice Maharaj, es el alimento que sustenta a la conciencia y el instrumento por
medio del cual funciona la conciencia. De hecho, dice él, la conciencia es la "naturaleza", la "condición
determinante", o el "sabor" del cuerpo físico al igual que la dulzura lo es del azúcar.
Una vez que hemos comprendido esta íntima relación entre el cuerpo y la conciencia, Maharaj nos pide que
averigüemos cual es el origen de este cuerpo-conciencia. ¿Cómo surgió? El origen del cuerpo humano es
el óvulo fertilizado por el espermatozoide en la matriz, y cuando tiene lugar la concepción, la conciencia
está latente ahí dentro. Es esto -el óvulo femenino fertilizado con la conciencia latente en ello que se
desarrolla en el vientre materno, lo que nace a su debido tiempo como un bebé, crece durante la infancia y
más tarde evoluciona a lo largo de su periodo de vida. ¿Cuál es la fuerza que hay tras este desarrollo
natural? No es otra cosa que la conciencia que se encuentra latente en las células sexuales, las cuales son
en sí la esencia del alimento que consumieron los padres. Debe quedar claro entonces, dice Maharaj, que
la conciencia es la naturaleza misma del cuerpo físico (como el dulzor lo es del azúcar) y que el cuerpo
físico está constituido y sustentado por el alimento, que es la esencia de los cinco elementos. En este
proceso natural espontáneo, el individuo como tal no tiene ninguna importancia. El cuerpo individual está
constituido de alimento y la conciencia es universal, lo abarca todo. ¿Cómo puede el individuo pretender
una existencia independiente o la esclavitud y liberación por sí mismo?
¿Acaso algún individuo ha sido consultado acerca de su "nacimiento" de ciertos padres en particular? El
"mí" y lo "mío" han surgido tan sólo después del nacimiento, que a todas luces es el resultado de un
proceso natural en el que ni los padres ni el bebé han tenido injerencia. En otras palabras, señala Maharaj,
la conciencia-cuerpo es una unidad fenoménica que se ha creado en forma espontánea a partir de los cinco
elementos (espacio, aire, fuego, agua y tierra) y los tres atributos (sattva, rajas y tamas). Esta unidad se
desarrolla durante su lapso de vida y "muere" más tarde; esto es, retorna a los cinco elementos, mientras
que la conciencia que se hallaba limitada por el cuerpo, se libera, fundiéndose con la Conciencia
Impersonal.
Ahora bien, suele preguntar Maharaj, en este proceso natural de creación y destrucción de un elemento
fenoménico, ¿dónde entra un "tú"? Tú nunca participaste en la creación de la unicidad fenoménica que "tú"
supones ser. Tus padres te han dicho que "naciste" y que un cuerpo particular es "tú". En realidad tú no
tienes ninguna experiencia de haber nacido. Lo que nace es una unidad fenoménica, un aparato
sicosomático que es activado por la conciencia. Si no hubiera conciencia, el aparato corporal no sólo sería
inútil, sino que tendría que tirarse lo más pronto posible.
¿Quién eres tú entonces? Tú eres, dice Maharaj, lo que eras antes de que este cuerpo con conciencia
llegase a existir, ¡lo que eras hace cien años!
La pregunta que de manera natural se plantea en este momento es: ¿Quién es entonces el que actúa en el
mundo a través del cuerpo? La respuesta de Maharaj es que la conciencia lo es todo en la manifestación.
Es la conciencia lo que actúa a través de los millones de cuerpos de conformidad con el carácter innato de
la composición de cada cuerpo. Existen millones de formas sicosomáticas pero ninguna es exactamente
igual a otra en todos sus aspectos, ya que cada una tiene una combinación propia de los cinco elementos
más los tres atributos. Cada elemento tiene características propias, y lo mismo sucede con cada uno de los
atributos. ¡Imaginen los millones de gradaciones que puede tener cada uno de estos ocho aspectos y los
billones y trillones resultantes de permutaciones y combinaciones que pueden darse! La conciencia actúa a
través de los cuerpos físicos, cada uno de los cuales tiene su propio temperamento y carácter, fundado en
parte en su composición física y en parte en el condicionamiento recibido. Si esto se percibe con claridad,
debe ser también suficientemente claro que ningún individuo tiene autonomía para actuar de manera
independiente. Empero, el individuo en su ignorancia cree que es el quien actúa; el individuo, dice Maharaj,
"toma para sí" las acciones que tienen lugar, atándose así a una esclavitud ilusoria, y experimenta por ello
dolor y placer. Es así como surge la "esclavitud".
La intención de Maharaj es que tengamos claro lo siguiente: El hombre se considera un ser especial, un ser
aparte con respecto a todos los otros seres de la creación. No obstante, en lo que concierne a los
componentes de la estructura física, no existe diferencia alguna entre las diversas clases de criaturas
sensibles. Lo único que difiere es el proceso de creación.
El fin básico de Paramarta.
Maharaj nos insta constantemente para que no omitamos, olvidemos, pasemos por alto o ignoremos el fin
fundamental de todo paramarta, a saber, la comprensión última, y para que conozcamos nuestro swarupa,
es decir, nuestra verdadera identidad. ¿Cuál es nuestra verdadera identidad? Maharaj diría: No
manifestada, en reposo, nuestra identidad es la Unidad Absoluta, la Conciencia Pura inconciente de sí;
manifestada, funcionando en la cualidad, nuestra identidad es conciencia que se busca como lo "otro"
porque "no puede tolerar su propia presencia". Dicho de otra manera, para Maharaj el cuerpo con
conciencia ha aparecido como una enfermedad pasajera en nuestro estado original de atemporalidad,
inmutabilidad y Noumenalidad Absoluta sin causa ni razón, como parte del "funcionamiento" total de la
Conciencia Impersonal en su papel comoprajna. Cada una de las formas fenoménicas tiene una duración
determinada y al final de su lapso de vida desaparece de modo tan espontáneo como apareció; entonces la
conciencia, liberada de su limitación física, no es ya más conciente de sí y se une a la Conciencia
Primordial: uno no nace ni muere. La conciencia necesita de las formas físicas para manifestarse en su
desdoblamiento y constantemente está creando formas nuevas y destruyendo las viejas.
Si es éste el proceso natural del funcionamiento total de la conciencia, surge esta pregunta: ¿Cómo es que
aparecen la entidad individual y su esclavitud? Una respuesta sucinta, dice Maharaj, sería decir que la
conciencia, circunscrita por los límites de la forma física y no hallando ningún otro sostén, se engaña
identificándose con el cuerpo particular y crea así una seudoentidad; esta seudoentidad se toma a sí misma
equivocadamente como el sujeto de las acciones (las cuales en realidad forman parte del funcionamiento
espontáneo total de prajna) y se ve obligada a aceptar entonces las consecuencias y a someterse a la
esclavitud de la causa y el efecto de la idea de karma.
Acerca del renacimiento.
Maharaj rechaza de entrada la idea de renacimiento o reencarnación y la razón de este rechazo es tan
simple que nos domeña: \La entidad que se supone que ha de renacer no existe más que como concepto!
¿Cómo puede un concepto renacer?
Maharaj pregunta con toda inocencia al protagonista del renacimiento: "¿Serías tan amable de decirme:
quién es el que renacería?" El cuerpo "muere" y, después de la muerte, se le suprime -es enterrado o
incinerado- lo más pronto posible. En otras palabras, el cuerpo ha sido destruido irreparable e
irrevocablemente. En consecuencia, ese cuerpo que fue un objeto no puede renacer. ¿De qué manera,
entonces, puede renacer algo no objetivo como es la fuerza vital (el aliento), que a la muerte del cuerpo se
funde con el aire del exterior, o como la conciencia que se une a la Conciencia Impersonal?
Quizá dirás, continúa Maharaj, que la entidad en cuestión es lo que renacerá, pero eso sería
completamente absurdo. Sabes que la "entidad" no es más que un concepto, una alucinación que surge
cuando la conciencia se identifica de manera errónea con una forma particular.
¿Cómo surgió la idea del renacimiento? Tal vez fue concebida como una especie de hipótesis de trabajo
aceptable para satisfacer a la gente más sencilla que no tenía la profundidad de pensamiento suficiente
para pensar fuera de los parámetros del mundo manifestado.
La seudoentidad.
No obstante, para entender con claridad cómo surge la seudoentidad, o el ego (que se supone que es la
causa y el objeto de la aparente esclavitud), es necesario comprender el proceso conceptual de la
manifestación. Lo que nosotros somos en términos absolutos, nouménicamente, es subjetividad-absolutounicidad
sin la más mínima objetividad. La única forma en que esto-que-somos puede manifestarse es a
través de un proceso de dualidad, cuyo comienzo es el movimiento de la conciencia, el sentido de "yo soy".
Este proceso de manifestación-objetivación, el cual estaba del todo ausente hasta este momento, implica
una dicotomía entre un sujeto que percibe y un objeto percibido; entre conocedor y conocido.
El noúmeno -la subjetividad pura- permanece siempre como el único sujeto. Así pues, el supuesto sujeto
que conoce y el supuesto objeto conocido son ambos objetos de la conciencia. Este es el factor esencial
que debe tenerse en mente. Este proceso sólo puede ocurrir en la conciencia. Todo objeto imaginable -
cualquier tipo de fenómeno- que nuestros sentidos perciben y nuestra mente interpreta es una apariencia
en la conciencia. Cada uno de nosotros existe tan sólo como un objeto, una apariencia en la conciencia de
alguna otra persona. El conocedor y lo conocido son ambos objetos que aparecen en la conciencia, pero, y
éste es el punto importante en lo que concierne a la seudoentidad, el que conoce el objeto se asume como
el sujeto del conocimiento de otros objetos, en un mundo externo a él, y este sujeto cognoscente concibe su
seudoentidad como si constituyera una entidad autónoma, independiente -como un "yo"- con la facultad de
actuar de una manera o de otra.
El principio de dualidad, el cual se inicia con el sentido de "yo soy", y en el que se basa la manifestación
fenoménica en su totalidad, es llevado un paso más allá cuando la seudoentidad, en su papel de
seudosujeto, inicia el proceso de razonamiento al comparar contrapartes interdependientes y opuestas
(tales como bueno y malo, puro e impuro, mérito y pecado, presencia y ausencia, grande y pequeño,
etcétera) y, después de la comparación, discriminando entre ellos. En esto consiste el proceso de
conceptualización.
Además de esta dicotomía de sujeto y objeto, el proceso de manifestación fenoménica depende del
concepto básico de espacio y tiempo. En ausencia del concepto de "espacio", no podría ningún objeto ser
aparente en su forma tridimensional; asimismo, en ausencia del concepto afín de "tiempo", el objeto
tridimensional no podría ser percibido -ni ser medido ningún movimiento-sin la duración que es necesaria
para que el objeto sea perceptible. El proceso de manifestación fenoménica tiene lugar, por lo tanto, en el
espacio-tiempo conceptual, gracias al cual los objetos se vuelven aparentes en la conciencia; son
percibidos y conocidos por ésta por medio de un proceso de conceptualización cuya base es una división
entre un seudosujeto que percibe y un objeto percibido. El resultado de la identificación con el elemento que
conoce en el proceso de manifestación es la idea de una seudopersonalidad con posibilidad de elegir de
manera independiente para actuar. Y éste es el fundamento último de la "esclavitud" ilusoria.
Ha de comprenderse el proceso de manifestación fenoménica íntegro, no en partes y en fragmentos sino en
un destello de apercepción. El Absoluto, el noúmeno, es el aspecto no manifestado, y el fenómeno, el
aspecto manifestado de lo que somos. Estos aspectos no son diferentes. Una analogía burda sería la de la
sustancia y su sombra, ¡excepto que lo manifestado sería la sombra de lo inmanifestado informe! El
noúmeno absoluto es atemporal, ilimitado e imperceptible para los sentidos; los fenómenos están limitados
en el tiempo y en su forma y son perceptibles para los sentidos. El noúmeno es lo que nosotros somos;
fenómenos es lo que parecemos ser en tanto objetos separados en la conciencia. La identificación de la
unicidad (o el sujeto) que somos con el estado de separación en la dualidad (o el objeto) que parecemos
ser, constituye la "esclavitud" y la desidentificación constituye la "liberación". Empero, tanto la "esclavitud"
como la "liberación" son imaginarias, pues no existe tal entidad esclavizada que intenta liberarse; la entidad
es tan sólo un concepto que se origina por la identificación de la conciencia con un objeto aparente ¡que no
es más que una apariencia en la conciencia!
La vida, un sueño viviente.
Una vez que se tiene una apercepción clara de esto, no puede dejar de verse que nuestra idea de que
"vivimos nuestras vidas" es una chanza, pues está fundada en la creencia errónea de que cuanto hacemos
es acto de nuestra voluntad. ¿Quién va a poder ejercer esta voluntad si recién hemos apercibido que no
existe entidad alguna para que la ejercite? "Vivir" en sí no es otra cosa que el funcionamiento de la
conciencia a través de los millones de formas físicas, pero se ha confundido con una vida individual.
Maharaj explica asimismo que esta apercepción básica conlleva la comprensión de que la vida es sólo un
sueño viviente. Debe quedar claro a estas alturas que todo lo que uno ve, escucha, gusta, huele o toca es
percibido en forma sensorial y que esta percepción en realidad sólo es una cognición en la conciencia; de
hecho, la entidad cuyos sentidos perciben es en sí tan sólo una apariencia en la conciencia de "otro", ¡quien
percibe a esta entidad como un objeto! De tal suerte, los objetos que se perciben erróneamente en la
conciencia de otro, al no ser entidades autónomas, lo que en realidad sucede es que no existe ningún
perceptor como tal, sino sólo la percepción de objetos conceptuales que se mueven en el espacio y tiempo
conceptuales. ¿Acaso no son todos estos claramente aspectos de los sueños que experimentamos
mientras dormimos? Cuando alguien despierta de un sueño, el sueño termina y el que ha despertado no se
ocupa ya más de las "entidades" del sueño. De la misma manera, en el sueño viviente, quien despierta
(aquel que se da cuenta de que nada perceptible por los sentidos, incluyendo la "entidad" que uno cree ser,
puede ser otra cosa que una mera apariencia en la conciencia) no se ocupa ya más de las otras imágenes
del sueño viviente. Aquel que ha despertado se da cuenta de que él es la Subjetividad Absoluta
incondicionada en la que el movimiento de la conciencia inició de manera espontánea este sueño viviente,
sin causa ni razón alguna, y sólo "abandona" el sueño hasta que, al final del tiempo que le ha tocado vivir,
la conciencia se une de nuevo espontáneamente a la Subjetividad Absoluta.
Prácticas espirituales: la voluntad
La reacción de la mayoría de los visitantes, una vez que han seguido a Maharaj hasta aquí, es
sorprendentemente similar. Surge la siguiente pregunta: Lo que has dicho es sin duda muy profundo y creo
que lo he entendido de modo intelectual, pero, ¿qué es exactamente lo que uno debe hacer para
verdaderamente experimentarlo? En ocasiones Maharaj oculta su gran frustración y otras veces estalla con
esta pregunta, pero su respuesta habitual es preguntar a su vez: ¿Quien es este "individuo" que piensa que
debe hacer algo?, ¿para conseguir qué? Cuando se comprende que una entidad es tan sólo un concepto
erróneo, que un cuerpo, al igual que cualquier otro fenómeno, sólo es una experiencia en la conciencia y
que no existe nadie que pueda ejercer voluntad alguna, ¿qué problema puede plantearse en cuanto al
hacer algo de alguien? Comprender, apercibir, es lo único. Impregnarse perfecta y totalmente de esta
apercepción es lo único que es necesario "hacer" para liberarse; y ningún "esfuerzo", grande o pequeño,
puede lograrlo sin la aniquilación total del concepto errado de una entidad independiente con autonomía
para actuar. No puede emerger el Yo sin la aniquilación del "mí". Cuando el "mí" desaparece, eres Yo.
Si, como dice Maharaj, la flecha ha dado en el blanco, no podría haber más preguntas. No obstante, la
interferencia de la conceptualización intelectual dificulta la apercepción directa c intuitiva de los hechos: el
vuelo de la flecha. La comprensión intelectual se basa en la causa y el efecto, uno de los aspectos del
dualismo conceptual en los que se funda la conceptualización. Por otra parte, la comprensión intuitiva -
directa- es atemporal, y en ella, causa y efecto son una misma cosa. Y es la comprensión intelectual lo que
lleva a preguntarse: Si no existe entidad alguna que ejerza su voluntad, ¿cómo se logra vivir de manera no
volitiva? O, ¿cómo se supone que he de vivir y actuar en el mundo?
Cuando se plantea esta duda, la respuesta habitual de Maharaj es: "No importa lo que hagas en tanto
comprendas verdaderamente lo que estoy exponiendo. En otro sentido, tampoco importa si no has
comprendido lo que he expuesto!" Obviamente, el punto importante es que todas nuestras experiencias
pasadas, si se analizan con cuidado, muestran claramente que nuestras vidas, en lugar de que sean vividas
por nosotros como parecemos pensar, son en realidad vividas/jara nosotros lo mismo que todas las
imágenes de nuestros sueños y que, por lo tanto, la voluntad no es de hecho un factor importante en
nuestras vidas. Una poca de atención nos mostraría que es sólo una parte infinitesimalmente pequeña de
nuestro funcionamiento físico u orgánico total lo que depende de nuestra voluntad. Maharaj pregunta:
¿Cuánto puedes vivir sin dormir, sin alimento o sin agua? ¿Cuánto tiempo puedes estar sin que el cuerpo
realice sus funciones de excreción? ¿Cuánto tiempo puedes permanecer sin respirar? ¿Tienes acaso la
voluntad absoluta de mantenerte vivo al menos durante los siguientes cinco minutos? ¿Tuvo algo que ver tu
voluntad en tu concepción, y en el desarrollo de la materia concebida en el vientre materno?
Cuando Maharaj nos dice que en verdad no importa lo que hagamos, su intención, obviamente, es que nos
demos cuenta de que no puede existir entidad alguna que ejerza una voluntad efectiva -para hacer o para
no hacer-, de modo que lo que concebimos como resultado de nuestra voluntad sólo es lo inevitable.
Cuando esto corresponde con lo que en ese momento nos parece agradable, nos enorgullecemos de
nuestra "acción deliberada" y la consideramos un logro personal, y cuando no nos resulta agradable, se
convierte en algo enojoso que nos produce infelicidad y frustración. Es de hecho, dice Maharaj, la
aceptación de la responsabilidad con base en la voluntad de algo, que sólo es parte del funcionamiento
total de la conciencia, lo que encadena al individuo fenoménico a una aparente "esclavitud" -aparente
puesto que no existe entidad alguna que pueda estar encadenada-, mientras que darse cuenta del absurdo
que constituye el que un seudosujeto intente actuar de modo independiente del movimiento del prajna es el
"despertar". Sólo la comprensión de esto puede llevar a la perfecta aceptación con ecuanimidad de
cualquier suceso que pueda ocurrir hasta el momento en que llegue a su fin el periodo de vida. Mientras se
viva en esta forma la vida, habrá obviamente un sentido claro de unidad que todo lo abarca, de tal suerte
que los "otros" serán percibidos, no como objetos de un seudo-sujeto, sino como las manifestaciones de la
misma subjetividad nouménica que uno es. En otras palabras, vivir sería vivir en libertad, sin la prevalencia
ni del hacer positivo ni del no hacer negativo de una seudoentidad, pues, en ausencia de toda intención, no
hay volición. Sin intenciones conceptuales, todas las acciones serían espontáneas; el actor que representa
su papel en este teatro-vida, o que vive su vida-sueño tomando ésta como viene. En el momento en que
hay una apercepción de lo-que-es, nos dice Maharaj, la vida entera se convierte en lo que siempre ha sido:
lila, un pasatiempo.
Cuando le han preguntado qué haría él en ciertas circunstancias particulares, ha respondido con toda
sencillez: "No lo sé". Y esto es precisamente lo correcto, pues en lo que parecerían circunstancias idénticas
sus acciones podrían ser impredecibles en ocasiones distintas, ¡pero en cada ocasión la acción sería
espontánea! Con frecuencia Maharaj dice que todo lo espontáneo es correcto porque, en ausencia de
conceptualizaciones, lo espontáneo es natural y en consecuencia correcto sin la mediación de ningún
razonamiento, comparación o consideración de causa y efecto.
Atender a las palabras del gurú es lo prioritario para Maharaj. El dice que el camino más rápido a la
autorrealización (aunque deja bien claro que en realidad no hay "camino" ni "individuo" que vayan a ningún
lado) es escuchar estas palabras (sravana), reflexionar (mañana) y meditar sobre ellas (nidhiyasaná).
Maharaj insiste una y otra vez en que incluso estas palabras deben usarse solamente para la
comunicación, y que una vez que la intención y el significado se han comprendido, las palabras -
absolutamente todas- deben arrojarse para impedir que el intelecto erija con ellas estructuras conceptuales.
Maharaj hace hincapié también en que sus palabras no están dirigidas a una entidad individual sino a la
conciencia. Las palabras surgen de la conciencia y están dirigidas a la conciencia.
Es la conciencia la que ha de atender a las palabras, y una vez que el significado se comprende en forma
intuitiva, debe dejarse que las palabras se fundan en la conciencia. Si escuchar es el acto de "un individuo"
que tiene la intención de obtener un beneficio con ayuda del intelecto, todo estará perdido, advierte
Maharaj. En efecto, es precisamente la interferencia del intelecto lo que debe evitarse. Como se ha
explicado antes, lo que debe apercibirse es la vacuidad de la seudoentidad. ¡Cómo podrían las palabras
cumplir al menos con el propósito limitado de apuntar hacia la dirección correcta mientras sea una entidad
lo que escucha las palabras, siendo que la dirección correcta es la que se aleja de la fenomenalidad, que es
el origen de la entidad y de las palabras mismas! Las palabras sólo pueden proyectar su sentido sutil y
profundo si son aceptadas de manera intuitiva sin la interferencia interpretativa del intelecto; de otro modo,
el resultado sería un simple entendimiento intelectual del mundo "externo" por parte de una entidad que se
sigue concibiendo distinta de lo que sabe ilusorio. No puedes, dice Maharaj, tomar aparte un fragmento de
la manifestación fenoménica total como tu yo separado y comprender al mismo tiempo lo-que-es. La
verdadera apercepción sólo puede darse con la aniquilación total de la seudoentidad.
El más grande fraude.
Maharaj dice que la conciencia es la engañadora y hechicera Mahamaya, ¡el más grande fraude jamás
visto! Este hechizante sentido de presencia es sólo un sentido, un concepto que cae sobre el Absoluto
inmanifestado como un huésped indeseado que se apropia tan insidiosamente de la casa que el anfitrión se
adormece en una sensación de falsa seguridad y bienestar. Maharaj se refiere a él también como ¡"una
enfermedad temporal" que produce delirio mientras dura!
Este sentido de estar vivo -de estar presente- es tan intoxicante que uno queda hechizado por la
manifestación que presenta. Uno se involucra tanto en el espectáculo que rara vez se ocupa en averiguar si
el espectáculo en verdad existe o es solamente una visión, una alucinación, un sueño, un espejismo. Uno
mira un árbol y queda tan fascinado por esa visión que olvida que el árbol no es otra cosa que el desarrollo
de la semilla que es su verdadero origen. El propósito de Paramartha (paramaartha, el significado básico)
es buscar el origen, la semilla. ¿Cuál es la semilla de esta manifestación? Si no estás conciente, suele
preguntar Maharaj, ¿hay alguna manifestación de algún tipo? ¿Existe acaso para ti el universo si no estás
conciente? Sólo cuando tú eres (conciente) el mundo es. Así pues, es obvio que el universo está contenido
en la chispa de conciencia (que se supone existe en el más minúsculo resquicio del centro del cráneo). La
conciencia no puede manifestarse, no puede ser conciente de sí, a menos que haya un aparato
sicosomático, el cuerpo. ¿Cuál es el origen del cuerpo? Obviamente el óvulo fertilizado por el
espermatozoide en la matriz de una mujer. ¿Cuál es el origen del espermatozoide y del óvulo? El alimento
consumido por los padres. Entonces, pregunta Maharaj, ¿a qué conclusión llegamos? ¡El Absoluto, el
potencial último, el origen de todo, no podría ser tan mundano como el "alimento"! En consecuencia, esta
"yoidad", la conciencia, este sentido de presencia, ¡no puede ser sino un concepto, una visión, un sueño
una alucinación! Y esta conciencia es el origen de toda manifestación; les de hecho manifestación!
En este punto se plantea un problema fundamental. ¿Quién tiene que llegar a esta conclusión? ¿Quién otro
puede ser sino Yo? Yo que soy responsable de toda manifestación, sea de la clase que sea, Yo que soy
todo tipo de fenómeno manifestado, Yo que estuve presente cien años atrás, que estaba presente antes de
que el "tiempo" fuese concebido, Yo que soy atemporalidad, Yo que soy conciencia en reposo no conciente
de sí, pues en este mi verdadero estado de Totalidad y Unicidad, no hay ni presencia ni ausencia; ausencia
de la presencia de presencia, ausencia de la presencia de ausencia, es lo-que-Yo-soy (y todos y cada uno
de los seres sensibles pueden decir esto, no en tanto individuos sino como Yo).
¿Se quiere ver todo nuevamente en forma breve? Aquí está:
1. La existencia manifestada es fenoménica, y los fenómenos, como apariencias sensorialmente
cognoscibles y limitadas en el tiempo, son una visión, un sueño, una alucinación y por ende, ficticios. La
existencia inmanifestada es Absoluta, intemporal, ilimitada, no conciente de su existir, no cognoscible de
manera sensorial, eterna y, por lo tanto, verdadera. ¿Quién dice esto? La conciencia, claro está, que intenta
conocerse y no lo logra porque el conocer (no hay ningún sujeto como tal que conozca) no puede conocer
aquello que es en sí conocer: un ojo no puede verse a sí mismo aunque pueda ver todo lo demás. El
buscador es lo buscado: ésta es la verdad básica y más importante.
2. Yo, en tanto no manifestado, soy la potencialidad total, la ausencia absoluta de lo conocido y lo
conocible, presencia absoluta de lo desconocido y lo incognoscible. Yo, en tanto manifestado, soy la
totalidad de los fenómenos, la totalidad de lo conocido en la inimaginabilidad de lo desconocido
inmanifestado.
3. Sólo puede existir Yo -el Yo eterno- que es totalmente incondicionado, sin el más mínimo atributo,
subjetividad pura. El solo pensamiento de "mí" es esclavitud inmediata y espontánea (aunque ilusoria):
Desaparece el mí y, de manera inmediata y espontánea, eres Yo.
4. En términos fenoménicos, "mí" (y "tú" y "él") es sólo una apariencia en la conciencia: ¿cómo es posible
que una apariencia esté esclavizada? En términos nouménicos, ¿cómo puedo Yo -subjetividad puranecesitar
de liberación alguna? La liberación no es otra cosa que estar libre de la idea de que existe
"alguien" que necesita liberarse.
5. ¿Cómo puede saber uno si está "progresando" espiritualmente? ¿Puede ser que el signo más seguro de
"progreso" sea la falta de interés en el progreso y la ausencia de inquietud acerca de la liberación a raíz de
una clara aprehensión, una apercepción instantánea del funcionamiento total de Nisarga (la naturaleza) en
la que no hay sitio para una entidad autónoma?
APÉNDICE 2.
Una nota sobre la conciencia.
Tal vez suene obvio decir que cualquier tipo de confusión con respecto al concepto de conciencia surge
porque, y sólo porque, no se ha aprehendido la naturaleza esencial de la conciencia. No obstante es
necesario decirlo. Esta confusión, en cierto modo, es comparable con el ejemplo clásico de la confusión que
se crea en la mente de un grupo de ciegos cuando cada uno de ellos tocó y sintió sólo una parte del
elefante y decidió así cuál era la apariencia del elefante.
En el intento de aclarar la idea que Maharaj quiere transmitir con la palabra "conciencia", podría ayudarnos
desde el principio mismo tener en mente el hecho básico de que en ausencia de la conciencia no puede
haber existencia de ninguna clase y que la conciencia no es en sí más que el pensamiento yo soy. Por lo
tanto, todo lo que surge en la conciencia -y aparece como una cosa, un objeto, un suceso o un sentimientotan
sólo puede ser de la naturaleza del pensamiento, es decir, sin existencia propia. Esto significa, en
efecto, que el mismo hombre, en tanto sólo es una apariencia en la conciencia de otro, no puede tener
sustancia como tal. Maharaj plantea el problema entero diciendo que el universo manifestado en su
totalidad es como "el hijo de una mujer estéril", una ilusión. De tal suerte, cualquier otra elucidación del
problema debe considerarse en esta perspectiva.
En el sueño profundo, cuando la conciencia está en reposo y la mente está completamente tranquila, no
existe el problema de la existencia del individuo en cuestión ni de los otros individuos y objetos que
comprenden el "mundo". En el sueño profundo uno no sufre ninguna experiencia, ni de dolor ni de placer,
pues la experiencia sólo puede surgir como un movimiento en la conciencia. Nuestras miserias aparecen
sólo en cuanto termina el sueño profundo y la conciencia se mueve dando lugar, ya sea a los sueños o a la
vigilia total. Es justo desde este punto de vista que Maharaj se refiere a la conciencia como "la culpable": el
hombre sólo tiene experiencias cuando hay el sentido de presencia conciente.
Conciencia en sí, conciencia e "individuo".
Conciencia en sí es el nombre que se da a ese estado de perfección absoluta en que la conciencia está en
reposo total y no es conciente de su propio ser. (Sea cual sea la palabra que se use para referirse a tal
estado, no puede ser sino un concepto, pues en él no puede percibirse ella misma).
La conciencia sólo se vuelve conciente de sí cuando inicia su movimiento y aparece el pensamiento yo soy.
¿Por qué surge la conciencia? Por ninguna razón aparente que no sea que tal es su naturaleza, lo mismo
que una onda en un estanque: "la causa sin causa", dice Maharaj. Simultáneamente, junto con el
pensamiento primigenio yo soy, aparece en una fracción de segundo la manifestación del universo entero.
Cuando la conciencia, que en reposo es impersonal, se manifiesta objetivándose en fenómenos, se
identifica con un objeto sensible y surge así el concepto de un "yo" personal e individual que toma a todos
los demás fenómenos como sus objetos, de modo que cada ser sensible se convierte en sujeto respecto a
todos los otros objetos sensibles, si bien la realidad es que todos son objetos que aparecen en la
conciencia.
Es precisamente esta limitación de la subjetividad pura y del potencial infinito del Absoluto a un solo objeto
insignificante, que se denomina a sí mismo "mí" y se concibe separado de los otros, lo que constituye la
"esclavitud". Y es este objeto fenoménico, tan sólo una apariencia en la conciencia de los otros, quien va a
Maharaj en busca de "liberación", y es a este individuo al que Maharaj dice que lo único que puede
ayudarlo es la conciencia, el único "capital" con que todo ser sensible nace y el único vínculo que tiene con
el Absoluto. La conciencia es la "culpable" de haber llevado al hombre a la esclavitud ilusoria y sólo la
conciencia puede ayudarle a conseguir la liberación ilusoria. La conciencia es la Maya, dice Maharaj, que
produce la esclavitud ilusoria, y es también el Ishvara que actúa como sadgurú y la que, si se le propicia de
la forma adecuada, revela el secreto del universo y proporciona la liberación ilusoria en esta representación
del sueño viviente en la que la conciencia es el único actor que representa todos los diversos papeles. Por
lo tanto, dice Maharaj, no hay poder mayor sobre la Tierra que esta conciencia, que este sentido de
presencia -yo soy-, a quien el individuo imaginario debe dirigir todas sus plegarias; así pues, esta
conciencia misma ha de proporcionar la liberación ilusoria de la esclavitud ilusoria del individuo ilusorio
revelándole su verdadera naturaleza, ¡que no es otra cosa que el buscador mismo, pero no como individuo!
La naturaleza de la conciencia y la manifestación.
Cuando Maharaj nos pide que consideremos a la conciencia como el Dios más elevado y que dirijamos a
ella nuestras plegarias pidiéndole guía, da por sentado, desde luego, que aún estamos identificados con
nuestros cuerpos y nos concebimos como entidades separadas con libertad de elección. Sin embargo, el
universo no puede mostrar su secreto si se tiene como fundamento la individualidad y la libertad de
elección. En consecuencia, dice Maharaj, oremos con ardor y con sinceridad a la conciencia, el origen de
toda sensibilidad, para que estas cadenas de la entificación poco a poco se desaten y nos permitan una
psique purificada que pueda recibir de la conciencia, el sadgurú, el secreto de su verdadera naturaleza.
El apego del ser humano al cuerpo como entidad separada se debe enteramente al condicionamiento que
recibe de sus padres, de los mayores y demás, desde que asoma el entendimiento, en cuanto a que él es
un cuerpo particular con un nombre particular. Pronto se convence sin la menor duda de que él es el
cuerpo, dotado con la fuerza vital de la respiración, de continuo inhalando y exhalando, y con la conciencia
o sensibilidad que viene y va con los estados de sueño y de vigilia. Lo que en verdad ha sucedido es que el
noúmeno se ha objetivado en millones de formas diversas (incluidos los seres humanos) como fenómenos.
La manifestación entera y su funcionamiento está constituida por ellos. Estos objetos fenoménicos son
creados y destruidos continuamente en el proceso de la manifestación y ninguno tiene posibilidad de
elección. Por lo tanto, en lugar de diversos seres humanos poseedores de la conciencia, en realidad es la
Conciencia la que posee los millones de formas a través de las cuales el noúmeno puede objetivarse.
Si existe una comprensión clara y una profunda convicción en cuanto a este proceso de apariciones y
desapariciones continuas de la manifestación, como en el caso del jñani, la conciencia se ve bajo una luz
por completo distinta. Entonces, la conciencia en acción, es decir, los fenómenos, es vista como los
instrumentos perecederos que hacen posible la manifestación; aunque, claro está, la manifestación no es
distinta del noúmeno sino sólo su aspecto objetivo, el único sujeta
Esto nos lleva a la cuestión de por qué Maharaj dice de la conciencia que está "sujeta al tiempo". La
respuesta es que la Conciencia necesita una forma física en la cual manifestarse y la conciencia
manifestada en esa forma sólo puede durar lo que la forma física dura. La forma física es constituida,
sustentada y nutrida por el alimento, que sólo es la esencia de los cinco elementos (la mezcla de los fluidos
vitales de los padres, la cual da lugar a la concepción, es en sí la esencia del alimento que consumen los
padres). Cuando "muere" la forma física, el aliento abandona el cuerpo y se mezcla con el aire de fuera;
entonces la conciencia deja el cuerpo y se funde con la conciencia inmanifestada. La conciencia dentro del
cuerpo se halla, pues, limitada por su manifestación particular por el tiempo de vida que le ha tocado a cada
forma física y, por consiguiente, está atada al tiempo.
Lo que todo esto significa puede recapitularse como sigue:
1. El ser humano individual considera a la conciencia (nótese la carencia de C mayúscula) como parte del
equipo con que internamente cuenta su cuerpo desde que nació. Así pues, en esta etapa Maharaj le dice
que su existencia misma depende de esta conciencia dentro del cuerpo. Si hubiese nacido sin esta
conciencia, "él" habría sido arrojado y destruido como un trozo de basura. Por lo tanto, dice Maharaj, debe
comprender que esta conciencia es el único "recurso" que puede ayudarle a aprehender su naturaleza
verdadera;
2. Maharaj entonces lo saca de la complacencia con la que considera a la conciencia como de su propiedad
personal, diciéndole que no es él en tanto individuo quien posee la conciencia, sino que la Conciencia
(nótese la C mayúscula) -el aspecto objetivo manifestado del Absoluto inmanifestado- es donde aparece el
universo entero, incluyendo los millones de seres humanos, y que, por lo tanto, él es tan sólo una
pequeñísima parte de la manifestación total y el espectáculo completo no es más que una ilusión;
3. Si se comprendiese esta situación con claridad, también se percibiría que, mientras el cuerpo existe, no
somos el cuerpo perecedero, el aparato sicosomático que hace posible la manifestación, sino la conciencia
que da vida y sensibilidad al aparato físico. Empero, una vez que el cuerpo "muere" y la conciencia en él
abandona el cuerpo fundiéndose con la conciencia inmanifestada, somos la Conciencia en reposo, la
Conciencia Absoluta en sí.
La identidad esencial.
Al llegar a este punto, la cuestión que queda por tratar, a fin de hacer razonablemente completa esta
reflexión, es poner de manifiesto la identidad esencial de lo inmanifestado y lo manifestado, el noúmeno y el
fenómeno, lo Absoluto y lo relativo, la presencia y la ausencia y, de hecho, la de todos los opuestos
interrelacionados. Todas estas categorías representan los diversos aspectos de la mente (la cual es el
contenido de la conciencia) que constituyen la dualidad que fundamenta toda manifestación: el observador
y lo observado, el conocedor y lo conocido. Como dice Maharaj, "liberarse", significa apercibir la identidad
básica de los opuestos interrelacionados, pues entonces se comprende que el buscador en sí es lo que se
busca, que todas las distinciones sólo existen en la dualidad y que si los diversos opuestos
interrelacionados se superponen entre sí, el resultado será su aniquilación mutua y con ello la de la
condición misma de dualidad, con lo cual se llega a la unidad fundamental.
Quizá sea necesario repetir aquí que la conciencia es manifestación y la manifestación se da en la
dualidad, pero esta dualidad se origina en la unicidad del Absoluto no manifestado. La totalidad de la
manifestación no es algo que proyecte la conciencia al entrar en actividad; los diversos objetos que
constituyen la manifestación no tienen sustancia o naturaleza propias que no sea la de la conciencia, que
es en sí la percepción y el conocimiento de los fenómenos. El hecho es que toda manifestación, todo
fenómeno, es una aparición en la conciencia, percibida por la conciencia y conocida por ella mediante la
interpretación que realiza la mente. Si este hecho se percibe y comprende con claridad, podrá verse que la
conciencia es tanto el acto de funcionar que tiene lugar como el acto de percibir ese funcionamiento, y
nosotros (no en tanto individuos, sino como el Yo eterno) somos ese acto de percepción. La conciencia en
acción no puede ser distinta de la Conciencia en reposo, la Conciencia Absoluta en sí, que es la totalidad
del potencial entero. En otras palabras, la conciencia-manifestación es el aspecto objetivo de la Conciencia
subjetiva en sí.
Una vez que se mueve la Conciencia y la actividad comienza, la manifestación y el funcionamiento sólo
pueden tener lugar en un estado de dualidad aparente. "Espacio" es el aspecto estático del concepto de
funcionamiento: si no hubiera espacio, no podría concebirse ningún fenómeno con volumen tridimensional.
Y "tiempo" (duración) es el aspecto activo del concepto del funcionamiento: si no hubiera duración, no
serían perceptibles los fenómenos concebidos en el espacio. No puede haber ni manifestación ni
funcionamiento (ni seres humanos ni sucesos) en ausencia del concepto dual de espacio y tiempo, que se
conoce como "espacio-tiempo"; y estos dos aspectos son independientes sólo a nivel conceptual, pues
cuando cesa la conceptualización se pierde la distinción. En el sueño profundo, por ejemplo, desaparecen
tanto el espacio como el tiempo y junto con ellos toda manifestación, pues la dualidad sólo puede existir en
la conceptualización. Detén el pensamiento y toda dualidad desaparece.
Los fenómenos, dicho de otra forma, no pueden ser concebidos sin el noúmeno, ni el noúmeno sin los
fenómenos. (La idea misma de noúmeno se encuentra, desde luego, en el terreno de la dualidad de la
conceptualización). Cuando cesa la conceptualización, llega a su fin toda dualidad. Si la conceptualización
se detiene, no hay fenómenos ni noúmeno, pues lo que queda es pura subjetividad, ¡ninguna experiencia
de clase alguna, ni nadie que la busque! Para expresarlo brevemente: todos los opuestos interrelacionados
sólo se hallan inevitablemente separados en tanto conceptos, y esencialmente unidos en otros términos.
El juego de la unicidad en la dualidad.
Si el noúmeno desea contemplarse -estamos ahora, desde luego, conceptualizando- sólo puede hacerlo
objetivándose en los fenómenos. El noúmeno, que es subjetividad pura, no puede contemplarse como
noúmeno. Así pues, la manifestación fenoménica no es algo externo que "proyecte" el noúmeno, sino una
objetivación de él mismo y en él mismo como manifestación.
Cuando en el noúmeno la conciencia se vuelve existencia y surge el sentido de presencia -yo soy- aparece
ahí, simultáneamente, el sentido de dualidad: el conocedor y lo conocido, el que experimenta y lo
experimentado. Pero la dualidad no es real, sino sólo aparente, pues la unidad esencial no puede
dicotomizarse. Estos dos aspectos, la Conciencia en reposo (noumenalidad) y la conciencia en acción
(fenomenalidad), ni se separan ni se unen, pues el aspecto dual surge sólo como un concepto. Shiva (el
noúmeno) existe en la puesta en movimiento de la Conciencia porque tal actividad no tiene otro origen que
Shiva; y la actividad misma -la manifestación y el funcionamiento (JShaktí)- tiene lugar en y dentro de Shiva
(el noúmeno). La dualidad sólo es una ilusión, un concepto que no afecta ni puede afectar la unicidad del
Absoluto. ¡No se olvide que la creación conceptual del universo eslan sólo "el hijo de una mujer estéril! Si
en verdad fuese real la dualidad, cada una de las partes habría tenido una naturaleza propia, distinta de la
de la otra. De tal suerte, la aparición y desaparición de la dualidad aparente son ambas ilusiones que se
siguen una a otra, momento a momento, de manera continua, sin intervalos. La identidad esencial es
innata.
Noúmeno y fenómeno (o cualesquiera otras palabras que denoten las condiciones relativas) son sólo
nombres que tienen que usarse para la comunicación en el estado dualista posterior a la aparición de la
manifestación. Sólo son dos palabras que se emplean para describir ambos estados concebidos
conceptualmente y no pueden alterar la unicidad básica, que no puede ser afectada en modo alguno. Las
olas pueden alzarse o caer, pero el agua como tal no es afectada. La aparición y desaparición de los
fenómenos en la Conciencia representan el pasatiempo, Lila, de Shiva, según el enfoque tradicional hindú.
Aun cuando para fines de estudio analítico jñana y bhakti tradicionalmente pueden tratarse como distintos,
son en realidad dos aspectos de la misma unidad fundamental. Esta es la razón por la que al inicio de su
famoso tratado sobre filosofía Advaita "Am-ritanubhava" (La experiencia inmortal), el poeta y santo.de
Maharashtra, Jñaneshvara Maharaj, externa su devoción "con la más grande humildad" a esta dualidad
aparente de Shiva-Shakti para que puedan revelar si> verdadera naturaleza. (Obviamente "humildad" aquí
no significa lo opuesto de "orgullo" sino la negación misma de una entidad separada, la cual no podría
sentir orgullo ni humildad por la simple razón de que el conocimiento verdadero puede recibirse sólo si hay
un vacío total).
Podemos ahora entender por qué Maharaj habla de la "conciencia" como del Dios supremo a quien debe
propiciarse con bhakti y oraciones para que él nos revele su verdadera naturaleza, la cual está atada al
tiempo en su
aspecto conceptual relativo en lo que respecta al individuo, pero más allá del tiempo y del espacio y, por lo
tanto, infinita y eterna cuando no hay concepción. Una comprensión cabal de esta naturaleza verdadera
aniquilaría al buscador mismo fundiéndolo con la paz eterna de la Conciencia en reposo, la subjetividad
pura, Eso. La manifestación entera y su funcionamiento en la conciencia -lo que somos en dualidad- es una
mera apariencia, un Lila, lo mismo que el reflejo del sol en una gota de rocío. La destrucción del reflejo no
afecta al sol. La conciencia en acción es el Lila supeditado al tiempo, que al llegar el fin de su periodo de
vida se funde con la Conciencia en reposo: Conciencia en sí infinita, incondicionada, que no es conciente
de sí misma.
APÉNDICE 3.
Bhakti, Jñana y el individuo.
Algunas personas que visitan a Maharaj, sobre todo cuando se trata de eruditos extranjeros, no se dan
cuenta de que él no es un hombre "instruido" en el sentido usual de la palabra. Esperan de él disertaciones
eruditas sobre diversos temas filosóficos. Uno de estos temas es la preferencia entre bhakti y jñana como
camino espiritual. Cuando le hacen esta pregunta, Maharaj se ríe y pregunta cómo puede esperarse que un
hombre casi iletrado como él responda a ella, o bien podría también señalar a alguien de la audiencia y
presentarlo como una persona culta con grado de licenciado en filosofía de la India, quien, seguramente,
estaría más capacitado para aclarar las dudas del visitante. Más tarde, quizá en privado, preguntaría al
visitante "quién" es el que desea esta información y para qué. El visitante observa en ese momento a
Maharaj para ver si está bromeando, pero se da cuenta de que le ha hecho la pregunta con toda seriedad:
"¿Quién desea saber la respuesta?" Y esta pregunta de Maharaj le hace entender de inmediato que su
cuestionamiento original lo ha llevado a aguas profundas que nunca antes ha navegado. Comprendiendo su
predicamento, el Maestro se lo hará más sencillo explicándole que es la conceptualización lo que suscita
diversas cuestiones innecesarias como ésta, atrapando al individuo en su red, la cual lo hace olvidar el
problema fundamental en cuanto a "quién" es, en realidad, el que pregunta. ¿El que pregunta es la persona
que cree ser? ¿Existe en realidad una "persona", una entidad individual con libertad para decidir cómo
actuar y para elegir un camino espiritual específico?
El punto fundamental de la enseñanza de Maharaj es que en este sueño viviente que es la vida no somos -
como creemos- los personajes del sueño, sino que somos quien sueña, y que nuestra identificación
equivocada con el personaje soñado, esto es, como entidad independiente y separada con la facultad de
"hacer", es lo que causa la ilusión de "esclavitud". Por la misma razón, pues, el personaje o imagen
soñados, una mera apariencia, no puede "despertar" o ser "liberado". De hecho, el despertar reside en la
disolución de esta "apariencia", y la liberación consiste en la aniquilación total de la entidad falsa con la que
equivocadamente nos hemos identificado. Además, por esto mismo, el despertar o la liberación no es algo
que puede "lograrse" por medio de un esfuerzo. ¿Quién se esforzaría: un fenómeno, una mera apariencia?
El despertar es algo que sólo puede suceder y únicamente sucede cuando existe la completa convicción, a
través de una apercepción intuitiva, de que somos el soñador subjetivo y no los objetos soñados que
desaparecen al final del sueño. Para llevar este tema a su conclusión lógica, la pregunta final sería: ¿Cómo
surge o sucede esta apercepción intuitiva? Ese es precisamente el punto básico. Si el proceso se
encontrara dentro de los parámetros de la comprensión intelectual, ¿cómo podría ser intuitivo? El intelecto
es necesarísimo para entender ciertos fundamentos, pero existe un límite preciso más allá del cual el
intelecto no puede ir; después, sólo cuando el intelecto abandona todo esfuerzo y reconoce su rendición
total, la intuición toma su lugar.
Debe quedar claro, en consecuencia, que la identificación con una entidad imaginaria, independiente y
separada debe desaparecer del todo antes de que pueda haber un despertar, iluminación o liberación.
Antes de que pueda asumirse la verdadera identidad, debe abandonarse la equivocada. Debe irse lo falso
para que pueda entrar la verdad. Esto, dice Maharaj, puede suceder de diversas maneras. La profunda
concentración intelectual del jñani en el origen de la conciencia que somos puede alcanzar un punto en el
que la dualidad, la base del intelecto, desaparece de manera repentina y toma su lugar la unicidad intuitiva.
Asimismo, la profunda devoción del bhakta hacia su Dios puede alcanzar una intensidad tal que,
nuevamente, la dualidad entre él y su Dios desaparezca de pronto y haya una comprensión de que él, el
bhakta, y El, el Dios, son uno, no dos. El mismo resultado podría tener un proceso largo y arduo de práctica
del yoga, o incluso un servicio social auténticamente desinteresado. Empero, el punto de partida último en
todos los casos es la aniquilación total de la falsa identidad individual. Y es en esta etapa final cuando
sucede el milagro. En el momento en que la falsa identidad es liquidada, ¡no queda nada más con qué
identificarse que la totalidad! Y ésta es la experiencia deljñani, del bhakta, así como del yogui.
Maharaj da en el clavo en lo concerniente a este tema de la devoción y el conocimiento cuando dice que
ambos están tan inextricablemente articulados que en realidad son una y la misma cosa. El amor a uno
mismo y el amor a Dios no son cosas distintas. Las siguientes palabras, tomadas de Yo soy Eso son en
verdad iluminadoras:
Amas aquello que eres, tu verdadero yo, y todo cuanto haces lo haces por tu felicidad. Hallarlo, conocerlo,
amarlo es tu impulso básico. Desde tiempo inmemorial te has amado a ti mismo, aunque no con sabiduría.
Pon tu cuerpo y tu mente con sabiduría al servicio del yo, eso es todo. Sé fiel a tu propio yo, ámalo de
manera absoluta. No simules, no pienses que amas a los otros como a ti mismo. A menos que los hayas
percibido como uno contigo, no puedes amarlos. No pretendas ser lo que no eres, no rehúses ser lo que
eres. Tu amor hacia los otros es el resultado del autoconocimiento, no su causa. Ninguna virtud es gehuina
sin conocimiento de sí mismo. Cuando tengas un conocimiento cierto de que la vida misma fluye a través
de todo lo que es, de que eres esa vida, lo amarás todo de manera natural y espontánea. Cuando te
percatas de la profundidad y de la plenitud de tu amor por ti mismo, sabes que todo ser sensible y el
universo entero están incluidos en tu afecto. Pero cuando ves cualquier cosa como algo separado de ti, no
puedes amarla porque le tienes miedo. La alienación produce temor y el temor hace más profunda la
alienación. Es un círculo vicioso.
Sólo el autoconocimiento puede romperlo. Búscalo con resolución.
El problema que ha expuesto Maharaj con tanta agudeza -que uno no puede amar algo que considera
separado de sí porque entonces le teme, y mientras más lo intenta uno más difícil se vuelve- es un tipo de
problema que los antropólogos psiquiátricos modernos denominan del "doble vínculo", donde a una
persona se le pide que haga algo contradictorio. Por ejemplo, mientras más te piden que te relajes, más
tenso te pones; ¡mientras más lejos quieres lanzar la pelota de golf más tenso te pones y menor es la
distancia que recorre la pelota!
Un visitante europeo le dijo cierta vez a Maharaj: "El más importante de los mandamientos es: Amarás al
Señor tu Dios. Pero de hecho me parece el más frustrante, pues obedecer este mandamiento se vuelve
más difícil con la adición de las palabras "con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente".
Claramente lo que se quiere decir es que un mero acto piadoso y entusiasta no es suficiente, pues las
palabras añadidas hacen hincapié en que el amor profesado no debe sólo parecer amor, sino que debe
serlo de verdad. Se puede actuar como si se amara, pero, ¿cómo puede uñó' estar seguro de que
realmente ama? ¿Cómo estar seguro de la espontaneidad?" La respuesta de Maharaj fue sencilla y muy
bella: Sin autorrealización ninguna virtud es genuina; sólo cuando llegas a la profunda convicción de que en
todo fluye la misma vida y que tú eres esa vida, comienzas a amarlo todo de forma natural y espontánea.
Tal convicción, claro está, sólo puede alcanzarse a través de una apercepción intuitiva, y en este proceso
intuitivo la naturaleza (Nisarga) tendrá su propio curso.
Con respecto a la identidad del yo y Dios, es interesante señalar la gran semejanza que existe entre las
enseñanzas de los grandes místicos de distintas épocas y credos. San Juan de la Cruz nos dice en su
Cántico Espiritual que "...con tanta fuerza ase a los dos,... a Dios y al alma, este hilo del amor y los junta,
que los transforma y hace uno por amor, de manera que, aunque en sustancia son diferentes, en gloria y
parecer el alma parece Dios, y Dios el alma". (Cántico Espiritual, 31).
Y, más adelante: "...de tal manera esté yo transformada en tu hermosura, que, siendo semejante en
hermosura, nos veamos entrambos en tu hermosura, teniendo tu misma hermosura; de manera que,
mirando el uno al otro, vea cada uno en el otro su hermosura, siendo la una y la del otro tu hermosura sola,
absorta yo en tu hermosura". (Cántico Espiritual, 36). Asimismo, el gran Plotino nos dice: "Si entonces un
hombre se ve a sí mismo vuelto uno con lo Uno, tiene en sí la apariencia de lo Uno, y si se pierde como una
imagen en su arquetipo, habrá llegado al final de su viaje. A esto puede llamársele el vuelo del único al
Único". (Eneada VI, 9.9.11). Los místicos conciben la relación del yo y Dios como una relación entre una
imagen y su prototipo, pero nunca más allá de una semejanza, jamás representada por completo, pero lo
suficientemente parecida para desafiar su expresión.
Bhakti y jñana no son en realidad diferentes. En ambos casos, en las etapas finales desaparece la identidad
con la entidad individual, y Maharaj nos exhorta, con su habitual enfoque directo e inmediato, a que
aceptemos este principio verdadero de una vez, y a que rechacemos por completo el falso. No dice que sea
fácil, pero al mismo tiempo nos invita a que no sigamos persiguiendo una sombra como ideal. Desea que
aceptemos nuestra posición real ahora, con firmeza y convicción, ¡y que permitamos que la sombra se
fusione con la sustancia! Si continúas persiguiendo a esa sombra como ideal, éste siempre estará
alejándose de ti, .dice Maharaj.
El Señor Krishna señala en el Bhagavad Gita, sloka 10, capítulo 10: "A aquellos que constantemente están
consagrados a adorarme con amor, les doy Budhi Yoga, el yoga del discernimiento, por cuyo medio pueden
venir a mí". Conforme comienza a despuntar la gloria de Dios en la mente del adorador y él se sumerge
más y más en su amor a Dios, la naturaleza lo conduce a aquello que es necesario para su progreso
posterior. Maharaj dice que el gurú siempre está dispuesto con su gracia; lo único que se requiere es la
capacidad, el tipo necesario de receptividad, para aceptarla. Sinceridad y determinación es todo lo que se
necesita. El resto lo hace la naturaleza de acuerdo con las necesidades y circunstancias de cada caso.
Sería interesante examinar aquí lo que tienen que decir sobre el tema dos de los místicos más importantes
de la India: Jñaneshvara, quien fundamentalmente es un jñani, y Tukaram, reconocido como uno de los
bhaktas más notables.
En su Jñaneshyari (XVIII,1130-1183), que es tal vez el comentario más importante escrito sobre el
Bhagavad Gita, Jñaneshvara dice:
"Mediante el espejo del conocimiento y la devoción, él (el místico unitivo) se funde en Mí, se vuelve uno
conmigo... como cuando un espejo se coloca frente a un espejo, ¿cuál espejo puede decirse que refleja
qué?... El se regocija en Mí aun cuando se ha vuelto uno conmigo...".
En el Jñaneshvari, y de manera particular en su Amritanubhava, vemos la grandeza de Jñaneshvara como
filósofo, pero es en realidad en su literatura Abhanga donde lo vemos derramar su corazón en bhakti. Por lo
general se cree que Jñaneshvara, conocido también como Jñanadeva, siendo un jñani, no sufrió los
tormentos de la separación de Dios que sufre el bhakta. Pero hay unos cuantos de sus primeros abhangas
en los que puede verse que, al igual que Tukaram y otros bhaktas, también suspiraba por su Dios amado.
Se lamenta de que, pese a ser uno con Dios, no sea capaz de verlo. "Languidezco suspirando por Ti -dice-,
como el sediento desea con ansia el agua". Más tarde, en un estado de frustración, dice: "Hágase tu
voluntad, pues todas mis súplicas han sido inútiles".
Jñaneshvara se eleva a alturas poéticas cuando describe la dicha obtenida como consecuencia de la
comunión con Dios. "Conforme me acercaba a Dios, mi intelecto se iba quedando inmóvil, y al verlo me
transformé en El..." (Abhanga 79). Y en otro sitio: "De principio a fin, durante toda mi experiencia he estado
sumergido en el silencio. ¿Qué haré si no puedo pronunciar una palabra? Nivriti me ha mostrado a Dios en
mi corazón, y cada día he disfrutado un aspecto nuevo de El" (Abhanga 76). Y más adelante: "Pleno de
Dios, dentro y fuera, cuando uno va a abrazarlo llega a identificarse con El. No se puede apartar a Dios,
aun cuando se quiera. La individualidad toca a su fin. Cuando el deseo va detrás de Dios, Dios se oculta.
En un instante, sin embargo, se muestra al aquietarse todos los deseos".
Jñaneshvara simboliza en sí una unidad no sólo de jñana y bhakti, sino también del yoga en sus diversos
aspectos. Con conciencia cabal de que es imposible comprender la naturaleza de Dios, o nuestra
naturaleza propia, en el nivel intelectual, nos dice: "El viento fresco del sur no puede exprimirse como el
agua de una prenda mojada; la fragancia de las flores no puede atarse con un hilo... el brillo de las perlas
no puede llenar un cántaro; el cielo no puede encerrarse". (Abhanga 93). Lo divino se le aparece como una
unidad de hombre y mujer; Shiva y Shakti se funden en El. La dicha verdadera, dice Jñaneshvara, sólo ha
de encontrarse en la visión de uno mismo, y la describe como sigue: "El ve su forma en todas partes. Ve el
reflejo de la forma sin forma. El que ve se desvanece, Dios está presente en todas partes. No hay un
surgimiento y una declinación de Dios. Dios sólo es, y El goza su propia dicha en la experiencia unitiva. El
esposo invisible se mantiene despierto en su cama sin compartirla con nadie" (Abhanga 91).
Según el Dr. R. D. Ranade, "la filosofía de Jñanadeva preserva tanto la unidad como la pluralidad de la
experiencia. Su misticismo espiritual reconcilia el monismo y el pluralismo". Y cita de Macnicol las
siguientes palabras significativas: "Ni en el monismo de Shankaracharya, ni en el dualismo que está
satisfecho con la separación en dos entidades, sino en la experiencia espiritual que los abarca y los
trasciende, es donde ha de hallarse la paz".
En contraste con Jñaneshvara, la trayectoria mística de Tukaram proporciona el ejemplo típico del bhakti
puro. El experimenta sufrimientos y angustias inauditos hasta que, por fin y en forma repentina, tiene la
visión de Dios, o la visión de sí mismo, que transforma su oscura vida en una existencia de luz, libertad y
armonía total. El describe su experiencia interior en líricos versos: "El mundo entero se ha iluminado y la
oscuridad llega a su fin... Es imposible describir la dicha de la iluminación incesante... Dios y el yo
descansan ahora en la misma cama... Música divina colma el mundo entero... Tanto, mi interior como mi
exterior están pletóricos de dicha...". Y finalmente, la suprema experiencia del místico: "Me di vida a mí
mismo y salí de mi propio seno; todos mis deseos tocan a su fin y he alcanzado mi meta... todas las cosas
se han fundido y desaparecen en una unicidad... No veo nada, y sin embargo lo veo todo. "Yo" y "lo mío"
han sido eliminados de mí. Hablo sin hablar. Como sin comer... No tengo que nacer ni morir. Soy como soy.
No hay nombre ni forma para mí, y me encuentro más allá de la acción y la inmovilidad... Venerarte se
vuelve imposible cuando Tú eres idéntico a toda forma de veneración. Si quiero entonar un canto (en
alabanza tuya), Tú eres ese canto. Si toco los címbalos, Tú eres los címbalos".
Los Abhangas de Tukaram están llenos de misticismo. Dice que le gustaría que su Dios no fuera informe:
"Sé informe para aquellos que así te quieren, pero para mí asume una forma y un nombre que pueda
amar...". Tukaram, no obstante, establece más tarde una identidad entre Dios y el devoto: "Hemos llegado
ahora a conocer tu naturaleza real. No hay santo ni Dios. No existe semilla, ¿cómo podría haber fruto?
Todo es una ilusión".
Hemos visto cómo actúan bhakti y jñana, y es claro que no son sendas diferentes para "alcanzar" el
Absoluto. En la experiencia mística el "individuo" se aniquila por completo, sean cuales sean las
circunstancias; es decir, ya sea que la etapa final se alcance mediante la devoción, mediante el
conocimiento, o por una combinación de ambos. La conclusión evidente es que en tanto permanezca la
idea de una entidad separada con voluntad independiente, no puede ocurrir la experiencia mística en que
se ve al universo como una ilusión. Por consiguiente, debemos aceptar el hecho de que no hubo nunca, y
nunca podría haber, una entidad independiente que esclavizar o liberar.
Existen millones de seres humanos en el mundo y cada psique se inclina por temperamento hacia aquello
que apunta su composición física (la combinación particular en cantidad de cada uno de los cinco
elementos y los tres atributos de sattva, rajas y tamas). Si se tiene presente esto, se aprecia enseguida la
gran diversidad de aptitudes de las personas deseosas de conocer su verdadera naturaleza. Hay algunas
psiques que, como suele decir Ramana Maharshi, son como virutas o como pólvora que no necesitan más
que una chispa de conocimiento de los labios del gurú para encenderse. Mientras que hay otras, tan
húmedas, que no pueden responder con rapidez ni siquiera a un fuego ardiente. Y, desde luego, entre
estos extremos se encuentra toda la población del mundo.
En tal situación, ¿no sería ridículo hablar de la diferencia entre bhakti y jñana y de qué "camino" ha de
"elegirse"? ¿Quién va a "elegir"? Cuando Maharaj respondió al visitante europeo que estaba deseoso de
conocer la diferencia entre la devoción y el conocimiento, "quién" hacía la pregunta, seguramente fue en
este contexto. El proceso entero que se conoce como "vida", el cual comienza con el "nacimiento" de una
forma física y termina con su "muerte", es parte del funcionamiento total de la conciencia, de la
manifestación relativa del Absoluto Inmanifestado. La experiencia mística, que en muy pocos casos tiene
lugar de manera espontánea, también forma parte de este funcionamiento. La pregunta fundamental, por lo
tanto, es: ¿Puede acaso el individuo, una entidad ilusoria, decidir de manera independiente, por elección
propia, que desea ser "liberado", que ha de seleccionar un método, ya sea bhakti o jñana, y que ha de
realizar un cierto esfuerzo con ese fin? No, no puede. ¿No sería más prudente, y, dicho sea de paso, más
práctico también, que aceptara pasivamente lo que es como parte de la manifestación total y que
contemplara lo que sucede con gran admiración por la obra de la naturaleza? A menudo la reacción
inmediata e irreflexiva a esta sugerencia es: Si todo el mundo adopta esta actitud "fatalista", nadie trabajará
ni progresará en lo absoluto. La respuesta pronta de Maharaj a esta reacción es: Bien, piénsalo con
detenimiento y ve si la naturaleza obra de esta forma. ¿Cuánto tiempo puedes estar tranquilo sin hacer
nada?, ¿diez minutos? Es aquí donde entra la constitución física y mental de cada aparato sicosomático:
actuará de acuerdo con la forma en que está constituido, ya sea en el ámbito material o en el espiritual.
Hay un aspecto en extremo importante, aunque sumamente sutil, de esta cuestión, el cual a menudo se
pierde de vista: que el desarrollo espiritual tiene lugar en cada caso dependiendo de la composición de
cada psique, en forma espontánea, y todo esfuerzo deliberado que realice la seudoentidad sólo creará
riesgos e impedimentos. Cuando se tiene presente este hecho todo el tiempo, uno se aleja
automáticamente del mayor peligro espiritual, que es la insubordinación del ego. En ausencia de un anclaje
firme de la mente en la no existencia de una entidad independiente, los aspirantes que sigan el camino de
bhakti o de jñana comenzarían, tal vez sin querer, a creerse personas privilegiadas, superiores no sólo a
aquellos que desde su punto de vista son los descarriados individuos comunes, sino igualmente a quienes
también siguen un sendero espiritual. Cada uno consideraría que su "camino" es superior al de los demás.
Pero, en realidad, no existe diferencia alguna entre bhakti y jñana. El aspirante en el camino del jñana,
mientras escucha las palabras de su jñani gurú, tiene los ojos velados y la conciencia casi vacante cuando
las palabras del gurú, como una flecha, dan en el blanco. Así también se pierde totalmente el bhakta en los
cantos y danzas devocionales del gurú y sus compañeros discípulos. ¿Puede haber alguna diferencia real
entre los dos?
Al parecer hemos llegado a una fórmula práctica sobre el tema. ¿Qué debe hacer el individuo! Lo único que
se puede hacer es tener siempre presente que no puede existir una entidad independiente, así como el
hecho de que la manifestación entera es el funcionamiento de la conciencia, en el que cada uno de
nosotros tiene un determinado papel que representar y, por último, debe aceptarse lo que sea que suceda
en esa manifestación total con un sentido de admiración y asombro. Lo único que resta no es alguna
"práctica" como esfuerzo deliberado, sino sólo dejar, pasiva y pacientemente, que nuestra comprensión
verdadera impregne nuestro ser, para que todas las ilusiones y obstáculos caigan poco a poco por sí
mismos.
APÉNDICE 4.
La Verdad Total
En su estado de perfección, la Conciencia Total,
es inconciente de su conciencia;
entonces la conciencia se levanta
en un plañido de Aum,
y el sueño de la creación empieza.
Es conciente de ser,
en su condición de ser se regocija.
Inmersa en el amor a su yo soy,
en la dualidad se expresa.
Mediante la unión del doble aspecto masculino-femenino,
a través de los cinco elementos:
espacio, aire, fuego, agua y tierra,
a través de los tres gunas:
sattva, rajas, tamas,
en la duración se manifiesta.
En el sueño del espacio-tiempo
se manifiesta como fenómeno,
creando millones de formas,
insuflándolas con la fuerza vital
y con la conciencia inmanente todo penetrante;
a través de estas formas,
en gozoso amor a sí misma,
la conciencia funciona como Prajna.
Los seres sensibles, simples imágenes,
así concebidos -¡prodigio de prodigios!-
como objetos unos a otros se perciben;
tomando para sí la subjetividad,
cada uno, en supremo engaño,
se ve a sí mismo como entidad separada,
con voluntad y juicio propios.
Cada uno olvida su ilimitado potencial
como Noúmeno Absoluto,
y acepta su limitada identidad como apariencia,
como simples fenómenos;
cada uno toma el funcionamiento de Prajna
como sus propias acciones personales,
se ata a una esclavitud ilusoria
¡y "sufre" dolor y placer!
Entonces aparece el gurú misericordioso,
pleno de gracia y luz divinas,
y le muestra lo que en verdad es:
aquello que cree ser
no es otra cosa que un simple óvulo
en el vientre materno fecundado,
donde se halla latente la luz de la sensibilidad,
la noción de "yo soy", la Conciencia que es él.
Con miles de nombres denominada,
Rama, Krishna, Ishwara, Brahmán,
es la misma noción "yo soy".
La luz de la conciencia, Mahamaya,
en una colosal ilusión confunde
su naturaleza propia y toma el camino errado.
Hasta que el gurú le dice:
Detente, mírate a ti mismo
como eres, en tu gloria verdadera.
En tu estado original de atemporalidad,
de noumenalidad absoluta,
ha aparecido el cuerpo con conciencia
como una enfermedad pasajera,
de manera espontánea, sin causa ni razón alguna,
como parte del desempeño de Prajna.
Hasta que su tiempo de vida se agota
y entonces, también espontáneamente, desaparece,
y la conciencia no es ya más conciente de sí,
con la Conciencia Absoluta se funde,
de modo que nadie nace, nadie muere.
Nisargaddata Maharaj dice
de manera directa y simple:
¿Qué eras antes de que adquirieras el cuerpo?
Vuelve al origen; quédate quieto, entonces
el que busca desaparecerá
y se fundirá en la búsqueda
sin conciencia ya de la Conciencia Absoluta
en la totalidad y la unicidad,
yo soy sin dualidad.
con penetración e intuición,
con profunda convicción, fácil de aprehender,
Esto-que-es se halla más allá
de los límites del intelecto.
Sólo lo objetivo y lo fenoménico
-la presencia o la ausenciael
intelecto puede comprender.
Pero lo-que-soy-yo no es presencia ni ausencia;
ausencia de la presencia de presencia,
ausencia de la presencia de ausencia,
eso es lo-que-yo-soy.
APÉNDICE 5.
Glosario
Advaita.
No dualismo: la doctrina monista que sostiene que sólo el Principio Ultimo (Brahmán) tiene existencia, y que
toda existencia fenoménica es una ilusión (Maya). Es la rama más importante del Vedanta. (Partícula
negativa a, sin, más dvaita, dualismo, dualidad, dvi, dos.)
Akasha.
Cielo, la extensión del vacío (preposición a, con, más kasha, apariencia). El éter como elemento.
Ananda.
Bienaventuranza, gozo, uno de los tres elementos del Principio Ultimo, Sat, Chit y Añada (preposición a,
hacia, para, más nand, regocijarse, tener agrado).
Antahkarana.
El hacedor interior, la psique (compuesta de antar, interno, más karana, órgano del sentido, kar hacer,
crear). Por lo tanto, mente en el sentido colectivo, incluyendo inteligencia (budhi), ego (aham) y mente
(manas).
Apara.
Ilimitado, que no tiene la orilla opuesta (a, prefijo negativo, más para, del otro lado).
Arathi.
Culto en alabanza a una deidad (ar, aryanti, alabar).
Asana
Práctica de sentarse, una postura; una de las ocho etapas en la práctica del yoga (ai, sentarse).
Atma, Atman.
El alma, ser (atm, que pertenece a uno). Atman está más allá de los gunas de Prakriti: sattva, rajas y tamas.
Atma es conciencia pura.
Atmajñana.
Conocimiento del yo (atm, yo, más jñaña, conocimiento).
Avadhuta
Alguien que se ha liberado de todo sentimiento y obligación mundana, filósofo (dhu, librarse, más ta, sufijo).
Avatar.
Encarnación, descenso de una deidad (ava, a, abajo, más tr, cruzar, descender).
Aum.
Esta palabra y su sonido denotan Brahmán, el Principio Último. Aum es el símbolo del Ser Supremo. Se
piensa que es el mantra más sagrado. El significado de Aum se discute en el Upanishad Mandukya en
términos de la conciencia suprema. La letra A, representa la conciencia del mundo de los sentidos, U,
representa la mente subconciente y M, representa a Prajna, el estado más allá de la mente. También
denominado Pranava, se acepta como un símbolo de Dios.
Avyakta.
Lo no manifestado (partícula negativa a, no, más vyakta, manifestado). Es lo opuesto de vyakta.
Bhajan.
Práctica devota, oración (bhaj, adorar).
Bhakti, bhakta.
Devoción, la adoración como camino de salvación (bhaj, adorar, culto, amor).
Bhakta es aquel que está dedicado a su deidad.
Bhoga
Experimentación de los placeres mundanos así como de los sufrimientos (bhuj, gozar, sufrir).
Brahma.
Uno de los dioses de la Trinidad hindú: -Brahma, el creador, Vishnú, el preservador y Shiva, o Maheshwara,
el destructor. (De brh, hacer crecer, crear) Brahma crea y hace crecer su creación.
Brahmán.
El Absoluto, la Realidad Ultima, que es existente por sí mismo (brh, crecer, aumentar). Sus tres atributos
son: ser (Sat), conciencia (Chit) y bienaventuranza (Ananda). Brahmán no es un objeto de culto, sino de
meditación y conocimiento.
Chetana.
Conciencia, el despertar interior (chit, percibir).
Chidakash.
La extensión de la conciencia interior en sí (chit, percibir, más akash, extensión, cielo).
Chit.
Conciencia universal (chit, percibir).
Chita.
Conciencia individual. Es una combinación de Purusha y Prakriti, conciencia y materia. Chita comprende
todos los niveles de la mente: conciencia objetiva, conciencia subjetiva inconciente.
Darshana.
Visión, reunión (dars, ver). Darshana también implica un sistema filosófico que da la visión de la Realidad.
También se escribe darshan.
Dharma.
Aquello que sustenta, un código firme de conducta y el funcionamiento (dhri, sostener, soportar, apoyar). En
un sentido metafísico dharma significa las leyes de la naturaleza que sustentan el funcionamiento del
universo, las propiedades inherentes de los elementos, como arder es el dharma del fuego.
Diana.
Meditación (dhyai, pensar en, meditar).
Gunas.
Atributos, cualidades. Los tres atributos de la sustancia cósmica (Prakñti) son: satva, rajas y tamas (grah,
un solo hilo o hebra de una cuerda). Los gunas son los atributos fundamentales de toda manifestación
física, mental y síquica en el universo.
Gunatita.
Más allá de los gunas (guna, atributo, más atita, pasado, más allá).
Gurú, Gurú Purnima.
Preceptor, guía espiritual (gurú, grande, importante, superior). Gurú Purnima es el día festivo en el que los
discípulos se dedican a su preceptor. Es una vez al año en una fecha en que la luna está llena (Purnima).
Iswara.
El Señor Supremo (ish, ser maestro, más vara, supremo). La palabra representa a Dios como el señor y
maestro del universo.
Jopa.
Murmullo de un cierto mantra como invocación de una deidad, en general con un rosario.
Jiva, Jivatma.
El alma individual (jiv, vivir). De acuerdo con el Vedanta, jiva empieza a existir como resultado de la falsa
identificación del Atma con el cuerpo, los sentidos y la mente. Atma más el sujeto de la acción es jiva. Sin el
sujeto de la acción, Atma es Conciencia Suprema en sí.
Jñana,jñani.
Jñana es conocimiento, en especial el conocimiento superior que se deriva de la meditación (jna, conocer).
Jñani es el que tiene ese conocimiento. También se pronuncia gnana y gnani.
Kama.
Deseo, amor (kam, querer, desear, anhelar). Al dios del amor se le conoce como Kamadeva.
Karma, karman.
La acción, en especial la acción responsable, buena o mala. El principio de la causalidad, popularmente
conocido como la ley de la causa y el efecto (Arar, hacer).
Lila.
Juego, divertimento, el cosmos visto como un juego divino (la, jugar). Lila no representa la Verdad Absoluta
de Brahmán, sólo es una verdad parcial, no distinta de lo falso.
Maha, Mahat.
Grande (maha, mayor). Mahat represente el más grande principio, la Inteligencia Cósmica.
Mahadakash.
La mayor extensión de la existencia, el universo de la materia y la energía (mahat, mayor, más akash,
extensión, cielo).
Maharaj.
Un término honorífico que se usa para nombrar a los maestros espirituales y a los reyes. Otras de las
palabras que califica Maha son: Mahavakya, Mahatatva, Mahakavya, etcétera.
Mahatma.
Término honorífico que se emplea para los maestros espirituales (maha, mayor, más atma, alma),
indicando alma grande.
Mahasamadhi.
Término que se usa para referirse a la muerte de un guía espiritual que indica que a causa del decaimiento
del cuerpo físico, él ha alcanzado el más grande y final Samadhi, un estado supraconciente del que no
existe retorno.
Mahavakya
Declaración sublime (maha, grande, más vach, palabra, sonido; vakya, discurso, afirmación).
Maheshwara
Nombre de Shiva, uno de los dioses de la Trinidad hindú. (mah, grande, más
Ishwara, señor, el gran señor).
Mana, Manas.
La mente como órgano de conocimiento, percepción y entendimiento (man, pensar, conjeturar). Sus
funciones principales son: la percepción, la atención, selección y rechazo.
Manana.
Meditación, reflexión, el acto de pensar (man, pensar). Mañana es el entendimiento discriminativo a través
del pensamiento.
Mantra.
Instrumento del pensamiento; himno, conjuro. Sonidos ideales visualizados como letras y vocalizados en
sílabas. La repetición constante de un mantra produce los resultados específicos deseados, revelando las
facultades síquicas latentes.
Maya.
Ilusión, el poder que oculta, discutido en la filosofía Vedan-ta. Es el principio finitizador que crea formas en
lo informe; oculta lo real y proyecta lo irreal (ma, que crea ilusiones). Maya llega a su fin donde la
conciencia mental pura comienza.
Moksha.
Emancipación, liberación de la existencia mundana (muc, poner en libertad, liberar). Aquel que se ha
emancipado es Mukta.
Mumukshu.
Aquel que está ansioso de liberarse de la existencia mundana (muc, poner en libertad, liberar).
Mumukshatva.
Deseo ardiente de liberación del mundo y conocimiento de la verdad (muc, liberar).
Nada.
Sonido estruendoso (nad, sonido, rugido).
Nama Mantra.
Mantra basado en el nombre de una deidad.
Namarupa.
El universo fenoménico de nombre y forma (ñama, nombre, más tupa, forma).
Namaskar.
Inclinación en actitud de obediencia u homenaje (ñamas, inclinarse).
Nididhyasana.
Meditación profunda y repetida (ni, prefijo, más dhyayati, meditar).
Nirguna.
Lo incondicionado, sin los tres atributos, satva, rajas y tamas (nir, sin, más guna, atributos).
Nisarga.
Estado natural (preposición ni más srij, crear, fluir de manera ininterrumpida).
Nivriti.
Cese de las ramificaciones de la mente, abandono de los intereses mundanos (nir, sin, más vriti, van, girar,
dar vueltas; la rutina de la vida). Es opuesto apravriti, que quiere decir complacencia en la vida mundana,
Para.
Más allá, distante, ulterior (par, pasar). Parama es la forma superlativa depara; y significa más distante, más
excelente, lo supremo.
Parama Brahmán.
El Espíritu Supremo (compuesto de parama, lo más excelso, más Brahmán, la Realidad Ultima). Se escribe
también Parabrahman.
Paramakash.
Extensión ilimitada del cielo, la Realidad Suprema atem-poral e ilimitada (parama, superior, mayor, más
akash, el vacío, el cielo). El Absoluto Esencial.
Paramartha.
El bien más excelso, la Verdad Sublime (parama, superior, mayor, más artha, propósito, conocimiento).
Paramatman, Paramatma
El Yo Supremo (parama, supremo más atman, ser).
Paravriti.
La más elevada conducta (para, superior, más vriti, fr. var, girar, dar vueltas). Vriti representa el curso de la
acción, sobre todo de la conducta moral.
Prajna
Conocimiento no conciente de sí, conciencia pura en sí (prajin, sabio, pra, superior, más jna, conocer).
Prajna representa a la conciencia superior. También se pronuncia prag-na.
Prakriti.
Sustancia cósmica, naturaleza primigenia, la causa original sin causa de la existencia fenoménica, que es
informe, ilimitada y ubicua (pra, antes, primero, más kr, crear). Prakriti comprende a los tres gunas, así
como a los cinco elementos (tattvas): akasha, vayu, tejas, apas y prithvi. Prakriti significa aquello que existía
antes de que se creara algo.
Prana.
El aliento de vida, el principio vital (pra, antes, más ana, aliento).
Premakash.
Amor ilimitado (prem o prema, amor, más akash, cielo, extensión).
Prithvi, Pritivi.
La tierra como uno de los cinco elementos, el principio de solidez. Su propiedad particular es el olor
(gandh); (prathu, cubrir, extender). Prithvi es una vasta extensión.
Puja.
Culto, adoración (pu, puyati, puta, purificar). Culto que purifica. Pujya es aquel que es digno de puja.
Purnima.
Noche de luna llena (puma, lleno; participio de par, llenar).
Purusha.
El Espíritu Cósmico, la causa eficiente y eterna de la creación que da conciencia a toda manifestación de la
materia (prakriti). Es el fundamento de todo lo que es o será. Se emplea también para aludir al ser humano
masculino (su etimología es incierta).
Raga.
Deseo, apego (ra(n)j, estar teñido).
Rajas.
Movilidad, actividad, energía, (ra(n)j, estar teñido, afectado, alterado). Uno de los tres gunas de Prakriti. En
yoga alude al aspecto motriz de la naturaleza, sin el cual ninguno de los otros elementos podrían manifestar
sus cualidades inherentes.
Raja Yoga.
Meditación abstracta; presentada por Patanjali en su Yoga Sutra (ra(n)j, teñido, radiante). El Raja Yoga
hace hincapié en el control de la mente y en la supresión de sus alteraciones para el despertar de la
conciencia pura.
Sadchit.
Verdad y percepción (sat, ser verdadero, más chit, percepción). También se escribe Saccid. Saccidananda
(sat más chit más ananda) se refiere a los tres atributos de Brahmán: ser, conciencia y bienaventuranza.
Sadguru.
El verdadero maestro espiritual (sat, verdadero, más gurú, maestro).
Sadhaka, sadhana.
La práctica que conduce a la meta es sadhana (sidh, sad-hati, alcanzar, triunfar, lograr). Sadhaka es aquel
que practica un sadhana. Sidha es alguien que ha logrado, alcanzado la meta. Sidhi es el logro.
Sadhu.
Un asceta, hombre santo (sadh, enmendarse; también deseo sincero).
Saguna.
Con los atributos, condición manifiesta con los gunas (sa, con, más guna, atributo). El culto devocional
comprende la concepción del Absoluto Supremo con cualidades como amor, misericordia, etcétera. Para
ellos Dios es saguna. El concepto vedántico del Absoluto Supremo es nirguna, sin o más allá de los
atributos, gunatita.
Samadhi.
Estado supraconciente, meditación profunda (sam, junto, más a más dhi, colocar, poner junto). Samadhi es
una práctica yóguica en la que el buscador (sadhaka) se vuelve uno con su objeto de meditación logrando
así la dicha total. Samadhi se emplea también para aludir al monumento de un santo, que bien puede ser
una construcción de piedra, de ladrillo o un pilar. Mahasamadhi se refiere a la muerte de un santo, que se
cree ha logrado un estado supraconciente permanente con la disolución de su cuerpo físico.
Sansara.
El círculo de la existencia (sam, junto, más sara, fluyendo, sar, fluir). Sansara es el paso del alma por el
ciclo de nacimientos y muertes. También se pronuncia samsara.
Sanyasin, sanyasi.
Aquel que ha abandonado todo interés mundano (sam, prefijo, más nyasa, abandono, dejar de lado).
También se escribe samyasin.
Sattva.
Ser, existencia, realidad (sat, real, más tva, de formación abstracta). Uno de los tres elementos que
constituyen la Sustancia Cósmica: sattva, rajas y tamas.
Sattva es la cualidad de la pureza y la bondad. Representa el equilibrio y se manifiesta como una luz.
Shakti.
Poder, energía, capacidad (sak, ser poderoso). Shakti se representa como el aspecto femenino del
Principio Ultimo y se deifica como la consorte de Shiva.
Sravana.
Oír, escuchar con atención (sru, oír). Es la primera etapa del proceso de automejoramiento, a la que siguen
mañana, chintana y nidihyasana sobre lo que se ha escuchado.
Svarupa.
Nuestra propia forma, naturaleza, carácter (sva, de uno, más ñipa, forma).
Tamas
Tamas.
Oscuridad, inercia, pasividad, restricción. Uno de los tres elementos que constituyen la Sustancia Cósmica.
Los otros dos son sattva y rajas.
Tattva.
La verdadera esencia, verdad, realidad (pronombre tad, eso, más sufijo abstracto tva). Cualidad de "eso".
Vairagya.
Desapasionamiento, indiferencia hacia las cuestiones mundanas (vi, aparte, sin, más rage, deseo, apego).
Vairagya es lo opuesto de raga, es renunciamiento a todo deseo.
Veda.
Conocimiento revelado; un nombre genérico para las obras sagradas más antiguas de los hindúes (vid,
conocer). Vidya es conocimiento, vidvan es un hombre culto. Son cuatro las colecciones de himnos védicos
que existen: 1. Rig Veda, himnos a los dioses; 2. Sama Veda, cantos de los sacerdotes 3. Yajur Veda,
fórmulas para sacrificios, y 4. Atharva Veda, cánticos mágicos principalmente.
Vedanta.
Literalmente, el final de los Vedas (veda más anta, final). Vedanta es una de las seis escuelas de la filosofía
hindú. Advaita Vedanta es la rama más famosa del Vedanta.
Vishnú.
Uno de los dioses de la trinidad hindú: Brahma, Vishnú y Shiva. Vishnú es el preservador.
Vishvarupa.
El universo multifacético (vis, impregnar, más rupa, forma), Vishvarupa es el universo multicolor y variado.
Vriti.
Modo de vida y conducta, cambios mentales (varí, girar, dar vueltas).
Vyakta, Vyakti.
Materia manifestada, la naturaleza en evolución (vi, aparte, lejos, más akta, participio pasivo de anj, ungir).
De ahí que el producto manifestado, evolucionado y ungido es Vyakti.
Yoga, Yogi.
Yoga significa poner junto, unir (yuj, unir, juntar). Yoga es un método por medio del cual la conciencia se
desconecta del embrollo con la mente y con el mundo manifestado. Es un sistema siquiátrico-sicológico que
conduce a la iluminación y a la liberación. Se denomina yogi o yogui al adepto al yoga.
Fin.

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