El relato de los 47 Ronin es uno de los más populares en la historia japonesa. Esto debido, probablemente, a que se produce en una etapa histórica del Japón en donde se logra alcanzar la ansiada paz y ya no se veía como necesario los servicios de los guerreros.
Para que entiendan el contexto histórico de ese momento, les puedo decir que el Samurai es una casta social guerrera que nació como consecuencia de un hecho muy simple: las constantes guerras que se desarrollaban en Japón, conflictos que tenían como única razón la lucha por el poder y el control del país. Cada señor feudal o Shogun imponía su derecho a través de las armas. Esta situación se extendió por siglos hasta que se produjo lo inevitable, el Shogun más astuto y poderoso se hizo del control del Japón a través de las armas, iniciando un gobierno militar de facto y de paso sometiendo a la figura del emperador. Este período que recien iniciaba fue conocido como la Gran Paz.
Así se dio inicio a Shogunato Tokugawa (llamado también Bakufu), en 1603, gracias a la obra de Tokugawa Leyasu. Este hombre es considerado uno de los mejores estrategas de todos los tiempos, pues no solo logró hacerse del poder, sino que lo mantuvo y organizó de tal manera que su casta gobernó hasta el año 1867, fecha en que el Emperador Meiji retoma el poder político y militar del Japón (hasta ese momento la figura del Emperador cumplía funciones religiosas y espirituales).
Es en aquel período de paz, en que la casta Samurai es reorganizada y reformulada a conveniencia de Tokugawa. Recordemos que sólo el Samurai tenía el derecho a usar armas, por lo representaba un riesgo para un gobierno duradero. Como consecuencia, en esta era se crea formalmente la clase Samurai, casta guerrera que gozaba de una serie de beneficios que las otras clases sociales no poseían. Es en ese momento que algunos Samurai, con demasiado tiempo libre, comienzan a desprestigiar el buen nombre de los guerreros, pues sólo dedican sus días a divertirse, haciéndose asiduos a los barrios destinados a la prostitución, al juego y al alcohol. Con todo lo visto, las demás clases sociales (campesinos, artesanos y comerciantes) comenzaron a ver como verdaderos parásitos de su sociedad a los Samurai. ¿Si ya no había guerra, para que existían?.
Pero volvamos a lo que nos convoca. Esta historia ha sido relatada por la tradición japonesa durante siglos, pero históricamente podemos atribuirle su autoría a Yamaga Soko (1622-1685), quien escribió numerosos trabajos sobre el Samurai y su tan particular forma ver la vida. Se puede aseverar que esta obra en particular esta inspirada en la vida de Ôishi Kuranosuke Yoshio, un Samurai de Asano Takumi no kami Naganori (1667-1701).
Cuenta la historia, que el Shogun Tokugawa Tsunayoshi vivía y gobernaba desde Edo, mientras que el Emperador, que tenía poco o nada de poder político, vivía en Kyoto. Para mostrar el respeto al Emperador, Tokugawa Tsunayoshi envió regalos y emisarios a Kyoto con motivo de la celebración del Año Nuevo y, en contrapartida, el Emperador envió a sus propios representantes a Edo en marzo de 1701. Para recibir a los emisarios imperiales, Tsunayoshi nombró a dos jóvenes daimyos (señores feudales provinciales), uno de ellos era Asano, Señor del Castillo de Ako, en la provincia de Harima, esto con la finalidad de actuar como anfitrión durante la próxima visita de los Miembros de la Corte Imperial de Kyoto. Para cumplir con su nueva obligación, a Asano se le asignó a un destacado maestro de protocolo de la corte, el Señor Kira Kozukenosuke Yoshinaka (1641-1702).
Kira, al parecer, a cambio de sus servicios esperaba una fuerte compensación económica, pero para Asano no procedía tal hecho, pues sus servicios debían entenderse como un deber para con el Shogun Tokugawa. Con el paso del tiempo, la rivalidad y la tirria crecieron entre estos dos Señores, desembocando todo en un día de abril de 1701. Kira insultó a Asano públicamente, instándolo a desenvainar su espada. Asano respondió blandiendo su Katana en contra de su agresor, de paso hiriéndolo en el rostro. Asano, a consecuencia de este hecho, fue encarcelado.
Asano fue llevado a juicio, en donde poco hizo por defenderse de las alegaciones de Kira que instaban a ejecutarlo… solo declaró que se arrepentía de no haber matado a Kira en dicho incidente. Después de completada la investigación criminal y con los antecedentes en mano, el Shogun tomó la decisión de darle la pena capital a Asano, pidiéndole que cometiera suicidio ritual (Seppuku). Además, confiscó todo su patrimonio y de paso despojó de todos los derechos hereditarios a la familia Asano. Además de lo anterior, a Asano Daigaku, hermano del condenado, se le impuso la pena de encarcelamiento.
Cuando la noticia llego a la provincia natal de Asano, en su castillo se produjo un gran alboroto entre sus sirvientes, incluidos los más de 300 Samurai que protegían a este Señor. Algunos se manifestaron a favor de la aceptación de su suerte en silencio, asumiendo su nueva condición de Ronin, mientras que otro grupo llamó de la defensa armada del castillo e iniciar una verdadera batalla contra el gobierno. Ôishi Kuranosuke, en su rol de consejero del clan Asano, instó a los sirvientes y Samurai a abandonar el castillo y luchar pacíficamente para rehabilitar el nombre de la familia Asano, y al mismo tiempo, indicó que debían prepararse para tomar venganza sobre Kira, opinión que finalmente prevaleció.
En consecuencia, un grupo de Samurai de Asano, ahora convertidos en Ronin, emprendió su camino, planificando cuidadosamente la venganza. Kira no era ingenuo, esperaba algún tipo de atentado en contra su vida, por lo que aumentó la cantidad de hombres de su guardia personal. Sin embargo, el plan de Ôishi era distinto, atendía a la calma y a la paciencia, demostrando públicamente que renunciaba a la idea de venganza. La estrategia era esperar el momento más adecuado. Con este fin, una cincuentena de Ronin se escondieron y dispersaron por todo Japón. Algunos tomaron empleos de baja categoría (comerciantes y vendedores ambulantes, por ejemplo), mientras que otros, como el mismo Ôishi, demostraron que había perdido toda preocupación por su futuro y su honor. Ôishi abandonó a su esposa y comenzó a frecuentar en Edo las casas de mala reputación, involucrándose con prostitutas y borrachos, de paso participando en peleas callejeras. En una ocasión, un Samurai de Satsuma se supone que vio a Ôishi, borracho en la calle; al ver tan triste escena escupió sobre él, diciendo que no era un verdadero Samurai.
Mientras tanto, Kira empezó a dudar de que estuviera en un verdadero peligro, y pasado un poco más de un año, ya había bajado la guardia. Fue en ese momento que los Ronin se reunieron secretamente, decidiendo avanzar contra Kira. Ôishi eligió a los 46 Ronin que tomarían parte en la acción, enviando al resto con sus familias. Una noche fría y nevada del 14 de Diciembre de 1702, después de vestir sus armaduras y preparar sus armas, iniciaron el avance. Una vez que llegaron a la mansión de Kira en Edo (actual ciudad de Tokio), se dividieron en dos grupos y atacaron. Un grupo se infiltró a través de la parte trasera del complejo, mientras que el resto se dirigió a la parte delantera, forzando la puerta principal de la mansión. Los 47 Ronin iniciaron batalla con los 61 hombres de Kira, muchos de los cuales fueron muertos o heridos. El asalto fue un éxito, aún cuando la batalla fue brutal, finalmente se consiguió el objetivo: Kira fue encontrado oculto en la parte trasera de la mansión y de inmediato fue presentado a Ôishi, quien le ofreció la oportunidad de cometer suicidio ritual en ese patio nevado y en ese mismo momento. Cuando Kira no respondió, Ôishi lo decapitó con la misma daga (Wakisashi) que Asano había utilizado para auto eliminarse. La cabeza de Kira fue puesta en un balde de agua y llevada al Templo Sengaku ji, donde yacía enterrado Asano. Una vez en el lugar, Ôishi y los demás ofrecen el sangriento trofeo al espíritu de Asano. En ese instante Ôishi envió dos emisarios a comunicar al Shogun Tokugawa los hechos ocurridos esa noche.
El Shogun Tokugawa Tsunayoshi, en lugar de estar enojado, estaba profundamente impresionado con la lealtad demostrada por los 47 ronin. Esto hizo que Tsunayoshi tomara una difícil decisión. Aunque claramente simpatizaba con su acto heroico, no obstante eso, se enfrentaba a un dilema. La ley le ordenaba dictar sentencias de muerte para los 47 guerreros, pero su conciencia le decía que esos hombres actuaron por un bien superior llamado Honor. Pero si se pasaba por alto su crimen por razones sentimentales, otros podrían venir después a hacer lo mismo, alterando el orden político y social imperante. Después de 47 días de deliberaciones, Tsunayoshi ordenó que Ôishi y sus 45 hombres fueran a ejecutados, pero no como delincuentes, sino como guerreros honrados y honorables en una ceremonia ritual de Seppuku. El Ronin número 47, el más joven, fue librado de la pena y enviado al Harima con su familia.
El 4 de febrero de 1703, los 46 ronin se dividieron en cuatro grupos supervisados por cuatro diferentes daimyos, a los que se les ordenó ser los testigos de su muerte. Ôishi y los otros 45 Ronin cumplieron con la orden llevando a cabo Seppuku, dignificando su valiente sacrificio. Tras su muerte, los 46 ronin fueron enterrados en el templo Sengaku ji, junto a su Señor Asano.
La venganza de los 47 Ronin generó una chispa de controversia en el período Edo. Una opinión era que Ôishi y sus hombres, de hecho, habían incurrido en un error al esperar que con una fuerza de ataque tan débil pudieran hacer frente a la guardia de Kira (que era compuesta, después de todo, por más de 60 hombres entrenados); este fue, por ejemplo, la opinión de Yamamoto Tsunetomo (autor de la obra Hagakure). El estudioso confuciano Naotaka Sato (1650-1719) criticó tanto a los Ronin por la adopción de una medida tan extrema, como la decisión del Shogun. Naotaka comparte la idea de Tsunetomo, en el sentido de que los Ronin deberían haber realizado suicidio en el Templo Sengaku ji inmediatamente cometido tan brutal hecho. Al entregarse a la justicia, se podría entender que esperaban clemencia y veían como cierta la posibilidad de seguir viviendo, cosa que no era propio de la manera del Samurai. Al mismo tiempo, Naotaka reservó las más duras palabras para Kira, a quien llamó cobarde y cuya estupidez provocó muertes innecesarias.
Otros autores no comparten esas opiniones. Hombres como Asami Yasuda (1652-1711), que defendió las acciones de los Ronin, incluso llegando a escribir una famosa obra japonesa llamada Chushin-gura (hoy en día, aún es una popular pieza de teatro Kabuki). En nuestros días, la acción de Ôishi Kuranosuke y sus Ronin se convirtió en leyenda, la cual, ha generado numerosos libros, películas, y series de televisión. Además, cada año, miles de japoneses visitan la tumba de los 47 ronin en Sengaku ji para rendir homenaje al honor y la lealtad de estos guerreros y su dedicación al código de bushido.
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